Por: Sisinia Anze / 3 de marzo de 2020.
El día 3 de marzo de 1816, nuestra más grande heroína, Juana
Azurduy, tuvo que hacerse cargo de la región del Villar, puesto que su esposo,
Manuel Ascencio, junto a sus hombres, valerosos patriotas, se encontraba
reforzando el tercer ejército auxiliar a la cabeza de Belgrano. Mientras tanto,
la región del Villar era víctima de los insistentes ataques españoles. En esa
oportunidad, Juana organizó la defensa del territorio, reuniendo un grupo de
mujeres, sus amazonas, 30 fusileros criollos y 200 indígenas armados con
garrotes y hondas, y en una audaz incursión venció las fuerzas del general La
Hera.
Quiero compartir con ustedes un fragmento de mi obra, Juana
Azurduy - La Furia de la Pachamama, haciendo honor a su valor y grandeza.
—Tía, cuénteme cómo es que la nombran teniente coronel.
—En el año 1816, en algún lugar cerca de El Villar, estando
yo a la cabeza de decenas de jinetes, atacamos a las fuerzas del general
español La Hera. Arremetimos con furia contra los españoles y cuando escapaban
como ratas, vi al abanderado de los tablacasacas huir a toda prisa, fui detrás
de él y antes de que éste pudiera reaccionar lo atravesé con mi sable
derribándolo de su caballo. Me incliné agarrada del borde de mi montura y le
arrebaté la bandera del reino de España. Sosteniéndola triunfalmente con el
brazo en alto, grité a todo pulmón ¡Muerte a los tablacasacas! Recuerdo cómo
mis hombres vitoreaban emocionados y eufóricos cuando me paseaba por el campo de
batalla blandiendo mi trofeo —relata, poniéndose de pie con el brazo en alto y
paseándose de un extremo al otro del cuarto, en una actitud entusiasta, como si
sus bríos hubieran renacido.
—¿Era importante apropiarse de la bandera enemiga?
—Tenía un significado simbólico, hijo. Demostraba la derrota
y la humillación en batalla —dice enérgica—. Cuando Belgrano se enteró de que
yo había conquistado la bandera enemiga, ordenó que se me concediera el grado
de teniente coronel del Ejército de las Provincias Unidas. ¿Te puedes imaginar
algo semejante, hijo? Tu tía, una coronela. Nada menos.
—Eres un gran orgullo tía, no sólo para la familia, sino
para la patria entera.
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