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VILLAMONTES: LA TELARAÑA DE HIERRO (Guerra del Chaco)


Por: Jorge Abastoflor Frey / 16 de febrero de 2019. 

Es la madrugada del 16 de febrero de 1935 y la artillería y los morteros paraguayos rompen en estruendoso ataque que hace temblar la tierra. El Comandante en Jefe del Ejército paraguayo en campaña, Coronel Félix Estigarribia, quiere identificar cuál es el punto más débil de las defensas bolivianas, para desatar por allí la furia de sus tropas y tomar, de una vez por todas, la fortaleza de Villamontes.
Desde el 12 de febrero el Ejército paraguayo ha concentrado su esfuerzo principal sobre el flanco izquierdo del dispositivo de defensa boliviano. El 13 de febrero, el ataque presionó las posiciones defendidas por los Regimientos bolivianos Campos, Ayacucho y Cochabamba. Poco a poco, el área del esfuerzo principal de los atacantes se va concentrando. Estigarribia focaliza su atención en el punto que desea convertir en su corredor hacia la victoria. Y su planificación comienza a rendir sus frutos. (Díaz Arguedas)
El 14 de febrero, un fuerte contingente paraguayo, aprovechando una lluvia torrencial que caía sobre Villamontes, fue lanzado en un ataque por sorpresa en la zona de Higuiraru, sobre los puestos de centinela del Regimiento Abaroa, en la primera línea de defensa boliviana. La ofensiva consiguió arrollar los puestos de centinela y las tropas bolivianas emplazadas sobre la primera línea de defensa debieron retroceder. Pero los atacantes continuaron progresando los últimos dos días, hasta que hoy 16 de febrero fueron, a su vez... mortalmente sorprendidos.
Estigarribia, con satisfacción, iba recibiendo los continuos partes del avance de sus tropas y se entusiasma al saber la noticia de que la línea defensiva boliviana se habría roto. ¡Villamontes ya es nuestra! Piensa el Comandante paraguayo, mientras se imagina a si mismo inspeccionado las calles de la población boliviana. Estigarribia sigue todavía ensimismado, cuando llega un nuevo parte desde la zona de combate: La incursión se detuvo bruscamente debido a otra línea de resistencia. Estigarribia, entonces, cae en cuenta de que no hay una sola línea de defensa. ¡Son varias líneas! Medita el Comandante paraguayo, obligado a volver a una realidad que no pudo anticipar.
El Regimiento Abaroa, superada la sorpresa inicial, se había replegado ordenadamente hacia la línea principal de defensa, donde se reunió con las tropas del Regimiento Campos. Pero no terminaban de ordenarse en sus nuevas posiciones, tanto los del Abaroa como los Campos, cuando llegaron más refuerzos. El Regimiento de Infantería N° 33 “Chorolque” hizo su fulminante aparición garantizando la firmeza de la línea de defensa. El comandante boliviano, Coronel Bernardino Bilbao Rioja, había reaccionado con celeridad.
Fueron 50 minutos de intenso y encarnizado combate, en el que la enérgica ofensiva paraguaya fue dominada y detenida con graves pérdidas para los atacantes.
En realidad, la línea boliviana nunca se rompió, sino que se curvó formando un “bulto” en el lugar de la embestida paraguaya, conteniéndola cual telaraña: que se aglomera en el punto central del impacto, mientras que se hace más flexible en el área periférica del mismo. Este “efecto telaraña” contuvo a las tropas paraguayas encerrándolas por todos sus flancos, excepto por la abertura en su retaguardia.
Había nacido una táctica nunca antes vista en los campos de batalla modernos.
Bilbao Rioja fue informado de que las tropas paraguayas se han detenido y que la línea se estabiliza. Ante la nueva situación, Bilbao Rioja ordena que las baterías del grupo de artillería N°8 comiencen a reglar sus tiros para atacar el “bulto” en el que están atrapadas las tropas paraguayas. La disposición se cumple de inmediato. Los proyectiles comienzan a caer sobre los paraguayos con matemática precisión a 25 metros delante de las posiciones bolivianas, creando una mortífera cortina de fuego y acero. (Querejazu)
Contenida la situación, Bilbao Rioja llama a su Estado Mayor, para recibir información y decidir los siguientes pasos. ¿Cuál es el daño? Pregunta sin preámbulos el Comandante boliviano. El Mayor Moscoso responde inmediatamente: La zona afectada es Higuiraru mi Coronel, la primera línea ha sido doblada formando un “bulto” de 3 kilómetros de ancho y una profundidad que varía de 500 metros a 4 kilómetros; nuestra segunda línea de defensa, la principal, está siendo amagada, pero se mantiene firme con el refuerzo del Chorolque y el apoyo de las baterías del grupo N° 8 de nuestra artillería.
¿Cómo pudieron llegar tan profundamente? Pregunta Bilbao Rioja. Moscoso se limita a señalar el nombre de la zona y para Bilbao Rioja todo queda claro: Higuiraru significa “Laguna Blanca”. El tanteo de los ataques de Estigarribia había sido metódico desde el 09 de febrero y logró encontrar una vulnerabilidad: la existencia de una masa de agua de difícil protección para los bolivianos.
El Coronel Bilbao Rioja, entonces, dio su apreciación: El enemigo ya encontró un punto débil y ahora intentará explotarlo hasta romper nuestro dispositivo de defensa. Al mandar al Chorolque para apoyar en la contención de la embestida ya hemos llevado buena parte de nuestras reservas al ¿Cómo le llamaste? ¿El bulto?. ¡Aunque a mí me parece más un “bolsón” señores! Argumenta Bilbao Rioja. Mañana seguramente Estigarribia comenzará un ataque con todas sus fuerzas disponibles sobre ese sector y yo les pregunto caballeros: ¿A quién mandamos para ganar tiempo y reorganizarnos?
Casi al unísono se escuchan murmullos, que cada vez se van haciendo más claros: La Sección de Hierro, debemos mandar a la Sección de Hierro.
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No mucho tiempo en el futuro, sólo diez años más tarde, en un helado bosque de Bélgica, un fatigado ayudante busca la atención de su Comandante, que está ocupado consultando un inmenso mapa del norte de Europa. Hasta que, finalmente y de mala gana, el Jefe le dirige la palabra.
¿What do you want son? (¿Qué quieres hijo?) I don´t have time for nonsense (no tengo tiempo para tonterías). Y el ayudante le pregunta: ¿How do we call it? (¿Cómo la llamamos?). I don´t know (no lo sé) le contesta el Jefe entre sorprendido e indeciso, mientras escudriña recónditos lugares de su memoria. Pero finalmente sonríe. Ya tiene la respuesta: Let´s call it, Battle of the Bulge (Llamémosla, Batalla del Bulto)
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(Fotografías al pie: Museo de la Guerra del Chaco, Academia Boliviana de Historia Militar, La Paz - Bolivia)

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