Agosto 22.
Ha sido imposible seguir temprano la marcha, porque había
necesidad de proveer de leña las Lanchas, cortándola del bosque cercano. Pero,
a horas nueve de la mañana continuamos la navegación, para llegar a eso de las
cuatro de la tarde al Lago, donde hay una barraca nueva a distancia. El lago es
bastante extenso y abundante en pesca.
Se observa que las palizadas del río, impiden casi totalmente la navegación y constituyen un peligro continuo; lamentamos todos la incuria de nuestros Gobiernos y el abandono en que deja estas regiones; cuando nada sería más sencillo que enviar un técnico que haga la limpieza de estos ríos, en la bajante de las aguas.
Agosto 23.
A horas seis y media estamos en marcha. La Esperanza toma
siempre la delantera, porque es una Lancha ingobernable y hay que vigilarla,
por si algo le sucede.
Serían las nueve de la mañana, cuando nos vemos detenidos
por las palizadas del río. Bajan a tierra los Comandantes para estudiar el modo
de pasar y mandan mozos a medio río, en los batelones, para cortar algunos
palos. Terminada esta operación, se hace pasar primero a La Esperanza, que
cruza rozando por entre un centenar de troncos, que parecen plantados a mano y
casi va a estrellarse a la barranca opuesta. En seguida pasa gallardamente La
Illimani, describiendo un semicírculo. Muchos pasajeros hemos preferido bajar a
la playa para contemplar mejor las maniobras, pero ha sido un instante de
ansiedad. Los cornetas tocan diana en señal de regocijo, por haber salvado del
peligro; y continuamos viaje. Un poco antes de las doce del día, avistamos la
barraca Maguncia; más tarde la de Monte-Cristo y a horas dos y media de la
tarde pasamos por la de Estacones, para llegar a horas cinco al arroyo y
acampar en un sitio, cuyo nombre nadie supo.
Agosto 24.
Esto de cortar leña y de buena calidad y acarrearla a las
Lanchas es una operación que retarda demasiado el viaje; pues solo a horas una
de la tarde podemos movernos A horas cuatro, se nos presentan peores obstáculos
que los de ayer. Ya no son palos sino islas enteras las que se oponen
formalmente a la navegación. Los Comandantes bajan de nuevo a tierra para
reconocer el paso. Calculadas las distancias, se hace pasar cuidadosamente a La
Esperanza y luego a la Illimanı. Algo más arriba hacemos nuestro campamento
para pasar la noche en una bonita playa.
Agosto 25.
A las seis y media de la mañana sale la Illimani siguiéndole
a corta distancia la otra lancha; más a eso de las ocho se demoran para que la
tripulación baje a tierra a cortar leña. En momentos de seguir la marcha, se
oye de la parte de arriba otra lancha que baja apitando. Luego se reconoce ser
la “Sernamby”, que conduce dos oficiales y diez soldados del Batallón
Independencia que habían quedado enfermos y ahora van todavía convalecientes.
Al enterarse de esto, nuestros soldados, prorrumpen en atronadores vivas a los
vencedores de Riosinho. Y aquellos valientes, que extenuados por las
enfermedades vuelven a sus hogares, contestan con vivas a Bolivia y al Batallón
3°. Luego pasamos a bordo de la “Sernamby” para saludar a los compatriotas y
tomar datos del camino al Acre.
Al separarnos y regresar en un bote a la Illimani vuelven
los soldados a vitorearse; y seguimos la marcha. A horas 2 p. m. pasamos por
Victoria y á horas 3 p.m. por la barraca San Roque.
No obstante, de la proverbial tortuosidad del Orton, en esta
parte se presenta muy recto en larga extensión, a manera de una calle ó
avenida.
A horas 5 p.m. llegamos a Palestina, barraca perteneciente a
la casa “Suarez Hnos." y desde donde divisamos el camino al Acre, en la
margen opuesta.
Hay en Palestina una gran casa, con bastantes
compartimientos, comodidades y dependencias, formando éstas una bonita
plazuela, en uno de cuyos costados hay una capilla.
Existe un camino en extensión de doce leguas, para ir al río
Madre de Dios que sale a Genechiquía; y otro más arriba del mismo Madre de
Dios, a la barraca Conquista.
Como en Palestina, ha concluido el viaje por agua, hay que
prepararse ahora para hacer el camino por tierra al Acre.
Desde luego y contra todas nuestras previsiones, no
encontramos movilidad y apenas se cuenta con una mula para el rer. Jefe y tres
más, para llevar la munición. Quedamos estupefactos; pero hay que resignarse a
viajar a pie, quien sabe cuántos días, como ya lo hicieron en idénticas
circunstancias el Vice Presidente de la República Sr. Lucio P. Velasco, el
ministro de la Guerra, Sr. Ismael Montes y el delegado del Gobierno Sr. Andres
S. Muñoz, según nos informan todos.
Palestina tiene que ser en adelante el centro obligado para
las operaciones militares sobre el Acre; porque, contando con los recursos y
víveres que proporciona Riberalta ya sea por el Orton ó por el Madre de Dios,
se puede expedicionar por esta parte a Capatará; y subiendo por el mismo Orton,
cruzar de Gironda á Amelia o bien remontando hasta el Tahuamanu, operar de
Porvenir sobre Bahía en el Alto Acre.
Subiendo siempre el Orton, hasta encontrar la confluencia
del Tahuamanu con el Manuripi que es desde donde el río ya se denomina Orton,
para abajo, existe otra posición importante, la de Puerto Rico, asentada en un
ribazo, soldados que acuden a calentarse y secar sus ropas.
El itinerario marcado señalaba para hoy la “pascana del
Pez”; pero apenas hemos podido llegar a la mitad de la jornada, es decir al
Crucero del camino de Mercedes.
Agosto 29.
Los expedicionarios, que vienen en dispersión, se reúnen
paulatinamente en el Crucero pasa continuar á horas 9 a.m. la marcha, y van
llegando al “Pez”, desde medio día. Todos ellos revelan profundo cansancio y
malestar; y todavía hay muchos dispersos que vienen atrás.
“La pascana” consta de tres pequeños galpones, que están
deshabitados.
Agosto 30.
Al salir el sol la tropa está en marcha. A horas 11 a.m. nos
detenemos en el “Curichón”, para almorzar y esperar a los rezagados.
El “Curichón” es un vasto y profundo ciénago, cuyas aguas
corren al río Abuná.
Cuenta con un sólido puente de 80 metros, construido de
astillas de palmera.
Levantamos el campo á horas 12 m; y á horas 3 p. m. llegamos
al segundo Crucero 6 Campamento Mercier, donde hay un galponcito para los
viajeros. Estas pequeñas comodidades del trayecto son obra del Delegado Señor
Muñoz.
Después de un corto descanso, sigue la tropa su viaje.
Muchos rezagados van llegando extenuados y con los primeros síntomas de fiebre.
Al anochecer pasan de 50 los dispersos, que se han reunido
en este punto, y no obstante de que algunos ya no pueden caminar, los pone en
marcha el 3er jefe a la luz vacilante de un farol, pues la obscuridad es
completa por la espesura del bosque, y la senda esta cruzada de troncos y
raíces. Cerca de media noche, los que van a la vanguardia de este grupo
empiezan a detenerse en el camino, donde fabrican sus camas con hojas. El 3er
jefe quiere obligarlos a pasar adelante hasta dar alcance al grueso de la tropa,
pero al fin él mismo también se queda.
El teniente coronel Canseco, había llegado a horas una de la
mañana con medio batallón a la pascana del “Rhin”.
(Continuara…)
Tomado del libro: “La revolución del Acre” de José Manuel
Aponte Rivero.
Foto: Bahía, Bolivia, 1907. (Foto de la Royal Geographical
Society a través de Getty Images / P. H. Fawcett)
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