"PAREDES CANDIA NOS MUESTRA OTRA HISTORIA OCULTA DE
NUESTRO PAÍS: SEXO, HEGEMONÍA Y CULTURA, EN UNA SERIE DE DIEZ TÍTULOS QUE NUNCA
FUERON PUBLICADOS"
— Por Oscar Córdova Sánchez
La bibliografía es muy escasa en relación a la trascendencia
histórica que tuvieron aquellas primeras mujeres que desarrollaban el comercio
con su cuerpo y labia. Antonio Paredes Candia escribió un libro, de una serie
de diez títulos que nunca fueron publicados, que marcó una línea para develar
los orígenes de la prostitución en nuestro país.
Publicado en 1998, el título del primer fascículo es
llamativo. De Rameras, Burdeles y Proxenetas. Historia y tradición, publicado
por Ediciones Isla, aquella casa editorial que publicaba títulos y estudios más
que sugerentes. La dedicatoria era para aquellas “hadas madrinas que tomaban en
belleza la tosquedad del existir”. Este primer capítulo, ordenado
cronológicamente, sería la primera serie de la colección La vida galante del
país, que tenía otros títulos como: Diplomáticos que dejaron historia sexual,
Pequeñas biografías de bujarrones célebres o Picardías y curiosidades sexuales.
Así, truncado sólo en el primer fascículo que ahora abordaremos, Paredes Candia
hubiera publicado una aproximación casi completa de la historia sexual en las
calles de nuestro país.
El libro está dividido en dos partes: La primera es un
recuento cronológico del desarrollo de la prostitución en Potosí, Sucre y La
Paz, otorgando más cabida a esta última por tener varias zonas donde
funcionaron estos negocios de intercambio sexual; y la segunda describe las
leyes, reglamentos y los nombres vulgares con que se señalaban a varias mujeres
que ejercían la prostitución.
Entre el siglo XVII y XVIII, en la época de esplendor de Potosí,
muchas mujeres españolas y mestizas se dedicaban al negocio. Mientras crecía
poco a poco, fue frecuentado por nuevos clientes: potentados, nobles y gente de
toda estirpe social. Con el paso del tiempo el oficio fue censurado por
imposiciones eclesiásticas. Entre los escritos de ese tiempo, se encuentran los
de Jimenez de Espada y Bartolome Arzans de Orsua y Vela.
En la ciudad de Sucre (antigua Charcas) los datos del inicio
de la prostitución son más precisos. Paredes menciona a Jose Antonio Del Busto
Duthulburu, donde refiere este acontecimiento: “Las busconas o rameras pueden
tener su principio con Juana Hernandez... pero pruebas más fehacientes señalan
a María del Toledo, que ejercía la prostitución en la Villa de la Plata
(Sucre)”. Pero todo el contexto general y de búsqueda histórica de la
prostitución se inicia en los albores del siglo XX, con el arribo de las
chilenas al país.
Tristán Marof escribe al respecto: “Por ese tiempo llegaron
a Sucre por primera vez, unas mujeres chilenas y pusieron un burdel. El
escándalo en la sociedad fue mayúsculo, pues su conservatismo era rígido y
cerrado”. Paredes da a conocer que ellas venían por el buen camino económico
que nuestro país tenía en la época liberal.
En cuanto al contexto histórico de La Paz, Paredes realiza
una labor dedicada y con mucha abundancia de nombres, lugares y personajes que
coadyuvaron a la aparición de estos centros de lujuria y placer. El inicio de
la prostitución en La Paz se inicia en los años 70 del siglo XIX, algo tardío
en comparación con otras ciudades.
Este fenómeno se caracteriza por la llegada de damas
peruanas. Su lugar de acogida, “La Casa de las Limeñas”, ubicada en la actual
calle Colombia, fue el primer prostíbulo conocido y diseñado para una estética
de clase internacional. Con el tiempo, la casa se fue vaciando, ya que muchas
damas encontraban el abrazo de algún galán que las sacaba de tal lugar y
oficio. Algunas peruanas que no tuvieron la misma suerte que sus compañeras,
deambulaban por la ciudad encontrando el barrio de Chijini como un lugar
propicio para volver a ejercer su oficio.
Ya entrados los primeros años del siglo XX, Ismael Montes,
siendo presidente de la República, quería crear al estilo extranjero un burdel
elegante para los hijos de la alta alcurnia paceña; delegando a un ministro
trajo a varias damas chilenas y se instalaron en una casa antigua localizada en
la calle Sucre, a la altura de la calle Jaén. La “Torre de Oro” era frecuentada
por políticos; la lengua popular señalaba que el presidente asistía para beber
champagne hasta altas horas de la noche. En cuanto a las clases medias y bajas,
se inauguraron nuevos locales por el famoso callejón Conde-Huyo.
Paredes menciona que “estaba llena de tiendas de abarrotes y
algunas bodegas de ínfima categoría”. Estas damas se distinguían de otras por
portar un pañuelo rojo en la cabeza. Otro caso fue el de las “mutinchas”,
mujeres de alta categoría. Entre sus clientes estaban ministros y presidentes
como David Toro o Enrique Peñaranda.
Tanta fue su fama que escritores como Carlos Medinaceli
consideró que lo primordial era “extirpar de raíz esta clase de negocios
ilícitos que comerciando con personas en forma asquerosa e antihigiénica, van
propagando diferentes enfermedades sexuales”.
El callejón Topater tenía dos famosos prostíbulos, que eran,
en ese momento, los más conocidos por el pueblo paceño. Uno de estos fue
dirigido por la chilena Ana Ramirez, quien daba instrucciones y lecciones a sus
nuevas empleadas, para dar una forma más placentera al sexo opuesto. Paredes
menciona que tenía un amante de fina categoría política y literaria; ese fue
“A. C., el famoso y admirado Chueco C,, escritor boliviano de fama
internacional”.
Diversión, fama y codicia, los prostíbulos tenían
características singulares, pero también las damas cumplieron un rol durante
los tiempos bélicos: es el caso de la Guerra del Chaco.
El gobierno de Daniel Salamanca ordenó llevar al Chaco a
mujeres que ejercían su labor sexual. Se crearon tres regimientos de
prostitutas: Luna, para oficiales y subtenientes; Terán, para suboficiales,
sargentos y cabos; y Cabo Juan, para la tropa en general. En Villamontes, se
creó “La Casa Blanca”, donde la Marihui, la más deseada por la tropa, sólo daba
su cuerpo a aviadores; o la Miss Chawaya, que daba servicio a suboficiales y
grados superiores. También fue famosa la Trimotor, cuya habilidad era saciar
los deseos sexuales con tres hombres a la vez. Fue en esta época donde creció
el comercio sexual.
Paredes nos muestra otra historia oculta de nuestro país,
aquella que todavía sigue siendo interpretada a través del imaginario colectivo
de manera dispersa y errónea.
Fuente: https://www.paginasiete.bo/.../un-analisis-inconcluso-de...
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