Por: Rodolfo Pinto Parada / Hazaña beniana en la Guerra del Chaco. // Fotografía:
Beneméritos concentrados para un desfile del 6 de Agosto años después de la
Guerra del chaco.
Para poder explicar cuáles fueron las rutas que siguieron los contingentes
benianos y del Territorio de Colonias para llegar hasta los campos de batalla
en el Chaco boliviano, esta conferencia está basada en mis libros: “Rumbo al
Beni” y “Arreando desde Mojos”, que son los únicos donde se puede encontrar esa
información.
Cuando el retumbar de cañones, estremeció los “tusecales” del Chaco, la euforia
de la guerra llegó hasta las venas de los tranquilos habitantes del norte de
Bolivia, que sintieron vibrar en lo más hondo de su ser la fibra patriótica que
siempre llevan latente en su continua lucha fronteriza.
Primero fue el Regimiento “Padilla”, cuyos soldados tuvieron que sufrir una
odisea para trasladarse desde las cálidas tierras del Chapare hasta las
elevadas montañas potosinas, sin caminos estables, para llegar al campo de
batalla bastante diezmados.
Pero el clarín de la guerra llegó hasta el último rincón de la patria. La
sangre rebelde de la juventud empezó a hervir ante la noticia de la invasión
paraguaya que buscaba un pretexto para avanzar hacia los contrafuertes de la
cordillera, después de haber hecho prospecciones infructuosas en busca de
petróleo en todo su territorio. Las compañías transnacionales, como siempre,
tuvieron su parte de culpa para que dos pueblos vecinos se enfrenten en una
lucha donde, el que lleva la peor parte, es el pueblo mismo ya que el hambre,
la desocupación y la miseria invaden los hogares humildes.
En el Beni, al llamado de la patria, acudieron muchos voluntarios a formar
filas en el “Regimiento Beni” y eufóricos marcharon hacia las regiones del
Chapare por la vía fluvial para después seguir por tierra hasta Cochabamba,
tramontando la cordillera. El reconocimiento a cargo de los doctores Eduardo
Fleichman y José G. Osoro empezó el 30 de octubre de 1932 tratando de cumplir
en la mejor forma su trabajo.
El 18 de noviembre los nuevos soldados de la patria hicieron su primera
presentación en público. A las 5 de la tarde, al compás de una vibrante banda
militar, precedidos de la Legión Cívica, los conscriptos llegaron hasta frente
al kiosco de la plaza principal desde donde se oyeron las palabras del Sr. José
Chávez Suárez, jefe del Distrito Escolar del Beni. Después, el contingente
desfiló ante el altar patrio instalado frente a la prefectura del Departamento.
Nutridos aplausos acompañaron a los futuros defensores de la patria que muy
pronto marcharían al campo de batalla.
En el norte del Beni, la Casa Suárez dispuso que el vapor “Rodolfo Araúz”
traslade a todo el contingente que se formó en base a la séptima División de
Ejército, acantonada en Riberalta. El 22 de noviembre, a las 6 de la tarde
hacían su ingreso en la ciudad de Trinidad, los valientes voluntarios
riberalteños.
Encabezaba el regimiento su comandante Tte. Cnl. Bravo. El joven reservista
Félix Bascopé a nombre de sus camaradas y con palabras eufóricas y llenas de
civismo agradeció al pueblo y a sus autoridades por la bienvenida que se les
había brindado.
Después del acto, los 255 soldados riberalteños se instalaron en el local de la
Escuela de Niños que había sido improvisada como cuartel. Cuando pasaron
revista a toda la tropa, entre riberalteños y trinitarios sumaban más de 500
efectivos.
El principal problema que se presentó fue el de equipar al regimiento. De La
Paz tenían que enviar uniformes, botas, armamento, etc., pero por dificultades
en el transporte todo ese equipo no había llegado. Triste despedida cuando el regimiento salió rumbo a
Todos Santos en las lanchas: Britania, Bolivia, Luis Antonio, Dr. Grether, Río
Chapare, Mamoré y Rodolfo Arauz.
Dos días de descanso y a caminar por el terraplén que años antes había
construido el Regimiento Zapadores hasta San Antonio.
Cada soldado lleva su ropa y su cama. Ninguno tenía armamento militar.
Siguiendo el peligroso sendero montañoso, muy pronto quedan atrás: Jatun pampa,
Locotal, Cuesta colorada, Salsipuedes, el Sillar, Siete Zetas, la cumbre de San
Benito, Incachaca hasta llegar a Sacaba en 4 días de fatigosa caminata.
En las postas o pascanas ofrecen queso y mote pero las cantidades son tan
pequeñas que apenas abastecen a los que caminan más rápido. La marcha es
desordenada y los soldados de reúnen solamente al concluir la jornada diaria.
Los puentes de madera, que con tanto patriotismo se construyeron bajo las
órdenes del general Federico Román, ahora por falta de mantenimiento se
encuentran destrozados. Los movilizados tienen que vadear los ríos agarrados de
la mano para evitar que la fuerte corriente arrastre a alguno de ellos. A
medida que ascienden hacia la cumbre, aumentan los problemas porque a ninguno
se les entregó uniforme militar y son muy pocos los que tienen chompas o
frazadas gruesas.
Al llegar a Cochabamba, unos resfriados y otros con pulmonía, la prensa
nacional publica la noticia. Se hace el escándalo por la falta de
responsabilidad de los encargados de la movilización y el Gobierno ordena el
retorno del Regimiento Beni con sus efectivos que puedan caminar y además ¡la
no movilización del Beni y Territorio de Colonias! La vuelta es otra odisea,
sólo que ahora los víveres y las mochilas de los más débiles van cargadas sobre
una recua de mulas que las damas cochabambinas consiguieron para aliviar la
travesía de sus hermanos benianos.
El Regimiento Beni que tiempo atrás saliera con tanta gallardía y entusiasmo
desde Trinidad, retorna hoy con sus efectivos disminuidos sin haber pisado el
frente de batalla y sin haber recibido siquiera el fusil de reglamento.
Durante el año 1933 las cosas no marcharon muy bien en el Chaco y en una visita
que el presidente Salamanca hizo al frente de batalla observó un detalle muy importante
y era, que la gente del altiplano no se adaptaba al clima y a los insectos,
viendo conveniente movilizar personal que resista al sofocante calor, que sepa
orientarse en la selva y que conozca las características de la vegetación para
conseguir agua en los momentos difíciles. Esa gente necesaria era la que vivía
en el norte del país. Pero, había que evitar el desastre de la anterior
movilización.
Ahí surge nuevamente en la memoria del Presidente, la figura del combatiente de
la guerra del Acre: el general Federico Román. Se lo notifica inmediatamente y
fue nombrado Jefe Supremo de la movilización del Beni y Colonias.
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- EN
REALIDAD, ¿CUÁNTOS MILES DE CIUDADANOS ARGENTINOS FUERON RECLUTADOS PARA EL
EJÉRCITO PARAGUAYO?
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