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LA INMOLACIÓN DE LOS 33 BOLIVIANOS (Guerra del Chaco)


Por: ‎Rene Rolando Quiroga Suarez  / Artículo publicado en el grupo de Facebook Memorias de La Guerra del Chaco – 18 de enero de 2020.

Las tropas del enemigo estaban muy cerca de su posición y lo lógico era retroceder. Eso, sin embargo, iba a permitir que los paraguayos siguieran avanzado. No estaban dispuestos a permitirlo. Decidieron quedarse. Pelearon y resistieron todo lo que pudieron. Al final, murieron todos. Los “33”.
Su heroica acción evitó que los paraguayos tomaran el control de Villa Montes. Todos pertenecían al Regimiento Campos 6 de Infantería. Ocurrió en 1935. Sus cuerpos fueron encontrados un mes después y algunos todavía conservaban el fusil en la mano, clara señal de que los 33 habían decidido inmolarse. El Regimiento Campos 6 de Infantería debía permanecer en Igüiraru. Sus oficiales, sin embargo, pidieron el honor de defender Villa Montes. El Comando Superior accedió luego de valorar la solicitud.
Pero en el campo de batalla algo salió mal. Una serie de errores facilitaron que el enemigo avanzara y chocara inevitablemente con ese Regimiento. Era el 20 de febrero.
Desde los primeros días de febrero se hacía notoria una intensa actividad enemiga, que, en su loco como aventurado afán de llegar a su anhelo (la ocupación de Villa Montes), iba agotando sus mayores recursos bélicos y el más rico contingente de sus tropas, que, obedeciendo ciegamente a las órdenes superiores, se estrellaba en (una) lucha desesperada”, cuenta Barrenechea.
Ignoraba el enemigo cuán grande era la voluntad boliviana” para defender su territorio, sin embargo.
“…la noche del 19 de febrero, después de iniciar un intenso hostigamiento, con fuego de morteros y piezas automáticas, sobre el sector ocupado por el Reg. Campos, especialmente contra su primer batallón, a los albores del día 20, día de sacrificio y de gloria, arreciaba sus fuegos, que gravitaron sobre la línea de la tercera compañía, comandada por el Sbtte. Roberto Peñaranda, golpeando fuertemente, desde el comienzo de su ataque, a la sección ‘Méndez Arcos’”. Los paraguayos ya habían llegado a la línea de defensa de Villa Montes. “El centinela Emiliano Colque dio la voz de alarma contra el enemigo, que intentó sorprenderle; en vez de replegarse, se cubrió en su posición y combatió solo hasta agotar su munición. Cayó después de haber tendido a tres soldados enemigos”, cuenta Barrenechea.
Mientras tanto, el Subtte. Félix Méndez Arcos rechazaba la primera embestida enemiga, cubriendo de cadáveres paraguayos el pequeño campo de tiro. Verdaderas oleadas de asalto, masas enfurecidas en medio de un formidable tronar de artillería y metralla, se estrellaban contra nuestras líneas, cayendo, (de) a poco, tendidos por el fuego certero y decisivo de la ‘Sección de Hierro’, que diezmaba las hordas invasoras”.
“A las 5:30 de la mañana, un más potente ataque enemigo golpeó nuevamente el sector de Méndez Arcos, mientras los soldados de su sección, halagados por el primer rechazo, combatían decididos, respondiendo al fuego que se multiplicaba en potencia. El (Regimiento) Campos carecía hasta de batería de morteros y de artillería, que apoyara la defensa. El glorioso grupo, después de combatir fuertemente, rechazó esta vez más al enemigo, pero debilitó su fuego”.
“Una hora de combate bravo, emocione, decisivo; una hora más de gloria, para aquella línea magna… Y llegó la tercera embestida enemiga, más fuerte aún. El tercer batallón de la unidad, más ensoberbecido, del Paraguay, atacó violento, feroz, al grupo que apenas dejaba oír ya una que otra de sus piezas automáticas, habiendo decaído notoriamente su potencia de fuego, a causa de las bajas sufridas y el agotamiento de su munición… Las armas quemaban las manos y tres ametralladoras pesadas se habían destrozado…”.
“Asido a una de ellas, el propio Méndez Arcos disparaba la última banda, cuando cayó un ‘stocke’, que le hirió de muerte. El puntador Luis Uriona, con otra pieza, corría desesperado, buscando una posición donde emplazarla: ora aquí, ora allá, donde su concurso fuera necesario, para detener la embestida del enemigo, que avanzaba cautelosamente, dominando con su fuego, al que nuestras tropas apenas respondían…”.
“La horda invasora pasó sobre los cadáveres de sus propios hermanos, para acercarse a nuestras trincheras y volvió a pasar sobre los héroes de la Sección de Hierro, para irrumpir nuestra línea”.
“¡Gloriosa epopeya, en que treinta y tres hombres rubricaron, con máximo heroísmo, una página más de nuestra historia patria!”.
“Un eslabón más fuerte aún, que se forja para seguir la cadena de innumerables victorias en la defensa de Villa Montes. Sesenta y cuatro enemigos han caído delante de nuestra línea, antes de romperla…”.
Las tropas nacionales, una de ellas a cargo de Barrenechea, lograron después mantener la línea de contención de Villa Montes y consolidar la línea que había defendido el Regimiento Campos.
Un mes después…
Unas cuatro semanas después, a Barrenechea le ordenaron levantar los datos del campo de batalla. Se topó con 27 soldados muertos, que yacían en sus posiciones, y logró identificar al menos 23.
Al día siguiente, varios jefes y oficiales, en compañía del Cmdate. de Reg., afirmaron la exactitud del parte que diera Barrenechea y, repasando por delante de la línea, encontraron seis muertos más de la misma sección, entre los que se encontraba el glorioso centinela Emiliano Colque”.

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