Por: Hernán Pruden, parte final de su artículo titulado: Las luchas ""civicas" y las no tan cívicas: Santa Cruz de de la Sierra (1957-59), publicado en Revista Ciencia y Cultura. // Fotografías: Fife y Nirka.
Carlos Valverde, en ese entonces líder de la Unión Juvenil Cruceñista y bastante cercano a Falange Socialista boliviana, cuenta en sus Apuntes que Enrique Achá, dirigente de Falange Socialista Boliviana, lo llamó en mayo de 1958 para contarle que planeaban realizar un golpe a nivel nacional contra el MNR y para invitar a los unionistas a formar parte. Valverde dice haberlo llamado a la prudencia, pues no tenían posibilidades de ganar y porque si eran derrotados se perderían todas las conquistas de Santa Cruz, que en ese momento era un espacio donde opositores al gobierno del MNR podían vivir en paz (Valverde, 2002: 244-246).
Poco tiempo después, en una "salteñada" de falangistas se había difundido la noticia de que el golpe avanzaba en el resto de la república y se habían repartido armas. Los jóvenes, muchos de ellos también militaban en la Unión Juvenil Cruceñista, tomaron la prefectura y otros edificios públicos. En medio de la noche su líder pasó por casa de Valverde. Según la versión de Valverde, Achá le dijo que le dejaba a cargo la ciudad, que el golpe había fracasado. Valverde corrió con alguna ropa sobre su pijama a la plaza a decirles a los jóvenes que depongan las armas y huyan. Esperó un par de horas y soltó a los funcionarios emenerristas encarcelados (Valverde, 2002:247).
Mientras tanto, los recién liberados emenerristas se autoproclamaron como una junta y ofrecieron garantías de que no se invadiría la ciudad. Hasta ese momento no había muertos. El Gobierno nombró a Rubén Julio Castro como interventor y lo puso a cargo de todo el operativo. Llegó la Séptima División del Ejército75 y milicianos campesinos ingresaron a la ciudad gritando "Muera el Pinto, muera el Valverde y dónde están las putas cruceñas" (Valverde, 2002:247). Santa Cruz fue declarada por los cívicos como "ciudad abierta" para evitar enfrentamientos con las fuerzas del orden.
Los milicianos se reunieron luego con el interventor Rubén Julio y el ministro de agricultura Jorge Antelo en las afueras de la ciudad y fueron enviados supuestamente con la orden de no tomar prisioneros. En las afueras de Terebinto encontraron a los sediciosos que estaban huyendo y asesinaron a cuatro. Lo que pasó en Terebinto fue narrado con lujo de detalles en un libro editado ocho años después, cuando la Revolución Nacional había terminado, por Hernán Landívar Flores. Este libro proveyó muchas imágenes de la "barbarie" indígena emenerrista contra Santa Cruz y es en buena medida uno de los puntales del sentimiento anti-emenerrista y anti-indio en Santa Cruz.
El intento golpista de Falange Socialista Boliviana en Santa Cruz, que derivó en los sucesos de Terebinto, implicó una ruptura del pacto de caballeros establecido entre el presidente Siles y Melchor Pinto. Fue así que Pinto tuvo que exiliarse. En su despedida planteó que "Las pasiones políticas por un lado y la incomprensión con matiz muy vivo de traición a la Comunidad cruceña, ha hecho imposible mantener la tranquilidad y las libertades que gozaba nuestro pueblo, conquitada [sic] con tanto sacrificio hace pocos meses"77. Llamó también a colaborar con las autoridades en lo "relacionado con nuestras regalías del petróleo y la construcción de las obras públicas urbanas". Al irse Pinto, quedó a cargo del Comité su vicepresidente, Lorgio Serrate, ferroviario del MNR78.
La Nación de La Paz tituló "Melchor Pinto huyó con los falangistas" y subtituló "Ahora se conocen los móviles del 'presidente' Pinto"79. La maniobra de asociar a Pinto con Falange no podía ser más explícita; por si esto fuera poco, describían como huida lo que en realidad había sido un exilio. El Comité había declarado el 14 de mayo su "absoluta prescindencia en luchas partidistas"80.
Melchor Pinto le comentó a Alfredo Ibáñez Franco en una entrevista años después que: "no obstante que el Sub-Jefe de Falange, Dr. Mario Gutiérrez G., declaró públicamente su paternidad a todo trance se quería complicar a mi persona y a la entidad cívica del Comité. El Comité lo único que hizo fue protestar y hacer conocer su indignación por los asesinatos en masa de Terebinto cometido contra un grupo de universitarios (Ibáñez Franco, 1978:228).
Lorgio Serrate, presidente a cargo del Comité Pro Santa Cruz, escribió una carta al presidente Siles el 23 de mayo de 1958. Allí planteó entre otras cosas que no era posible "que el error, la pasión, la ignorancia o la miopía conviertan a Santa Cruz en una especie de Hungría Sudamericana". Por eso expresó que "los indios de Ucureña deben volver a sus bases" (cit. en Gandarilla, 2008:239). La comparación con Hungría sin duda era un poco exagerada, si pensamos que en la ocupación de fines de 1956 habían muerto 2.500 húngaros y 700 soviéticos y entre las luchas cívicas y Terebinto habían muerto 6 cruceños. Era sin duda una forma de referirse a ciertos aspectos que entendían como totalitarios del gobierno del MNR.
Durante el mes de junio de 1958, aparecieron en El Deber una serie de notas, todas bajo el título de "El Comité Pro-Sta. Cruz es respaldado por el pueblo cruceño," donde las distintas instituciones que lo componían daban su apoyo. Mientras tanto, se hacían tratativas para que Melchor Pinto pudiera retornar. Como se acercaban las elecciones parlamentarias, el presidente Siles decretó una amnistía para los exiliados políticos81. Fue así como el 18 de julio retornaba Pinto a Santa Cruz. El Deber invitaba desde su tapa: "Pueblo cruceño: Hoy llega el Dr. Pinto Parada. ¡Concurrid a darle la bienvenida!"82.
El 20 de julio de 1958 se realizaron elecciones parlamentarias. En La Nación, unos días antes, se podía leer propaganda del MNR que decía: "Pueblo: el 20 de julio tu única arma será la papeleta rosada. Vota con ella"83. Muchos optaron por otra arma en el cuarto oscuro y eligieron a Falange Socialista Boliviana, que tuvo una buena elección, particularmente en las ciudades84. En ese contexto favorable para la oposición, Melchor Pinto escribió tres días después de las elecciones un "Manifiesto al Pueblo". Allí, como para evitar malas interpretaciones, dejó claro su "respeto a las autoridades legalmente constituidas" y el deseo de "paz y tranquilidad". Justificó el apoliticismo del Comité aclarando que "No nos interesa la pasión política venga de donde viniera. Los vientos de fronda que soplan a la vera de todo sectarismo, son por su esencia, transitorios y mudables, deseamos algo más sólido para el pueblo cruceño"85. Se defendió de quienes acusaron a Santa Cruz de separatistas y anexionistas. Mostrando la falsedad y repitiendo el viejo argumento de la pertenencia demostrada en los conflictos bélicos con el tributo de sangre en el Pacífico, Acre y Chaco86. En cuanto a la cuestión de las regalías petroleras, reafirmó la intención de gozar del "usufructo de nuestras riquezas extractivas del petróleo", ya sea "producido y explotado por empresas nacionales, privadas o extranjeras", así como la "severa aplicación de las regalías en obras de largo aliento encomendadas al Comité de Obras Públicas". Terminó optimista afirmando su "fe en el provenir que ya nos pertenece por entero"87
El 7 de octubre de 1958 comenzó una interpelación a todo el gabinete. Los primeros tres puntos de la interpelación estaban relacionados con la interna dentro del MNR, por lo que los diputados consideraban un atropello al "fuero sindical," por las muertes en un enfrentamiento entre facciones del MNR en Colquiri y por haber "desconocido la inviolabilidad parlamentaria"88. Los últimos tres estaban relacionados con Santa Cruz, por "haber sorprendido la buena fe" del congreso al plantear que existía un "movimiento separatista y anexionista" y dictado "inconstitucionalmente el Estado de Sitio" el 29 de octubre de 1957, por "haber usurpado funciones" al congreso al dictar el "Decreto supremo de 12 de diciembre de 1957 sobre el régimen de la regalía de petróleo" y por "haber tratado de comprometer las relaciones internacionales y la seguridad del Estado"89. El diputado Severiano Julio Castro, hermano de Rubén y medio hermano del general Froilán Callejas, adhirió al pliego inicial de la interpelación, pidiendo que el gabinete explique por qué "aceptaron como verdad la campaña en contra del pueblo cruceño, al calificarlo de separatista y anexionista", algo que deberían probar "con documentos terminantes y verídicos" y de no poder hacerlo habrían "incurrido en el alto delito de traición a la Patria". Por último, le daban al gabinete como consigna "que acumule pruebas desde la proclamación de la República, en contra del sentimiento bolivianista de Santa Cruz, en razón de que no solo este Gobierno ha injuriado al pueblo cruceño sino también, los anteriores regímenes oligárquicos del siglo pasado y de este siglo"90.
Entre los interpelantes del pliego inicial y las adhesiones había catorce diputados. Cuatro diputados por Santa Cruz: Jorge Flores Arias, Virgilio Vega, Oscar Chávez Paz, Alfredo Ibáñez Franco; cuatro diputados por Potosí, dos por el Beni, dos por La Paz, uno por Pando y uno por Chuquisaca. Durante más de dos semanas las sesiones se dedicaron casi íntegramente a la interpelación, en medio de abucheos y rechiflas de la barra, con la presencia de todo el gabinete y su activa participación defendiendo la política gubernamental de los ministros de Gobierno, Walter Guevara Arze, de Relaciones Exteriores, Víctor Andrade, y de Agricultura, Ganadería y Colonización, Jorge Antelo91. En el hemiciclo parlamentario volvieron a escucharse en boca de los representantes de Santa Cruz temas que sonaban desde terminada la Guerra del Chaco: que Santa Cruz no era separatista, sino todo lo contrario; se volvió a mencionar la posible balcanización por fuerzas imperialistas92. Se hizo referencia a las regalías del petróleo que habían sido debatidas y aprobadas en la convención el 3893, regalías que aparecían durante las luchas cívicas como la fuente posible de financiamiento para realizar las obras urbanas de Santa Cruz.
Virgilio Vega, diputado del MNR por Santa Cruz, que había presentado la ley interpretativa del artículo 104 sobre las regalías como renta departamental fue, como era de esperar, muy crítico. Reclamó al gabinete por haber desinformado y presentar a Santa Cruz como separatista y haber dictado consiguientemente el estado de sitio en 1957, cuando sólo estaba reclamando lo que le correspondía por ley; por no haber promulgado la ley interpretativa como debía y para colmo haber "usurpado funciones" llegando a un acuerdo el Gobierno con el Comité Pro Santa Cruz que derivó en el decreto supremo del 12 de diciembre de 195794.
Vega rescató que el gobierno del MNR había vinculado al "Oriente con el resto del país mediante la carretera Cochabamba-Santa Cruz", pero lamentaba que se hubieran olvidado de las obras de mejoramiento urbano, que son las que permitirían el establecimiento de capitales95. Su discurso terminó planteando que "El problema de la unidad nacional es imprescindible dentro de la Revolución Nacional, quien no tiene en cuenta este factor indispensable traiciona al pueblo boliviano y a su Revolución"96. Se escucharon, según el redactor: "Aplausos y rechiflas"97.
Cuando aún quedaban muchas cosas por discutir, un diputado partidario del Gobierno planteó que el asunto había tenido "suficiente discusión"98. El diputado Ayala Mercado reaccionó expresando que "Nuestras bancas vacías tendrán más elocuencia que nuestras frases estranguladas" y se retiró99. Los diputados por Santa Cruz, partícipes de la frustración del grupo interpelante, abandonaron también el hemiciclo, pues no se ha escuchado su "voz de protesta para demostrar en esta Cámara que se ha calumniado al pueblo cruceño"100. Se votó por cerrar el tema: 34 votaron por el sí y 5 por el no. Edil Sandoval Morón, que se había adherido a la interpelación y luego, al ver que ésta fracasaba, se había retirado, propuso un homenaje al pueblo de Santa Cruz. Faltando menos de una hora para la medianoche del 23 de octubre, y con el usual palabrerío elocuente "recordando con unción que Santa Cruz de la Sierra es el baluarte máximo de la nacionalidad, el gran baluarte que nada podrá doblegar" entre "Grandes aplausos" la Cámara de pie rindió "el homenaje de desagravio"101.
Los meses siguientes se logró una convivencia sin mayores sobresaltos en Santa Cruz. Según José Terrazas Velasco, que era en ese momento vicepresidente de la Unión Juvenil Cruceñista, los carabineros compartían con la Unión Juvenil el objetivo de mantener fuera de la ciudad a Luis Sandoval Morón y sus seguidores, y esto se lograba entre otras cosas con patrullajes de los unionistas que eran tolerados por los carabineros (Terrazas Velasco, 1994: 93 y 104).
Según los informes de inteligencia, el prefecto era un títere de Melchor Pinto y pedía autorización de él para todo. El periódico La Nación describió esta situación como la existencia de un "supergobierno", y comenzó una campaña en contra del prefecto de Santa Cruz. Se lo criticó por permitir la existencia de una fuerza no estatal; por trabajar como abogado de la empresa San Aurelio, de Ramón Darío Gutiérrez, que evadía impuestos y fabricaba aguardiente y alcohol; por defender a Pinto; por ser apoyado por los "pintopursistas"102 del Comité Pro Santa Cruz y El Diario; así como por haber ampliado de hecho el número de representantes del Comité de Obras Publicas103. La convivencia entre las autoridades del departamento y el Comité Pro Santa Cruz incomodaba al Gobierno. Desde el Poder Ejecutivo se decidió cambiar autoridades.
En un editorial sobre la "Decadencia del localismo" de La Nación, en ese momento dirigido por Augusto Céspedes, se recalcó el "carácter instrumental y político" de las instituciones regionalistas, aclarando que: "El ser fundamental es la nacionalidad y sus partes tienen que expresarse a través de los órganos creados por la representación popular. Así se sabe que cuando se trata de hablar de los derechos de una ciudad o de una región, los encargados de hacerlo son los que han sido investidos de autoridad y representación por el voto del pueblo. Cualquier otro procedimiento es usurpador y auto-otorgado"104.
El objetivo de La Nación era claro: restar legitimidad a las instituciones regionalistas y situarla en la soberanía popular y en los elegidos por el flamante voto universal. En una línea similar se publicó una nota unas semanas después, sin firmar y probablemente escrita por René Zavaleta Mercado, que en esa misma época había escrito otras notas sobre el Comité Pro Santa Cruz105. En el artículo se planteó que el regionalismo, entre otras cosas, se había basado en demandar peticiones económicas como las regalías y en el "fomento del odio al colla". Describió también cómo el Comité Pro Santa Cruz se había apropiado "motu propio de la representación que el pueblo cruceño no le otorgó jamás y quiso mandar aun sobre sus sentimientos". Se referían también a un claro desdoblamiento: "el Comité era anti-kolla [...] pero el pueblo cruceño no". Siguiendo la línea editorial, se aclaraba que el pueblo "es allá boliviano"y que el Comité "realizaba una labor anti-boliviana al fracturar el sistema estatal de la Nación"106. Ponía la situación de Santa Cruz en el contexto nacional, aclarando que lo que se estaba dando: "en todos los puntos del territorio, es la discusión histórica entre el pueblo boliviano y las oligarquías que, al fracasar en todos los caminos regulares de la política, se repliegan al rosco-civismo y promueven la subversión utilizando recursos de cualquier índole, especialmente el regionalismo y el racismo".
El poder central "retoma" Santa Cruz
Haroldo Zambrana, al asumir como prefecto, dictó para Santa Cruz el Estado de Sitio, que ya había sido declarado en el resto del país tras el intento de golpe de Falange Socialista Boliviana en el cual murió su líder Oscar Unzaga de la Vega (Dunkerley, 1987:97). En su discurso de posesión planteó que no iba a permitir la "subsistencia de organizaciones o entidades que usurpen funciones que no le competen por expreso mandato de la ley"108. El Estado intentaba de esta forma recuperar el monopolio perdido de la violencia legítima.
En esos días un falangista reconoció en la plaza principal a un integrante de Control Político que, según dijo, lo había sometido a torturas. Su apellido era Aguilar. El falangista y sus compañeros secuestraron a Aguilar, le raparon el pelo y lo abandonaron en la ruta109. En su bolsillo, encontraron una lista de personas de la oposición que debía vigilar110. Esto confirmaba que había un operativo de inteligencia operando en ese momento en Santa Cruz. Lo que no podían imaginar ni los unionistas ni los falangistas era hasta qué punto sus organizaciones estaban infiltradas.
En su correspondencia, el coordinador del operativo de inteligencia nombra a los agentes que trabajaban para él desde el 23 de mayo de ese año, con un sueldo fijo y con montos extra de acuerdo a la información que entregaban111. Uno de ellos era falangista, y tras la caída del MNR escribió un libro en el que relató en tono indignado los abusos del MNR. El autor dedicó su libro entre otros- a "todos aquellos que, cogidos dentro de las poderosas redes de espionaje de la tiranía, sufrieron toda clase de vejámenes con valentía y dignidad" (Ardaya Paz, 1967:8). Por la formulación de la oración no queda claro si se lo dedicó a sí mismo o a los que sufrieron los efectos de la red en la que él había sido "cogido". El informante ascendió con el tiempo en su partido, Falange Socialista Boliviana, hasta ser "presidente electo del Tribunal de Honor"112. Figura en el libro Héroes del civismo en la lista de los "cruceños que actuaron y/o contribuyeron a la lucha por los derechos de Santa Cruz o fueron víctimas de la persecución" (Gandarilla Guardia, 2008:436), y desde el 2004, una calle del barrio Avaroa (UV 35) de la ciudad de Santa Cruz lleva su nombre. Tanto el cargo, su sitio en la lista, como la calle con su nombre nos dan a entender que nunca se hizo público que fuera informante del Gobierno.
El presidente de la Unión Juvenil Cruceñista, José Gil Reyes, en una entrevista con el jefe de policía, planteó que deseaban "colaborar con las autoridades", pidió que no se reorganice el Control Político y aclaró que la forma de colaborar de los unionistas con las autoridades era haciendo sus "patrullajes nocturnos". Sus planteos fueron transmitidos al Ministerio de Gobierno en La Paz por el Jefe de Policía de Santa Cruz. La negativa fue comunicada por el Jefe de Policía a Gil Reyes113. Mientras tanto, en la plaza principal sonaron las campanas y se produjo una escaramuza con tiros donde murió el cabo Antonio Coaquira Aguirre.
Una vez muerto el cabo, se movilizaron tropas, tanto regulares del ejército como milicias campesinas y mineras. Los unionistas estaban presididos en ese momento por José Gil Reyes. Gil tendía menos a la confrontación que su predecesor Carlos Valverde. Para evitar un enfrentamiento se organizó una "retirada estratégica" de 300 unionistas, al mismo tiempo que se declaró a Santa Cruz como "ciudad abierta" es decir que no se ofrecería resistencia a las fuerzas de ocupación del gobierno115. Mientras, los unionistas se dirigieron hacia el contrafuerte andino, cerca de Buena Vista116. El Gobierno ofreció garantías a los que se rindiesen. Con el paso de los días fueron cayendo los unionistas, algunos recluidos y otros enviados al exilio. Melchor Pinto, junto a la plana mayor del unionismo, fue a Lima. El Comité Pro Santa Cruz dejó de funcionar hasta terminado el período de la Revolución Nacional. Reabrió en marzo de 1965 (Valverde Barbery, 2002: 339). Pinto recibió en 1972, durante el gobierno de Hugo Banzer Suárez, de parte de Mario Gutiérrez, de Falange Socialista Boliviana, en ese momento Canciller de la República, el "Cóndor de los Andes". Al aceptarlo, Pinto aprovechó para referirse a otra condecoración, "la medalla de oro del Gran Grigotá" que había recibido junto a Carlos Valverde Barbery (Ibáñez Franco, 1978: 261). La Unión Juvenil Cruceñista fue reorganizada en 1973, durante el gobierno de Banzer (Valverde Barbery, 2002: 339). Esta entrega de premios recíproca confirmó de algún modo las interpretaciones que se hicieron en su momento desde La Nación respecto a los vínculos entre Falange Socialista Boliviana y el movimiento regionalista.
Pasada la tormenta del enfrentamiento entre el Comité Pro Santa Cruz y el gobierno del MNR, Virgilio Vega, diputado del MNR por Santa Cruz e impulsor original de la ley interpretativa del artículo 104 sobre las regalías, visitó al flamante presidente del senado, Rubén Julio, el 22 de diciembre de 1959, y le habría dicho: "hacele pues este favor a tu pueblo, querido. Vos sos camba carajo... y no estás cumpliendo como camba, con tu misión de parlamentario... promulgale la ley que va a beneficiar, no sólo a Santa Cruz, sino a todo el país" (Catoira Marín, 1998: 118). A lo cual Julio habría respondido: "Te admiro Virgilio. Admiro tu tenacidad y persistencia. Has venido precisamente en el momento que te puedo satisfacer. Dame acá [...] Ojalá Virgilio que tu pueblo te lo reconozca, aunque lo dudo" (Catoira Marín, 1998: 118-119.
Rubén Julio era silista hasta que la convención del MNR postuló a Paz Estenssoro como candidato. En ese momento Julio se desmarcó, según interpreta Catoira, y firmó el decreto. Así fue como tras poco más de dos años se aprobó el artículo que aclaraba los términos del artículo 104 del Código del Petróleo, especificando que la regalía a favor del Estado referida por el Código del Petróleo "corresponde a los departamentos productores en cumplimiento de los dispuesto por la ley de 15 de julio de 1938"117.
En entrevista con El Diario, Rubén Julio justificó haber firmado el decreto confesando cierta demagogia. Explicó que el hecho de que el Poder Ejecutivo no hubiese promulgado la ley interpretativa de Virgilio Vega había generado protestas en Santa Cruz y en Tarija, y que por eso se había censurado a su predecesor en la presidencia del Congreso, Federico Álvarez Plata, y que consideraba:que esta mi actitud ocasionará la reacción de ciertos sectores, pero creo haber obrado en defensa de los intereses de una gran mayoría, ya que con el producto de las regalías sobre producción petrolífera se logrará la realización de obras de gran aliento para aquellas regiones que hasta ahora han sido abandonadas y, que en un futuro no muy lejano, luego de concluir obras vitales en las capitales de departamento, se podrá incrementar otras necesarias en sus provincias, principalmente la construcción de caminos, pues no debemos olvidar que tanto el Oriente como el Sudeste de la República precisan con urgencia de obras viales para su convivencia y para el progreso de sus actividades económicas.
Conclusión
Los límites del proceso de la Revolución Nacional se evidenciaron en la segunda mitad de la década el 50 en Santa Cruz. Por un lado, la preocupación por las cuentas fiscales, derivadas del Plan de Estabilización, hecho por presión de Estados Unidos, que hizo que no hubiese buena predisposición para interpretar el Código del Petróleo de forma de entregar el 11% de lo que se produjese en petróleo. Por otro, el efecto de la violencia desatada por los grupos cercanos a Luis Sandoval Morón y al Control Político que, una vez en el marco de la violencia, cuando el movimiento regionalista tuvo dos mártires y una causa a la que nadie se podía oponer como el mejoramiento urbano. Y si a esto le sumamos el apoyo del principal periódico de la época en Santa Cruz, El Deber, todas las condiciones estaban dadas para masificar el movimiento regionalista.
Es interesante también relacionar el restablecimiento del Comité Pro Santa Cruz con el proceso democratizador abierto por el MNR. No hay que olvidar que entre todas las reformas que hizo el MNR estuvo el sufragio universal. El hecho, entonces, que en el mismo año 1956 se produzcan por primera vez elecciones con voto universal para parlamentarios, presidente y vicepresidente, donde fue electo un vicepresidente de Santa Cruz (que luego renunciaría antes de terminar su mandato), y se restablezca el Comité, no parece casual. Estaba relacionado sin duda con la cronología del Código del Petróleo y con las expectativas abiertas por la reapertura al capital privado de la industria petrolera; estaba también relacionado con cierta apertura hecha por Siles en el campo político, pero también puede ser entendido como un intento de los notables de Santa Cruz por recuperar su espacio de representación. El hecho de que el Comité tuviese una estructura de tipo corporativo, donde cada institución envía su delegado, muestra una representación que no va en la línea de un ciudadano un voto, que era lo que acababa de inaugurarse en Bolivia. Era un espacio en el que, personas que habían quedado fuera del juego político, por no pertenecer al MNR, pudieron volver reclamando legitimidad y representatividad popular.
El énfasis que se hacía desde la prensa y desde los comunicados del Comité en que estaban representadas todas las clases sociales, que estaba todo el pueblo, muestra un intento por legitimar la lucha. Las demandas, como decía antes, eran muy fáciles de difundirse. La reacción a un ejército de ocupación, como ocurrió en mayo de 1958 y junio de 1959, también ayudó. Se mostró una vez más los límites de la insurrección armada, al menos si no se contaba con el apoyo del ejército, como sería el caso poco más de una década después con el golpe originado en Santa Cruz y liderado por Hugo Banzer Suarez, con apoyo de los antiguamente enemistados entre sí FSB y MNR, contra el gobierno de izquierda de Juan José Torres en agosto de 1971.
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