Por: Rubén Vargas - periodista /Publicado en el periódico La Razón el 23 de noviembre de 2014.
Curioso destino el de las Páginas dispersas de Ignacio
Prudencio Bustillo (Sucre, 1895-1928). Las compiló Carlos Medinaceli en 1942,
las prologó Adolfo Costa Du Rels en 1945 y un año después, en 1946, las publicó
la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Para entonces, su autor
llevaba ya 18 años de muerto. Curioso destino porque en ese volumen se reúnen
tres significativos nombres de la literatura boliviana del siglo XX. Y en la
segunda edición —que acaba de publicar el Archivo y la Biblioteca Nacionales de
Bolivia—, 68 años después de la primera, a esos tres nombres se suma el de Luis
H. Antezana J., autor de la Introducción.
Pero más curioso aun el destino del propio Prudencio
Bustillo. “Por el vigor de su pensamiento y por sus innegables condiciones de
escritor así como por su ecuanimidad intelectual, Ignacio Prudencio Bustillo
tiene un lugar prominente dentro de la historia de las ideas bolivianas”
escribió Guillermo Francovich en El pensamiento boliviano en el siglo XX
(1956). Pues bien, ese pensador, escritor e intelectual murió a sus 33 años de
tuberculosis pulmonar.
En vida publicó tres libros que de alguna manera expresan
las inclinaciones de su pensamiento y sus inquietudes intelectuales: La Misión
Bustillo. Más antecedentes sobre la Guerra del Pacífico (1919), Ensayo de una
filosofía jurídica (1923) y Vida y obra de Aniceto Arce (1928). En el primero
examina minuciosamente los alcances de la misión diplomática que en 1871
condujo su abuelo, Rafael Bustillo, para concertar un arreglo diplomático con
Chile sobre la cuestión de límites. “Este primer libro —dice Antezana— abre una
senda, la histórica, que Prudencio Bustillo frecuentará a lo largo de su vida”.
El segundo, resume sus conferencias en la Carrera de Derecho entre 1920 y 1921.
Éste es, seguramente, “el libro que mejor explicita la faceta más abstracta” de
su pensamiento, como apunta Antezana. El tercero es una biografía de Arce que privilegia
la vida y obra del empresario minero antes que la del político y que en su
narración comporta más de un gesto literario.
Esos son sus libros orgánicos. Pero Prudencio Bustillo fue
además un gran animador de las revistas y periódicos de su época, especialmente
de los editados en Sucre, en los que publicó estudios críticos sobre literatura
nacional y extranjera, notas bibliográficas, ensayos, estudios críticos
históricos y prosas de corte literario. Éste es el material que recogen,
precisamente, sus Páginas dispersas.
Respecto a la primera, la nueva edición —pulcramente cuidada
por Alfredo Ballerstaedt G.— incluye cinco trabajos no recogidos por la
compilación de Medinaceli. Incluye, además, la ya referida Introducción de
Antezana que —ventajas de la mirada desde el presente— permite redondear mejor
el perfil intelectual de Prudencio Bustillo, el alcance de su pensamiento y sus
trabajos y el contexto de su época. En anexo, la nueva edición también recoge
una exhaustiva biobibliografía de y sobre Prudencio Bustillo (163 entradas)
realizada por Ana Lorena Martínez.
Una de las revelaciones de la lectura —tanto ahora como
ayer— de las Páginas dispersas es el perfil de crítico literario de su autor.
“Ninguno, en Bolivia, más capacitado para el ejercicio de la crítica literaria
que Ignacio Prudencio Bustillo” había escrito Medinaceli en sus Estudios
críticos (1938). En su Introducción, Antezana acota: “Tradicionalmente, todos
consideramos —y con razón— que el fundador de la crítica literaria boliviana es
Gabriel René Moreno, pero, no está tan arraigado el criterio propuesto por
Medinaceli, de que Prudencio Bustillo fue un excepcional continuador de esa
labor”.
En sus estudios críticos y sus notas bibliográficas de
literatura nacional, Prudencio Bustillo, se ocupa entre otros, del propio René
Moreno, de José Manuel Cortés, de Manuel José Tovar, de Daniel Calvo, de Costa
Du Rels, de Claudio Peñaranda y del movimiento romántico. En el ámbito
extranjero, los estudios recogidos dan cuenta de la amplitud de sus
preocupaciones: “Dionisios y Nietzche”, “La deuda boliviana con el pensamiento
de Ingenieros”, “A través de la escena francesa actual, “Sobre Shakespeare” y
“José Enrique Rodó (1872-1917).
“Apresúrate , artista, a realizar tu obra, porque cuando menos
lo esperes, la muerte ha de helar tus venas y paralizar el brazo que sostiene
tu pluma, tu pincel o tu buril... y entonces de ti no quedará sino un recuerdo
débil que el tiempo se encargará de borrar; no serás para los hombres sino un
cualquiera. Habrás muerto, pues, dos veces, y no es menos terrible la segunda”.
Esto escribió Prudencio Bustillo en “Hay que apresurase...”, un breve texto
recogido en este volumen. En sus cortos 33 años, supo hacerlo.
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