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¿QUE TAN CIERTO ES DICHO: “EL EJÉRCITO DEL PARAGUAY SE DEFENDIÓ SÓLO Y CON MACHETES”?



 (Por Diego Martínez Estévez)

Por supuesto que no es el único dotado de gran imaginación iconográfica fantástica.
Relacionando el contenido de cinco libros que versan sobre la alianza militar, financiera y diplomática establecida entre Argentina y Paraguay (uno de ellos es el libro titulado EL TRAIDOR cuya tapa se observa en la imagen), señalar que en los Archivos de la Cancillería de Bolivia, en el periódico “Los Tiempos” y en el Archivo Histórico de las FF.AA., existe tal abundancia de información, suficiente como para escribir un libro de unas trecientas páginas o más, exclusivamente referido a LA ALIANZA MILITAR ARGENTINA – PARAGUAYA, practicada durante los dos períodos de la Guerra del Chaco: la campaña militar (tres años) y la campaña diplomática (tres años).
En el caso del libro EL TRAIDOR, aborda con exclusividad tareas militares emprendidas entre ambos aliados.
Pero, el campo militar es amplísimo, abarca muchos aspectos. Las imágenes que se observan se las enfoca únicamente desde el punto de vista de la alianza militar de carácter intelectual, existente entre ARGENTINA Y Paraguay.
No mencionamos en este artículo - porque mencionarlos abarcaría muchas páginas – la alianza practicada desde cada uno de los puntos de vista, de: Inteligencia, Personal, Logística y Operaciones.
Alguien se preguntará: ¿y la “alianza intelectual”, a qué campo corresponde? Respuesta: abarca integralmente a los cuatro campos militares mencionados en el párrafo anterior. Basándose en sus informaciones, el comandante con su Estado Mayor procede a planificar una o más operaciones y eso es lo que hizo el General Ramón Molina, Jefe de Estado Mayor del Ejército Argentino.
En virtud de esta tácita alianza intelectual, el general Estigarribia, unas veces y a través de un oficial de enlace que viajaba hasta Buenos Aires y en otras, mediante radiogramas que despachaba desde su cuartel general, alimentaba ese proceso de planeamiento, informando a Buenos Aires sobre la situación de su ejército. Concurrentemente, el Estado Mayor argentino obtenía su propia información a través de dos potentes radios inalámbricas instaladas en distintos puntos de la orilla derecha del Río Pilcomayo, mediante las cuales, “escuchaba” todos los radiogramas y conferencias que se traficaban al interior del ejército boliviano y con el gobierno central. La otra fuente de información eran sus aviones de reconocimiento que decolaban de la pista de Formosa. Finalmente, disponía de miles de informantes y eran sus 10 mil hombres que tenía dislocados en la orilla derecha del Río Pilcomayo, amenazando con atacar el flanco derecho del ejército boliviano, si sus aviones se atreviesen a bombardear instalaciones y barcos de empresas argentinas convertidas en medios de transporte e instalaciones militares paraguayas.
Con todas esas informaciones, el Estado Mayor de Buenos Aires procedía a planificar las operaciones para su aliado y lo hacía recurriendo al “Método de Estudio de Estado Mayor”. A propósito de este método, el mayor Guillermo Mac Hannaford, Ayudante del general Ramón Molina, entre otras y abundantes informaciones, le vendió a la Legación Diplomática boliviana acreditada en Buenos Aires, CINCO ESTUDIOS DE ESTADO MAYOR, en los que se prescribe qué tareas debía cumplir el ejército paraguayo y con qué tipo e idea de maniobra debía atacar en cada batalla; esto fue, después de la Batalla de Campo Vía, que el novato de Estigarribia, para librar esta batalla, no supo elegir el tipo e idea maniobra apropiadas y nada menos que disponiendo de 30 mil hombres para acabar la guerra a su favor, en esa batalla que comenzó el 20 de octubre y culminó el 7 de diciembre de 1933. ¡Si hasta solicitó un armisticio, en lugar de explotar el éxito para terminar de aniquilar a lo que quedaba del ejército boliviano!!! Por esta razón y pasada la guerra, él y su Presidente Ayala fueron encerrados en prisión durante seis meses.
Fue a partir del año 1934 en que el Estado Mayor Argentino comenzó a intervenir (intelectualmente), en la planificación de las operaciones paraguayas, aunque más o menos desde el mes de septiembre de 1932, comenzó a espiar al ejército boliviano con dos aparatos radio interceptores. Las informaciones recogidas eran diariamente transmitidas al ejército guaraní. Simultáneamente dislocó en la orilla derecha del Río Pilcomayo a 10 mil hombres. Estas informaciones se encuentran registradas en los libros CARTAS DIPLOMÁTICAS y EL TRAIDOR.
¿Y por qué el ejército paraguayo le proporcionaba información al Estado Mayor argentino? La respuesta es obvia, porque eran aliados; luchaban por intereses comunes contra Bolivia. Chile lo hacía a su modo conformando la misma alianza. Pormenores en cuanto a la intervención del Mapocho se encuentran detalladas en otro frondoso libro titulado MEMORIAS DIPLOMÁTICAS. MISIÓN EN CHILE, del paraguayo Vicente Rivarola (Padre); los siguientes dos tomos titulan MEMORIAS DIPLOMÁTICAS. MISIÓN EN LA ARGENTINA. Asimismo, existen otras fuentes, entre ellas, cablegramas inéditos que citan el rol chileno a favor del Paraguay.
El libro ELTRAIDOR y las informaciones recibidas de los espías militares argentinos y que coinciden con las archivadas en la cancillería boliviana, son las mayores evidencias para asegurar y sin lugar a dudas, que Bolivia, en la Guerra del Chaco hizo frente a dos países al mismo tiempo y no únicamente en el campo militar.
A ciudadanos, quienes aseguran que “el ejército paraguayo se defendió sólo y con machetes”, les pregunto:
¿Las planificaciones de las operaciones militares paraguayas efectuadas por el Estado Mayor Argentino, también eran “machetes”?

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