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| Oficiales chilenos en Bolivia. |
Por: Pablo Santiesteban, Este texto fue publicado en 5 de
enero de 2022 en Diario de Valdivia. Disponible en: https://www.diariodevaldivia.cl/noticia/historias-diariosur/2022/01/mercenarios-valdivianos-del-chaco-hasta-la-guerra-civil-de-espana-i-parte
https://www.diariodevaldivia.cl/noticia/historiasdiariosur/2022/01/mercenarios-valdivianos-del-chaco-a-la-guerra-civil-de-espana-ii-parte
A comienzos del siglo XX los choques ideológicos y los
conflictos limítrofes estaban a la orden del día y parecía que la guerra era el
único medio para imponerse. La pasada centuria fue la más sangrienta, con dos
guerras mundiales que apagaron la vida de 80 millones de almas aproximadamente,
y con conflictos armados que añadieron tecnologías que hacían que las bajas
fueran cruentas y desbastadoras, en especial para la población civil.
Los difíciles primeros años del siglo XX no fueron ajenos
para Chile, afectado por la Depresión de 1929, y que determinó una década del
30 con muchas carestías y reflejada en la alta tasa de desempleo y mortalidad
infantil. Esos fueron los años que vivieron dos aventureros valdivianos que,
empujados por la necesidad de trabajar, luego de sus salidas forzadas de las
Fuerzas Armadas del país, tomaron la difícil decisión de combatir para ganarse
la vida y para defender sus ideales en dos conflictos célebres, la Guerra del
Chaco (1932-1935) y la Guerra Civil Española (1936-1939). Sus nombres eran Luis
Ángel Zendolla y Rubén Soto Echenique y esta es una parte de su historia que
Grupo DiarioSur pudo desenterrar para conocimiento de las nuevas generaciones
con fuentes en Chile, Bolivia y España.
AVENTUREROS
La participación de Soto y Zendolla en ambos conflictos está
documentada en investigaciones realizadas por la historiadora rusa Olga
Ulianova y el historiador chileno Leonardo Jeffs -ambos ya fallecidos-, pero
además en testimonios de la prensa boliviana, libros testimoniales de ambos
conflictos escritos por ex combatientes y un documento escrito en francés de
puño y letra por Zendolla de viejos archivos soviéticos y cuya copia cedió a
Grupo DiarioSur la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales que aún
funciona en España y que posee archivos de todos los combatientes extranjeros
que acudieron a la península a defender los intereses de los republicanos de
tendencia izquierdista contra las autodenominadas tropas nacionales que dirigía
el general Francisco Franco.
Lamentablemente esta investigación aún posee muchos baches,
pues no es fácil acceder a los archivos de guerra que posee el Ejército de
Bolivia y a los del Centro Documental de la Memoria Histórica de España que
posee los archivos de la Guerra Civil en la ciudad de Salamanca.
A ello hay que añadir que el único de los personajes que
aparece con datos del Registro Civil de Chile es Rubén Soto Echenique, mientras
que Luis Ángel Zendolla no figura, posiblemente por poseer la doble
nacionalidad chilena-española como él mismo lo afirma en un documento que firmó
para asegurar su escape de España a Francia en 1938.
Cuando Grupo DiarioSur tomó contacto con fuentes de Bolivia
y España estas se sorprendían que dos ex militares, cuyo origen era una ciudad
tan austral el mundo, se hayan aventurado en conflictos que les eran ajenos y
que fueron tan célebres por el impacto político y social en su momento y por la
gran mortandad que dejó en sus bandos respectivos.
Pero ¿qué pasó con Soto y Zendolla? ¿Sobrevivieron a las
guerras del Chaco en Bolivia y la Civil de España? ¿Pudieron ambos regresar a
Valdivia?
Luis Ángel Zendolla nació en Valdivia el 2 de septiembre de
1894 y tenía más de 40 años cuando llegó a España a luchar por el bando
republicano. De él se sabe poco y según Olga Ulianova, que citó un libro
testimonial del suizo Gerald Gino Baumann, era secretario de sección del
Partido Socialista de Valdivia y tenía el grado de capitán de la Aviación de
Chile que, en la década del 30, aún vivía su proceso de separación del Ejército
de Chile.
En el documento en francés que consiguió Grupo DiarioSur,
Zendolla escribió que era casado, con tres hijos y que sirvió en el Ejército
por 28 años, sin embargo se pidió información de su hoja de vida histórica al
Ejército y a la Aviación y su nombre no aparece registrado.
En el caso de Rubén Crispín Soto Echenique el Registro Civil
indica que nació en Valdivia un 29 de noviembre de 1908 y sí aparece en los
registros históricos del Ejército de Chile donde se indica que ingresó un 19 de
marzo de 1925 como cadete, que el 29 de diciembre de 1926 pasó a servir en el
Regimiento de Infantería Caupolicán No 14 de Valdivia con el grado de
subteniente. Posteriormente se indica que el 30 de diciembre de 1929 es
ascendido al grado de teniente y el 30 de diciembre de 1930 es transferido al
Regimiento de Infantería N° 4 Rancagua, unidad a la que perteneció hasta el 3
de marzo de 1932. En el estudio de Olga Ulianova se le menciona como partidario
socialista, sin embargo su sobrino Víctor Monrreal, ex gobernador socialista de
Valdivia y ex candidato a diputado, expresó a Grupo DiarioSur que su tío Rubén
era más afín al Partido Radical.
Pero ¿qué pasó con estos militares y qué hizo que no
siguieran más en el Ejército de Chile?
LA REPÚBLICA SOCIALISTA
Al menos sabemos que Soto sirvió en el Ejército hasta 1932 y
ese fue un año difícil en la historia de Chile con renuncias de presidentes de
la República y hasta golpes de Estado. A fines de 1931 renunció a su cargo el
presidente Carlos Ibáñez del Campo y asumió su vicepresidente Juan Esteban
Montero que se hizo popular y ganó las elecciones presidenciales.
Chile ya estaba viviendo el impacto de la Depresión de 1929
en Estados Unidos –la que golpeó a todas las economías latinoamericanas- y
pronto la popularidad de Montero se vio fracturada, al punto de no contar con
el apoyo militar. Así, el 4 de junio de 1932 se instaura la República
Socialista, luego que un grupo de militares y aviadores de afiliación
izquierdista sale de la Base Aérea El Bosque, llega a La Moneda y convida a
Montero a entregar el poder. Éste al constatar que el Ejército no lo apoyará toma
se abrigo se pone su sombrero y deja el palacio de La Moneda como un ciudadano
común y corriente.
El gobierno lo toma una junta presidida por el general en
retiro Arturo Puga junto con Carlos Dávila y Eugenio Matte y asume labores
ministeriales el principal gestor de la jornada, el Comodoro del Aire Marmaduke
Grove.
Esta “República socialista” dura apenas 12 días, pues uno de
sus miembros, Carlos Dávila, promueve otro golpe la noche del 16 de junio con
un grupo de oficiales de la Guarnición de Santiago. Se detiene a Marmaduke
Grove y a Eugenio Matte y se obliga a Puga a dimitir, al tiempo que Dávila se
autoproclama Presidente Provisional de la República Socialista. Sin embargo,
pronto proscribe al comunismo, restaura la Ley de Seguridad Interior, anuncia
Estado de Sitio, y relega a Grove a Isla de Pascua.
Entre 1931 y 1932 en el Ejército de Chile y resto de las
Fuerzas Armadas y Carabineros comenzó un proceso de “limpieza” de sus filas,
pues varios militares de tendencia izquierdista fueron alejados. Es muy
probable que Zendolla y Soto hayan estado en dicha situación y vieron truncarse
así sus carreras en Chile.
RUMBO AL CHACO BOREAL
Según el historiador chileno Leonardo Jeffs en 1932, cuando
estalla de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, una zona de clima
agreste y casi desértico, con escasez de agua y abundancia de mosquitos que
transmitían enfermedades en el límite de ambas naciones, había muchos chilenos
realizando el servicio militar en Bolivia. Añade que en los años 30 del siglo
XX resultaba atractivo para los trabajadores chilenos acudir a Bolivia que
vivía una economía esplendorosa gracias al trabajo en la minería y, pese a que
hubo militares chilenos que se unieron a las fuerzas de Paraguay, la mayoría
optó por la causa de Bolivia.
Bolivia poseía mejores recursos armamentísticos que
Paraguay, sin embargo las malas relaciones en su alto mando y con el presidente
Salamanca, le jugó en contra y muchos de sus oficiales experimentados fueron
cayendo en combate o eran tomados prisioneros. Todo esto hizo que la moral de
las fuerzas bolivianas decayera y se pensó que la ayuda de militares
profesionales chilenos sería una ayuda interesante para cambiar el rumbo de la
guerra.
El gobierno boliviano realizó gestiones en Chile ante su
presidente Arturo Alessandri para contar con oficiales chilenos, pero el
mandatario respetó el acuerdo de ser neutral, pese al interés de muchos
oficiales y ex oficiales de ir a servir por una paga al ejército de Bolivia.
Recién en 1934, en la última etapa de la guerra, varios ex
oficiales del Ejército de Chile y de Carabineros, que contaban con preparación
bélica, fueron contratados por el ejército boliviano para acudir al frente de
combate. Estos militares estaban cesantes y se les prometió recibirlos con el
mismo grado que tenían antes de ser despedidos y servir en Bolivia, algunos
incluso encomendándoles el mando de regimientos y compañías.
En febrero de 1934 se inició el proceso para contratar a ex
militares chilenos y el 11 de mayo del mismo año partieron los primeros
oficiales desde Valparaíso hacia Arica en el vapor “Palena” y desde ahí tomaron
el tren internacional que les permitió llegar a La Paz, posteriormente
siguieron a Oruro, Uyuni y Potosí, llegando hasta Villazón en la frontera con
Argentina. Luego se trasladaron en camiones militares hacia Tarija, Entre Río y
Villamontes y finalmente llegaron al fuerte Ballivián, sede del comando donde
estaba el general Enrique Peñaranda que los agasajó y de ahí los destinó a sus
respectivos puntos de servicio.
Hubo otros tres grupos de oficiales chilenos que viajaron
entre mayo y junio a La Paz y hasta inicios de 1935 hubo un total de 105
oficiales que llegaron al Chaco Boreal para servir a Bolivia y entre ellos
estaba Rubén Soto que llegó en el primer grupo y posteriormente Luis Ángel
Zendolla.
Fue en la acción de la Batalla de Villamontes donde los
oficiales chilenos marcaron el repunte boliviano en la guerra, al igual que en
la llamada Contraofensiva del Parapetí.
El teniente valdiviano Zendolla fue quien recibió un alto
cargo, pues hay testimonio en el libro “Memorias de una guerra” que escribió el
veterano boliviano Andrés Carrasco Burgulla, lo menciona como comandante de la
Novena Compañía del Tercer Batallón.
Grupo DiarioSur no pudo averiguar sobre la destinación de
Rubén Soto en Bolivia.
CONTACTO BOLIVIANO
Una persona que ayudó a Grupo DiarioSur a reunir información
desde Bolivia fue el abogado de Oruro e investigador histórico Maurice Cazorla
que, a su vez, ha promovido en su país el estudio de diversos hechos históricos
que formaron a Bolivia, especialmente la Guerra del Chaco. Cazorla expresó
sentirse “asombrado” y “conmovido” con la historia de dos hombres del sur que
decidieron viajar a Bolivia y combatir contra Paraguay.
Cazorla comentó que, de acuerdo a sus investigaciones
personales, si bien se contabilizan a 105 oficiales chilenos en el conflicto,
hubo muchos otros que se unieron a la dotación de tropa y que no están
debidamente contabilizados. Añadió que la mayoría provenían de ciudades como
Calama y Antofagasta y otras de más al norte de Chile y, por lo mismo, le
impresionó saber de dos valdivianos que llegaron desde tan lejos para apoyar a
su país en el conflicto.
También explicó que fue tanta la influencia de los chilenos
en el ejército que se creó el Regimiento Chile con varios compatriotas que se
alinearon en él y que estaba al mando del mayor chileno Humberto Garrido.
Muchos de ellos se quedaron en Bolivia finalmente destacando entre ellos al
oficial Aquiles Vergara que formó su familia en el país vecino y hasta escribió
cuatro tomos de la Guerra del Chaco. “Esto demuestra que no siempre nuestros
países fueron rivales como quieren hacernos creer”, sentenció el abogado
Cazorla.
El investigador señaló que, lamentablemente, muchos chilenos
no fueron considerados como beneméritos de guerra, que algunos crearon clubes
de veteranos y hasta desfilaban en La Paz. También añadió que varios oficiales
chilenos, al final de la guerra, acudieron a la Guerra Civil Española en
1936.
GUERRA MORTÍFERA
La guerra chaqueña fue una de las más cruentas vividas en
Sudamérica y por primera vez incluyó en las batallas el uso de tanques y de
bombardeos y combates aéreos entre aviones, tal como ocurrió en la Primera
Guerra Mundial.
Tres fueron los oficiales chilenos que cayeron en acción en
el Chaco, destacando la muerte del subteniente Francisco Ortega Beíza, el 12 de
agosto de 1934, en Cañada Loa al caer en una avanzada a bayoneta calada.
También el capitán Vicente Romero perdió la vida el 12 de abril de 1935 en la
senda de Ñancuday con el camino a Copere y el 6 de junio de 1935 falleció el
teniente coronel de aviación Ignacio Aliaga en un accidente aéreo.
La guerra finalizó el 12 de junio de 1935 y, aunque no
hubo un vencedor claro, para Bolivia significó mantener terrenos que a futuro
fueron provechosos para su economía con la explotación de petróleo. En líneas
generales, la guerra tuvo repercusiones económicas negativas para Bolivia y
Paraguay.
Pero los vientos de guerra siguieron soplando, ahora
cruzando el Atlántico, con la Guerra Civil Española entre facciones de
izquierda y fascistas de derecha. Los militares valdivianos Rubén Soto y Luis
Ángel Zendolla también miraron hacia la Madre Patria y, enardecidos por su
afiliación política socialista, decidieron dejar el difícil teatro de guerra
del Chaco Boreal y unirse a las fuerzas de la República.
Chile a inicios de la década del 30 del siglo XX estaba
pasando por varias crisis, tanto en lo económico con el impacto de la Depresión
de 1929, y en lo político con la inestabilidad que se desató tras el
derrocamiento del presidente Juan Esteban Montero, la instalación de la
República Socialista de apenas 12 días y el nuevo golpe de Carlos Dávila en
1932, que traiciona a sus compañeros marxistas.
Es entre 1931 y 1932 que se produce un proceso de “limpieza”
de las Fuerzas Armadas y del Orden en Chile, dándose de baja a todos aquellos
que militaran en partidos de izquierda. Muchos militares quedaron cesantes de
un día para otro y sin posibilidad de trabajar y por lo mismo vieron en los
conflictos bélicos la posibilidad de ganarse un sustento para ellos y sus
familias y, de paso, luchar por sus ideales personales, eso fue lo que ocurrió
con varios militares de izquierda que primero acudieron a combatir a la Guerra
del Chaco, en su mayoría por Bolivia y unos pocos por Paraguay, y al final de
ese sangriento conflicto acudieron a España para defender a los republicanos de
izquierda contra las tropas nacionales que dirigía Francisco Franco.
Como ya contamos en la primera parte, dos militares
valdivianos integrantes del Partido Socialista acudieron a pelear por Bolivia
en la Guerra del Chaco y cuando terminó el conflicto fueron a España y se
sumaron al Ejército Republicano, ellos fueron los tenientes Rubén Soto
Echenique y Luis Ángel Zendolla.
En 1936, año del inicio de la guerra en España, Rubén Soto
tenía 27 años, mientras que Ángel Zendolla tenía 41 años. Ambos estaban casados
y tenían hijos. En el libro del ex combatiente de las Brigadas Internacionales
Gerald Gino Baumann, de nacionalidad suiza, los menciona a ambos soldados y los
identifica como militantes socialistas, de hecho indica que Zendolla era
secretario del Partido Socialista de Valdivia. Lamentablemente en Valdivia ese
dato no se pudo comprobar, pues no existen archivos tan antiguos del partido,
además varios de los antecedentes se quemaron en el ataque a la sede socialista
ocurrida a fines de 2019 en el contexto del Estallido Social.
Curiosamente en los archivos del Ejército de Chile no
figuran antecedentes de Zendolla, tampoco en la FACh, pues su arma era la
Aviación. En el caso de Soto su hoja de vida del Ejército indica que entró como
cadete en 1925 y que en marzo de 1932 “se le concede el retiro temporal”.
DESAPARECIDO
Tras servir en el último año de la Guerra del Chaco en el
Ejército Nacional de Bolivia, ambos tenientes aceptaron el llamado de la
Izquierda Internacional de ir en ayuda de la República Socialista de España que
presidía Manuel Azaña. Así fue que las tropas republicanas contaron con ayuda
de soldados de distintas nacionalidades, tanto de países de Europa como de
América.
Grupo DiarioSur tomó contacto con la Asociación de Amigos de
las Brigadas Internacionales y tras revisar los archivos soviéticos que poseen
aclararon que los dos valdivianos no integraron este grupo. Añadieron que “lo
más probable es que por su formación y graduación hayan integrado el Ejército
Republicano y no las BI”.
Lo que sí encontraron los brigadistas fue una encuesta en
francés que lleno de puño y letra Luis Ángel Zendolla. Dicha encuesta
corresponde a la llamada desmovilización del ejército republicano, pues entre
1938 y 1939 muchos extranjeros que combatían por los izquierdistas dejaron
España y la mayoría escaparon hacia Francia.
El documento resulta muy revelador acerca de quién era
Zendolla, pues indica su fecha de nacimiento y consigna a Valdivia como su
ciudad natal y que su dirección era Picarte 915, a la altura de lo que hoy es
el Terminal de Buses. Añade que posee la nacionalidad chileno española, que es
casado con tres hijos, que tiene el grado de capitán por lo que es probable que
los hayan ascendido en la Guerra Civil. El documento indica que Zendolla, junto
a un soldado cubano, un italiano y una francesa dejaron España por Port Bou, en
Cataluña, el 16 de enero de 1938. Se desconoce hacia qué localidad francesa
pasaron, pero lo más lógico es que ésta haya sido Argeles-sur-Mer, donde al año
siguiente pasaron miles de españoles que vivieron y murieron en dicho campo de
concentración.
Este documento es la última pista que existe sobre Zendolla.
No hay registros acerca de si volvió o no a Chile, por lo que es probable que
se haya quedado en Francia o le haya ocurrido otra cosa antes o durante el
estallido de la Segunda Guerra Mundial. Su pista se esfuma en el misterio de
los años.
En el mismo documento, Luis Ángel Zendolla escribió que
sirvió en Castro Urdiales y Valladolid. Castro Urdiales queda en la región de
Cantabria que era adepta los republicanos y posee un clima muy similar al de
Valdivia, con mucha lluvia y frío en los inviernos y calor en verano, además de
mucha vegetación y costa del Mar Cantábrico. Puede que Zendolla haya vivido la
Campaña del Norte entre abril y noviembre de 1937 cuando las tropas franquistas
atacaron las regiones del norte, interesantes por su poderío industrial, y se
batieron en las batallas de Brunete y Santander.
La situación del norte republicano se hizo difícil tras la
caída de la importante ciudad de Bilbao en junio de 1937, en pleno País Vasco,
por lo mismo, los franquistas se fueron con todo sobre las vecinas regiones
nortinas de Cantabria y Asturias. Muchos brigadistas internacionales perdieron
la vida en esa batalla.
Durante la guerra hubo divisiones dentro del bando
republicano y hasta combates entre ellos, pues había visiones encontradas sobre
cómo hacer la revolución social y la guerra entre comunistas, anarquistas y
socialistas. Por el bando franquista había tropas más preparadas para la
guerra, además del apoyo bélico de la Italia fascista y la Alemania nazi.
En ambos bandos hubo horribles represiones, destacando la
persecución a la iglesia católica de parte de los republicanos y persecución a
marxistas, masones y cristianos protestantes de parte de los nacionales.
EL QUE VOLVIÓ DEL INFIERNO
A diferencia de Zendolla, Rubén Crispín Soto Echenique sí
sobrevivió y retornó a Valdivia, aunque ninguno de los dos aparece en el
listado de los refugiados que regresaron en el barco Winnipeg que trasladó 2
mil refugiados españoles a Chile, en gestión realizada por el poeta Pablo
Neruda y respaldada por el presidente Pedro Aguirre Cerda en 1939.
Grupo DiarioSur pudo comprobar que el Centro Documental de
la Memoria Histórica, donde está el Archivo General de la Guerra Civil
Española, en Salamanca, sí posee información de Soto Echenique, pero el envío
de todos esos datos ha sido complicado en contexto de pandemia: “el actual
volumen de peticiones y la situación provocada por el COVID-19, han provocado
una demora en los plazos”, manifestaron desde Salamanca.
Lamentablemente los descendientes directos de Soto
fallecieron hace unos años y la familia ya no estaría radicada en Valdivia. El
único familiar que nos compartió algo fue Víctor Monrreal, sobrino del veterano
de guerra, y ex intendente de Valdivia y militante socialista. Monrreal
recuerda a su “combativo tío” como un benefactor, pues lo indicó como un hombre
que ayudó a sus padres y a él mismo en los años en que vivieron en Valdivia.
Añadió que en lo político lo recuerda como un simpatizante del Partido Radical
y de toda la efervescencia que provocó el presidente Pedro Aguirre Cerda y su
Frente Popular entre 1939 y 1941, por lo que es probable que tras vivir los
horrores de la guerra en Bolivia y España apoyó la causa de la revolución desde
las urnas, dejando atrás el camino de las armas para siempre.
Rubén Soto Echenique posteriormente trabajó en la empresa de
molinos de la Sociedad Industrial Kunstmann de Collico y llegó a ser presidente
de la Cámara de Comercio e Industrias de Valdivia.
Su esposa era la dama sanjosina Elena Melo que le dio a sus
hijos Rubén y Gonzalo.
El veterano que vivió el “Infierno verde” del Chaco y la
peor guerra civil del siglo XX encontró la ansiada paz en su natal Valdivia.
Soto falleció el 10 de septiembre de 1969 y sus restos descansan en un nicho
del Cementerio General de Valdivia, de Zendolla, en cambio, no se sabe su
último lugar de descanso.
Según la historiadora rusa Olga Ulianova fueron más de 60
los chilenos que defendieron la causa de la izquierda española en la guerra
civil.

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