Postal hombres Indígenas. Aprox. principios del siglo XX.
Por: Roberto Choque Canqui
La servidumbre indígena en Bolivia instituida desde el coloniaje, a pesar de la
independencia que sólo benefició a una pequeña oligarquía criolla y gamonal,
continuó sin variante hasta las postrimerías del siglo xix. Los servicios
personales más empleados por los corregidores y curas eran el pongo y la
mitani. Pero el servicio de pongo se extendió para beneficiar a los jefes
militares, ministros e incluso al Presidente de la República.
El general Mariano Melgarejo no solamente sorprendió a los comunarios del
Altiplano con su temido decreto del 20 de marzo de 1866 poniendo a sus tierras
en subasta pública, sino también a los de San Pedro de la hoyada de La Paz
declarándolos“propietarios con dominio pleno” de las “tierras del Estado”
que poseían desde tiempos inmemoriales mediante el pago al gobierno de una suma
de dinero que no debía bajar de 25 pesos ni pasar de 100. lo cual debía
realizarse de acuerdo a la estimación de un peritaje o tasación. Los comunarios
de San Pedro de La Paz hasta después de dos años de la dictación del referido
decreto aún no habían sido afectados con la venta de sus tierras. Pero viendo
la gravedad de esa medida gubernamental, se valieron de los servicios
personales que prestaban a las altas autoridades del gobierno desde hacía mucho
tiempo, por estar cerca a la sede del gobierno nacional, para evitar la venta
de sus tierras. Como no había otra alternativa, tuvieron que recurrir
directamente al Presidente de la República solicitando una excepción en cuanto
a su situación de comunarios. El 10 de agosto de 1868, los representantes
(jilaqatas) de los ayllus de Pukarani, Pakasa, Kupi, Chinchaya, Chiqa y Kanchi,
presentaron una petición al Excelentísimo Señor Presidente de la República,
Gral. Mariano Melgarejo, manifestando “que el gobierno de diciembre” se había
visto “en conflicto por la deficiencia del Tesoro Nacional” y haber ordenado
“la venta de las tierras de comunidad”, pero después de haber sido “equilibrado
de algún modo el crédito” con la amortización de sueldos devengados y “con la
venta de algunas comunidades ninguna ventaja refluye en favor del Estado” y
otros recursos “que el gobierno ha sabido proporcionarse con el tino y mesura
necesarios”; portante, no era “urgente vender algunas comunidades esencialmente
necesarios para el servicio activo en la administración de todos los ramos”.
Luego de ello pasaron detallar los servicios personales que prestaban con estos
argumentos:
Los comunarios de San Pedro a cuyo nombre hablamos prestan servicios
importantes por su calidad de comunarios que si llegaran a ser colonos de
propiedad particular, el gobierno se vería sin los ajentes necesarios de que
disponer libremente, y obligado quizá a ocupar violentamente a peones de
hacienda
Esta advertencia de los referidos comunarios fue muy importante para Melgarejo,
porque cada semana destinaban trece pongos distribuidos de la siguiente manera:
cuatro al Palacio de Gobierno y uno para el Prefecto del Departamento, el
Comandante General, el Subprefecto del Cercado, el Intendente de Policía y los
ministros de Gobierno, Hacienda, Instrucción y de la Guerra, y para el cuidado
de “la llamada” o portería. Si los comunarios de San Pedro eran solicitados por
más pongos en forma extraordinaria para otros servicios, ellos daban dos o tres
más en el acto.
Los servicios de pliegos y postillones eran requeridos especialmente por las
autoridades militares. Con este objetivo, los comunarios de San Pedro proveían
diariamente de ocho a diez indígenas para que acompañen “a los jefes y
oficiales en comisión”. Estos servicios eran cumplidos “con puntualidad y
actividad”.
Cuando el ejército salía de la ciudad de La Paz para el interior de la
República o a cualquier punto del Departamento, daban cien burros para cada uno
de los cuerpos. También fueron obligados a dar “un número indeterminado de
indígenas apiris que cargaban mochilas, fusiles, cajones, tambores,
instrumentos de música y otros objetos”. Fuera de estos servicios se obligaban
a dar cincuenta indígenas para que se encarguen de llevar “todos los útiles de
S. E. Presidente”.
Cuando el Presidente de la República se aprestaba a marchar de la ciudad de La
Paz o cuando llegaba, los comunarios de San Pedro y de la parte de Santiago,
concurrían con ochenta a cien “colonos para la limpieza de los caminos
adyacentes a esta ciudad sin excusa alguna”.
Igualmente eran requeridos para la vigilancia del órden público. Especialmente
cuando el órden público se veía amenazado, los comunarios eran llamados “en
número indeterminado” para vigilar de noche los caminos públicos (o
principales), tanto secundarios y las garitas “a fin de sorprender y aprehender
a las personas” que intentaban trastornar el órden público.
Los comunarios de San Pedro, también debían proporcionar la “cebada enversa
para la caballada del Ejército” o sino dar “cebada cortada y los tablones
necesarios” si tenían sembrados de cebada verde. Esta obligación “de dar la
cebada” era una contribución en forma gratuita porque solamente recibían “una
constancia en pequeño papel”. Esta contribución, para ellos era indudablemente
una forma de servir al gobierno y, por lo tanto, prestaban gustusos porque de
esta manera contrarestaban los efectos de las medidas del gobierno que eran
adversos a sus intereses.
En la contribución indigenal, los comunarios sanpedrinos eran los primeros en
pagar su tributo adelantado por vivir en la proximidad a la ciudad de La Paz.
Es decir el cobro de contribución indigenal empezaba con ellos y de modo que
jamás “se resistieron al pago adelantado”.
Los servicios que prestaban los referidos comunarios no terminaban ahí, sino
que cuando se celebraba algún “aniversario de ciertos días de regocijo” o
fiestas públicas ellos debían ponerse “al servicio en todo género de
ocupaciones”.
Los comunarios de San Pedro, para concluir su petición, le reiteraron al
gobierno su preocupación advertiendo que si en caso que llegaran “a pertenecer
a la propiedad privada a ninguno de ellos se les podía exigir esos servicios
porque estarán ”ocupados en el servicio“ de sus patrones respectivos.
Como no podría ser de otra manera, el gobierno de Melgarego comprendiendo la
preocupación de los referidos comunarios y por su utilidad al servicio del
Estado a través del Ministerio de Hacienda, el 31 de agosto de 1868, declaró:
que los terrenos que componen las comunidades de Pucarani, Pacasa, Cupi,
Chinchaya, Checa y Canchi de la comunidad de San Pedro de esta ciudad,
correspondiente a la banda de Santiago, queden exentas de venderse en subasta
pública, con la calidad que los comunarios de aquellas, continuen como hasta
aquí pagando la contribución indigenal y prestando los servicios a que han
estado sujetos por disposiciones supremas prexistentes y por costumbre
establecida entre ellos.
Esto demuestra que el servicio personal del indígena comunario era necesario
para el Estado, especialmente de los comunarios de la hoyada de La Paz. Desde
luego los argumentos utlizados por los comunarios de San Pedro fueron
suficientes para que sus tierras sean eximidas de la subasta pública. Este caso
quizás es el único caso que conocemos hasta ahora aunque debe haber otros por
cuestiones especiales.
De modo que los comunarios de San Pedro de la hoyada de La Paz por conservar
sus tierras tuvieron que continuar con los servicios personales pero soportando
hasta agotar sus esfuerzos, así en 1877 ya no tenían muías para proporcionar a
la creación de nuevas postas en las diversas salidas de la ciudad.
Bibliografía
ARGUEDAS. Alcides
1967 Historia General de Bolivia. La Paz.
CHOQUE CANQUI, Roberto
1993 Sociedad y Economía Colonial en el sur andino. HISBOL. La Paz.
CRESPO R., Alberto
1977 Los esclavos negros en Bolivia. La Paz.
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1991 Taraqu (1866-1935). Ediciones Aruwiyiri. La Paz.
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REYEROS, Rafael
1949 El Ponqueaje. La servidumbre personal de los indios bolivianos. La Paz.
RIVERA, Silvia
1984 Oprimidos pero no vencidos. HISBOL. La Paz.
ZAVALA, Silvio
1978 El servicio personal de los indios en el Perú (extractos del siglo xvi).
Tomo I. El Colegio de México. México.
Fuentes documentales
Archivo Nacional de Bolivia (ANB)
Archivo de La Paz (ALP)
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- LOS SERVICIOS DE ESPIONAJE A FAVOR DEL PARAGUAY EN LA GUERRA DEL CHACO
- ALBERTO OSTRIA GUTIÉRREZ, SU OBRA DIPLOMÁTICA EN ESPAÑA (1922 -1926)
- LAS ‘PÁGINAS DISPERSAS’ DE IGNACIO PRUDENCIO BUSTILLO
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- EN
REALIDAD, ¿CUÁNTOS MILES DE CIUDADANOS ARGENTINOS FUERON RECLUTADOS PARA EL
EJÉRCITO PARAGUAYO?
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