Este artículo fue publicado originalmente en:
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Introducción
Resulta una tarea bastante ímproba abordar un personaje como
Marof y querer asirlo, fijarlo a un lugar, en este caso Córdoba, ya que estaba
en constante movimiento, era un viajero permanente y su propia situación de
político comprometido hacía que muchas veces tuviera que salir clandestinamente
de un lugar y llegar a otro un tanto de incógnito. En el período que vamos a
abordar, aproximadamente entre 1930 y 1936, estuvo radicado la mayor parte del
tiempo en Argentina, estableciendo estrechas relaciones con políticos,
escritores, periodistas, artistas, etc.
¿Qué comunidad de ideas había entre los intelectuales
argentinos y en particular cordobeses y un exiliado como Marof? No lo era su
filiación indigenista, ya que esa corriente de pensamiento arraigó con fuerza
en los países con una población mayoritariamente aborigen que no era nuestro
caso. Sí podía serlo la otra fuente del descontento de Marof: su
antiimperialismo y su lucha contra gobiernos locales siempre complacientes con
el gran capital.
En el presente artículo queremos reseñar su estancia en
Córdoba, tanto en la capital muy ligado al reducto de Deodoro Roca como en
Totoral en la casa de Rodolfo Aráoz Alfaro, verdadero hito que sirvió de
refugio a artistas e intelectuales argentinos y de diversos países europeos o
americanos, así como lugar de reunión y muchas veces de descanso de importantes
figuras ligadas al arte, a las letras o a la política. En este recorrido lo
primero que nos surge es la posibilidad de analizar las redes entretejidas de
ese numeroso grupo de intelectuales, peligrosos héroes de la palabra. Pero es
tan ceñida esa trama, tan rica en sujetos y en hechos, que solamente podremos
por ahora abarcar a nuestro personaje en relación con ellos. Muchas fueron las
actividades llevadas a cabo durante su permanencia en Argentina, algunas
ligadas al periodismo, otras como escritor editando en ese período dos
libros en Córdoba y también como político, manteniendo contacto
permanente con sus compatriotas siendo un activo opositor a la guerra del Chaco
y denunciando el casi sometimiento del gobierno boliviano a los intereses de
las compañías internacionales.
Según el relato que el mismo Gustavo Navarro hizo a su
biógrafo Baciú (2007), estudió abogacía a instancias de su padre en la
universidad de San Francisco Xavier en Sucre, lugar de su nacimiento y
radicación de su familia. Desde su juventud adscribió a la oposición al
movimiento liberal de su país. El mismo estaba en el poder desde fines del
siglo XIX y representado por el Partido Liberal que se manifestaba en
gobiernos autoritarios y represivos. Los opositores, cuyo número fue
creciendo a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX, se reunieron
finalmente formando el Partido Republicano que se hizo del poder en 1920 de la
mano del presidente Bautista Saavedra. Navarro participó de ese movimiento
revolucionario alineándose con el ala más reformista, que era la de Saavedra,
obteniendo el cargo diplomático de representante de Bolivia en Havre,
Francia. Esto le proporcionó la oportunidad de conocer Europa y le
significó un contacto con notables escritores, intelectuales y políticos de
izquierda, estableciendo lazos perdurables en el tiempo, además de publicar
tres libros en ese lapso. El seudónimo Tristán Marof[2] fue
adoptado por Navarro estando en Europa y lo utilizó para la edición de sus
libros. Se dice que no quiso publicar con su verdadero nombre debido a que en
esos momentos ejercía el cargo diplomático en representación de su
país y no deseaba comprometer sus ideas personales con su actividad
oficial. Una de las cuestiones más urticantes abordadas en esa época fue el
reclamo contra la usurpación realizada por Chile de la salida al mar de
Bolivia, llegando a provocar resquemores por parte de los representantes
chilenos. En los escritos de esa época ya aparecen sus ideas políticas más
destacadas que incluían al indio como sujeto principal de los movimientos
revolucionarios americanos. En su obra “El ingenuo continente americano” de
1923 habló de comunismo incaico y de la necesidad de rescatarlo y enriquecerlo
con el “comunismo científico y heroicamente trabajador y fraternal” (Melgar
Bao, 2012).
Según lo refiere Castro Vaca (2012), a su regreso de Europa
en septiembre de 1926 el entonces presidente de Bolivia Hernando
Siles, le ofreció el cargo de cónsul en Londres o la candidatura como diputado
por su partido Unión Nacionalista. Marof rechazó, según se dice nada
elegantemente, ambos ofrecimientos, y en cambio profundizó sus contactos con
intelectuales latinoamericanos de reconocida trayectoria evolucionando hacia un
marcado antiimperialismo, a la vez que comienza a tener en cuenta el rol de la
población criolla como aliada para cualquier intento de cambio. Queda claro que
sus vinculaciones en Francia lo habían llevado a un mayor conocimiento del
marxismo y a un acercamiento, en especial por la vía de Henry Barbusse, a la
experiencia del comunismo ruso que por entonces despertaba notable entusiasmo.
De acuerdo a lo establecido por el investigador ruso Schelchkov, Barbusse
junto a Roman Roland
actuaban como una especie de agentes reclutadores de
intelectuales para la Internacional Comunista. (…) De igual forma [Barbusse]
contribuyó mucho a la reorientación de las búsquedas ideológicas de este joven
boliviano, desviándolo del modernismo latinoamericano hacia el marxismo y el
comunismo. Lo presentó a los líderes europeos del comunismo, que lo
consideraron como portavoz y caudillo de los marxistas bolivianos, lo que
estaba muy lejos de ser real. [Este autor ubica más bien a Marof como un]
nacionalista boliviano encubierto en la terminología marxista (Schelchkov,
2009).
Por esa época y junto a importantes dirigentes socialistas
de su país, se dedicó a la organización del Partido Socialista Máximo el cual
se define como marxista, en segundo lugar propende a ser un partido fuerte,
material e intelectualmente; en tercer lugar, se define antiparlamentario
(Castro Vaca, 2012). En sus contactos con notables dirigentes de la
izquierda latinoamericana se destacó la relación con el peruano Mariátegui al
que, más tarde y residiendo ya en México, le acepta la invitación para escribir
para la revista Amauta.[3] En cuanto a Bolivia, en
el manifiesto inicial del partido mencionado se reconocían los ingentes
esfuerzos realizados para despertar la conciencia de clase entre los
trabajadores, pero los resultados no habían sido exitosos y el caudillismo
continuaba siendo uno de los males que retardaban todo avance en aquel sentido
y todo intento de organización. En cuanto a las propuestas destacaremos la
concreción del lema propuesto ya por Marof en “El ingenuo continente americano”
y que recorrería la literatura política de la época: tierras al indio,
minas al estado. Esto significaba la nacionalización de la principal
fuente de ingreso del país, la actividad minera, y en este sentido apuntaba al
corazón de la oligarquía boliviana en alianza con el capital trasnacional. La
reacción de quienes detentaban el poder económico y político no se hizo esperar
y se manifestó mediante la represión de los dirigentes y adherentes del
partido. Para Marof significó su apresamiento, luego la huida de manos de sus
encarceladores y su salida clandestina del país iniciando un largo
período de exilio en diferentes lugares de América. Las relaciones anudadas
desde su Bolivia natal lo llevan a Perú donde puede permanecer brevemente por
el cerco y vigilancia estrecha sobre la militancia de izquierda. Parte hacia
Panamá y de allí a Cuba donde se reúne con los apristas y participa escribiendo
para su vocero, la revista Atuei. También aquí su presencia incomodó a las
autoridades presididas por el dictador Machado[4] y
debió abandonar el país, esta vez rumbo a México donde por esos años
residía un importante núcleo de exiliados de toda Latinoamérica. La recepción
de Marof en este país fue bastante generosa, como lo fue con la mayoría de sus
compañeros de infortunio. Allí permaneció entre 1928 y los inicios de 1930
trabajando en la Universidad Nacional como profesor en la Escuela Nacional
Preparatoria y en la facultad de Filosofía y Letras, y realizando trabajos
vinculados al periodismo comprometido como corresponsal y colaborador de varios
periódicos y revistas de otros países. También participó en el Instituto
Mexicano de Investigaciones Económicas dedicado a abordar la problemática socio
económica del país y del resto de América, y que pronto sería cerrado por el
gobierno de Portes Gil. Su actividad política fue intensa destacándose su
militancia en la Liga Antiimperialista de las Américas,[5] su
pertenencia al Socorro Rojo Internacional y su acercamiento al Partido
Comunista proscrito en México en los últimos meses de 1929. Determinados
cambios en la revolución mexicana hicieron que Marof se viera obligado a
abandonar el país, de donde dice lo expulsaron por no querer “escribir un libro
de elogio a la revolución y también porque mis artículos para el diario Crítica
de Buenos Aires disgustaron al gobierno” (Melgar Bao, 2012 citando a Baciú)[6]. En enero de 1930 abandonó precipitadamente México,
esta vez rumbo a Nueva York manteniendo vinculación con el muralista Clemente
Orozco y con los comunistas norteamericanos de la Liga. Allí tuvo una corta
estancia ya que desde antes había planificado dirigirse a Buenos Aires.
Marof en Argentina
Castro Vaca (2012) destaca dos hechos importantes en la
relación de la intelectualidad boliviana con Argentina: la relevancia del
pensamiento de José Ingenieros a quien atribuye la responsabilidad del
acercamiento hacia el materialismo histórico en Bolivia y la visita de Ernesto
Palacios en 1923 a La Paz, cuando ya ostentaba el título de primer diputado
socialista de América, así como la estadía del socialista Mariano Rivas como
cónsul argentino en aquella ciudad. De esta lectura también se desprende que a partir
de la segunda década del siglo XX, en Bolivia se formaron partidos socialistas
en las principales ciudades que en su mayoría eran centros mineros: en La Paz
el Partido Socialista de Bolivia (1914), el Partido Socialista de Santa Cruz
(1916), en Cochabamba el Partido Obrero Socialista, en Oruro el Partido Obrero
Socialista (1919) y el Partido Obrero Socialista de Potosí (1921). Todo ello
coincide con la primera juventud de Marof y con su permanencia en Europa.
Respecto de sus relaciones con intelectuales argentinos, no
pueden estudiarse en forma aislada ya que existe un entramado, una red
relacional que excede el marco de ambos países y los trasciende ampliamente
abarcando el universo de países latinoamericanos tal como se ha
reseñado ut supra y se extiende también hacia EEUU, último país
visitado por Marof antes de recalar en el nuestro. De los años de su exilio
posteriores a su huída de Bolivia en 1927, data su pertenencia a espacios de
sociabilidad construidos en países en que ello era posible. De lo que hemos
indagado no se desprende que el ejercicio de la abogacía fuera atractivo para
Marof, sí lo era la escritura fuertemente ligada a la política. Este es el
campo donde él desarrolló su actividad, repartiéndose entre escribir libros
—ensayos y alguna novela— y colaboraciones periodísticas con determinados
diarios o periódicos o en revistas especializadas. Las ya mencionadas
colaboraciones para el diario Crítica de Buenos Aires versaban sobre diversos
temas siempre alrededor del arte y de la política. Sin embargo, a raíz de una
fugaz detención por parte de la policía mexicana el diario explicaba que “en
sus últimos tiempos, Maroff (sic) había iniciado una serie de estudios sobre
México (…) desde el punto de vista militar, social y político, en los cuales
las autoridades mexicanas no salen del todo bien paradas”. Como ejemplo, en
nota fechada el 17 de noviembre de 1929 describía el resultado de las
elecciones presidenciales ocurridas en ese país calificando a todos los actos
electorales de “verdaderas batallas”. No había ningún concepto elogioso para el
candidato oficialista y ganador sino todo lo contrario: calificaba a ese como
de “día de tragedia” debido al resultado electoral. Se hacía eco de las amargas
críticas del Comité Antirreeleccionista que denunciaba el fraude y aseguraba
que el noventa por ciento de los mexicanos consideraba a José Vasconcelos como
su presidente (Marof T. 1929 “El fracaso democrático en
México” Diario Crítica, Buenos Aires, 21/12/1929).
Seguramente el tenor de estos escritos, su pertenencia al Partido
Comunista recientemente proscrito en aquel país y su solidaridad con algunos
presos políticos, motivaron su precipitada salida rumbo a USA.
De allí partió hacia Buenos Aires, probablemente no muy
avanzado el año 1930. Eran tiempos convulsionados para Argentina y luego del
golpe que derrocó al presidente Yrigoyen se desató una abierta persecución de
militantes, que se ensañó muy especialmente con portadores de ideas
revolucionarias tanto socialistas como comunistas o anarquistas. También le
llegó el turno a Marof, quien fue arrestado y permaneció 21 días en el Cuartel
de Seguridad de Palermo, obligado luego a abandonar el país, tal como lo expresa
en el prólogo de su libro de 1935, recordando amargamente esos momentos llenos
de privaciones. Esto provocó que la Liga Antiimperialista Argentina denunciara
el hecho a través de un suelto fechado el 30 de noviembre de 1930. En este
escrito se hace una caracterización del gobierno de la Junta que derrocó a
Irigoyen diciendo que el verdadero propósito del golpe fue perseguir y
encarcelar trabajadores y militantes de izquierda, para así poder aplicar
medidas como despidos, rebajas de salario y aumento de horas de trabajo, en
fin, que el “cuartelazo” no fue contra el irigoyenismo sino contra la clase
trabajadora. Entre los nombres propios que mencionaba está el del “escritor
boliviano Tristán Maroff (sic) fue obligado a trasladarse a Montevideo”.[7]
Retomando la reseña de las actividades de Marof, éste debió
refugiarse en la capital uruguaya y, al parecer desde allí pasó a Brasil donde
permaneció durante 1931. En la biografía que estamos siguiendo dice que de la
capital uruguaya pasó a Río de Janeiro donde “me gané la vida traduciendo
libros socialistas del español al portugués. De allí hice un viaje misterioso
hasta la frontera para evitar la guerra del Chaco, cuya preparación la sabían
mis amigos brasileños. Todo fue inútil. La guerra estalló” (Baciú, 2007: 58).
Efectivamente la guerra estalló en septiembre de 1932 y
Marof manifiesta haberse trasladado a la provincia argentina de Jujuy, donde
había una numerosa población boliviana, para emprender una campaña antiguerrera.
Se estableció en aquella ciudad donde fundó el diario “Jujuy” a través del cual
denunciaba “al gobierno de Salamanca como instrumento vil de compañías
petroleras y acusamos igualmente al Paraguay de lo mismo” (Marof, 1936: 99).
Esta actitud provocó la reacción de representantes del gobierno como el cónsul,
y de las policías locales hermanadas con las bolivianas. Tuvo lugar entonces un
constante asedio a su persona que fue en aumento llegando incluso a su
detención por tres días en cárcel común, ya que el gobierno argentino deseaba
mantener una postura equidistante de ambos contendientes de la guerra para no
enemistarse con ninguno de ellos. Al final el jefe de policía lo conminó a irse
de Jujuy bajo amenaza de ser deportado. Veamos cómo recuerda su recorrido unos
años después:
Abandoné Jujuy y me radiqué en Tucumán, continuando como
siempre mi campaña antiguerrera puesto que era mi deber y que esa era la
posición justa de un desterrado boliviano. Pero a los pocos meses de residencia
en Tucumán, un empleado de policía vino a buscarme a mi domicilio,
notificándome con un decreto de confinamiento que el gobierno argentino había
expedido contra mí a pedido del ministro boliviano en Buenos Aires. (…) Meses
más tarde se declaró el estado de sitio[8] y un
telegrama de Buenos Aires ordenaba mi captura. Advertido oportunamente tuve que
ocultarme en el campo (…) hasta que por fin un buen camarada me ocultó en uno
de esos ranchos de la provincia de Santiago del Estero. (…) Meses más tarde
abandoné Santiago del Estero y fui a Buenos Aires en busca de trabajo. De
Buenos Aires, por razones de salud me trasladé a Córdoba donde residí más de un
año y medio sin ser molestado por la policía… (Marof, 1936: 101, 102)
Marof en Córdoba
Raúl González Tuñón dedicó a Marof un hermoso poema,
“El viejo soldado”, publicado en España en 1935, lleno de nostalgia por los
tiempos compartidos en donde se refiere a la estadía en Córdoba en estos
términos:
“(…) nos acordamos de Totoral y las “gacelas”; de Rodolfo y
de su casa, de María del Carmen y su inmensa belleza,
(…) de Policho y su afán discutidor, de Carmen y sus cantos
alemanes, de los buenos amigos de Córdoba;
Deodoro, Allende, Bergman (sic), Carloncho (…)”
(Baciú, 2007: 35,36)
Sólo un poeta sería capaz de expresar tan certeramente el
retrato de este grupo de amigos y conocidos, gracias a los cuales el exilio
podría hacerse más llevadero. Marof continuaba siendo un perseguido a pesar de
la aparente calma en que pasó su estancia en Córdoba, pero fueron años muy
productivos desde el punto de vista intelectual y político, y donde se
estrecharon los lazos de este grupo cuyos integrantes años después tomarían
diferentes rumbos.
Dos pistas nos ha dejado Marof para seguir sus pasos en
Argentina: su vinculación con los intelectuales porteños a través del diario
Crítica porque allí fue donde se relacionó con escritores-periodistas, como lo
era él mismo, y su cercanía a las filas del Partido Comunista.[9] En
relación con esto y, sólo a los efectos de poder ordenar mejor nuestro relato,
mencionaremos dos posibles grupos de pertenencia de Marof: uno correspondiente
al campo de la política partidaria; otro es el campo intelectual conformado por
una gran diversidad de actores provenientes del periodismo, de la literatura,
de las artes plásticas y en menor medida del ámbito universitario. Los sujetos
con los cuales se relacionaba podían pertenecer a uno u otro campo o a ambos a
la vez. Entre los adherentes al campo político podemos mencionar a Rodolfo
Aráoz Alfaro, Deodoro Roca, Gregorio Bermann, Enrique Barros, Esteban Rey,
Aquiles Garmendia. En este punto cabe aclarar que la relación que mantuvo Marof
con la III Internacional Comunista estuvo recurrentemente plagada de
desencuentros y mutuas desconfianzas que dificultan su seguimiento. Lo cierto
es que el dirigente boliviano era visto por algunos comunistas de la
Internacional como un líder capaz de sentar las bases de un Partido Comunista
en su país, pero esta no era una posición unánime. El acercamiento de Marof al
grupo de exiliados bolivianos en Chile, de tendencia trotskista, lo alejó aún
más del stalinismo con el cual rompió luego abiertamente (Schelchkov, 2009: 9,
10)
Más amplia es la nómina del campo intelectual que incluía a
Cayetano Córdoba Iturburu, los hermanos Enrique y Raúl González Tuñón, David
Alfaro Siqueiros en su paso por Argentina, el filósofo Alejandro Korn,
Francisco Romero, Mecha Ortiz
y el mismo Natalio Botana. Estando en Córdoba Marof se reunía a menudo con sus
conocidos en el sótano de Deodoro Roca o en la casa de Gregorio Bermann con los
que compartía su activismo en contra de la guerra entre su país y Paraguay. De
Deodoro dijo que había sido “una persona interesante en la historia de América
y en mi historia (…) mi vida en Córdoba fue con él” (Baciú, 2007: 34).
Durante el tiempo en que estuvo en esta ciudad la guerra del
Chaco se había declarado y estaba en pleno desarrollo siendo el nudo alrededor
del cual desarrolló toda su actividad política. Una de las tribunas desde donde
expondrá sus críticas a la misma será el periódico “Flecha” creado por Deodoro
Roca del cual fue estrecho colaborador. Ese es uno de los lugares desde donde
podemos acceder a su visión tanto de la situación boliviana en general como de
la guerra en particular.
Fundación del POR
En la época ya cercana al final del conflicto bélico, Marof
funda en Córdoba ─ probablemente a fines de 1934─ el grupo revolucionario Túpac
Amaru junto a otros exiliados. En la declaración de principios se manifiesta
que “Su mayor empeño es fomentar la revolución proletaria y antiimperialista”.
Hablaba de la necesidad de la insurrección tanto contra el amo nacional
latifundista cuanto contra el capital imperialista que le daba respaldo. La
guerra significaba la derrota de la burguesía gobernante que se había embarcado
en esta aventura alentada por compañías petroleras extranjeras. Entre los
principales objetivos del grupo estaba trabajar para que la guerra finalizara
con prontitud; organizar a los bolivianos del interior y a los que estaban en
el extranjero formando cuadros de lucha; luchar contra el imperialismo y sus
aliados internos y especialmente “Constituir el primer gobierno socialista en
América del Sur” (Justo L., 1971: 111, 112). El historiador del movimiento
obrero boliviano, Guillermo Lora (1960), ubica a este grupo Túpac Amaru con
este programa, como el embrión del Partido Obrero Revolucionario (POR) que
habría quedado definitivamente constituido en un congreso celebrado en Córdoba
en junio de 1935. Estuvieron presentes José Aguirre Gainsborg
representando al grupo Izquierda Boliviana formado con exiliados en Chile,
Alipio Valencia Vega (escritor y periodista boliviano), Esteban Rey
(argentino), Oscar Creydt (paraguayo) y por cierto Tristán Marof. Lora (1960:
18) manifiesta en este trabajo una encendida crítica a Marof, a quien califica
de bohemio empedernido e irresponsable, mas versado en trapacerías que en
marxismo. En realidad lo juzga por la postura mantenida por Marof luego de su
retorno a Bolivia en 1937 y de la ruptura con Aguirre Gainsborg.
Además de colaborar con el periódico “Flecha”, Marof trabajó
en Córdoba para la creación de una nueva revista sugestivamente llamada
“América Libre”, que intuimos fue una especie de órgano del recientemente
fundado POR. La aparición del primer número fue dada a conocer por el
diario La Voz del Interior en un artículo del 16 de junio de 1935
titulado “PERIODISMO Y LETRAS. América Libre”. Allí decía que la publicación
estaba dirigida por “un grupo de escritores, dedicando sus columnas a la
crítica, el arte y la polémica”. También mencionaba a los autores de las
mismas: Tristán Marof, Ed. King, Deodoro Roca, Iván Kesswar, Manuel L. Vilanova
y Máximo Fuentes. En el segundo número de julio de 1935 se dio cuenta de lo
actuado y resuelto en aquel congreso en que se había formado el POR, donde
fueron abordados todos los problemas relacionados con Bolivia “minero, agrario,
del Oriente, la situación política nacional, la organización del Partido, etc”
teniendo como una de las consignas fundamentales “La tierra para quien la
trabaja y las minas al Estado son los postulados de acción inmediata …” (Justo
L, 1971: 120).
Por su parte Marof, luego de finalizada la guerra, realiza
encendidas críticas al “socialismo” que se quería instrumentar en Bolivia por
las autoridades que se impusieron luego de la guerra, y que desconocía la lucha
de clases. Decía entonces del uso de la denominación de socialista que hacía el
ex presidente Saavedra, con su habitual sarcasmo:
El Estado Social Fascista que propugna Saavedra,
tiene, además, una ventaja: suprime toda crítica y el control del gobierno es
absoluto. ¡Mayor garantía para que los hombres “dignos” prosperen y los
“honestos socialistas” se enriquezcan. A los pobres metralla y tiros por su
poca imaginación de no haber comprendido el programa socialista de Saavedra
(Marof T. “Charlatanería socialista en Bolivia”, 1935,
periódico Flecha, diciembre de 1935)
Esto los llevaba a proponer una especie de “soldadura de
todos los bolivianos, simplemente por el hecho de que son bolivianos, es querer
fraternizar a los grandes terratenientes y a los grandes mineros con los
humildes trabajadores indios y los modestos artesanos. En otras palabras la
alianza de los lobos y corderos (Marof, 1936: 172).
En el mismo libro, y tomando palabras textuales de
Keswar, seudónimo de A. Valencia Vega, decía:
Nosotros debemos agrupar las fuerzas de izquierda en un
FRENTE ÚNICO, dando cabida en él a los sindicatos, a los proletarios de las
minas y a los diversos grupos realmente revolucionarios y que desean la
transformación completa de Bolivia; (…) En Bolivia existe un proletariado
sufrido, humillado y explotado que debe ser despertado por su vanguardia, por
nosotros, organizarlo revolucionariamente y hacerle comprender que el triunfo
solo se alcanzará en una lucha enconada contra la feudal-burguesía aliada al
imperialismo. Todas las condiciones objetivas están a nuestro favor: quiebra de
la economía, quiebra de de los valores políticos de la propia burguesía feudal,
descreimiento del pueblo, masacre del pueblo en la guerra del Chaco y una deuda
astronómica de mil quinientos millones de pesos cuyos intereses sobrepasan el
presupuesto. (Marof, 1936: 176, 177).
Por otro lado es interesante analizar la entrevista que el
diario LVI de Córdoba le realizó a Aguirre Gainsborg, que seguramente
estaba en esta ciudad con el objeto de asistir al congreso del POR. En ningún
momento se nombraba esta circunstancia, solamente en el título, luego del
anuncio del reportaje decía “EL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO”. Se presentaba
al entrevistado como “dirigente socialista boliviano, que se encuentra alejado
(sic) de su país por su posición en la política interna boliviana” cuando en
realidad era un exiliado por razones políticas. También alude, como si esto
fuera fundamental, a que el entrevistado era “un distinguido abogado y
escritor, descendiente de una familia muy conocida en Bolivia, entre cuyos
ascendientes, está el ex presidente Achá,…”. Como el tema versaba alrededor del
reciente acuerdo de finalización del conflicto bélico, no pudo eludir el diario
difundir el pensamiento del exiliado frente a ello, que coincidía totalmente
con el planteo de Marof y otros correligionarios. Los conceptos vertidos allí
por Aguirre Gainsburg dan cuenta de la meridiana claridad que estos
intelectuales tenían frente a un conflicto meramente inter imperialista entre
dos grandes del petróleo que estaban intentando repartirse el mundo: la
Standard Oil de Rockefeller y la Royal Dutch Shell de capitales
anglo-neerlandeses. Bolivia puso en juego su territorio, parte del cual perdió,
pero también puso lo más valioso que tiene cualquier pueblo: puso sus soldados,
cuyos cadáveres quedaron por millares en el inhóspito lugar donde se
desenvolvieron los acontecimientos (“El Líder Socialista Boliviano nos Hace
Declaraciones Sobre la Paz Recientemente Firmada”, LVI, 11/06/1935). Otra
noticia del mismo diario pone en evidencia la estrecha vinculación de Marof con
el círculo de amistades de Deodoro Roca. Un medio de Buenos Aires informó que
en el estudio del mismo se habían reunido gran cantidad de estudiantes y
exiliados de toda clase, en un intento de conspiración contra Bolivia. Por su
parte, Roca desmiente los hechos pero aprovecha para hacer consideraciones
acerca de que se “inventan” conspiraciones para crear inestabilidad e
inseguridad que justifiquen tanto una posible intervención extranjera en
Bolivia cuanto el apresamiento de los exiliados en diferentes países. Respecto
de lo numeroso del grupo, el autor dice conocer solo dos bolivianos en Córdoba:
el cónsul y Marof (“El Dr. Deodoro Roca responde a un rumor malicioso e
inexacto”, LVI, 15/06/1935). Eran los días en que Aguirre Gainsborg
estaba en esta ciudad y probablemente otros exiliados, lo cual preocupaba a las
autoridades.
Otras actividades en Córdoba
Luego de la firma en Buenos Aires del acuerdo entre Bolivia
y Paraguay poniendo fin al enfrentamiento conocido como Guerra del Chaco, el
Comité Pro-Paz convocó en Córdoba a un gran mitin para el domingo 16 de junio.
Lo más llamativo era la solicitud enviada a la Liga Cordobesa de Foot – Ball
(sic) pidiendo que se suspendieran los encuentros deportivos de ese día “a fin
de que pueda asistir al acto la mayor cantidad de público” (“Auspiciado por el
Cte. pro paz realizarase un gran mitin el domingo” LVI, 14/06/1935).
Al día siguiente se dio a conocer la larga lista de oradores en representación
de diversas organizaciones: Agrupación Femenina Antiguerrera, Blanca del Prado;
Comité Pro Paz de América, Deodoro Roca y Tristán Marof; Unión Obrera
Provincial, José Manzanelli; Partido Comunista, Rufino Gómez; Partido
Socialista, Arturo Orgaz; Frente Juvenil contra la guerra, Francisco P. de
Mauro; Federación Universitaria, Guillermo Delgado; Comité Radical de la
Juventud Sabattinista, Luis T. Reartes; F. Obrera Local, Andrés Lampó; Comité
de la Juventud Demócrata de la secc. 1º, Enrique Corominas. (“En el Mitin de
hoy el Pueblo de Córdoba Exteriorizará su Franco Repudio a la
Guerra”, LVI, 16/06/1935). Casi todas las organizaciones que aparecen
adhiriendo a este acto son las que meses más tarde se movilizarán para el envío
de telegramas, para realizar actos o peticiones públicas en protesta por
la deportación de Marof.
Además de su intensa actividad política y como un hecho
político más, Marof editó dos libros mientras permanecía en Córdoba, “La
Tragedia del Altiplano” y “Habla un condenado a muerte” cuyos prólogos están
fechados en Las Rosas, Córdoba, 1935 y Totoral, mayo de 1936
respectivamente. En ellos aborda la problemática de su país presentada desde
dos ángulos diferentes: en el primero hace un balance de la historia boliviana,
más precisamente habla del despojo de su riqueza principal sufrido por el país
desde la época colonial en que los españoles se apropiaron de la plata durante
siglos y más tarde la explotación del estaño por parte de una minoría pudiente
aliada a capitales extranjeros. Habla de la extrema miseria del proletariado
minero boliviano, siempre explotado por un pequeño número de capitalistas que
violan permanentemente las leyes laborales cuando estas existen. Propone
un hecho revolucionario en tanto y en cuanto ello apuntaba al sector más
poderoso de la economía boliviana, que era:
la nacionalización de las minas sin indemnización de ninguna
especie. Nacionalizadas las minas el Estado socialista podría adquirir una
singular importancia hasta hoy desconocida. Sus necesidades más apremiantes
serían solventadas: educación pública, una red eficiente de caminos, creación
de industrias, desarrollo económico de los distritos más alejados, fomento de
la agricultura y electrificación del país (Marof T., 1935: 115).
La segunda parte del libro está dedicada a la guerra del
Chaco, desarrollando su crítico punto de vista: por un lado ve la guerra como
la última salida que tenía la feudal burguesía (sic) para evitar la revolución
y por otro denuncia, una vez más, la presión de la empresa petrolera Standard
Oil interesada en que Bolivia se apoderara de un puerto en el río Paraguay que
le permitiera conectarse con una salida al mar vía Buenos Aires (Marof T., 1935).
El otro libro, como ya lo indica su nombre, es de tipo
autobiográfico y en él Marof narra en detalle la persecución de que fue objeto
por la policía argentina a pedido del gobierno boliviano que intentaba
mantenerlo alejado de su frontera y silenciar su protesta por la guerra
con Paraguay que tan desastroso resultado estaba dejando. Obviamente que el
compromiso político del autor no es abandonado en ningún momento y, si bien el
libro es autorreferencial, lo allí narrado es un capítulo más acerca de la
persecución de las ideas que se daba en esos momentos tanto en Bolivia como en
Argentina. Recordemos que esta publicación es posterior a la finalización de la
guerra y también a la fundación del POR al que recurrentemente menciona Marof.
Dedica gran parte del libro a hacer una crónica de las
peripecias vividas desde su salida de Córdoba para radicarse en Buenos Aires en
septiembre de 1935. Menciona que él pensaba que ya no regía el decreto de
confinamiento del año 1932 porque sus actividades eran muy conocidas y no había
sido molestado por la policía. En esas circunstancias y ya en febrero de 1936
fue invitado por amigos chilenos para brindar una conferencia en Santiago.
Viajaba en tren y al llegar a Mendoza, intelectuales de esa ciudad lo invitaron
para una disertación. Luego de ocurrida la misma se le comunica que el gobierno
chileno le negaba la visa para llegar a ese país y a su vez el gobierno
argentino, haciendo cumplir aquel viejo decreto, le ordenaba residir en la
provincia de San Luis. Desoyendo esta orden, y mientras regresaba a Buenos
Aires fue esperado en San Nicolás por la policía que lo escoltó hasta la
capital quedando detenido una vez más. Al llegar a la estación lo esperaba un
grupo de policías pero, para sorpresa de los mismos también estaban Sara Tornú
de Rojas Paz y Enrique González Tuñón, ambos integrantes del grupo de artistas
e intelectuales siempre alertas ante los atropellos que todo el tiempo cometía
la policía y fuerzas de seguridad de la época. Con su habitual sarcasmo, el
autor menciona que “Como la señora de Rojas Paz tiene el cabello platinado, los
policías con una «admirable psicología», supusieron que debían dar «mueras a
los judíos»”. Agrega que no se animaron a detenerla porque dicha señora no
tenía nada que ver con el comunismo y era una cultora de las letras y animadora
de los círculos literarios de Buenos Aires (Marof T. 1936:
77).
Fue llevado a “(…) los calabozos de la «Sección Especial»,
desnudos y fríos donde el ex diputado italiano Tuntar, tuvo que recostarse
muchos días a pesar de su asma y de sus años; donde se han recostado en el
suelo infinidad de obreros, estudiantes y aun mujeres, (…)” (Marof T. 1936: 79)
En varios capítulos narra con lujo de detalles la forma en
que fue sacado del país para ser llevado a Bolivia. Cita reiteradamente al
comisario Kusell quien le anunció su deportación y, al ser requerido sobre el
porqué de la misma respondió: “El gobierno ha mirado con muy malos ojos su
intromisión entre la intelectualidad de izquierda de Córdoba. Usted debe irse.
Además, usted ha escrito sobre la guerra del Chaco y ha comprometido la
neutralidad!” (Baciú S., 2007:96) comentándole también que en Brasil habían
caído presos Luis Carlos Prestes y Rodolfo Ghioldi —ambos eran conocidos
dirigentes al Partido Comunista de Brasil y de Argentina respectivamente—
regocijándose por el hecho de que éste estaría pronto en sus manos (Marof T.
1936: 96).
Un día le anunciaron que sería deportado sin decirle a donde
y sin permitirle comunicarse con sus amigos, ni con su abogado, ni llevar
consigo sus ropas y pertenencias. Lo embarcaron custodiado en el tren
Panamericano comentando que el viaje fue muy confortable hasta Tucumán donde
debía hacer trasbordo a un tren estatal. Mientras el policía que lo custodiaba
solicitaba los boletos, fue abordado por un joven que dijo conocerlo
identificándose como periodista. Marof aprovechó esa circunstancia para
solicitarle que telegrafiara a sus amigos y conocidos de Buenos Aires y Córdoba
para que hicieran público el hecho de que estaba siendo llevado para entregarlo
a las autoridades bolivianas en contra de su voluntad. El viaje continuó hacia
Jujuy y al llegar a la estación, esta se hallaba repleta de exiliados
bolivianos que se habían enterado de lo que estaba ocurriendo y le hacían
llegar su solidaridad aunque la policía les impedía el paso hacia el
tren. Entre los que reconoció nombra a Valencia Vega, José Ávila, Argandoña,
Limachi. También menciona que el periodista Puiggrós, director del diario “El
Norte” de Jujuy, había presentado un recurso de “habeas corpus” rechazado por
el juez actuante. La última estación del recorrido fue La Quiaca donde lo
esperaba el comisario local. Al día siguiente fue entregado en custodia al
ejército boliviano, a un coronel de la Brigada del Sur que lo trasladó a
Villazón. La impresión que tuvo allí se reflejó en las páginas de su libro:
“¡Nada había cambiado! ¡Nada! Un país sometido, una sombra de país que hasta
las fronteras enviaba su grito piadoso. Bolivianos salidos de la guerra. Bebidas,
desoladas confesiones, harapos, gente que quería rebelarse y no podía (…)”.
(Marof T. 1936:128) Los soldados que lo custodiaban le contaban sobre la
horrible experiencia de la guerra. Luego de tres días supo que iba a ser
trasladado a Tupiza, y como no era día de tren lo llevarían en autocarril. Al
llegar a dicho pueblo lo alojaron en un hotel y le pusieron custodia
permanente.
Mientras ello ocurría la noticia de su deportación corría
hacia el norte y hacia el sur y los amigos y conocidos de Marof organizaron
diversos actos de protesta contra la arbitraria decisión del gobierno
argentino. En La Paz se levantaron voces de protesta por parte del
Partido Socialista, de la Federación Obrera del Trabajo y de algunos
periódicos.
En Argentina, apenas conocida la noticia de la deportación,
se levantó también una ola de protesta en especial en Córdoba y Buenos Aires.
En la primera de estas ciudades, uno de los diarios locales dio a conocer un
telegrama del Comité Pro Paz y Libertad de América dirigido al Ministro del
Interior pidiendo la libertad de Marof y aludiendo a la tradición de asilo que
muchas veces se invocaba por parte del gobierno (“El Escritor Marof ha Sido
Detenido en Buenos Aires”, LVI, 08/03/1936). Seis días más tarde se
difunde la noticia con este titular: “El Gobierno Argentino Entrega a un
Exilado Político Condenado a Muerte” y destaca que no había mediado solicitud
del gobierno boliviano. En la misma fecha la Agrupación Femenina Antiguerrera
de Cosquín, presidida por Leonilda Barrancos de Bermann, envió un telegrama al
presidente de Bolivia reclamando por la amenaza de condena a muerte de Tristán
Marof, gran americano. Otras agrupaciones y personalidades también hicieron oír
su voz dirigiendo telegramas a las autoridades, en especial al Ministro del
Interior argentino Leopoldo Melo. Nombramos las que cita el mismo Marof (1936)
en su libro: Grupo de parlamentarios socialistas, el presidente del radicalismo
Dr. Alvear, la Agrupación de Intelectuales, Artistas, Periodistas y Escritores
(A.I.A.P.E.) constituida en Buenos Aires y su amigo Deodoro Roca que escribió
una extensa nota del mismo tenor en su periódico Flecha.
Semejante reacción de organizaciones argentinas y también de
otros países sorprendió desagradablemente al gobierno boliviano que pronto
emitió un comunicado a través de su legación en Buenos Aires donde anunciaba el
inminente regreso de Marof. Deslindaba toda responsabilidad de su gobierno
diciendo que en ningún momento se había pedido la detención y menos aún la
deportación siendo que “(…) la presencia del Sr. Navarro [en Bolivia era]
indeseable por sus conocidas actividades comunistas”(“La Legación Boliviana
Dice que Volverá Marof”, LVI, 19/03/1936)
En los días siguientes el diario publicó paso a paso lo
sucedido con Marof y su retorno a Argentina. Un nuevo comunicado anunciaba el
regreso del mismo atribuyendo este hecho al “(…) reclamo vibrante de la
juventud y los intelectuales de América” (“Marof Está en la
Argentina”, LVI, 30/03/1936). Todo esto no había hecho sino alentar
el accionar del Comité Pro Exilados y Presos Políticos que intensificó sus
actividades surgiendo filiales en Río Cuarto (Córdoba), en Jujuy y organizando
asambleas en distintas ciudades argentinas en alguna de las cuales participó
Marof. (“Anuncian Actos Públicos en Pro de los
Exilados”, LVI, 07/04/1936).
A pesar de ser Habla un condenado a muerte un
libro autobiogáfico como ya hemos dicho, Marof se cuidó muy bien de hacer
alusiones a cuestiones personales que no tuvieran que ver con su vida pública.
La única referencia a su vida familiar que hemos advertido es su reproche al
hecho de que cuando estuvo detenido en Tupiza no se le permitió ni siquiera
comunicarse con su familia. Muchos años después, en sus confesiones a Stefan
Baciú, dirá que tuvo dos matrimonios y tres hijos que no vivían con él. Hacemos
esta acotación porque su segundo matrimonio fue con una cordobesa precisamente
en los años que estamos reseñando. La joven era Ercilia Chana, hija de Aquilino
Chana, conocido fotógrafo y artista plástico de San Francisco, ciudad en la que
Marof había estado en julio de 1935 brindando una conferencia. El casamiento se
produjo, probablemente, en abril de 1936, luego del regreso de Marof de su
forzada deportación. Evidentemente había alguna relación entre el escritor boliviano
y personalidades de San Francisco, tal vez el vínculo era el rebelde Intendente
Trigueros de Godoy como dice el historiador Ferrero R. (2011: 131)[10]. Al año siguiente Marof regresó a Bolivia donde
continuó su labor política y como escritor.
A modo de conclusión
Hemos superado un primer intento de hablar de cierre del
paso de Marof por Córdoba. Pareciera más acertado hablar de una apertura,
porque queda bastante por decir y probablemente por rectificar. Faltó la
compulsa de algunos documentos, por ejemplo aquellos en que seguro se reflejan
las órdenes y contra órdenes relativas a los sucesivos encarcelamientos de
Marof y a los intentos por aplicarle la tan temida ley de residencia.
Pero el objetivo inicial de indagar sobre las relaciones
establecidas por el revolucionario en las provincias donde residió
temporariamente, pareciera estar cumplido. Desde Jujuy a Buenos Aires, pasando
por Tucumán, Santiago del Estero y Córdoba, abarcando también Mendoza, Marof
cosechó amistades en todos estos lugares. En algunos también visiones muy
críticas. Su oficio como periodista lo acercó a aquellas publicaciones más
ligadas a los grupos de izquierda, cuando no fundó él mismo algún diario o
periódico; los círculos de escritores no le fueron ajenos y la intensa
actividad política desplegada en torno al tema de oposición a la guerra del
Chaco y a la continuidad en el gobierno de Tejada Sorzano[11], le valió la cercanía de muchos exiliados bolivianos y de
integrantes de grupos políticos afines. A lo largo de su estancia en Córdoba, y
tal vez antes, Marof se alejó definitivamente del stalinismo, al cual
calificará duramente en lo sucesivo. Aunque fue un admirador de Trotzky y
adhirió a su postura, careció de un total acercamiento y aceptación por parte
de los grupos trotzkistas que no se ahorraron epítetos descalificantes. Años
más tarde, y ya en Bolivia, se producirá la escisión del POR y el
distanciamiento con Aguirre Gainsborg, cofundador del mismo. Respecto de su
estancia en Totoral, y a pesar de que allí pareciera haber escrito su
libro Habla un condenado a muerte, poco es lo que hemos encontrado
reflejado en la documentación consultada. Aráoz Alfaro apenas lo menciona como
un visitante más de su casa en su libro El recuerdo y las cárceles y,
como el amigo de Marof Deodoro Roca también poseía una casa en el pequeño
poblado del norte cordobés, es probable que hubiese estado allí por alguna
temporada.
Más allá de estas consideraciones y las desavenencias y
discusiones permanentes, la red relacional que estableció Marof durante sus
años de permanencia en Argentina alcanzó para entretejer una densa trama que en
más de una ocasión le salvó la vida.
Notas:
[1] Profesora en Historia. Facultad
de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba. 1974. Licenciada
en Historia. Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de
Córdoba. 1983. Magíster en Partidos Políticos. Entidad otorgante: Centro de
Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba. Año 2004. Entre sus
publicaciones destaca: La Tordilla. Un pueblo largo y angosto (coordinadora
y autora) Córdoba, Talleres Gráficos de José Solsona, 2005; La Tordilla.
100 años. Taller General de Imprenta. Universidad Nacional de Córdoba.
Córdoba. Diciembre de 2007; Arturo Umberto Illia. La construcción de su
liderazgo, Cruz del Eje – Córdoba (1928 – 1943). Editorial Académica
Española, 2012; “El Partido Socialista en clave local y rural: su expansión por
la pampa húmeda cordobesa a comienzos del siglo XX”. Coautora en El agro
pampeano cordobés en el siglo XX: entramados productivos, políticos y sociales
desde una perspectiva histórica. Editorial Filosofía y Humanidades UNC,
Córdoba, 2014. Contacto: midellavale@hotmail.com
[3] En su paso por La Habana
profundizó su relación con el aprismo a través de Enrique de la Osa, fundador
en Cuba de esa corriente política.
[4] Nuevamente los dichos de
Marof relativos a la necesidad de recuperación de la salida al mar
de Bolivia ocasionaron quejas del cónsul chileno en La Habana.
[5] El término antiimperialismo era
usado desde fines del siglo XIX para manifestar oposición al avance avasallador
de las diferentes potencias mundiales sobre países y regiones. Hacia fines de
1924 y comienzos de 1925 el Komintern o Internacional Comunista o III
Internacional, se dio como estrategia agrupar a sectores amplios —artistas,
estudiantes universitarios, campesinos y trabajadores en general— que
rechazaban el avance del poderío de las grandes naciones. Para ello organizó la
Liga Antiimperialista que dio lugar al surgimiento de secciones nacionales o
regionales. Tal es el caso de la LADLA (Liga Antiimperialista de Latino
América) que tuvo filiales en nuestros países (Kersffeld, 2012)
[6] Melgar Bao (2012) aborda
en profundidad la permanencia y los lazos estrechados por Marof
durante su exilio mexicano y aún anterior.
[7] Liga Antiimperialista,
1930. Trabajadores, intelectuales y estudiantes de todo el país. Rollo
de microfilm Nº 43, Archivo CEDINCI, Buenos Aires.
[8] Suponemos que en este caso se
refiere al estado de sitio declarado en Argentina el 20 de diciembre de 1932.
[9] Como tal, y según su
propio testimonio, llevó a Buenos Aires cien fusiles comprados en USA con
la pretensión de ser utilizados en una esperada revolución americana, idea que
pronto abortó (Baciú, 2007: 30).
[10] Agradecemos los datos
proporcionados por Arturo Bienedel, director del Archivo de San Francisco,
Córdoba.
[11] Tejada Sorzano ocupó el cargo
de vicepresidente durante la presidencia de Salamanca. Finalizada la guerra del
Chaco, el descontento militar fue en aumento hasta provocar el derrocamiento
del presidente y su reemplazo por Tejada. Marof criticaba la continuidad
de la misma política.
Bibliografía:
Baciú Stefan (2007) Tristán Marof de cuerpo
entero, biografía epistolar de Tristán Marof [en línea]. La Paz,
Rolando Diez Medina.
Castro Vaca Zwuany “Diligencia socialista en Bolivia
(1920 – 1926)”, Pacarina del Sur [en línea], año 3, Nº 11,
abril-junio, 2012. ISSN: 2007-2309.
Ferrero Roberto (2011) Trigueros de Godoy y su
tiempo. Córdoba, Ediciones del CEPEN.
Justo Liborio (1971) Bolivia. La revolución
derrotada. Buenos Aires, Juárez Editor S. A.
Kersffeld Daniel (2012) Contra el Imperio: Historia de
la Liga Antiimperialista de las Américas. México, Siglo XXI.
Lora Guillermo (1960) José Aguirre
Gainsborg, La Paz, Bolivia. Consultado vía Internet en agosto de 2014.
Marof Tristán (1935) La tragedia del
Altiplano. Buenos Aires, Claridad.
_____, (1936) Habla un condenado a
muerte Córdoba, Editorial Logos.
Melgar Bao Ricardo (2012) “El exiliado boliviano Tristán
Marof: tejiendo redes, identidades y claves de autoctonía política”, Pacarina
del Sur [en línea], año 3, Nº 12, julio-septiembre, 2012. ISSN: 2007-2309.
Schelchkov Andrey (2009) “En los umbrales del
socialismo boliviano: Tristán Marof y la Tercera Internacional
Comunista”. Revista IZQUIERDAS, año 3, número 5, año 2009. ISSN 0718-5049.
---------------------------
Fuente: DELLAVALE, María Inés, (2015) “Tras las huellas de
un exiliado boliviano en Córdoba, Tristán Marof”, Pacarina del Sur [En línea],
año 6, núm. 23, abril-junio, 2015. ISSN: 2007-2309.
Consultado el Martes, 4 de Julio de 2017.
Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1135&catid=5Fuente:
Pacarina del Sur -
http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/1135-tras-las-huellas-de-un-exiliado-boliviano-en-cordoba-tristan-marof
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