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LA VICTORIA DE INGAVI, 18 de noviembre de 1841

José Ballivián, vencedor de Ingavi.  

// J. L. B. 

Después de las guerras de independencia que, en actual territorio boliviano, duraron más de 15 años, la nueva nación se alzaba finalmente libre. Entre 1836 y 1839 bajo el liderazgo de Andrés de Santa Cruz surge la Confederación Perú-boliviana, que tuvo una duración efímera, este proyecto tuvo oposición de Chile, Argentina y de algunos personajes influyentes peruanos, pues veían en la confederación una amenaza para sus intereses. 

A la caída de la Confederación Perú-boliviana y terminado el gobierno de Santa Cruz, comienza en Bolivia un período dominado por las luchas entre una variedad de caudillos que ambicionan la presidencia de la República, en ese ínterin el general Agustín Gamarra, que ejercía la Presidencia del Perú invade el país con sus tropas arguyendo: “acontecimientos políticos en favor de Santa Cruz” La respuesta boliviana en el plano político y militar será fundamental para conservar la independencia y la unidad territorial de Bolivia. 

Contexto político e histórico 

Después de la concluida la guerra de la independencia en Suramérica, surgieron ideas de creación de una gran nación, Uno de ellos fue Andrés de Santa Cruz quien postuló la idea de unir al Perú y a Bolivia en una sola nación, Por supuesto con esta idea simpatizaron personalidades y políticos importantes entre ellos, el militar peruano Agustín Gamarra, pero la idea de este militar era distinta a la de santa Cruz, y será esa idea que lo hará el gran protagonista de esta historia. 

Mientras las tropas confederadas de Andrés de Santa Cruz eran derrotadas militarmente en territorio peruano, en Bolivia los generales José Miguel de Velazco y José Ballivián se sublevaron y tomaron el poder. El cruceño José Miguel Velasco fue elegido como presidente de la República por la Asamblea de 1839. Esta misma asamblea se negó a designar como vicepresidente a José Ballivián, que había sido parte fundamental de la revolución en contra de Santa Cruz. Teniendo un panorama sombrío, Andrés de Santa Cruz parte al exilio en Ecuador. Por su parte en Territorio boliviano la reacción a la negativa de reconocer a Ballivián como vicepresidente, lo llevará a este a rebelarse permanentemente en contra del Gobierno de Velasco.

En junio de 1841, el coronel potosino Sebastián Agreda, líder del movimiento de “Regeneración”, favorable al retorno de Santa Cruz, llevó a cabo una insurrección exitosa en Cochabamba, que finalmente envió a Velasco al destierro en la Confederación Argentina. Agreda entregó el poder a Enrique M. Calvo, quien había ejercido como vicepresidente durante el tiempo de la Confederación Perú Boliviana.

El gran sueño de Agustín Gamarra siempre fue tener a Bolivia sometida al Perú, Mientras que Santa Cruz pensaba en la creación de un estado confederado como finalmente fue, Gamarra estaba obsesionado con destruir Bolivia y subyugarlo definitivamente, y esta idea va a terminar acabando con su vida de este militar peruano en los campos de Ingavi.

La alianza Gamarra- Ballivián 

Después de fracasar en sus intentos de tomar el poder mediante la fuerza, José Ballivián decide salir exiliado del país en julio de 1839 al Perú, más exactamente en la ciudad de Puno, muy cerca de la frontera con Bolivia. Es importante hacer notar que Ballivián y Gamarra unidos por el rechazo a la idea de un posible retorno de Santa Cruz a Bolivia, negociaron y ambos se pusieron de acuerdo. El plan concebido era que, con ayuda del ejército peruano, Ballivián tomaría el poder en Bolivia y así acabaría con los “crucistas”, simpatizantes de San Cruz que propugnaban el retorno de Andrés de Santa Cruz al Poder.

El General Agustín Gamarra, que ejercía la Presidencia del Perú, había pedido la autorización al parlamento peruano para invadir territorio boliviano arguyendo que los acontecimientos políticos en el país tendían a favorecer el retorno de Santa Cruz al Gobierno boliviano, no olvidemos que el triunfo de los partidarios de la “Regeneración” en Bolivia contribuyó a legitimar los argumentos de Gamarra, que se preparó para la invasión.

La invasión de Gamarra 

En 1841, Bolivia estaba envuelta en un caos y total anarquía, es así que El 27 de septiembre del mismo año José Ballivián llegó a La Paz y tomó el mando supremo del Estado, de forma inmediata escribe una carta a Gamarra haciéndole saber que se encontraba en control del Estado boliviano y que había desaparecido el peligro de que Santa Cruz retornase al país, por tanto, se hacía innecesaria la invasión peruana. 

La carta de Ballivián debería haber hecho desistir a Gamarra de su invasión porque: “el pretexto para la misma -el restablecimiento del gobierno de Santa Cruz- había desaparecido”. Sin embargo, el militar peruano continuó con sus pretensiones: “acusando ahora a Ballivián de ser un agente de Santa Cruz” (Irurozqui, 2015). Finalmente, la invasión peruana fue concretada el 2 de octubre, fecha en la que cruzan la frontera, con dirección a La Paz, a partir de ese momento la respuesta boliviana será fundamental para conservar y defender la integridad boliviana. 

El surgimiento de la unidad y la identidad boliviana. 

Ante la invasión peruana consumada, la opinión pública, empezó a ver Ballivián como “el Salvador": “puesto que ya se movilizaba el ejército peruano por el norte del Titicaca; que, ante este peligro nacional, se habían pronunciado los vecindarios de La Paz, Cochabamba, Potosí y Sucre” y seguidamente “los de Tarija y Santa Cruz, aclamando por actas á Ballivián como al único jefe militar que podía salvar el país”. Surgió un sentimiento de unidad ante el peligro que se cernía sobre Bolivia. Es digno mencionar que incluso su antiguo enemigo político, el militar José Miguel de Velazco que se encontraba al sur del país con tropas dispuesto a retomar el poder, anoticiando de la invasión de Gamarra, decide hacer a un lado sus ambiciones y manda sus tropas a que se unan a las fuerzas que comandaba José Ballivián para hacerle frente al invasor peruano. 

Intercambio de cartas de dos enemigos políticos 

Se debe recordar que Ballivián y Velazco hasta antes de la invasión peruana eran enemigos políticos y ambos se encontraban enfrascados en una lucha constante por alcanzar el mando de la nación, esto termina con el exilio de Ballivián en Puno como ya anteriormente fue señalado. Cuando Ballivián regresa al país Velazco ya había sido depuesto y exiliado en la confederación argentina, pero por esos días se encontraba al sur del país organizando tropas para retomar el poder. 

José Manuel Aponte respecto a la hidalguía y la muestra de amor a la patria del general Velazco, en su obra “La Batalla de Ingavi” señala lo siguiente: “A ese llamamiento, respondió noblemente el General Velasco, enviando a órdenes de Ballivián todas sus tropas y ofreciendo expatriarse nuevamente para que su persona no sirviese de pretexto a sus partidarios en tan angustiosas circunstancias”.

Es menester hacer notar que el número de hombres que Velazco cedió fue de 1.200, todos los que disponía en ese momento. Ante esta actitud, Ballivián quedó gratamente sorprendido y respondió de la siguiente manera: 

“La noble y patriótica conducta de Ud., va a contribuir eficazmente a salvar la patria, poco segura à los invasores; desde hoy aseguraremos el éxito de un modo infalible y continuaré mi retirada hasta que se reúnan todas las tropas que están en el Departamento de Potosí; libraremos la patria, la haremos respetable, cesarán las injustas pretensiones del General Gamarra y nos presentaremos al mundo dignos de la hija de Bolívar.”

La respuesta de Velasco fue ferviente y haciendo “votos por el triunfo de la causa nacional” y señalaba que optaba por retirarse de nuevo a la Argentina. La inminencia del peligro, produjo la unión de estos antiguos rivales, Esa actitud fue una muestra de amor a la patria.

Acción de Chonchocoro 

Revisando el desencadenamiento de los acontecimientos, mientras todo el país se anoticiaba de la invasión peruana, las tropas de Gamarra avanzaban hacia la ciudad de La Paz, en ese trance cuando se aproximaban a la zona denominada como “Chonchocoro” chocaron dos escuadrones peruanos contra una patrulla gruesa compuesta por doce oficiales y ocho soldados al mando del comandante José Aguilar. Los bolivianos al verse inferiores en número de efectivos emprendieron la retirada, pero ante la embestida peruana la patrulla le hizo frente en tres ocasiones, conteniendo a sus perseguidores, pero después de un tiroteo nutrido cayeron prisioneros los oficiales bolivianos Guilarte, Talavera, Irigoyen y Larrea, así también cuatro efectivos de la tropa. 

Combate de Mecapaca del 22 de octubre de 1841

Ante la inminente llegada de las tropas invasoras peruanas el prefecto de La Paz junto a varios empleados públicos y vecinos dejaron la ciudad y se retiraron al pueblo de Mecapaca, situado a 30 kilómetros al sur. Cuando Gamarra supo de que se habían refugiado en la mencionada población destaco al Batallón “Legión” y a un escuadrón de caballería. 

Por su parte Ballivián anoticiado del avance del destacamento enemigo envió a su vez cuatro compañías del batallón 5° y a una mitad del “coraceros”, al mando del coronel Basilio Herrera. Las ordenes de Herrara eran tomar por la retaguardia al enemigo, cortarle la retirada y batirlo según la oportunidad, y en caso necesario dispersar las tropas si los contrarios fueses superiores, para no comprometerse en una lucha desigual. 

Lamentablemente el coronel Herrera desobedeció la orden y cometido el error de hacer tocar diana cuando entraba al pueblo, lo que alerto a las tropas peruanas que ya habían tomado el pueblo de Mecapaca, pues la infantería invasora se encontraba alojada al final del pueblo, el ruido les dio tiempo de alistarse para el combate, lo que termino con el desastre que sufrió la caballería de Herrera, que fue batida y dispersada. Mientras que los otros efectivos peruanos se situaban en las alturas de la acienda Ahuir-katu.

Para hacer frente al enemigo que se parapetaron en los peñascos y colinas, el coronel Herrera dio la orden de ataque y comenzó el ascenso en desorden ante un fuego mortífero de fusilería trepando por entre riscos y padrones luchando contra las malezas y deteniéndose cada cual como podía para hacer fuego hacia la altura y continuar el ascenso. La lucha duro dos horas y cuarto, en completa desigualdad, pues los peruanos se protegían detrás de los árboles y matorrales. Ante la imposibilidad de continuar en esa situación Herrera manda tocar retirada, lo cual no oyeron los soldados, ya fuese por el estruendo del combate o porque estaban demasiado alejados, fruto de esta dificultad cayeron 25 prisioneros, además las tropas de Herrera sufrieron la baja de tres oficiales y 68 hombres de tropa, entre muertos y heridos.

 Irónicamente a confesión de algunos jefes enemigos se supo que estos habían perdido en la refriega todas las mochilas, la caballada, la mitad de su armamiento y más de tres cuartas partes de las fuerzas destacadas sobre Mecapaca. Además, que su comandante San Román, creyéndose perdido al comenzar el combate tuvo que fugar a caballo dejando sin comando a sus tropas. 

Acciones de Huarina y Tiquina 16 y 17 de noviembre 

En las provincias peruanas de Chucuito y Huancane se habían formado un cuerpo de infantería y un regimiento de caballería comandados por un coronel Montoya, y venían rápidamente a incorporase al ejército de Gamarra trayendo provisiones y vestuario. Pero grande fue su sorpresa cuando los habitantes de Omasuyos y Larecaja se habían armado y organizado en montoneras para hostigar al enemigo por la retaguardia, ante la aproximación del enemigo a Huarina, los nacionales se replegaron a las alturas y al amanecer de 16 noviembre cayeron sobre ellos en Huarina donde se combatió por dos horas donde los invasores fueron derrotados. 

Los derrotados de Huarina no pudiendo seguir camino a La Paz tomaron la ruta de Tiquina, donde les dieron alcance los nuestros el día 17 y los derrotaron nuevamente, los vencidos cruzaron como pudieron el estrecho de Tiquina. 

Antes de la batalla de Ingavi 

Antes de que se desarrolle la batalla definitiva, las tropas bolivianas al mando de Ballivián se cuidaba de no dar batalla al ejército invasor, esto muestras llegaban más hombres a fortalecer sus fuerzas, sin embargo, varios pequeños choques armados tuvieron lugar antes del definitivo 18 de noviembre. El 22 de octubre en las inmediaciones de Mecapaca, el 16 de noviembre en Huarina y el 17 en Tiquina se produjeron pequeños combates donde en todas las tropas bolivianas salieron vencedoras. 

La batalla del 18 de noviembre

Al amanecer del jueves 18 de noviembre de 1941 se va a escribir una de las páginas más importantes en la historia de Bolivia, José Manuel Aponte señala: “…Un movimiento falso, una orden mal comprendida, cualquier retardo en las operaciones o un gesto de cobardía, habría comprometido el éxito de la contienda y consiguientemente la independencia de la República, que ya contaba diez y seis años de vida libre y soberana…”. Para graficar la batalla se transcribe los escritos de la obra titulada “Historia del Ejército de Bolivia” Tomo IV, del coronel Julio Diaz Arguedas:

A las 9 de la mañana el enemigo emprendió un movimiento por el flanco izquierdo del ejército boliviano. Este ejecuto un rápido cambio de frente. Con objeto de tomar el flanco al ejército enemigo y de obligarle a avanzar aún más, Ballivián desplego la compañía de cazadores del batallón 8 avanzo a paso de carga y arma al brazo. De súbito las nubes se despejaron presentándose el sol en medio de un parhelio. Ballivián, aprovechando de tan feliz y rara coincidencia, exclamo; 

“Soldados: El cielo ha desplegado nuestra bandera y nos anuncia la victoria; ¡a vencer!”

Y pocos momentos después, cuando el enemigo, atraído al terreno elegido, se presentaba a 200 pasos, Ballivián, comprendiendo que había llegado el momento del anhelado triunfo, arengo a sus tropas con esta sentenciosas y enfática proclama que la historia patria ha grabado en sus páginas con letras de oro: 

“¡Soldados! ¡a esos enemigos que tenéis al frente, los veréis desaparecer como las nubes cuando las bate el viento!”

Sangriento y temerario fue el choque de ambos ejércitos en los primeros momentos, hasta que pocos minutos después fueron deshechas las dos alas enemigas. Los jinetes bolivianos casi todos chicheños, pusieron en fuga a la caballería peruana que protegía el costado izquierdo, sobrepasando la línea enemiga hasta tomar la artillería. 

El generalísimo Gamarra, que al ver el gran número de proyectiles que caían en su rededor, había exclamado; “he asistido a cien campos de batalla, y jamás he visto una lluvia semejante de balas”, cayo mortalmente herido por una bala y un balín”

Otro autor dice que Gamarra recibió una descarga momentos en que su cabalgadura producido ya el desbande de su ejército: y el hijo, que era oficial de uno de los cuerpos, tuvo el tiempo necesario para abrazar el cavade ruan tibio de su padre, derramar abundantes lágrimas, sacarle el anillo, el reloj y la cadena que llevaba consigo, y partir a toda carrera para no ser tomado prisionero. 

Jefes Oficiales que comandaron la batalla 

La plana mayor de las fuerzas bolivianas se componía del siguiente personal: presidente de la República, General José Ballivián; secretario general, doctor Manuel Escobar; jefe de Estado Mayor General, el General de Brigada don Manuel Sagárnaga; Ayudantes generales, coroneles Dámaso Bilbao y Manuel Rodríguez Magariños; Segundos ayudantes, Teniente Coronel Juan Guzmán y el Comandante Pedro Cueto; adjuntos, Capitán Nicacio Barrón, Pio Sánchez de Lozada y José Delfín Cortéz.

La caballería estaba al mando del General Luis Lara, y de los tenientes coroneles cruceños Agustín Saavedra y Marceliano Montero; y de los comandantes de Escuadrón Zabala, Puertas, Aguilar, Gorena, Andrade y Rosendi. La artillería, al comando del coronel Salvador Bayarre, del teniente coronel Gandarillas y del Sargento Mayor Molina.

La infantería estaba organizada en el orden siguiente: comandante en jefe, coronel José María Silva y teniente coronel Fermín Rivero; batallón 5º, teniente coronel Juan José Prudencio; batallón 6º. teniente coronel Manuel Antonio Sánchez; id. 7°. Teniente coronel Ildefonso Sanjinés; id 8°., teniente coronel Mariano Ballivián (hermano del presidente); id 9°. Teniente coronel Manuel Isidoro Belzu; id 10°., comandante Juan José Pérez; id 12°., coronel Bernardino Rojas; Compañía de Tiradores del 8°., capitán Tomás Bravo.

Fin del conflicto y tratado de Puno de 1842

Después de la célebre batalla de Ingavi, el ejército boliviano al mando de Ballivián invade territorio peruano y ocupa las provincias de Tacna, Arica, Tarapacá, Moquegua y Puno. Después de varios choques armados se firma el Tratado de Puno donde se establece la soberanía de ambos países como estados separados y puso fin a los intentos de crear una sola entidad como la que lideraba Andrés de Santa Cruz. 

Conclusiones
La batalla de Ingavi por sus características y por el peligro que representaba la amenaza peruana para la integridad boliviana, se puede señalar que esta victoria del general José Ballivián es la finalización y la garantía de la independencia boliviana por el resto de sus días, esta batalla también termina con todo proyecto de unificar Perú y Bolivia en una sola entidad. Algo digno de resaltar es que durante los días de mayor peligro que amenazaba la integridad nacional, dos líderes militares y políticos como Ballivián y Velazco dejaron a un lado sus aspiraciones personales y unieron fuerzas para derrotar al invasor Agustín Gamarra.  

La batalla de Ingavi por su significancia debería ser una de las fechas de mayor regocijo general en el país, lamentablemente las autoridades no le dan la importancia ni énfasis necesario a este acontecimiento que selló la independencia definitiva de Bolivia, aquel 18 de noviembre de 1941. 

Para concluir se debe hacer notar que este conflicto no se limita a una sola batalla como se lo conoce comúnmente, sino, esta fue una campaña bélica que duro dos años, de 1941 a 1942, que se inicia con la invasión peruana por Agustín Gamarra y termina con la firma del tratado de Puno del 7 de junio de 1942, donde se acuerda la retirada de las tropas bolivianas de territorio peruano, por tal motivo A este acontecimiento gloriosos de nuestra historia debemos llamarlo como la “Guerra de Ingavi” y no reducirlo a una sola batalla.  

Referencias

Abastoflor, J. (S/F). Guerras de Bolivia, Manual Piloto de Historia Bélica de Bolivia. (drive.google.com/file/d/1wYx5enXoAaZsZz-KPrvePmjNciE1NP2L/view)

Aponte, J. (1911). La Batalla de Ingavi Recuerdos Históricos. Escuela Tipográfica Salesiana Premiada. 2ª edición. La Paz. (efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://books.googleusercontent.com/books/content?req)

Diaz, J. (1971). Historia del Ejercito de Bolivia 1825 – 1932. Editorial Don Bosco. La Paz. 

Irurozqui, Marta. (2015). A resistir la conquista": Ciudadanos armados en la disputa partidaria por la revolución en Bolivia, 1839-1842. Boletín del Instituto de Historia 

Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, (42), 60-91. Recuperado en 03 de julio de 2025, de https://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0524-97672015000100007&lng=es&tlng=es.

 

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