Por: Gastón Cornejo Bascopé - Presidente Sociedad Geográfica, histórica, y Estudios
Geopolíticos de Cochabamba (Bolivia). // Tomado de: http://www.cochabamba-historica.com/tema23.htm // Foto: Una representación de lo que fue la guerra entre Chile
y la Confederación Perú-Boliviana, antes de la caída de / Cambio.
(Francisco Burdett O´Connor; Julio Alberto D´Avis; Gustavo
Fernández Saavedra)
El General Francisco Burdett O´Connor, camarada de Bolívar y
Sucre, Libertador él mismo, en sus memorias: “Recuerdos de la Guerra de la
Independencia” a los 79 años evoca como actor principal el evento histórico de
Paucarpata.
“Hallándonos en Puno empezaron a llegar las proclamas del
Gral. Manuel Blanco Encalada, quien mandaba el ejército de Chile posesionadas
ya de Arequipa (Primera invasión chilena a Bolivia y Perú). Continuamos la
marcha hasta situarnos en las lomas de Paucarpata con la ciudad de Arequipa a
la vista.
El ejército chileno se hallaba dentro de la ciudad de
Arequipa en poco número pero muy engreído Todas las noches las pasábamos con
precauciones, temiendo una sorpresa de parte del enemigo hasta la llegada
de los refuerzos que por momentos esperábamos.
El General en Jefe del Ejército de Chile, abrió
proposiciones al General en Jefe de nuestro ejército; una de ellas, ridícula
por cierto, era que se decidieses la campaña por medio de un combate
entre cien hombres escogidos de cada ejército, propuesta que no podíamos
aceptar por la sencilla razón de que los compañeros de la fuerza
rechazada, no se abstendrían de echarse sobre la que empezara a vencer sin que
hubiese posibilidad de contenerlos.
Al fin, después de muchas conferencias se convino en
la celebración de un tratado al tiempo mismo de que habíamos hecho llegar a
Paucarpata fuerzas del norte y del sur hasta poner nuestro ejército con 5.400
hombres; el ejército chileno que estaba en Arequipa no tenía ni dos mil.
El General Vigil que estaba en Lima, ya había recibido
la orden de marchar con una respetable fuerza para situarse entre
Arequipa y la costa con objeto de impedir que uno solo de los individuos de las
tropas invasoras de Chile llegase hasta los buques que las había traído.
El lucido ejército de la Confederación Perú Boliviana
hizo su solemne entrada en Arequipa en virtud del Tratado de Paucarpata
celebrado el 17 de Noviembre de 1837, (doce años después del nacimiento
de Bolivia) y que libró al ejército invasor de Chile de ser completamente
destrozado por el nuestro”.
“Antes de entrar a Arequipa, el Gral. Santa Cruz me dijo:
“Advierto O´Connor que es usted el único que está triste en todo mi ejército
después de que hemos celebrado el Tratado de Paucarpata, tan honorífico.”
O´Connor: “Cómo no he de estarlo cuando yo he trabajado más
que alguno otro en esta campaña y Ud nos viene ahora con ese Tratado
honorífico, sí, para nuestros enemigos, cuando podíamos haberles hecho rendir a
discreción desde su general en jefe hasta el último tambor, y usted los deja
escapar de nuestras manos creyendo que el presidente de Chile ha de aprobar ese
Tratado ni Tratado ninguno con usted porque es su enemigo personal declarado”.
Santa Cruz: “¿No sabe que estamos en el siglo de la
filosofía?”
Burdett O´Connor: “No lo sé que tendrá que ver la
filosofía con su Tratado de Paucarpata. Por fin, el tiempo le
desengañará, mi General!”
COMENTARIO DE GASTÓN CORNEJO BASCOPÉ.
Santa Cruz afirmaba ser un filósofo al dejar partir con
armas y vituallas al Ejército Chileno derrotado; después de comprarles la
caballada a los vencidos, había pensado en Cicerón:“De todos los
sentimientos que se aproximan a la virtud, no conozco uno más bello ni de mayor
alcance que la unión de los hombres, que el concierto y la comunidad de sus
intereses, que la afección, en fin, que comprende a toda la humanidad”
Continuando con las evocaciones del Libertador Burdett
O´Connor, sabemos por sus memorias que… “En Arequipa el Gral. Santa Cruz
convino con el Gral. Blanco Encalada en comprarle todos los caballos del
ejército chileno a un precio enorme cuando en Chile se vendían entonces a 8 y
10 pesos cada uno. Los oficiales chilenos vendieron sus caballos a razón de 18
y 20 onzas de oro cada uno. Cuando el Capitán General me dio la orden
para el pago de los caballos de la tropa, me dirigí a su despacho y le hice
presente que el precio era exorbitante".
Oh, nada importa eso-dijo. No tenemos en Bolivia caballos de
tan buena raza como los de Chile”
Se pagó por fin el fabuloso precio estipulado y nos libramos por esta vez de
nuestros invasores y tenaces enemigos. Noche antes de nuestra salida de Puno a
La Paz se les antojó tomar un ponche de vino de Champagñe con el que se
pusieron todos muy alegres. Cuando les vi en este estado y que todos empezaban
a dirigir brindis al presidente; yo, el fabricante del ponche, pedí permiso
para dirigir el mío que fue en estos términos: -“Brindo a la salud del
Emperador de Bolivia, Rey de Arequipa, Protector de la Confederación del
Apurimac y Mediador de los Cantones limeños”
Todos quedaron atónitos y el eminente literato español José
Joaquín de Mora, Secretario Privado del presidente me preguntó después como
pude semejar con tanta prontitud en los títulos de mi brindis a los títulos de
Napoleón. Le respondí: “el ponche lo había hecho todo y no yo.”
COMENTARIO DE GCB:
El General Santa Cruz, digno sucesor del Libertador Simón
Bolívar y Antonio José de Sucre, pensaba en la fraternidad americana, quiso
unir a los pueblos hermanos de Chile, Bolivia, Perú; constituir una potencia
con ellos, por ellos y de ellos. Idealista en un tiempo de violencia, más tarde
en Yungay fue derrotado, tomado prisionero y encadenado, marchó, vejado por el
ejército chileno hasta Chillán, de ahí partió al exilio para nunca más retornar
a sus patrias, Bolivia y Perú. En Bolivia lo declaramos traidor. Ese fue el
suceso final de la Primera Guerra del Pacífico.
Después del pasaje histórico descrito y el brindis de
Burdett O´Connor cargado de ironía profética, ofrecido a la soberbia equivocada
del Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana, sobrevino el
desconocimiento del Tratado, una nueva invasión chilena al norte de Lima
y la derrota de Yungay el 20 de enero 1839.
En 1879, la II Guerra del Pacífico preparada desde 1842, la
invasión sin declaratoria de guerra del ejército chileno que ocupó todo el
Litoral boliviano, el territorio peruano hasta tomar la capital Lima, vejando
al pueblo peruano, enclaustrando a Bolivia, enriqueciéndose con Chuquicamata,
amenazando con ocupar el altiplano boliviano, ofendiendo a Bolivia con el
lenguaje inaceptable de Koenig; finalmente, en complicidad con malos bolivianos
logró el Tratado de 1904.
Todavía, más aún, usurpó el recurso hídrico desviando
unilateralmente el río Lauca, canalizó a su beneficio el bofedal del Silala,
sembró minas en toda la frontera, entrabó diálogos bilaterales, enemistó al
Perú contra Bolivia en 1929, negó el ingreso de armamento boliviano durante la
guerra del Chaco, privatizó los puertos, disfrazó el diálogo bilateral, hasta
el presente año 2013, (176 años después de Paucarpata, 134 años después de la
invasión de Antofagasta) en que Bolivia decide denunciar sus derechos ante el
Tribunal Internacional de Justicia en La Haya, avergonzado de la escasa
fraternidad del hermano americano.
Como alienta el Dr. Ex Canciller Gustavo Fernández Saavedra:
“A pesar de La Haya, ¿No es mejor –y más inteligente—buscar la solución
definitiva del conflicto, por la vía de la negociación e integración trilateral?
Después de conocer al presidente asesinado Salvador Allende
G y ser un seguidor de su ideología socialista, creo que es absolutamente
posible el diálogo de buena fe, la solución integral y el abrazo americano
entre hermanos.
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