Por: O. Córdova.
«EL DESASTRE PARAGUAYO»
«EN LAS RAMAS DE LOS ÁRBOLES, RETAZOS DE TRAPO COLOR AZULINO VERDOSO (uniforme
paraguayo) EN FORMA DE ESPANTAPÁJAROS COLGABAN DE LAS RAMAS... CON EL CALOR DEL
SOL, LOS HAMBRIENTOS BUITRES ESTABAN RONDANDO EL TENDAL DE LA MUERTE...»
—El día 16 de Febrero de 1935, a las cinco de la madrugada, se desencadenó otra
ofensiva de grandes proporciones; eran fuertes núcleos de tropas paraguayas que
ebrias de caña, envalentonadas por el alcohol paraguayo, trataban de introducir
una cuña lanzándose al asalto uno tras otro...
Era tremenda la arremetida paraguaya como violento y decidido el rechazo del
frente boliviano, produciéndose un verdadero infierno.
—El continuo tronar de los cañones no dejaban escuchar nada, las voces de mando
había que entenderlas por señas y ademanes, el humo, la tierra que levantaban
las explosiones nublaban el ambiente, era un confuso tronar de todas las armas
de ambos frentes, parecía que estaba cerrando la noche cuando apenas estaba
llegando el mediodía, las continuas llamaradas de fuego alumbraban el cielo
nublado por tanta pólvora...
(Después de la tempestad vino la calma), con un saldo aterrador.
—Aquella noche no se pudo ver nada hasta el amanecer del día siguiente, ese
aclarar de una mañana tétrica, con sabor a cementerio, silencioso y triste, los
árboles trozados a medias parecían vestirse de luto por lo negros que estaban,
quemados por el fuego de los cañones, el campo medio estaba sembrado de
cadáveres paraguayos, pedazos de carne humana colgados en las ramas de los
árboles, retazos de trapo color azulino verdoso en forma de espantapájaros
colgaban de las ramas, con el calor del sol los hambrientos buitres estaban
rondando el tendal de la muerte, esperando el momento de emprender el festín de
la “DANZA MACABRA”. (Sub-Teniente Res. Julio C. Saracho C.).