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| La historia de este tipo de consultas comenzó en Bolivia en 1931 cuando el presidente Daniel Salamanca mandó a aprobar o rechazar una cartilla de 10 preguntas a un electorado no lego. |
Por: Coco Cuba, publicado en el Sajama.com el 20 de febrero
de 2016. / https://www.elsajama.com/2016/02/85-anos-de-referendos-de-salamanca.html
La Paz, 20 feb (ABI).- Bolivia celebrará el domingo el
cuarto referendo más importante de su historia, en que 6,5 millones de
ciudadanos definirán si el presidente Evo Morales y el vicepresidente Alvaro
García Linera pueden o no postularse en las elecciones generales de finales de
2019, parte de una historia de decisiones populares sobre hidrocarburos,
familia, estudios superiores, economía, mar, Chile y justicia.
El que se verificará el domingo en 339 municipios del
país parece entrañar tanta o más importancia que el verificado en julio de
2004, cuando el expresidente Carlos Mesa consultó al pueblo qué hacer con el
gas y el petróleo que bajo tierra pertenecía al Estado y sobre ella, a 21
firmas transnacionales.
En el referendo dominical para la reforma constitucional que
habilitaría por única vez a Morales y García Linera postularse a sus cargos en
2019 y eventualmente gobernar entre 2020 y 2025, se juega el futuro del proceso
de cambio que ha colocado a Bolivia en las rieles del desarrollo, muy lejos de
la depresión en que se desenvolvió entre 1825 y 2005, señala el Gobierno, cuya
gestión no ha podido observar la oposición para adversarle, dicen los
analistas.
La historia de este tipo de consultas comenzó en Bolivia en
1931 cuando el presidente Daniel Salamanca mandó a aprobar o rechazar una
cartilla de 10 preguntas a un electorado no lego.
A principios de los años '30 Bolivia, de tradición
unitarista y afincada fuertemente en un poder central, se conmovía por una
serie de pedidos para su descentralización administrativa, no política.
También por un latente conflicto con Paraguay.
Salamanca, que desde su curul de diputado alentó la
descentralización administrativa del país, que recién fraguó a finales del
siglo XX, consultó con los letrados y hombres -no mujeres- con renta, si
Bolivia debía adoptar el divorcio, si debía concretarse la autonomía
universitaria, si la Constitución debía proteger a los ilegalmente detenidos o
perseguidos y a colocar al frente de la autoridad del "cuerpo
presente" (habeas corpus), obtuvo una resonante victoria.
Todas sus preguntas, incluidas aquellas sobre la
creación del Consejo de Economía Nacional, la fijación de los límites,
del estado de sitio, el pago de dietas a senadores y diputados, la limitación
de una nueva elección del presidente y el vicepresidente hasta pasados dos
períodos constitucionales, la normativa a la Contraloría y algunas
modificaciones al sistema judicial, recibieron, ese 11 de enero de 1931, un
firme respaldo del selecto electorado. El Sí ganó en las 10 preguntas.
Mas cuando iba a promulgar a la Ley de Descentralización,
estallaron las primeras escaramuzas con Paraguay en el preámbulo de la guerra
que enfrentó a los países más pobres de la región y que segó la vida de 100.
000 hombres de ambos bandos.
La inminente guerra por una porción de territorio en
el Chaco, la más sangrienta de la historia de Sudamérica, le obligó a vetar su
propia ley.
Sesenta y tres años más tarde, Bolivia, en el escalabro
económico y que venía de estremecerse por una insurrección popular que se cobró
la vida de 70 de sus ciudadanos y trisó su sistema de partidos, Mesa debió
llamar a un referendo para consultar qué hacer con los hidrocarburos, materia,
junto a la pobreza y la exclusión social y política, de violentos tumultos
desde amanecer de siglo.
En medio, el latente desencuentro con Chile que en 1879
invadió en Bolivia y adicionó a su soberanía toda la costa boliviana y 120.000
km2 de territorios que desembocan en el mar Pacífico.
Mesa consultó entonces a la ciudadanía si debía o no abrogar
la Ley de Hidrocarburos promulgada por su predecesor Gonzalo Sánchez de Lozada
que franqueaba el paso a los consorcios multinacionales.
En momentos en que la clase política criolla y los poderes
económicos nacionales debatían si Bolivia debía exportar su gas a los voraces
mercados de Estados Unidos y México, por un puerto de Chile, lo que implicaba
también, de refilón, satisfacer la demanda chilena de energía, Mesa consultó
también si había o no de recuperar "todos los hidrocarburos en boca de
pozo para el Estado boliviano".
También la posibilidad de refundar Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Bolivianos, en ese momento en estado residual y de apoyar su política
de "utilizar el gas como un recurso estratégico para recuperar una salida
útil y soberana al Océano Pacífico"?
Por último, sondeó la posibilidad de establecer un acuerdo para
que Bolivia exporte gas; para que cubra el consumo de gas para su población que
a la sazón cocía sus alimentos a leña o con caca de acémila; para que fomente
la industrialización del gas en el territorio nacional; cobre impuestos y/o
regalías a las empresas petroleras, llegando al 50% del valor del gas,
principalmente para la educación, salud, caminos y empleos.
Mesa se salió con la suya, básicamente. Sentó la convicción
que Bolivia podía presionar a Chile una salida al mar a cambio de gas.

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