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LA MUERTE DEL SUBTENIENTE RAMON ALDERETE Y SU PERRO EN LA GUERRA DEL CHACO

En el día de San Roque (16 de agosto), en Bolivia se festeja el día del Perro. Por tal motivo transcribo un extracto del libro “Los Elegidos de la Gloria” del Tcnl. Julio Díaz Arguedas, quien hace mención al boliviano Tte. Res. Ramón Alderete Carrasco, fragmento que se transcribe a continuación (pág. 174 – 175):

Subteniente de Res. Ramón Alderete Carrasco (1910 – 1932)

Nada sabemos de su vida. Solo podemos decir que era hijo de don Eduardo Alderete y doña Daniela Carrasco, y que había nacido en Vallegrande en 1910.

El héroe que nos ocupa era un oficial de reserva retirado. De apariencia sencilla, humilde, vivió ignorado hasta el mes de octubre de 1932 en que por orden general fue llamado al servicio y destinado al 25 de Infantería, unidad en la que marchó a defender el Chaco.

Alderete sacrificó su vida sin retroceder ante el empuje del enemigo, en cumplimento de la consigna que se le había dado. Prefirió caer gloriosamente sin amedrentarse ante los horrores de la batalla en el memorable día que tuvo su bautizo de fuego y de sangre.

Veamos ahora como narra un cronista paraguayo la heroica muerte de Alderete: 

“Los Jefes que mandaban las fuerzas de Bolivia –dice- ordenaron el retiro de estas del cañadón de acceso a  Saavedra, pues el ímpetu Paraguayo era invencible. El teniente Alderete quedó con sus tropas del Regimiento 25 de Infantería, de La Paz, y se ve rodeado por patrullas paraguayas que le intiman que se entregue. No accede y ordena continuar el fuego. Una racha de ametralladora le hiende el pecho y vacila, herido de gravedad. Aún tiene energías; saca su pistola y dispara. Un certero proyectil le corta la mano. 

Su tropa se dispersa, pero es apresada. Nos aproximamos a Alderete. Un perro aúlla, llora y le lame las heridas. Es el fiel amigo del oficial; permanece a su lado, estremecido y lloroso. Me inclino hacia el vencido, trato de reanimarlo, llamo a un camillero. 

- Me muero – exclama – le confío mi perro. No lo abandone.

Ya débilmente percibo en sus labios: 

- “Gracias, gracias, ¡Viva Bolivia!” 

Doy cuenta con otros oficiales al teniente coronel Franco de la forma cómo cayó el teniente Alderete, cuyo nombre leo en su carnet militar. Por disposición del mismo Jefe, enterramos el cadáver en el cañadón y un piquete del 7 de Infantería, alrededor de la fosa, presenta las armas y hace una descarga en honor del héroe. M. M. Oliver.- “La Razón” de Buenos Aires”.

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