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EL MCAL. ANDRÉS DE SANTA CRUZ, REORGANIZÓ EL EJÉRCITO Y REFUNDÓ EL COLEGIO MILITAR EN FEBRERO DE 1835

Esta nota fue publicada en El Periódico de Tarija el 5 de febrero de 2017.
Durante la Administración del Mariscal Andrés de Santa Cruz, se ordenó la organización del Ejército, mediante la incorporación de reglamentos y se refundó el Colegio Militar, el 19 de febrero de 1835, sujeto a un reglamento de doce puntos. En el mismo año, el Ejército Boliviano atravesó el río Desaguadero y venció en la Batalla de Yanacocha a las fuerzas comandadas por el Gral. Agustín Gamarra. El 30 de enero de 1836, derrotó en la Batalla de Socabaya, al Gral. Felipe Salaverry.
Una vez conformada la Confederación Peruano – Boliviana, el Estado de Chile envió por mar un ejército comandado por el Gral. Blanco Encalada, desembarcando en Ilo y ocupó el territorio peruano concentrándose en la ciudad de Arequipa, sin embargo, Santa Cruz, al mando del ejército Confederado venció en Paucarpata el 17 de noviembre de 1837, a la invasión chilena. Tras la caída del Gobierno de Andrés de Santa Cruz y la Confederación, ocasionada por la Batalla de Yungay. El 20 de enero de 1839, Bolivia vivió un período de desconcierto y con problemas políticos entre seguidores y contrarios de la asociación con el Perú. En ese sentido, el Gral. Agustín Gamarra con un ejército muy numeroso en hombres y bien armados, invadió Bolivia posesionándose cerca de La Paz, ante esta situación, el Ejército al mando del Gral. José Ballivián, combatió el 18 de noviembre de 1841, en los campos de Ingavi, derrotando a las tropas peruanas. Tras esta gran victoria, se logró fortalecer y consolidar la independencia y soberanía de Bolivia.
Pero el 12 de abril de 1842, se refundó el Colegio Militar, bajo la dirección del brillante militar argentino Bartolomé Mitre. Sin embargo, durante la administración de Dr. José María Linares, se reorganizó este Instituto Militar, estableciendo su sede en Sapahaqui, su permanencia fue momentánea.

Durante la campaña del Acre (1898- 1903), las armas bolivianas alcanzaron la gloria luchando en los Combates de Riosinho, Puerto Alonso y Puerto Rico. Entre 1932 a 1935, durante la Guerra del Chaco, el ejército de Bolivia escribió una de las páginas más brillantes de su historia, dando muestra de un heroísmo admirable, de sus soldados y oficiales al luchar no solamente contra su homologó paraguayo, sino también al enfrentar un clima tropical y una geografía muy desolada. Sin embargo, combatió tomando fortines como Boquerón y su épica defensa por el coraje del soldado boliviano, sobresalió en Nanawa, Campo Vía, Campo Jurado y Conchitas, Cañada Strongest en donde capturó a la segunda y séptima divisiones enemiga, además de la defensa de Villa Montes.
LA PRIMERA CONSCRIPCIÓN EN TARIJA 
A nivel departamental, en la ciudad de Tarija se dio cumplimiento a la Ley de servicio militar obligatorio el día domingo 2 de febrero de 1896, cuatro años después de la promulgación de la mencionada norma constitucional, presidiendo el acto el “Inspector General de las Fuerzas del Sur y Comandancia General del Depósito y Reservas del Departamento de Tarija”, Gral. Manuel Othon Jofré, quien remitió al Despacho de Guerra de la Defensa Nacional el siguiente informe:
Informe de la Primera Conscripción en Tarija: 
“El acto se realizó el domingo dos de febrero a horas once de la mañana. Al toque de llamada se presentó integro en la plaza principal el 5º Regimiento del Depósito de Línea y el 1º de Tarija.- A las doce, sobre un tablero preparado a propósito , se verificó la solemne bendición del estandarte del “Regimiento”; al que este prestó el juramento de fidelidad mediante la descarga de Ordenanza.- Se ofició una misa por el Vicario Saturnino Olañeta, pronunciando un discurso religioso – patriótico.- Constituido el “Tribunal de Sorteo”, se colocó la ánfora con 436 boletos y 35 números de suerte, conforme al cupo fijado por el Concejo Municipal. Se enroló en el Regimiento el “Escuadrón Tolomosa” y el “Batallón Ingavi 14º de Depósito.- El 3er. Jefe del Regimiento, señor Fernando Campero, que es también Presidente del Concejo Municipal, por no haber cumplido aún los 25 años de edad, fue el primero en sacar la suerte resultado blanca.- A Andrés Araóz, le tocó el número catorce y gritó lleno de alborozo: “Compañeros, soy soldado; viva Bolivia, siguiéndole con igual suerte el jurista estudiante Gutiérrez y los tipógrafos Reynoso y Lora.- Los jóvenes Andrés Castellanos, Samuel Campero (hijo) y Augusto Echazú, cuando sacaron el bolo blanco, pidieron insistentemente se les permitiese sacar otro bolo, demanda que les fue negada.- El distinguido joven uruguayo Víctor Maldonado redactor en jefe del periódico “El Cóndor”, entusiasmado por la implantación en Bolivia de instituciones democracitas y la felicidad que con ella se incorpora en sus costumbres, tomó carta de ciudadanía y sentó plaza de soldado.- Samuel Campero (hijo) de simpática figura y notable inteligencia descendiente de las más distinguidas familias de Tarija, no habiendo podido alcanzar la suerte numerada, ha presentadosè de soldado en la escolta ya nombrada. El Dr. Andrés Castellanos por igual causa que el anterior ciudadano, ha sentado también plaza de soldado, con entusiasmo patriótico digno de imitación, renunciando a su profesión de abogado que le ofrecía un brillante porvenir por su preclara inteligencia”.
Plaza de Tarija, a 2 de febrero de 1896
El semanario tarijeño “El Trabajo” en su edición Nº 954 al ocuparse de este acto, consignó pasajes dignos de resaltarlos. Uno de ellos se refiere a Don José Araóz, padre del conscripto Andrés Araóz, que enterado de la aceptación de su vástago al ejército, exclamo “ …hace once días presenté a mi hijo a la sociedad para que la sirva y le sea útil con la profesión de abogado que acaba de recibir; hoy lo entrego a la patria para que la sirva con amor y lealtad”.
Según la crónica de la época, las fiestas se sucedían a diario en homenaje a los jóvenes soldados y fiestas en sus hogares, porque se incorporaban al ejército para modificar las costumbres viciosas de la tropa, que como reflejo de esta vida amoral, habían mantenido a la República en frecuentes motines y cuartelazos que los aprovechaban los audaces y ambiciosos. La sociedad estaba pendiente de una nueva fuerza innovadora y eran mirados como los apóstoles de una redención nacional. La “Columna de Orden” en la mañana del domingo 9 de febrero ofreció a sus camaradas un pic – nic, ocasión en la que el soldado Andrés Araoz, agradeció la manifestación en frases llenas de unión patriótica, afirmando; “Compañeros: somos soldados y por consiguiente, defensores de la ley y guardianes del orden; conocemos nuestro deber, conocemos las prescripciones de nuestra Carta Magna y cuando se trate de las garantías que ella establece, defenderemos la Patria hasta el sacrificio… viva Bolivia … viva la ley”.
LOS PRIMEROS CONSCRIPTOS TARIJEÑOS
Tres meses después, correctamente uniformados, salieron del suelo natal los 35 conscriptos aceptados conducidos por el Cnel. Miguel Estenssoro y el Cap. Manuel Pacheco. La tarde del 1º de junio arribaron a la ciudad de Sucre en medio del júbilo popular habiéndoles hecho el ejército la correspondiente “Recepción de honor”. El boletín del periódico “El Trabajo” publicó la nómina de los primeros conscriptos tarijeños consignados en una lista aprobada por el Ministro de Guerra Dr. Luis Paz, cuya relación es la siguiente: Andrés Araoz y Andrés Castellanos (abogados), Samuel Campero, Isidro Muñoz, Isaac Retamoso y José Manuel Gutiérrez (practicantes juristas), Ricardo Estenssoro y Cesar Medina (estudiantes), Víctor Maldonado (periodista), Daniel Lora (tipógrafo), Manuel Duran y Manuel Morales (comerciantes), Crisanto Rivera (procurador), Manuel José Gonzales, Napoleón Galarza, Julio Valdivieso y Cesar Salamanca (carpinteros), Napoleón Camacho y Manuel Dulón (cigarreros), Lorenzo Torres, Máximo Flores, Francisco Illanes, Pedro Fernández y Santiago Flores (sastres), Daniel Molina (talabartero), Donato Ibáñez (petaquero), Calixto Rojas y Paulino Aparicio (zapateros), Ricardo Torres (pollerero), Francisco Soruco, Candelario Jurado y Francisco Ordoñez (agricultores).
Posteriormente se efectuaron los sorteos anuales hasta la implantación del servicio obligatorio a la cual estaba sujeta la juventud boliviana a partir de los 19 años hasta nuestros días. El registro militar del año 1897 también señala a los jóvenes tarijeños, Jorge Trigo, Eloy Araóz, Sebastián Galleguillos Cossío y otros que fueron enrolados a las filas del ejército al haber sido favorecidos con la “suerte”. El mencionado año las provincias Arce y Méndez dieron 117 hombres que fueron incorporados en la “Escolta Presidencial” y en el “Batallón 1º”.
LA “RECLUTA” A LA SALIDA DE LOS CINES REX Y EDEN
En la década 1970 – 1980 en nuestra ciudad, la Jefatura del Ejército de Tarija – “Región Militar”, que estaba ubicada en la esquina de las calles Sucre y Virginio Lema (actual edificio de correos), aplicaba el método de la “recluta” nocturna, a través de patrullas militares a bordo de camiones “caimanes” que esperaban a los jóvenes en la salidas de los cines “Gran Rex” y “Eden”, luego de las habituales funciones de los días lunes con cartelera de “noche doble” e intermedio. Los jóvenes eran “cercados y capturados” por los militares y separados de sus parejas o novias con quienes asistían a las salas cinematográficas, que era una manera habitual en esa época y se cumplía de manera formal. Cundía el pánico en los jóvenes por la violencia ejercida por los militares y la zozobra en los padres de familia que acudían a la “Región” a reclamar por sus hijos y en la mayoría de los casos a buscar a influyentes ciudadanos o padrinos para lograr su liberación y evitar la conscripción. El rechazo de los jóvenes de esa época a la conscripción se sustentaba en el mal trato que se otorgaba al interior de los cuarteles bajo el slogan de los militares que “ir a los cuartes era para hacerse hombre”, además por el perjuicio que implicaba en el inicio de estudios superiores y la influencia de la corriente mundial de la “nueva ola” y “liberación” de esa generación acompañada de la música, la moda, el pelo largo y manifestaciones culturales propias de esa época.

Esto ocurría porque a los llamados a la conscripción en su generalidad, se presentaban a los cuarteles jóvenes del área rural y no así los jóvenes citadinos, quienes eludían el cuartel y optaban por hacerse declarar inhábiles en la revisión médica en complicidad con los responsables de la recluta, pero no podían eludir hacer fila, permanecer desnudos en el patio del cuartel y el corte del cabello al ras (piloneada) a cargo de los conscriptos antiguos que oficiaban de peluqueros improvisados, justo en la época cuando estaba de moda el “pelo largo y las melenas, los pantalones de bota ancha y las remeras y camisas estampadas”.

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