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| José Ballivián, vencedor de Ingavi. |
// J. L. B.
Después de las guerras de independencia que, en actual
territorio boliviano, duraron más de 15 años, la nueva nación se alzaba
finalmente libre. Entre 1836 y 1839 bajo el liderazgo de Andrés de Santa Cruz
surge la Confederación Perú-boliviana, que tuvo una duración efímera, este
proyecto tuvo oposición de Chile, Argentina y de algunos personajes influyentes
peruanos, pues veían en la confederación una amenaza para sus intereses.
A la caída de la Confederación Perú-boliviana y terminado el
gobierno de Santa Cruz, comienza en Bolivia un período dominado por las luchas
entre una variedad de caudillos que ambicionan la presidencia de la República,
en ese ínterin el general Agustín Gamarra, que ejercía la Presidencia del Perú
invade el país con sus tropas arguyendo: “acontecimientos políticos en favor de
Santa Cruz” La respuesta boliviana en el plano político y militar será
fundamental para conservar la independencia y la unidad territorial de
Bolivia.
Contexto político e histórico
Después de la concluida la guerra de la independencia en Suramérica,
surgieron ideas de creación de una gran nación, Uno de ellos fue Andrés de
Santa Cruz quien postuló la idea de unir al Perú y a Bolivia en una sola
nación, Por supuesto con esta idea simpatizaron personalidades y políticos
importantes entre ellos, el militar peruano Agustín Gamarra, pero la idea de
este militar era distinta a la de santa Cruz, y será esa idea que lo hará el
gran protagonista de esta historia.
Mientras las tropas confederadas de Andrés de Santa Cruz
eran derrotadas militarmente en territorio peruano, en Bolivia los generales
José Miguel de Velazco y José Ballivián se sublevaron y tomaron el poder. El
cruceño José Miguel Velasco fue elegido como presidente de la República por la
Asamblea de 1839. Esta misma asamblea se negó a designar como vicepresidente a
José Ballivián, que había sido parte fundamental de la revolución en contra de
Santa Cruz. Teniendo un panorama sombrío, Andrés de Santa Cruz parte al exilio
en Ecuador. Por su parte en Territorio boliviano la reacción a la negativa de
reconocer a Ballivián como vicepresidente, lo llevará a este a rebelarse
permanentemente en contra del Gobierno de Velasco.
En junio de 1841, el coronel potosino Sebastián Agreda,
líder del movimiento de “Regeneración”, favorable al retorno de Santa Cruz,
llevó a cabo una insurrección exitosa en Cochabamba, que finalmente envió a
Velasco al destierro en la Confederación Argentina. Agreda entregó el poder a
Enrique M. Calvo, quien había ejercido como vicepresidente durante el tiempo de
la Confederación Perú Boliviana.
El gran sueño de Agustín Gamarra siempre fue tener a Bolivia
sometida al Perú, Mientras que Santa Cruz pensaba en la creación de un estado
confederado como finalmente fue, Gamarra estaba obsesionado con destruir
Bolivia y subyugarlo definitivamente, y esta idea va a terminar acabando con su
vida de este militar peruano en los campos de Ingavi.
La alianza Gamarra- Ballivián
Después de fracasar en sus intentos de tomar el poder
mediante la fuerza, José Ballivián decide salir exiliado del país en julio de
1839 al Perú, más exactamente en la ciudad de Puno, muy cerca de la frontera
con Bolivia. Es importante hacer notar que Ballivián y Gamarra unidos por el
rechazo a la idea de un posible retorno de Santa Cruz a Bolivia, negociaron y
ambos se pusieron de acuerdo. El plan concebido era que, con ayuda del ejército
peruano, Ballivián tomaría el poder en Bolivia y así acabaría con los
“crucistas”, simpatizantes de San Cruz que propugnaban el retorno de Andrés de
Santa Cruz al Poder.
El General Agustín Gamarra, que ejercía la Presidencia del
Perú, había pedido la autorización al parlamento peruano para invadir
territorio boliviano arguyendo que los acontecimientos políticos en el país
tendían a favorecer el retorno de Santa Cruz al Gobierno boliviano, no
olvidemos que el triunfo de los partidarios de la “Regeneración” en Bolivia
contribuyó a legitimar los argumentos de Gamarra, que se preparó para la
invasión.
La invasión de Gamarra
En 1841, Bolivia estaba envuelta en un caos y total
anarquía, es así que El 27 de septiembre del mismo año José Ballivián llegó a
La Paz y tomó el mando supremo del Estado, de forma inmediata escribe una carta
a Gamarra haciéndole saber que se encontraba en control del Estado boliviano y
que había desaparecido el peligro de que Santa Cruz retornase al país, por
tanto, se hacía innecesaria la invasión peruana.
La carta de Ballivián debería haber hecho desistir a Gamarra
de su invasión porque: “el pretexto para la misma -el restablecimiento del
gobierno de Santa Cruz- había desaparecido”. Sin embargo, el militar peruano
continuó con sus pretensiones: “acusando ahora a Ballivián de ser un agente de
Santa Cruz” (Irurozqui, 2015). Finalmente, la invasión peruana fue concretada
el 2 de octubre, fecha en la que cruzan la frontera, con dirección a La Paz, a
partir de ese momento la respuesta boliviana será fundamental para conservar y
defender la integridad boliviana.
El surgimiento de la unidad y la identidad boliviana.
Ante la invasión peruana consumada, la opinión pública,
empezó a ver Ballivián como “el Salvador": “puesto que ya se movilizaba el
ejército peruano por el norte del Titicaca; que, ante este peligro nacional, se
habían pronunciado los vecindarios de La Paz, Cochabamba, Potosí y Sucre” y
seguidamente “los de Tarija y Santa Cruz, aclamando por actas á Ballivián como
al único jefe militar que podía salvar el país”. Surgió un sentimiento de
unidad ante el peligro que se cernía sobre Bolivia. Es digno mencionar que
incluso su antiguo enemigo político, el militar José Miguel de Velazco que se
encontraba al sur del país con tropas dispuesto a retomar el poder, anoticiando
de la invasión de Gamarra, decide hacer a un lado sus ambiciones y manda sus
tropas a que se unan a las fuerzas que comandaba José Ballivián para hacerle
frente al invasor peruano.
Intercambio de cartas de dos enemigos políticos
Se debe recordar que Ballivián y Velazco hasta antes de la
invasión peruana eran enemigos políticos y ambos se encontraban enfrascados en
una lucha constante por alcanzar el mando de la nación, esto termina con el
exilio de Ballivián en Puno como ya anteriormente fue señalado. Cuando
Ballivián regresa al país Velazco ya había sido depuesto y exiliado en la
confederación argentina, pero por esos días se encontraba al sur del país
organizando tropas para retomar el poder.
José Manuel Aponte respecto a la hidalguía y la muestra de
amor a la patria del general Velazco, en su obra “La Batalla de Ingavi” señala
lo siguiente: “A ese llamamiento, respondió noblemente el General Velasco,
enviando a órdenes de Ballivián todas sus tropas y ofreciendo expatriarse
nuevamente para que su persona no sirviese de pretexto a sus partidarios en tan
angustiosas circunstancias”.
Es menester hacer notar que el número de hombres que Velazco
cedió fue de 1.200, todos los que disponía en ese momento. Ante esta actitud,
Ballivián quedó gratamente sorprendido y respondió de la siguiente
manera:
“La noble y patriótica conducta de Ud., va a contribuir
eficazmente a salvar la patria, poco segura à los invasores; desde hoy
aseguraremos el éxito de un modo infalible y continuaré mi retirada hasta que
se reúnan todas las tropas que están en el Departamento de Potosí; libraremos
la patria, la haremos respetable, cesarán las injustas pretensiones del General
Gamarra y nos presentaremos al mundo dignos de la hija de Bolívar.”
La respuesta de Velasco fue ferviente y haciendo “votos por
el triunfo de la causa nacional” y señalaba que optaba por retirarse de nuevo a
la Argentina. La inminencia del peligro, produjo la unión de estos antiguos
rivales, Esa actitud fue una muestra de amor a la patria.
Acción de Chonchocoro
Revisando el desencadenamiento de los acontecimientos,
mientras todo el país se anoticiaba de la invasión peruana, las tropas de
Gamarra avanzaban hacia la ciudad de La Paz, en ese trance cuando se
aproximaban a la zona denominada como “Chonchocoro” chocaron dos escuadrones
peruanos contra una patrulla gruesa compuesta por doce oficiales y ocho
soldados al mando del comandante José Aguilar. Los bolivianos al verse
inferiores en número de efectivos emprendieron la retirada, pero ante la
embestida peruana la patrulla le hizo frente en tres ocasiones, conteniendo a
sus perseguidores, pero después de un tiroteo nutrido cayeron prisioneros los
oficiales bolivianos Guilarte, Talavera, Irigoyen y Larrea, así también cuatro
efectivos de la tropa.
Combate de Mecapaca del 22 de octubre de 1841
Ante la inminente llegada de las tropas invasoras peruanas
el prefecto de La Paz junto a varios empleados públicos y vecinos dejaron la
ciudad y se retiraron al pueblo de Mecapaca, situado a 30 kilómetros al sur.
Cuando Gamarra supo de que se habían refugiado en la mencionada población
destaco al Batallón “Legión” y a un escuadrón de caballería.
Por su parte Ballivián anoticiado del avance del
destacamento enemigo envió a su vez cuatro compañías del batallón 5° y a una
mitad del “coraceros”, al mando del coronel Basilio Herrera. Las ordenes de
Herrara eran tomar por la retaguardia al enemigo, cortarle la retirada y
batirlo según la oportunidad, y en caso necesario dispersar las tropas si los
contrarios fueses superiores, para no comprometerse en una lucha
desigual.
Lamentablemente el coronel Herrera desobedeció la orden y
cometido el error de hacer tocar diana cuando entraba al pueblo, lo que alerto
a las tropas peruanas que ya habían tomado el pueblo de Mecapaca, pues la
infantería invasora se encontraba alojada al final del pueblo, el ruido les dio
tiempo de alistarse para el combate, lo que termino con el desastre que sufrió
la caballería de Herrera, que fue batida y dispersada. Mientras que los otros
efectivos peruanos se situaban en las alturas de la acienda Ahuir-katu.
Para hacer frente al enemigo que se parapetaron en los
peñascos y colinas, el coronel Herrera dio la orden de ataque y comenzó el
ascenso en desorden ante un fuego mortífero de fusilería trepando por entre
riscos y padrones luchando contra las malezas y deteniéndose cada cual como
podía para hacer fuego hacia la altura y continuar el ascenso. La lucha duro
dos horas y cuarto, en completa desigualdad, pues los peruanos se protegían
detrás de los árboles y matorrales. Ante la imposibilidad de continuar en esa
situación Herrera manda tocar retirada, lo cual no oyeron los soldados, ya
fuese por el estruendo del combate o porque estaban demasiado alejados, fruto
de esta dificultad cayeron 25 prisioneros, además las tropas de Herrera
sufrieron la baja de tres oficiales y 68 hombres de tropa, entre muertos y
heridos.
Irónicamente a confesión de algunos jefes enemigos se
supo que estos habían perdido en la refriega todas las mochilas, la caballada,
la mitad de su armamiento y más de tres cuartas partes de las fuerzas
destacadas sobre Mecapaca. Además, que su comandante San Román, creyéndose
perdido al comenzar el combate tuvo que fugar a caballo dejando sin comando a
sus tropas.
Acciones de Huarina y Tiquina 16 y 17 de noviembre
En las provincias peruanas de Chucuito y Huancane se habían
formado un cuerpo de infantería y un regimiento de caballería comandados por un
coronel Montoya, y venían rápidamente a incorporase al ejército de Gamarra
trayendo provisiones y vestuario. Pero grande fue su sorpresa cuando los
habitantes de Omasuyos y Larecaja se habían armado y organizado en montoneras
para hostigar al enemigo por la retaguardia, ante la aproximación del enemigo a
Huarina, los nacionales se replegaron a las alturas y al amanecer de 16
noviembre cayeron sobre ellos en Huarina donde se combatió por dos horas donde
los invasores fueron derrotados.
Los derrotados de Huarina no pudiendo seguir camino a La Paz
tomaron la ruta de Tiquina, donde les dieron alcance los nuestros el día 17 y
los derrotaron nuevamente, los vencidos cruzaron como pudieron el estrecho de
Tiquina.
Antes de la batalla de Ingavi
Antes de que se desarrolle la batalla definitiva, las tropas
bolivianas al mando de Ballivián se cuidaba de no dar batalla al ejército
invasor, esto muestras llegaban más hombres a fortalecer sus fuerzas, sin
embargo, varios pequeños choques armados tuvieron lugar antes del definitivo 18
de noviembre. El 22 de octubre en las inmediaciones de Mecapaca, el 16 de
noviembre en Huarina y el 17 en Tiquina se produjeron pequeños combates donde
en todas las tropas bolivianas salieron vencedoras.
La batalla del 18 de noviembre
Al amanecer del jueves 18 de noviembre de 1941 se va a
escribir una de las páginas más importantes en la historia de Bolivia, José
Manuel Aponte señala: “…Un movimiento falso, una orden mal comprendida,
cualquier retardo en las operaciones o un gesto de cobardía, habría
comprometido el éxito de la contienda y consiguientemente la independencia de
la República, que ya contaba diez y seis años de vida libre y soberana…”. Para
graficar la batalla se transcribe los escritos de la obra titulada “Historia
del Ejército de Bolivia” Tomo IV, del coronel Julio Diaz Arguedas:
A las 9 de la mañana el enemigo emprendió un movimiento por
el flanco izquierdo del ejército boliviano. Este ejecuto un rápido cambio de
frente. Con objeto de tomar el flanco al ejército enemigo y de obligarle a
avanzar aún más, Ballivián desplego la compañía de cazadores del batallón 8
avanzo a paso de carga y arma al brazo. De súbito las nubes se despejaron
presentándose el sol en medio de un parhelio. Ballivián, aprovechando de tan
feliz y rara coincidencia, exclamo;
“Soldados: El cielo ha desplegado nuestra bandera y nos
anuncia la victoria; ¡a vencer!”
Y pocos momentos después, cuando el enemigo, atraído al
terreno elegido, se presentaba a 200 pasos, Ballivián, comprendiendo que había
llegado el momento del anhelado triunfo, arengo a sus tropas con esta
sentenciosas y enfática proclama que la historia patria ha grabado en sus
páginas con letras de oro:
“¡Soldados! ¡a esos enemigos que tenéis al frente, los
veréis desaparecer como las nubes cuando las bate el viento!”
Sangriento y temerario fue el choque de ambos ejércitos en
los primeros momentos, hasta que pocos minutos después fueron deshechas las dos
alas enemigas. Los jinetes bolivianos casi todos chicheños, pusieron en fuga a
la caballería peruana que protegía el costado izquierdo, sobrepasando la línea
enemiga hasta tomar la artillería.
El generalísimo Gamarra, que al ver el gran número de
proyectiles que caían en su rededor, había exclamado; “he asistido a cien
campos de batalla, y jamás he visto una lluvia semejante de balas”, cayo
mortalmente herido por una bala y un balín”
Otro autor dice que Gamarra recibió una descarga momentos en
que su cabalgadura producido ya el desbande de su ejército: y el hijo, que era
oficial de uno de los cuerpos, tuvo el tiempo necesario para abrazar el cavade
ruan tibio de su padre, derramar abundantes lágrimas, sacarle el anillo, el
reloj y la cadena que llevaba consigo, y partir a toda carrera para no ser
tomado prisionero.
Jefes Oficiales que comandaron la batalla
La plana mayor de las fuerzas bolivianas se componía del
siguiente personal: presidente de la República, General José Ballivián;
secretario general, doctor Manuel Escobar; jefe de Estado Mayor General, el
General de Brigada don Manuel Sagárnaga; Ayudantes generales, coroneles Dámaso
Bilbao y Manuel Rodríguez Magariños; Segundos ayudantes, Teniente Coronel Juan
Guzmán y el Comandante Pedro Cueto; adjuntos, Capitán Nicacio Barrón, Pio
Sánchez de Lozada y José Delfín Cortéz.
La caballería estaba al mando del General Luis Lara, y de
los tenientes coroneles cruceños Agustín Saavedra y Marceliano Montero; y de
los comandantes de Escuadrón Zabala, Puertas, Aguilar, Gorena, Andrade y
Rosendi. La artillería, al comando del coronel Salvador Bayarre, del teniente
coronel Gandarillas y del Sargento Mayor Molina.
La infantería estaba organizada en el orden siguiente:
comandante en jefe, coronel José María Silva y teniente coronel Fermín Rivero;
batallón 5º, teniente coronel Juan José Prudencio; batallón 6º. teniente
coronel Manuel Antonio Sánchez; id. 7°. Teniente coronel Ildefonso Sanjinés; id
8°., teniente coronel Mariano Ballivián (hermano del presidente); id 9°.
Teniente coronel Manuel Isidoro Belzu; id 10°., comandante Juan José Pérez; id
12°., coronel Bernardino Rojas; Compañía de Tiradores del 8°., capitán Tomás
Bravo.
Fin del conflicto y tratado de Puno de 1842
Después de la célebre batalla de Ingavi, el ejército
boliviano al mando de Ballivián invade territorio peruano y ocupa las
provincias de Tacna, Arica, Tarapacá, Moquegua y Puno. Después de varios
choques armados se firma el Tratado de Puno donde se establece la soberanía de
ambos países como estados separados y puso fin a los intentos de crear una sola
entidad como la que lideraba Andrés de Santa Cruz.
La batalla de Ingavi por su significancia debería ser una de
las fechas de mayor regocijo general en el país, lamentablemente las
autoridades no le dan la importancia ni énfasis necesario a este acontecimiento
que selló la independencia definitiva de Bolivia, aquel 18 de noviembre de
1941.
Para concluir se debe hacer notar que este conflicto no se
limita a una sola batalla como se lo conoce comúnmente, sino, esta fue una
campaña bélica que duro dos años, de 1941 a 1942, que se inicia con la invasión
peruana por Agustín Gamarra y termina con la firma del tratado de Puno del 7 de
junio de 1942, donde se acuerda la retirada de las tropas bolivianas de
territorio peruano, por tal motivo A este acontecimiento gloriosos de nuestra
historia debemos llamarlo como la “Guerra de Ingavi” y no reducirlo a una sola
batalla.
Referencias
Abastoflor, J. (S/F). Guerras de Bolivia, Manual Piloto de
Historia Bélica de Bolivia.
(drive.google.com/file/d/1wYx5enXoAaZsZz-KPrvePmjNciE1NP2L/view)
Aponte, J. (1911). La Batalla de Ingavi Recuerdos
Históricos. Escuela Tipográfica Salesiana Premiada. 2ª edición. La Paz.
(efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://books.googleusercontent.com/books/content?req)
Diaz, J. (1971). Historia del Ejercito de Bolivia 1825 –
1932. Editorial Don Bosco. La Paz.
Irurozqui, Marta. (2015). A resistir la conquista":
Ciudadanos armados en la disputa partidaria por la revolución en Bolivia,
1839-1842. Boletín del Instituto de Historia
Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, (42), 60-91.
Recuperado en 03 de julio de 2025, de
https://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0524-97672015000100007&lng=es&tlng=es.

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