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UN DÍA COMO HOY; 5 DE MAYO DE 1926, NACÍA EL MAYOR EMBLEMA DEL FÚTBOL BOLIVIANO: VÍCTOR AGUSTÍN UGARTE, “EL MAESTRO”

 



El talento desbordante del mayor emblema del fútbol boliviano lo llevó a vivir episodios épicos, sobrecogidos de una idolatría colectiva pocas veces vista en toda la historia de Bolivia. Paradójicamente, así como pudo alcanzar la gloria, le tocó probar el sabor amargo del olvido. Hoy el recuerdo del héroe deportivo, se transforma en una leyenda urbana digna de ser conocida y repasada, hasta tatuarse en la memoria de todos los bolivianos.

 El texto que se presenta a continuación está basado en entrevistas y testimonios de informantes clave, y es resultado de un trabajo de revisión y búsqueda de material bibliográfico, hemerográfico y documental que en gran medida fue proporcionado por la familia de Víctor Agustín Ugarte y por el coleccionista Julio Mamani Ticona.

El presente compilado fue cotejado por Juan José Ugarte (hijo), Erika Ugarte (hija), Edwin Navarro (yerno), Ramiro Blacut (amigo) y Mario “Cucho” Vargas (periodista), y si bien proviene de hechos y experiencias reales, también navega por una dimensión intangible, propia de las leyendas y los mitos.

LA CUNA DE “AGUTI”

El 5 de mayo de 1926, un escenario modesto y humilde de Tupiza –pueblo de grandes acantilados y cañones colorados–, vio nacer y crecer al “Maestro” del fútbol boliviano.

Juan José Ugarte Llosa, –quien anuncia la presentación de un libro de su autoría sobre su padre Víctor Agustín Ugarte para la primera semana de julio del presente año– cuenta que la madre biológica del futbolista emigró a Argentina junto a sus otros hijos, dejando al pequeño Agustín a cargo de su padre. Éste, a su vez, también dejó Tupiza, encargando al niño a su abuela materna.

Las diferentes reseñas biográficas dedicadas al “Maestro” y publicadas en libros, artículos de prensa y documentales audiovisuales que se difundieron durante y después de su vida, se acercan a esta versión con pequeñas discrepancias entre sí, pues se sabe que el ídolo deportivo se caracterizó por ser una persona reservada en cuanto a su vida personal.  

Erika Ugarte –hija del Maestro– manifiesta haber escuchado la historia de la infancia del deportista de boca del protagonista, así como en su oportunidad lo hicieron su esposo Edwin Navarro, su hermana Kattia y Roberto Ugarte (Q.E.P.D.), hijo mayor de la estrella de fútbol:    

“Aguti” (de Agustín) era llamado así por familiares y amigos. Fue hijo único de los señores Roberto Oviedo (cordobés dedicado a la actividad del transporte y propietario de buses que viajaban de Argentina a Bolivia) y Juana Aramburo Ugarte, de descendencia paraguaya.

Debido a los viajes y ausencias prolongadas de Roberto, Juana rehízo su vida con una nueva pareja, dejando al hijo en custodia de su madre, Leandra Ugarte. Como resultado de la nueva relación de Juana Aramburo con Andrés Pérez, “Aguti” tuvo seis medios hermanos de nombres Bernardo, Carlos, Corina, Nely, Marina y Bety.

Al estallar la Guerra del Chaco, Roberto Oviedo decidió dejar Tupiza e intentó llevarse a su hijo a su país. Sin embargo, Leandra se rehusó a entregar al niño, a la vez que Agustín no quiso alejarse de su abuela, a quien consideraba su madre. El padre regresó a su tierra y Leandra y Agustín siguieron viviendo juntos en compañía de los hermanos de Juana: una tía enferma de nombre Elena y el tío Fermín, a quien Víctor Agustín consideraba su hermano mayor y con quien trabajaba en el negocio de sustento familiar, una herrería.

Más tarde, como resultado de la difícil situación económica que generó el periodo post guerra (Guerra del Chaco), la madre biológica de “Aguti” se marchó a la Argentina junto a sus hijas, dejando a los varones Bernardo y Carlos a cargo de su padre. Pasado un tiempo, éste emigraría a la ciudad de La Paz en compañía de ambos.

De esa manera, Leandra Ugarte registró a Víctor Agustín Oviedo Aramburo como Víctor Agustín Ugarte Oviedo, siendo este último el nombre que acompañaría a la futura estrella deportiva a lo largo de su vida.

EL NIÑO FUERTE DE TUPIZA

Según los relatos que el propio Ugarte compartió con sus hijos, éste tuvo una infancia de mucha escasez; por días no tenía qué comer, ya que a menudo su familia no percibía los ingresos necesarios. Se trepaba a los árboles, donde aprovechaba de alimentarse de la llamada “lechuana” (colmena de abejas) y a menudo acudía a la Iglesia del pueblo, donde el párroco alemán que llegó a ser el primer Cardenal de Bolivia, José Clemente Maurer, lo proveía de maíz.

Despertaba a las cuatro de la mañana para colaborar a su tío Fermín en la herrería, levantando fierros y desarrollando así un peculiar vigor físico. También ayudaba a Leandra en su tarea de lavar ropa para otras personas. 

Estudiaba en la escuela fiscal “Suipacha” y, a pesar de la adversidad, Agustín era un niño fuerte, sano y recio que tenía como fiel compañero a su perrito “Reks” y que no escondía sus condiciones innatas para la práctica deportiva.

Gustaba de jugar al fútbol hasta altas horas de la noche, sea con una pelota de trapo o con naranjas, y era el defensor consagrado de sus amigos, pues siempre salía airoso de los enfrentamientos contra los mayores abusadores.

Según el texto de “Juan Ángel Gese”, Ugarte: El camino de los sueños (1961), por años las calles del barrio norte de Tupiza fueron testigos de infatigables carreras de pequeños pies y alpargatas tras la bola, y de culto a los ídolos de revista del fútbol bonaerense. “Pasala Minella, cortala Labruna, ¡viva el gaucho de Boedo!”, eran los gritos de guerra de “Aguti” y sus compinches, y a seguir jugando en la calle o en su casa, donde el niño no cesaba en la tarea de hacer tecniquitas con algún objeto que amarraba a su pie para dominarlo una y otra vez…

JOVEN TEJEDOR DE SUEÑOS

Cuando los clubes deportivos de Tupiza como The Strongest, Huracán, Ferroviario y Red Star decidieron crear equipos infantiles, la vida de los mozuelos del lugar cambió. De las calles pasaron a una cancha oficial y la pelota de trapo fue reemplazada por una reglamentaria. Las ropas sucias y desaliñadas fueron sustituidas por impecables uniformes y los gritos de guerra se vieron acallados por los de la tribuna que se daba cita en el campo deportivo para disfrutar de las delicias de los jóvenes deportistas.

Víctor Agustín formaba parte del Club deportivo “Huracán”, pero su energía y vitalidad le alcanzaron para incursionar como velocista de cien metros planos y salto con garrocha en la Escuela Municipal, donde llamaba la atención de los lugareños que apostaban que en el deporte reposaba la vocación y el futuro del muchacho. Mientras tanto, él se preguntaba a sí mismo y cuestionaba a Fermín: “¿Si llego a ser buen deportista, podré conseguir dinero?”, a lo que el herrero contestaba: “No conozco a nadie que viva del deporte…”. Agustín se quedaba triste y en silencio porque conservaba la ilusión de que su madre bilógica pudiera regresar a Tupiza algún día y de que su abuela Leandra pudiera gozar de mejores días.

A los diez y ocho años, el joven prestó Servicio Militar en la ciudad de Tarija y, regresando a Tupiza, su destacado despliegue en el balompié le permitió conseguir un trabajo en la empresa ferroviaria del lugar y formar parte del equipo del Club Ferroviario.

Vislumbraba la posibilidad de estudiar una carrera profesional como lo planeaban sus amigos y, al mismo tiempo, su buen rendimiento deportivo lo llevaba a presentir que en su porvenir había algo grande, difuso, que lo inspiraba y animaba a levantarse cada mañana con un brillo de ilusión en la mirada.

A lo largo de una adolescencia llena de dudas, dos hitos hicieron posible que la mente del joven se vaya aclarando: Un día escuchó la frase “el fútbol es una profesión como cualquier otra”. Y al poco tiempo Tupiza, destacando a nivel nacional por la calidad de sus equipos, recibió la visita del Club Bolívar para jugar un amistoso con el cuadro local. La consigna de los lugareños era no permitir la goleada, sin imaginar que, a escasos minutos del final del partido, un gol contundente sellaría la derrota del temido Club Bolívar y la victoria inesperada del equipo anfitrión.

Víctor Agustín, no sólo en calidad de jugador sino también como testigo de la proeza, retuvo en su retina la imagen del creador del gol y crack local, Víctor Navarro, abandonando el campo cargado en hombros y adulado por la hinchada en pleno.

De pronto, todo estaba claro para él: Se haría futbolista, ¡el más grande de Bolivia!

EL SALTO A LA FAMA

Existen varias versiones sobre la llegada del joven Ugarte a la ciudad de La Paz. Cuenta Edwin Navarro (yerno) que dejó Tupiza con la finalidad de estudiar una carrera relacionada a la educación física aunque, en su lista de intereses, las letras también ocupaban un lugar importante. En esa etapa de asentamiento en la gran ciudad y de toma de decisiones, fue su medio hermano Bernardo quien lo animó a probarse para jugar al fútbol en algún club y, después de un par de intentos fallidos, Ugarte llegó al Club Bolívar en el momento oportuno.

Resulta que el técnico del equipo estaba en busca de un elemento cuando se encontró con el delgado joven tupiceño, cuyo aspecto físico distaba bastante de la imagen de jugador imponente, musculoso o robusto. No obstante, el entrenador probó al muchacho llevándose una grata sorpresa. Concluida la sesión, Víctor Agustín Ugarte firmó la tarjeta de habilitación (pase) que lo haría propiedad del Club albiceleste. Ugarte asumió el reto de responder a las expectativas de los exigentes dirigentes paceños, sin sospechar que su sueño se encontraba a la vuelta de la esquina.

Su debut en el Club Bolívar –donde reemplazó al jugador y ex DT de básquet, Roberto “El Negro” Ayllón–, llegó acompañado de una serie de contiendas en las que sus exquisitas gambetas, mágicas jugadas y sorprendentes goles no tardaron en ubicarlo en un lugar de privilegio dentro del imaginario colectivo de bolivaristas, strongistas, orientales, chaqueños, orureños y potosinos…

LO QUE NO SE PUEDE VER…

Hoy lamentamos no contar con imágenes en movimiento que reflejen con claridad el nivel de talento y calidad que poseía el Maestro Ugarte, tanto dentro como fuera del campo de juego, pues no se debe olvidar que se destacó como un diestro malabarista del balón que no sólo podía dominar por horas la pelota reglamentaria, de trapo o de goma, sino también tapitas de cerveza o de refresco, frutas y otros objetos que, según cuentan quienes lo vieron en acción, parecían estar colados a su empeine.

A partir del siguiente resumen de testimonios, esperamos poder llenar la retina de nuestros ávidos lectores y dibujar lo que este jugador hacía en la cancha:

Era habilidoso, muy rápido y dominaba ambas piernas (rodilla y taco), el dribling y la gambeta. Sabía posicionarse en la cancha; remataba de volea, tanto con la derecha como con la zurda; cabeceaba con perfección y estilo; bajaba el balón con pecho, parándolo con vehemencia; hacía jugadas de hombro, espalda y chilenita; hacía pases milimétricos e inteligentes; era recio al jugar y difícilmente su rival lo hacía caer; era un jugador de altísimo rendimiento (jugaba 180 minutos en un partido de 90) y no presentaba altibajos; era un especialista en toques, quiebres, sombreritos y colgadas leves; solía meter penales de espalda y rematar de taco, o bien, se daba la vuelta y metía un puntazo; hacía goles magistrales. Jugaba de área a área, consiguiendo buenos resultados en la marca, en la creación de las jugadas y en la definición de las mismas.

En resumen, Víctor Agustín Ugarte fue el jugador más sorprendente, completo y poli-funcional que tuvo Bolivia.

PROFESIONALISMO Y PREPARACIÓN

El Maestro Ugarte fue el primer jugador profesional de fútbol de Bolivia, cuya única actividad era la de ser futbolista. Esto significaba que mientras el resto de los jugadores dividían su tiempo entre el fútbol y otras actividades que les brindaban ingresos económicos, Ugarte entrenaba todos los días (de lunes a lunes) y sólo vivía del fútbol.

El Maestro motivó a muchos jóvenes a querer ser como él y a aprender de él; querían saber cómo entrenaba, qué ejercicios hacía para tener ese talento, cuál era su rutina, cómo se alimentaba, cuánto descansaba, etc.

Resulta que se despertaba todos los días a las cuatro de la mañana y se dormía a las ocho de la noche. Desde que llegó al Club Bolívar y fue ubicado en la Residencia Ballivián del centro paceño, el tiempo que no estaba entrenando formalmente, lo aprovechaba practicando en su cuarto con pelotas de tenis o con pelotitas de ping pong.

Más tarde, cuando vivía en la calle Colón, salía de su casa en la madrugada con su hijo Roberto en hombros, y jóvenes deportistas que lo admiraban –como Ramiro Blacut, René «Fiero» Rada y otros–, lo esperaban para seguirlo mientras él trotaba rumbo a la zona Las Delicias donde realizaba su rutina de preparación, previa al entrenamiento en su Club. A veces también se sumaban a esta actividad de “persecución del ídolo” los periodistas deportivos Tito De La Viña y Cucho Vargas.

RECORDS

A continuación, resumimos los principales records alcanzados por Víctor Agustín Ugarte, quien debutó con la camiseta celeste el 29 de junio de 1947 y con la Selección nacional el 30 de noviembre del mismo año:

En 1950, de la mano del Maestro, Bolívar se coronó como el primer Campeón Nacional de la era profesional y en 1953 el Club logró ser Campeón Nacional invicto, también a la cabeza de su líder histórico.

Máximo goleador de los clásicos paceños desde 1947 al presente con aproximadamente 35 goles anotados.

“Mejor Atleta del Siglo XX” por el Comité Olímpico Boliviano (homenaje póstumo, 2000).

Goleador histórico de la Selección boliviana con 17 tantos, mismos que fueron registrados en partidos oficiales, no amistosos.

Hasta los años 90 fue el jugador record en participaciones con el seleccionado.

Máximo goleador de la Copa Paz del Chaco que se jugaba con Paraguay, registrando la ejecución de 6 tantos. Las únicas victorias alcanzadas por el Seleccionado boliviano en este torneo se dieron en la etapa en la que Víctor Agustín Ugarte jugó.

Máximo goleador boliviano del Campeonato Sudamericano (actualmente llamado “Copa América”), con 11 goles anotados en los torneos de 1947, 1949, 1953, 1959 y 1963 (Conmebol).

EL ÍDOLO DEL BOLÍVAR

Las clases magistrales del Maestro –el Nº 8 del equipo– se impartían cada domingo por la tarde y consistían en demostraciones en vivo y en directo de su innata capacidad para hacer magia con el balón.

La hinchada esperaba los intermedios o finalización de los encuentros para plantar su atención en el centro de la cancha donde el Maestro realizaba piruetas, filigranas, malabares y técnicas fuera de serie, exhibiendo con orgullo su absoluto dominio sobre la pelota.

No por nada cada semana, terminada la contienda, la hinchada lo trasladaba del Estadio miraflorino a la Plaza Murillo donde el Bolívar tenía su sede, cargado en hombros por centenares de personas. Luego de dos vueltas a la Plaza, los aficionados lo dejaban en su domicilio ubicado en la calle Colón, esquina Comercio, punto donde el ídolo saltaba a la patilla de la Iglesia y agradecía humildemente a sus fieles seguidores.

La idolatría de la hinchada albiceleste por el crack tupiceño, se fue consolidando conforme se registraban episodios como los siguientes:

En un partido de Bolívar frente a Aurora, el Maestro se hizo cargo del arco y se dio el lujo de rechazar con la cabeza y el taco, luciéndose con la usanza propia de los zagueros.

En un encuentro de Bolívar y Millonarios de Colombia, durante el intermedio, Ugarte comenzó a dominar la pelota y brindó a la tribuna un espectáculo con el que se ganó a propios y extraños, pues era capaz de hacer más de 400 técnicas seguidas.

Un día antes de un clásico paceño, Ugarte se anotició de que el ser que lo había criado (su abuela materna a quien consideraba su madre), había fallecido. La dirigencia de su Club no le permitió ir al velorio porque quería que juegue el clásico. Ugarte, sintiéndose impotente y frustrado, decidió que no se presentaría en el Estadio y se encerró en su residencia de la calle Colón. Por radio se anotició de que su equipo iba perdiendo por 2 goles a 0 y, faltando media hora para que termine la contienda, uno de los directivos se presentó en su domicilio y le pidió que aceptara jugar el clásico, comprometiéndose a llevarlo hasta Tupiza una vez concluido el partido. Ugarte llegó al campo deportivo faltando 15 minutos para que el juego terminara y, sin calentar, entró a la cancha de emergencia. En 10 minutos marcó dos goles y dio el pase para el tercer gol, hecho que hizo posible la victoria del Bolívar sobre su rival.

ALGUNAS CONQUISTAS Y HAZAÑAS DEL MAESTRO

Ugarte fue autor de muchas conquistas y hazañas en el campo de juego, a nivel departamental (como jugador de la Selección de La Paz, consiguiendo varios campeonatos para el departamento), nacional e internacional. A continuación, repasamos las más importantes:

Campeonato Sudamericano de 1949

Por ejemplo, marcó el primer gol de la Selección Boliviana a Brasil, hecho histórico que se registró en el marco del Campeonato Sudamericano de 1949, realizado precisamente en ese país.

En el mismo escenario y año, el Maestro marcó el primer gol de triunfo de Bolivia sobre el cuadro uruguayo, coadyuvó a la primera victoria de Bolivia sobre Chile (3 a 1) y a triunfos frente a Ecuador y Colombia. Así hizo posible que Bolivia saliera cuarto en el Campeonato Sudamericano del 49, convirtiéndose en el máximo goleador del torneo con cinco goles.

El apodo de “Maestro” se lo ganó en el citado evento, donde pateó un penal de espaldas al arco, derribando al famoso arquero hasta ese entonces invicto, Moacir Barbosa. La prensa del país de la batucada se refirió a Ugarte como “El Maestro del Penal” y fue destacado como el mejor jugador del torneo.

Club Bolívar (Bolivia) vs. Club Millonarios (Colombia), 1953

En febrero de 1953 el Club Bolívar enfrentó al Club Millonarios de Colombia, equipo que había hecho una gira por todo el mundo y se mantenía invicto con poco más de 30 partidos; en esa ocasión el Maestro Ugarte anotó dos goles, consiguiendo un resultado a favor de 2 a 1 y quitándole el invicto al cuadro colombiano.

Campeonato Sudamericano de 1953

En 1953 la Selección nacional dio el inolvidable “Campanazo” frente a la Selección peruana, cuando Ugarte metió un gol de fantasía en la inauguración no sólo del torneo sudamericano, sino del flamante Estadio Nacional de Lima. De esa manera truncó la aspiración de los anfitriones de “lucirse goleando al más débil” frente a 50.000 espectadores. La hazaña transmitida por el periodista Cucho Vargas, arrancó el júbilo popular y orgullo nacional de los cientos de bolivianos que seguían el “match” desde sus hogares.

Amistoso Bolívar vs. Rot-Weiss (Alemania), 1954

En 1954, en un amistoso de Bolívar frente a Rot-Weiss (Subcampeón de Alemania), Ugarte arrancó de la mitad de la cancha y superó a tres defensores germanos a fuerza de gambetas y cuando tuvo que enfrentar al arquero, marcó de emboquillada con un golpe de taco, consiguiendo el gol para el cuadro boliviano, con un resultado final de 2 a 2. En la oportunidad, el famoso jugador alemán Helmut Rahnn corrió y abrazó al Maestro en medio de la algarabía popular, expresándole su admiración.

Club Bolivar vs. Club River Plate (Argentina), 1956

El 14 de enero de 1956 Bolívar derrotó al entonces Campeón argentino, Club River Plate con un contundente resultado de 7 a 2. Tres goles fueron anotados por el Maestro Ugarte.

Eliminatorias Copa del Mundo 1957

El Maestro contribuyó a la hazaña de que Bolivia le gane a Argentina por primera vez en el marco de las Eliminatorias a la Copa del Mundo de 1957 (Bolivia 2 – Argentina 0).

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES

“El Fierrito” Ugarte

Pocos saben que durante años, el Maestro del fútbol boliviano jugó magistralmente con un fierro incrustado en el pie derecho. Cuando niño y en su natal Tupiza, se clavó el objeto al llevar adelante las tareas propias de la herrería. Por falta de recursos económicos no acudió al médico oportunamente y, este hecho hizo que –sin quererlo y por necesidad– el niño deportista desarrollara gran habilidad en la pierna izquierda. Fue consolidando así el hábito de jugar con la zurda mientras conservaba su habilidad natural de jugar con la derecha. Cuando su carrera estuvo consolidada, tuvo la oportunidad de que, mediante una intervención quirúrgica, el cuerpo extraño fuera extraído de su organismo. A raíz de esta anécdota, el periodista Cucho Vargas lo llamaba “El Fierrito” Ugarte.

¿Colgar los cachos yo?

A su llegada a Bolívar, un médico le recomendó dejar el fútbol, arguyendo que tenía el corazón más grande de lo normal, lo cual probablemente le traería dificultades en su carrera e inclusive podría poner en peligro su vida. Sin embargo, el ícono deportivo nunca consideró la posibilidad de colgar los cachos por este diagnóstico de alarma.

Peculiaridades del Maestro

Ugarte era considerado un personaje “fuera de serie” y, como tal, tenía ciertas peculiaridades. Una de ellas –cuentan ex futbolistas de la Selección Boliviana como Wilfredo Camacho–, era que mientras sus compañeros de equipo vestían buzos de entrenamiento color verde, él lucía buzo blanco. Asimismo, muchos aseguran que fue El Maestro quien propuso que la Selección Boliviana cambiara el color blanco de la casaca nacional al verde, ya que el primero era considerado “de mala suerte”.

También se dice que el ídolo usaba cachos confeccionados a su medida, gusto y necesidad, hábito que poco a poco fue copiado por sus compañeros del Club Bolívar, mientras la tienda proveedora de calzados “Crack”, incrementaba su popularidad en el medio futbolístico.

Replay de Enfoques (Cucho Vargas)

En una simpática ilustración del “Replay de Enfoques” (con dibujos de Wilson Castillo), se relataba que en una ocasión en la que el árbitro del cotejo expulsó a Ugarte, los policías entraron al campo de juego exigiendo que el juez permita jugar al Maestro. En otra ocasión, el zaguero argentino de Always Ready le rompió el tabique de una chilena al despejar el balón. Cuando el Maestro cayó inconsciente, la hinchada en pleno tomó el campo de juego a punta de “cinturonazos” con la intención de “aniquilarlo como al ex Presidente Villarroel”. En esta ocasión la fuerza policial salvó al zaguero.

Rey Pelé: “Tú eres mejor que yo”

El Maestro protagonizó episodios anecdóticos a nivel internacional: En 1958 el Club San Lorenzo probó a Ugarte en un partido de un campeonato relámpago amistoso que se realizaba en Lima, Perú. En el partido frente al Santos, el Maestro conoció al Rey (Pelé), quien le hizo pasar el balón de sombrerito. Ugarte, no satisfecho con ello, le devolvió la jugada con otro sombrerito, al cual agregó un caño o “rosquita”. “Tú eres mejor que yo”, le insistía Pelé a partir del episodio. Ugarte siempre se sintió orgulloso de su amistad con los jugadores brasileños Pelé y Didí.

Alfredo Di Stéfano, admirador y amigo

El famoso jugador argentino nacionalizado español y máximo goleador histórico del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano, tuvo amistad con el ícono boliviano, a quien admiraba profundamente y le decía “grande Maestro”. Cuando Los Merengues tenían la pretensión de incluir al boliviano en sus filas, el propio Di Stefano llamó a su amigo (por intermedio del dueño de una librería que importaba la revista “Selecciones”) y le dijo: “Ugarte, tienes que venir a Madrid, ya les conté de tu calidad”.

Tecniquitas con Diego

En 1979 –cuando el Maestro tenía más de 50 años– Diego Maradona llegó a La Paz con su equipo Argentinos Juniors para jugar frente a The Strongest. Anoticiado de la visita del jugador que ya empezaba a tener fama, Ugarte pidió a su hijo Roberto que lo lleve al Estadio miraflorino para conocerlo. Una vez allí, acudió a su encuentro cuando el ágil jugador calentaba en el frontón, practicando técnicas con la pelota. Ugarte, por minutos, se quedó en silencio, observando al astro argentino, hasta que la pelota cayó y rodó hasta sus pies. El ex jugador elevó el balón y empezó a hacer toques de cabeza, hombros, pecho y pies. De cabecita, se la pasó a la estrella mundial, misma que respondió armónicamente a la jugada. Ambos mantuvieron un intercambio de dominio por aproximadamente media hora. Terminada la sesión, Maradona no dejaba de preguntarse y preguntar quién era el capo, de dónde había salido y si todos los bolivianos podían dominar el balón como él…

El malabarista consagrado

Cuando Ugarte era adulto mayor, llegó a Bolivia un grupo de malabaristas del balón de Colombia a presentarse en la cancha del Estadio municipal “Luis Lastra”. En el entretiempo del partido, Ugarte pidió una pelota e hizo una demostración sin precedentes. A continuación entró en competencia con los artistas extranjeros y su indiscutible dominio de balón lo reafirmó como el mejor en las artes de los malabares.

Cachos para el Maestro

En 1993, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), a la cabeza de Guido Loayza, hizo las gestiones necesarias para llevar al Maestro Ugarte al Mundial de Estados Unidos 1994 como “Capitán de Honor”, hecho que le causó una alegría enorme al ex jugador. En la oportunidad pudo compartir con los jóvenes deportistas que lo trataban con respeto y admiración. El jugador Ramiro “Chocolatín” Castillo le obsequió sus cachos como una sincera muestra de afecto, detalle que conmovió al Maestro.

Hasta en sueños

El Maestro Ugarte –desde joven hasta anciano– jugaba fútbol hasta en sus sueños, aseguran sus hijas. “De dormido deliraba con sus goles, con sus jugadas y repetía palabras como ‘pasámela’, ‘dame el balón’ y ‘goooool’”.

LOS VALORES HUMANOS DEL CRACK

No está demás repetir que Víctor Agustín Ugarte era un atleta altamente disciplinado en su preparación física. Como jugador, era un deportista muy seguro de sus condiciones, que nunca dejó de preparase para ser el mejor y que jamás se sintió menos que ningún jugador extranjero.

La actitud que le ponía a los partidos y su carisma natural fueron los condimentos que le dieron el toque de sabor a su gran talento y capacidad.

De acuerdo a todos los testimonios y publicaciones que pudimos revisar, Víctor Agustín Ugarte fue dueño de una serie de cualidades humanas dignas de resaltar, como el desprendimiento, la sensibilidad, la humildad, la alegría y la educación.

 “Lo único que quería era el reconocimiento y el cariño de la gente”, coinciden sus familiares y amigos. Es por eso que en la lista de prioridades del crack, lo material nunca ocupó un lugar importante.

Pruebas de ello hay muchas: El dinero que pudo llegar a tener, lo invirtió en la implementación de escuelas de fútbol en la mayoría de los departamentos del país que, tarde o temprano, terminaron fracasando porque no percibían los ingresos necesarios (él no cobraba) y porque no contaban con el apoyo institucional o gubernamental necesario para prosperar.

A continuación, compartimos un listado de donaciones que el Maestro realizó desprendidamente:

Motocicleta que recibió de premio por su brillante participación en el Campeonato Sudamericano de 1963 y en mérito a su trayectoria deportiva, destinada a un sorteo entre la gente pobre de Tupiza.

Vehículo que adquirió de una liberación para autos de orden público para usarlo como taxi, destinado a un sorteo entre los damnificados de Viacha.

Terrenos que tenía en la población de Viacha para la Alcaldía de ese lugar.

Cóndor de Los Andes que recibió por su destacada participación en el Campeonato Sudamericano de 1963, destinado a las víctimas del deslizamiento de Cotahuma (entrega registrada en programa de televisión de Lalo Lafaye).

Medallas y trofeos para subastas y sorteos (entregas registradas en programa de televisión de Compadre Carlos Palenque).

Medallas y trofeos para el Club Bolívar.

Su prestancia a ayudar a los demás siempre estuvo acompañada de una actitud humilde y sencilla, pues sus amigos y compañeros de juego testifican que nunca fue engreído o extravagante.

Por su parte, sus hijos lo recuerdan como una persona alegre que gustaba de bailar y escuchar música, y amigos como Ramiro Blacut (ex jugador) exponen lo siguiente: “Yo aprendí mucho de Ugarte. Él fue el ‘Maestro del fútbol boliviano’, pero también fue ‘mi’ propio maestro. En el aspecto personal, mi compadre Víctor Agustín era una gran persona, un ser agradable, disciplinado y profesional. Era una persona muy querendona de sus amigos, de su Club, de su Selección; tenía grandes valores. No tomaba nada, de él he aprendido yo a no tomar”, asegura. Esta última apreciación es reforzada en el libro del periodista Cucho Vargas Bolivia. 50 años de la Epopeya (2013): “No fumaba ni bebía y gambeteaba todo lo enmarcado en el festejo”.

Asimismo, los testimonios coinciden en confirmar que, a pesar de que no terminó el colegio por las dificultades económicas a las que estuvo enfrentado de niño, siempre mantuvo vivo el hábito de leer, hecho que lo llevó a ser una persona instruida y educada.

BOCA, REAL MADRID, ROT-WEISS, ETC.: NO, NO Y NO…

El goleador, en distintas etapas de su exitosa carrera, rechazó tentadoras ofertas de clubes internacionales porque ingenuamente esperaba que las promesas de sus gobernantes se cumplieran y con humildad se resignaba a aplazar sus propias aspiraciones anteponiendo la premisa de los dirigentes de La Academia de mantenerlo como “su patrimonio”.

A lo anterior se sumó el hecho de que nunca pensó en sí mismo, como lo declaraba su esposa Graciela Llosa en una entrevista (1962).

Ugarte fue convocado para el Seleccionado de América (años 50) y conformó un listado de clubes internacionales que lo pretendieron, fracasando en el intento:

Sporting Cristal del Perú que por cuatro años consecutivos intentó lograr su pase, sin buenos resultados.

Millonarios de Colombia (1952) cuando era uno de los mejores equipos del mundo y contaba con los mejores jugadores de cada país sudamericano.

Boca Juniors de Argentina (1952).

Real Madrid de España (1953) cuando era el mejor equipo del mundo. El cuadro «merengue» le ofreció al boliviano un contrato millonario para la época y condiciones altamente ventajosas, pero en La Paz se tejieron hilos para neutralizar las pretensiones del equipo español, privando al crack de tomar una oportunidad única en su vida deportiva.

Rot – Weiss de Alemania (1954) cuando era Sub Campeón alemán. Ugarte no aceptó la oferta, aludiendo que tropezaría con el idioma.

Club Oro Negro de Guadalajara, México (1962).

EL MAESTRO EN EL MUNDO

San Lorenzo de Almagro, la “mansión de las estrellas”

En 1958 asumió el reto de salir del país, uniéndose al Club Atlético San Lorenzo de Almagro de Buenos Aires donde rápidamente fue identificado como el “Jugador de Oro”. Cuenta Ramiro Blacut que los jugadores del equipo argentino, a la cabeza del llamado “dios”, José “Nene” Sanfilippo, boicotearon la estancia del boliviano al percibir que éste les hacía sombra con sus goles de factura y de cabeza. La prensa argentina, por su parte, comparaba a Ugarte con el vasco Isidro Langara que sumaba a la comunidad de residentes de su país al grupo de simpatizantes e hinchas de San Lorenzo.

Sanfilippo, con actitud altanera, cuestionaba al boliviano: “¿Y vos qué te creés? ¿Malabarista?”, hasta que un día sumó a su pregunta una afirmación que movió todas las fibras defensivas de Ugarte. San Filippo le atribuyó un adjetivo calificativo propio de la jerga argentina, cuyo significado equivale a “capo” o “diestro”. El “morocho centro delantero”, en su inocencia y desconocimiento del significado real de la expresión “sos un hijo de p…”, empujó al dios gaucho exigiéndole que no se vuelva a meter con su sagrada madre. A continuación San Filippo respondió a la agresión provocando que el tupiceño sacara a relucir toda la fuerza adquirida en sus años de trabajo en la herrería de su pueblo y golpeara a la estrella argentina. A continuación reaccionaron otros dos jugadores gauchos, quienes también fueron golpeados por el Maestro. El episodio llegó a oídos del DT José Barreiro, quien tomó cartas en el asunto, planteándole al Nº 8 la posibilidad de que regrese a su país o que haga un traspaso a otro club. Ugarte, sin vacilar, decidió volver a su añorada tierra.

El futbolista extrañaba la Patria, el calor humano de su gente y los mimos de su hinchada. No le importaban los contratos o la remuneración; sólo le interesaba vivir el presente disfrutando del juego. Así, tras entender que el ingreso a la “mansión de las estrellas” tenía un costo elevado y resignado a los bajos salarios que le ofrecía el fútbol boliviano, regresó al país con una pequeña lesión y anoticiándose de que no había sido considerado para asumir los nuevos retos de la Selección.

Años más tarde, San Filippo y su equipo visitaron La Paz para jugar contra The Strongest y solicitaron la presencia de Ugarte en el Estadio. El ídolo boliviano acudió al encuentro y el “Nene”, a nombre del equipo que lo desairó en su país, le ofreció una disculpa.

Nuevos bríos en Once Caldas

En el aparente ocaso de su carrera, otra oportunidad de salir al extranjero llamó a su puerta, por lo que se trasladó, junto a su esposa e hijos, al vecino país de Colombia. Entre 1961 y 1962, el Maestro boliviano hizo jugadas magistrales en el Once Caldas de Colombia, armando una dupla invencible con Delio “Maravilla” Gamboa. La prensa colombiana aplaudía “los goles de antología” de Ugarte y publicaba titulares como: “Víctor Agustín Ugarte 2 – Medellín 0” o “Ugarte a la Selección”.

LA CONQUISTA DEL 63

Se cree que Ugarte no fue convocado a la Selección albiverde a su regreso de Buenos Aires, debido a que se rumoraba, sin fundamentos, que el tupiceño había asumido una nueva nacionalidad. Sin embargo, a miras del Campeonato Sudamericano del 63, el clamor popular se impuso y reivindicó a su ídolo de 37 años, ubicándolo de titular en la Selección del director técnico brasileño, Danilo Alvim.

El delantero Ramiro Blacut, 18 años menor que Víctor Agustín Ugarte, cuenta que el Maestro siempre había demostrado mayor interés por relacionarse con los más jóvenes –a quienes consideraba más sanos y con menos complicaciones–, por lo que la relación de afecto y mutuo entendimiento surgió naturalmente. “El Maestro siempre pedía compartir habitación con el jugador Blacut por la disciplina y seriedad con la que éste se manejaba”, relata Edwin Navarro.

Ugarte y Blacut se trataron por un tiempo en Bolívar y también en la Selección Nacional, donde compartieron la experiencia de haber sido internados en la misma clínica, en piezas aledeñas, a vísperas del Sudamericano de 1963; el primero por una apendicitis y el segundo por una complicación en el pie. Ambos salieron airosos del centro hospitalario y, días después, de la cancha de juego donde se consagró la histórica victoria del equipo boliviano.

Ugarte lideró la conquista junto a un equipo de virtuosos como Ausberto “El Oso” García, Wilfredo Camacho, Max Ramírez, Máximo Alcócer y Ramiro Blacut, entre otros que sudaron la camiseta boliviana con amor propio, fuerza interna y fervor patriótico. El Maestro reafirmó su popularidad y la idolatría de la hinchada, anotando dos tantos definitorios en la contienda final frente al gigante brasileño.

¿ARGENTINO?, ¿COLOMBIANO?

Las oportunidades de obtener otra nacionalidad, además de la boliviana, se le presentaron a Víctor Agustín Ugarte desde muy temprano.

La primera fue en una gira a Jujuy en la que el joven futbolista de aproximadamente 12 años participó de la mano del Club Huracán de Tupiza. Los directivos del Club Gimnasia y Esgrima vieron sus cualidades y le ofrecieron la posibilidad de llevarlo a Buenos Aires para prepararlo y gestionar su nacionalidad argentina. La invitación fue rechazada por Ugarte quien priorizó la importancia de permanecer al lado de su mamá Leandra.

En 1958 la Asociación de Fútbol Argentino pretendía la nacionalización del futbolista boliviano a fin de que éste integrara el equipo de ese país para el V Campeonato Mundial a realizarse en Suecia. En esta oportunidad el Club San Lorenzo le ofreció la posibilidad de realizar los trámites de nacionalización argentina, oferta que fue rechazada por el goleador.

En Colombia también le ofrecieron la nacionalización colombiana, además de 30.000 dólares americanos, una casa y un auto, con el fin de que se asiente en la capital y juegue en la Selección de ese país. Las autoridades bolivianas (ex Presidente Víctor Paz Estenssoro) pegaron el grito al cielo y solicitaron a Ugarte mantener su nacionalidad y representar a su Patria.

EN FAMILIA

Víctor Agustín Ugarte asentó su familia en La Paz, casándose con Graciela Llosa con quien tuvo tres hijos varones: Roberto Pablo (Q.E.P.D.), Víctor Pedro (Q.E.P.D.) y Juan José.

Graciela era una ama de casa dedicada a la crianza de sus hijos. En 1981, a sus 49 años, falleció a causa de una hipertensión arterial, hecho que desequilibró la estabilidad emocional del futbolista y de la familia en su conjunto.

En una entrevista de principios de los años 80, el Maestro manifestaba sus deseos de ir a Argentina a pasar un tiempo en compañía de sus hijos que habían acabado de perder a su madre.

Años más tarde, el Maestro tuvo dos hijas con Guadalupe Llosa (hermana de Graciela): Erika y Kattia y, de acuerdo a la versión de esta familia, tuvo también otro hijo de nombre Luis Ugarte Valdez.

A principios de los años 90, los dos hijos mayores del futbolista, siendo adultos, hicieron un mal negocio y fueron sujetos de un proceso penal en el que el Maestro figuraba como garante. En esa época todavía había sentencia de cárcel por deuda, de manera que el ex deportista se vio injustamente obligado a cumplir el castigo en la Cárcel de San Pedro de La Paz.

Sus hijas recuerdan que cuando a Bolivia le tocó jugar el último partido para la clasificación al Mundial de 1994, Ugarte consiguió una autorización especial para seguirlo desde su casa de Villa Copacabana. Al terminar el cotejo, la felicidad generalizada, se transformó en profunda tristeza para el ex ídolo y su familia, cuando, escoltado, tuvo que regresar a prisión.

A pesar de haber sido un deportista de primer nivel y altamente cotizado en el mundo, Víctor Agustín Ugarte no tuvo lujos durante su etapa activa. Al contrario, a menudo no le alcanzaba para hacer regalos a su familia cuando llegaban las fiestas de fin de año. Eso sí, el hecho de ser un personaje respetado, admirado y querido, hizo posible que en fechas especiales no faltara un platillo, ropa, equipos electrónicos y detalles para la familia.

RETIRO DEL FÚTBOL PROFESIONAL

En 1964, mientras jugaba sus últimos partidos en Bolívar, el Tribunal de Penas de la Asociación de Fútbol de La Paz, suspendió al Maestro por un año, debido a que la dirigencia de la Federación de Fútbol de Bolivia lo sancionó por haber ejercido como DT en la Mina Milluni. De acuerdo a sus familiares, este año fue el más triste de la vida profesional del ídolo, mientras su Club sufría un importante descenso.

Su retiro definitivo del fútbol profesional se dio en 1966, dejando al Club Mariscal de Santa Cruz de La Paz a sus 40 años. Aunque su actividad de sustento estaba al frente de un volante de taxi, seguía jugando en villas o en calles, pues nunca se sintió preparado para encarar una vida sin fútbol.

Cuando el implacable final del ciclo deportivo dejó de hacerle concesiones e irremediablemente llegó el momento del adiós, el equipo albiceleste de sus amores no le hizo despedida alguna. El Club The Strongest lo despidió adjudicándole la recaudación de un partido en su favor.

Si bien siempre sintió un profundo agradecimiento por el ex directivo del Club Bolívar, doctor Germán Jordán y valoró la permanente acción de reconocimiento hacia su persona de parte de don Mario Mercado, cerró el ciclo de gloria con una lista de promesas recibidas que nunca se cumplieron:

Promesas del ex Presidente Jaime Paz Zamora de cambiar el nombre de Estadio “Hernando Siles” a “Maestro Víctor Agustín Ugarte” y de levantar una escultura de la personalidad en la entrada. La Prefectura sacó los moldes del futbolista pero el proyecto nunca se concretó.

Promesa del ex Presidente Víctor Paz Estenssoro de dotar a la figura deportiva de un salario vitalicio, terrenos, casa y auto para que éste no se nacionalizara colombiano ni jugara para la Selección cafetera. Sin embargo, la casa de la familia Ugarte en Sopocachi fue adquirida gracias al esfuerzo de Graciela Llosa, a través de ingresos propios, de ingresos de su familia y sueldos de su esposo.

Promesa del ex Presidente Mamerto Urriolagoitia de dotarlo de bienes como un chalet en La Paz y otro en Tupiza cuando el ícono recibió una tentadora oferta de Boca Juniors.

La imagen de Ugarte fue explotada para fines políticos, como un “símbolo de la bolivianidad”, pues su ejemplo reflejaba el supuesto salto de la humildad a la pujanza del boliviano, hecho que se evidencia en piezas publicitarias, ensayos sociológicos de la época y cintas de película.

ENTRENADOR DE NUEVOS TALENTOS

Apuesta por las divisiones menores

El Maestro –convencido de que la transformación del fútbol boliviano se encontraba en las divisiones inferiores–, siempre manifestó su ilusión de formar deportivamente a niños y jóvenes bolivianos y empezó a hacerlo a principios de los 60, entrenando al Seleccionado de Milluni para el Torneo Nacional Minero.

A partir de lo anterior, aportó a la fundación de la Escuela Juvenil del Bolívar porque permanentemente llevaba a sus equipos a jugar a las minas por bolsas de víveres. Los viajes a las minas con las inferiores del Bolívar corrían a cuenta del Maestro Ugarte, hecho que –según su familia– nunca fue recompensado o reconocido por el Club.

Ya retirado, a inicios de los 70, invirtió lo poco que tenía en proyectos de formación en La Paz, Tupiza, Beni, Cochabamba, Tarija y Santa Cruz, donde prácticamente se enseñaba gratuitamente, por lo que las escuelas no prosperaron como se esperaba. También impartía clases a niños de bajos recursos de zonas como Villa Armonía, Villa San Antonio o Villa Copacabana. Lo hacía en plazas o en canchitas, durante las mañanas de los fines de semana.

En 1973 fue DT de Chaco Petrolero y en 1979 preparó al Club Petrolero de Cochabamba. Dirigió también a las selecciones de La Paz y de Tupiza y fue director técnico del Club Bolívar ante las acefalías de este cargo.

Entre los años 70 y 80, el Maestro Ugarte se desenvolvió como preparador físico del Colegio Militar, entrenando también a ex Presidentes como Jaime Paz Zamora.

Ugarte y La Tahuichi

A partir de que el Maestro había recibido la oferta de ir a jugar a Alemania de la mano del DT que lo vio jugar en el partido de Bolívar contra Rot – Weiss (1954), se ganó la admiración de la comunidad alemana residente de La Paz. Fue así que, a finales de los 70s, la Embajada de Alemania donó equipamiento de primer nivel (pelotas, redes, banderines, etc.) para contribuir a la creación de la Academia de Fútbol “Víctor Agustín Ugarte” a inaugurarse el 22 de octubre de 1977 en la Cancha Kennedy de la capital oriental.

Por un tiempo el Maestro entrenó a jóvenes promesas como Roly Paniagua y Henry “Avioncito” Vaca que llegaron a ser campeones en 1979. De allí que la Escuela Tahuichi Aguilera –a la cabeza del Ingeniero Roly Aguilera– se consolidó en base a la escuela de Víctor Agustín Ugarte, cuyos alumnos migraron a la primera junto al equipamiento donado por la diplomacia germana. Ugarte fue el primer DT de esta iniciativa deportiva que formó a grandes talentos bolivianos.

El año 80, la Tahuichi y sus jugadores viajaron a La Paz para recibir un galardón de la Alcaldía paceña y, en esa oportunidad, el equipo encontró al Maestro Ugarte en proximidades de la Alcaldía donde se llevaría la sesión. Los jóvenes deportistas lo cargaron en hombros como su hinchada lo hacía en el pasado.

Por documentación atesorada por su hijo Juan José, se sabe que en 1993, poco antes de que el Maestro falleciera, el Ingeniero Rolando Aguilera Pareja, en representación de la Secretaría General del Deporte de la Presidencia de la República, contrató los servicios de Ugarte como técnico de diferentes escuelas de fútbol infantil de Bolivia.

DECLIVE

Graciela Llosa falleció y un conjunto de problemas de índole familiar complicaron la situación económica y desarticularon la tranquilidad emocional del viudo.

Cuando se retiró del fútbol oficialmente, los presidentes, ministros de Estado, senadores, diputados, embajadores, militares, empresarios, dirigentes ejecutivos de instituciones que en el pasado le rendían homenajes, le organizaban agasajos y le daban regalos, lo habían abandonado. La gente ya no lo saludaba en las calles, ya nadie lo adulaba ni trataba como en su época gloriosa de futbolista.

Ni en el ocaso de su vida el Maestro Ugarte pudo acostumbrase al olvido de la fanaticada, mientras sus problemas económicos y familiares se iban haciendo cada vez más difíciles de sobrellevar. La decepción deportiva y familiar que experimentaba lo llevó a enfrentar un paulatino deterioro de su salud.

MUERTE

A pesar de que por un tiempo Ugarte vivió solo en un espacio del Edificio de la Mutual de Ex Jugadores, sus últimos días los pasó con sus hijas en su casa de Villa Copacabana y recibiendo también los cuidados de sus hijos varones.

Meses después del Mundial del 94, a partir de una complicación de la vesícula que después derivaría en un problema de páncreas, fue internado en el Hospital San Gabriel. Por falta de recursos, fue trasladado al Hospital Obrero, donde permaneció un par de semanas.

Dado de alta, salió muy contento del recinto hospitalario, pero esa misma tarde volvió a recaer y tuvo que regresar a la internación, donde permanecería unas cuantas horas.

El 24 de febrero de 1995, en pleno Carnaval, un paro cardíaco lo agarró en el quirófano y terminó con la vida del Maestro de 68 años. Terminó también con la añoranza hiriente de los tiempos de mocedad en Tupiza y de los domingos de gloria en el Hernando Siles.

DESPEDIDA

De acuerdo a las hijas del Maestro, el velorio realizado en el Gran Centro Club Bolívar fue muy poco concurrido. Acudieron a despedirlo algunos ex jugadores del Bolívar y de la Selección de 1963 como Mario Mena, Edgar Vargas, Wilfredo Camacho, Max Ramírez y Ramiro Blacut; residentes tupiceños; y personas que nunca se habían acercado a él y que llegaron presentándose como familiares.

En la ocasión, el ex jugador Max Ramírez manifestó públicamente su indignación por la ausencia de autoridades de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) y de la Asociación de Fútbol de La Paz, instituciones a las que el Maestro había brindado por años un espectáculo deportivo excepcional, como “noble servidor de la Patria y ejemplo para la juventud”.

El entonces titular del Club Bolívar, Mario Paz Zamora, se refirió a Ugarte como “un ser humilde en su grandeza y un boliviano de bien”.

Sus restos descansan en el Cementerio “Celestial” de la zona sur de La Paz.

RECONOCIMIENTO

En vida, Ugarte recibió importantes distinciones como el Cóndor de Los Andes y la Copa de Campeones. Asimismo, recibió la réplica del Trofeo del Campeonato Sudamericano de 1963, Medalla de Reconocimiento al Mérito Deportivo y una distinción por la Secretaría General del Deporte y la Juventud, además de medallas, diplomas y trofeos varios.

El Museo Club Deportivo «Huracán» de Tupiza lleva en su puerta el rostro pintado del ex jugador y custodia los trofeos adquiridos por el ídolo cuando niño y antes de ser profesional.

Los principales estadios de Tupiza y Potosí llevan su nombre y esculturas que lo representan.

Se fundaron escuelas deportivas con su nombre en La Paz y en Tupiza, población considerada “cuna y semillero de cracks”.

Por muchos años el Estadio Nacional de Lima conservó una placa de bronce que recordaba: “El boliviano Víctor Agustín Ugarte hizo el primer gol en este campo de juego”. La placa fue retirada cuando el estadio fue remodelado en el 2012.

En el Estadio del Gasómetro de Buenos Aires figuraba una lista de los ídolos del San Lorenzo, donde estaba incluido el nombre del Maestro boliviano.

La imagen de Ugarte fue reproducida en estampillas de 3 bolivianos.

La película “Bolivia Invicta” del Instituto Boliviano de Cinematografía (IBC), film de 40 minutos supervisado por el cineasta Jorge Ruiz y basado en la victoria de 1963, relata una parte de la vida de Ugarte. En el “film de méritos”, el deportista ejemplar hace un llamado “para que el deporte sea grata realidad en el país y siga formando juventudes dignas y aptas para la vida” (Bolivia, 50 años de la Epopeya, 2013 de Mario “Cucho Vargas).

Poemas y ensayos sobre el Maestro reflejan su talento sinigual. Por ejemplo, en 1975 Fernando Díez de Medica publica un texto en que se refiere al Maestro Ugarte de la siguiente manera: “Blasón más alto del Club Bolívar”; Ugarte brindó “los mayores regocijos al entusiasmo popular”; “arquitecto de los triunfos”; “…desató tempestades de alegría en los corazones”; “ídolo de multitudes”, “limpio en el juego, hidalgo en los incidentes”; “Ugarte, institución paceña”. En la novela del mismo autor titulada Mateo Montemayor (1969) se incluye un pasaje que describe el arte de Ugarte en una contienda del Bolívar frente a River Plate, en la que gracias al “estratega y goleador”, el primero logra una conquista de 7 a 2. Esta contienda futbolística fue calificada como “Bailecito de Orquesta” por el periodista Tito De La Viña.

El libro Un Pajarillo llamado Mané de Luis H. Antezana J., relata los momentos de fútbol del Maestro Ugarte y los relaciona a los grandes jugadores de Brasil.

El libro Ugarte: El camino de los sueños de “Juan Ángel Gese” (1961), relata parte de su biografía.

Escritores y periodistas nacionales e internacionales –como Tito De La Viña, Luis Aramayo Quintela, Mario “Cucho” Vargas y Gastón Bordieu, entre otros– dedicaron páginas al Maestro Ugarte.

Documentales audiovisuales de realizadores de Alemania, Brasil y Argentina también retrataron y ponderaron el aporte del deportista boliviano.

Las múltiples y nobles iniciativas de reconocimiento no alcanzan, sin embargo, a hacerle justicia a la enormidad de esta Estrella de brillo sin par.

// Edición 1.20. ESTRELLAS DEL FÚTBOL La Paz – Bolivia. Beatriz Villa-Gómez C.  (El presente articulo fue tomado de: rediez.com) 

 

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