Parte de la investigación realizada por: José Luis Paz Nomey
- Estudiante egresado de la carrera de historia, Universidad Mayor de San
Andrés. / / Publicado en Revistas Bolivianas en abril de 2014.
La matanza de Kuruyuki
A las 8 de la mañana del 28 de enero de 1892, inició la Matanza de Kuruyuki. Tanto hombres como mujeres chiriguanas lucharon y murieron sin miedo ante el fusil karai, más al contrario, lanzaban gritos, insultos y amenazas contra sus enemigos. Agazapados en las zanjas, escondidos en la maraña, los guerreros del Tumpa mostraban su valor y trataban de contener la arremetida karai, disparando flechas; mientras que los cuernos de guerra y las tamboras no dejaban de sonar. Los heridos se levantaban ayudados por sus macanas y disparaban flechas. Los cadáveres se apilaban en las trincheras y encima de ellos los querembas se defendían (Sanabria, 2008: 182-184).
-----------------------A las 8 de la mañana del 28 de enero de 1892, inició la Matanza de Kuruyuki. Tanto hombres como mujeres chiriguanas lucharon y murieron sin miedo ante el fusil karai, más al contrario, lanzaban gritos, insultos y amenazas contra sus enemigos. Agazapados en las zanjas, escondidos en la maraña, los guerreros del Tumpa mostraban su valor y trataban de contener la arremetida karai, disparando flechas; mientras que los cuernos de guerra y las tamboras no dejaban de sonar. Los heridos se levantaban ayudados por sus macanas y disparaban flechas. Los cadáveres se apilaban en las trincheras y encima de ellos los querembas se defendían (Sanabria, 2008: 182-184).
Fue una matanza, un fusilamiento en masa, para la vergüenza
del Ejército de Bolivia. Los soldados y milicianos del gobierno, disparaban a
quemarropa, ya que sabían que del otro lado no les llegaría un solo disparo y
aunque intentaron penetrar dos veces las trincheras chiriguanas, no tuvieron
éxito en ninguna (Sanabria, 2008: 185-186; Combes, 2005: 29).
Pero los del ejército eran más fuertes en cuanto a
armamento, por lo que la muerte a balas terminó a las cuatro de la tarde del
mismo día, porque ya se había acabado la munición karai. El ejército tuvo 4
muertos y 35 heridos, mientras que del lado chiriguano hubo más de 1500 muertos
y otros 1000 heridos. Luego de esto, todos los heridos y sobrevivientes fueron
pasados a degüello y las trincheras para la defensa de Kuruyuki sirvieron de
fosa común de los más de 2500 indígenas asesinados.
El coronel Frías -hombre de confianza del entonces
presidente Aniceto Arce- ordenó incendiar Kuruyuki e inmediatamente después se
inició la persecución de los sobrevivientes, condenándolos a morir degollados
(Roca, 2001: 548). Mientras tanto, las mujeres y niños cautivos fueron
distribuidos como esclavos entre los vencedores y hacendados de la región,
guardando silencio por casi ochenta años.
Muerte de Apiaguaiqui Tumpa y sus consecuencias
Luego de la matanza de Kuruyuki, se dio inicio a la
persecución y captura de los líderes del levantamiento y de todos los indígenas
sospechosos de participar en el mismo. Se produjo el asesinato de 22 heridos
encontrados en Aguarague junto 70 yuntas indígenas y otros 20 encontrados en
camino, quienes fueron pasados a degüello. En Chimbé, se mataron más de
doscientos indios, se apresaron más de 250 indios y se tomaron más de 100
familias cautivas. Pero no solo consistió en muerte y captura de chiriguanos, sino
que se confiscaron sus bienes y se los dieron a los blancos que reclamaban
resarcimiento, o a los soldados y voluntarios que fueron premiados de esta
manera por su intervención en la matanza. El botín más apreciado por el
ejército era el ganado, por lo que en las vaquerías chiriguanas no quedó una
sola cabeza de ganado vacuno, lanar o cabrío, ni siquiera gallinas. Los
chiriguanos que lograron escapar fueron cazados como alimañas en las serranías
y quebradas vecinas a Santa Rosa (Roca, 2001:549-550).
Dos semanas después de la batalla, Guiracota II, quien había
sobrevivido, pidió clemencia para el Tumpa Apiaguaiqui y para otros jefes
mburubichás, a cambio de que ellos se entregaran voluntariamente; el coronel
Frías y el coronel Melchor Chavarría aceptaron el pedido. Pero una vez que
Guiracota II, Ayemotí y otros jefes guaraníes se entregaron, los fusilaron el
18 de febrero. Casi al mismo tiempo, cien guerreros y los jefes Nambí,
Jaguarikú y Bocarapé se entregaron en el cuartel de Santa Rosa y corrieron la misma
suerte de los anteriores, sólo que estos últimos fueron linchados y degollados
delante de sus hijos y esposas en la plaza del pueblo. Unos pocos prisioneros
fueron llevados en situación de esclavitud a los siringales del norte, pero
nunca se supo qué fue de ellos (Gamarra, 1995: 252; Roca, 2001:296).
Hasta el 27 de febrero, El coronel Chavarría, en su búsqueda
del Tumpa continuó fusilando o degollando a unos 2000 querembas prófugos e hizo
prisioneros a más de 1200 indígenas. Cientos de chiriguanos -incluyendo mujeres
y niños lactantes- fueron destinados a las diferentes misiones del Chaco, o
repartidos como peones a los hacendados de la zona, cerca de 400 cautivos
fueron llevados a Sucre bajo la vigilancia de Eneas Oroza y otros 200 fueron
repartidos en lagunillas, de estos muchos fueron a Santa Cruz (Roca, 2001:
550). Pero en Los Sauces (actual Monteagudo), Chavarría fue ayudado por
Guareray, quien conocía el lugar donde se escondía el Tumpa y lo delató
(Sanabria, 2008: 197). La captura del gran líder chiriguano se dio el 13 de
febrero de 1892 (Roca, 2001: 550).
El 21 de marzo se da la noticia del apresamiento del Tumpa
Apiaguaiqui, mientras que el 29 de marzo de 1892 fue llevado a la plaza de Los
Sauces -actual Monteagudo- ante la vista de toda la población; se lo condenó a
morir por empalamiento y colgado. Primero fue torturado en la celda, luego, a
las 5 de la tarde lo llevaron por las calles, recibiendo el insulto de los
pobladores; caminaba apenas y luego lo ataron a un poste para azotarlo públicamente.
Posteriormente lo obligaron a sentarse en una estaca para atravesarlo por el
ano y una vez moribundo, fue colgado y murió por ahorcamiento, siendo su cuerpo
exhibido hasta la noche del día siguiente (Sanabria, 2008: 214-218).
El exterminio y la opresión del pueblo chiriguano iniciados
con la invasión española a su tierra y territorio, alcanzó su punto máximo con
la matanza de 1891-1892, la subsiguiente esclavización de los chiriguanos en
los establecimientos agrícolas y ganaderos de la sociedad nacional
criollo-mestiza, como también su empleo como trabajador no pagado, mal pagado o
sobre explotado en las haciendas chaqueñas, plantaciones y zafra, se realizaron
después de este último levantamiento de los indígenas del chaco boliviano, que
perseguía principalmente la recuperación de su independencia (Riester, 1976:
38).
Links relacionados:
- 28 DE ENERO DE 1892.- MASACRE DE KURUYUKI
- EL AUGE DE LA GOMA NO TRAJO PROGRESO AL ORIENTE BOLIVIANO
- LA GUERRA DEL CHACO, UNA GUERRA SIN ODIO
¡Qué atrocidad tan grande! No tenía ni idea de este capítulo, de la siempre terrible historia de Bolivia.
ResponderEliminarAhora, la derechona española lleva un buen tiempo diciendo que toda la historia negra y colonialista española fue mentira, una exageración. Alega, que fueron nobles y amables con los indígenas, que se mezclaron con los indios, que les dieron cultura y (de lo peor, lo más) la religión.
son los unifos enfretnamientos que "Valientemente" ganó el ejército de Bolivia....tropa de cobardes.
ResponderEliminar