Evaristo Valle. |
Durante el periodo de Gobierno del presidente Agustín
Morales se produjo el primer debate serio referido al tipo de Gobierno que
debía instalarse en el país, las propuestas estaban entre el Federalismo y el
Unitarismo.
Federalismo vs Unitarismo.
La Comisión de Constitución presentó sus trabajos a
principios de julio de 1871: tres diferentes propuestas había sido elaboradas
por otros tantos grupos. La mayoría, compuesta de Evaristo Valle, Mariano Reyes
Cardona, José Manuel del Carpio, Agustín Aspiazu y Eulogio Doria Medina, adoptó
como base de discusión la Constitución de 1861 y la puso en consideración de la
Asamblea, con varias reformas y modificaciones:
La primera minoría –Manuel Macedonio Salinas y Narciso
Campero- presentó un proyecto de Constitución Unitaria, que difería de la de la
mayoría en diferentes tópicos: sufragio indirecto para la elección de
Presidente y Senadores; Poder Legislativo con dos Cámaras y creación de
Concejos Departamentales encargados de velar por los intereses de éstos. La
segunda minoría – Lucas Mendoza de la Tapia y Francisco Velasco– presentó un
proyecto de constitución basada en el Sistema Federal: Bolivia debía
convertirse en una República Federal, compuesta de los Departamentos de
Chuquisaca, Potosí, Oruro, Cochabamba, La Paz, Santa Cruz, Beni y Cobija
(Litoral) y debía adoptar el nombre de Estados Unidos de Bolivia o del Alto
Perú.
La discusión del tema empezó el día 28 de agosto y se centró
en la “forma de gobierno”. Durante siete días, los parlamentarios federalistas
y los unitarios, debatieron larga y acaloradamente la situación, argumentando
cada uno por su parte, los beneficios y los perjuicios que traía cada forma de
gobierno.
Los federalistas estaban encabezados por Lucas Mendoza de la
Tapia. Los unitarios tenían a Evaristo Valle a la cabeza.
Argumentos de los federalistas
Según Lucas Mendoza de la Tapia, el sustento de la propuesta
federalista se basaba en los siguientes hechos: Bolivia había tenido, hasta el
momento, siete constituciones que habían ido desde la más liberal hasta la más
tiránica; centralizadoras y descentralizadoras. Todas habían fracasado, porque
el principio unitario había sido el alma de todas ellas. La idea central era
que la ley fatal del unitarismo es que es esencialmente despótico. Existen,
según Mendoza, desde el inicio de la República, ideas falsas acerca del
Gobierno Federal: se lo mira como un peligro de disolución nacional, cuando el
gran secreto de la Federación es dividir el gobierno del país entre el Gobierno
General de la Nación y los gobiernos particulares de los Estados o
Departamentos. La soberanía local de los departamentos o estados, no los
autoriza a separarse de la unión, sino sólo dirigir y gobernar su respectiva
localidad, sin intervención del Gobierno Central. El Gobierno General
administra en lo referente a los asuntos que atañen a todos. Nada tiene que ver
con la administración interior de las localidades y Gobiernos Particulares.
Cada uno es libre en su respectiva esfera: la nación, el estado y el individuo.
En el Gobierno Federal, son imposibles la tiranía y las
revoluciones ya que la libertad individual es la raíz de las demás libertades.
El federalismo busca exonerar al Gobierno de tareas menores y muy específicas:
nombramiento de funcionarios locales, desde los más importantes hasta los más
insignificantes; administración de los establecimientos de beneficencia y
caridad; construcción de puentes sobre las rutas o caminos vecinales; organización
interior de la Policía y de la Magistratura. La racionalidad del federalismo
radica en que los interesados en algún tema son los responsables de la correcta
ejecución e implementación de políticas al efecto: los padres son los más
interesados en propagar la instrucción de los niños; aquellos que reciben
directamente las bendiciones de la justicia o los que temen sufrir los estragos
de la inequidad judicial en su vida, en su honor o en su fortuna son los que
ofrecen más probabilidades de acierto en el nombramiento de los jueces; los que
frecuentan las vías de comunicación vecinal día y noche son los que pondrán
mayor empeño en su construcción y mantenimiento.
Unidad y descentralización son términos excluyentes. En una
República no hay un rey que sirva de columna permanente al orden y tampoco hay
costumbres consagradas desde los tiempos feudales. La fuerza es el principal
elemento de gobierno en un sistema unitario: pueblos mal gobernados están
siempre descontentos y prevenidos contra el Gobierno. Los Prefectos,
Sub–prefectos e Intendentes de Policía al ser escogidos por el Gobierno no
conocen otro deber que sostenerlo a todo trance: estos son los orígenes de las
resistencias, represiones, revoluciones. El Ejército, en los países unitarios,
es la fuerza que acalla la opinión, acecha el pensamiento y acogota a los
opositores (aquellos cuyas ideas difieren de las oficiales). En cambio en los
países federales sus obligaciones son defender la independencia nacional contra
los enemigos externos y sostener las leyes federales en el interior de la
República. Nada tiene que ver con el régimen interno de las localidades. La
Federación no es disolución sino más bien lazo de unión ya que el principio
federativo divide el gobierno del país; no divide el país. Los gastos serán
menores porque habrá una subvención a los departamentos pobres. Es la ley del
socorro mutuo.
Argumentos de los unitarios.
Evaristo Valle era el campeón del unitarismo. Desde su punto
de vista, no es la unitariedad [sic] la que causa problemas: el mal no está en
las instituciones: eso es una falacia llamada non causa pro causa. No es la
unidad la que engendra las revoluciones: las engendran el hambre y la miseria
pública. La una engendra la anarquía; la otra el despotismo. El aclimatamiento
de la libertad no depende de las instituciones sino de los hombres: si se
cambian los hombres, se cambian las costumbres y todo cambia. Bolivia ha mudado
de constituciones pero no de hombres; no está preparada para la libertad ya que
América ha sido educada bajo el más duro y vil coloniaje y la degradación fue
lo que se imprimió sobre su raza. Con los procesos de Independencia lo que ha
sucedido es el cambio brusco de la oscuridad a la luz aunque no se conocen las
causas de donde viene la benéfica influencia. Una raza degradada, forzada al
trabajo por sus señores, sin artes ni industria de ningún género no podía dejar
de ser lo que era y en los 45 años de independencia ha adquirido los vicios
correspondientes a la licencia más que a la libertad: esa es la razón del flujo
y reflujo de despotismo y anarquía.
Para cambiar al país se necesitan trabajo, artes y todo tipo
de industrias ya que el que no tiene de qué vivir es esclavo del que tiene, del
poder y hasta de sus propios vicios. Bolivia es un pueblo de clérigos, militares
y abogados ya que se cree que la dignidad humana se degrada fuera de estas tres
profesiones. Nadie quiere ser agricultor ni artista: se deja eso para la clase
media o la baja del pueblo. Por eso las gentes quieren buscar la vida en los
empleos que conducen a los trastornos políticos o al servilismo o al poder.
Evidentemente el federalismo permite gozar de los encantos de la libertad.
Pero, para Bolivia, es prematuro: vendrá cuando la sociedad esté preparada.
Antes de eso se hará odioso para los pueblos y lo repudiarán. El bien no se
consigue en un día: todo viene lenta y gradualmente ya que la paciencia es el
precio que Dios impone a la felicidad. Tal vez en unos años Bolivia se
encuentre más preparada; de momento es una locura, ya que no hay con qué pagar
los gastos.
Para Agustín Aspiazu, el segundo sostenedor de esta idea, la
tiranía no es el resultado de los principios establecidos por la ciencia: es el
engendro de la corrupción de los partidos. Hay tiranos donde hay abyección y
servilismo, cualquiera que sea la forma de gobierno: la salvación de la Patria
depende de un buen gobernante rodeado de buenos ciudadanos. La federación se
viene a paso redoblado y detrás de ellas la disociación de la Patria.
Para Félix Reyes Ortiz, el tercer sostenedor de la idea
unitaria, la división de poderes era la garantía de la libertad ya que el
Legislativo tenía el derecho de acusar al Ejecutivo para hacer efectiva la
responsabilidad del Presidente y de los Ministros.
El debate sobre federalismo y unitarismo, demandó catorce
sesiones, funcionando sin interrupción de la mañana a la noche Cada uno
defendió su posición ardorosamente y no se pudo llegar a un consenso. Para
desentrabar la situación, Tomás Frías apoyó el federalismo y propuso una forma
especial denominada “Estatuto” que no recibió mayor atención. Cuando se votó la
decisión, el 5 de septiembre, la mayoría apoyó el sistema unitario.
Fuente: “Ni tan caudillos, ni tan bárbaros: política y
economía en la presidencia del General Pedro Agustín Morales Hernández, 1871–1872”
De: Pastor Rafael Deuer Deuer / UMSA 2018.
Imagen: Evaristo Valle.
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