Al salir Melgarejo de la ciudad de Potosí, anuncio su
doctrina pacificadora a la nación en este decreto.
Por: José L. Bernabé C. - Altagracia de Orituco, Venezuela.
Después de la batalla de la cantería en la que las fuerzas
de Melgarejo salieron victoriosas, quedaba en La Paz y Oruro los principales focos
de resistencia al régimen autoritario de Melgarejo. incluso en la ciudad de La Paz se había
creado un gobierno provisorio a la cabeza de Casto Arguedas. El chileno Ramón
Sotomayor Valdés en su: La legación de Chile en Bolivia desde setiembre de 1867
hasta principios de 1870, relata los acontecimientos posteriores a la victoria
melgarejista de las canterías de la siguiente manera:
“..El 28 de octubre publico el gobierno revolucionario un
decreto en que prometía a la nación convocar los comicios electorales para la elección
del presidente constitucional, dentro de cuarenta días después de la destrucción
del poder militar de Melgarejo, declarando además que el presidente provisorio
no podría ser elegido presidente constitucional. Este decreto calculado para
tranquilizar a muchos ambiciosos que a pesar del estado de las cosas, no perdonaban a Arguedas
su peligrosa elevación, tuvo un buen resultado. La presidencia provisoria de aquel
jefe, que hasta entonces no era reconocida sino por los pueblos de La Paz, de
Oruro y de Chayanta, arrastro la adhesión del pueblo cochabambino (acta de 5 de
noviembre) y de los demás departamentos de la república, no sin que ayudasen
eficazmente a este reconocimiento los últimos reveses.
El ex presidente Acha, que había asistido a la función de
armas de la cantería, en la modesta calidad de jefe de Estado mayor, fue en
Cochabamba uno de los primeros en ofrecer sus servicios como soldado al
presidente Arguedas (Al salir de Potosí, Melgarejo anuncio su doctrina
pacificadora a la nación en un decreto. Ver imagen)
Mientras los pueblos van reconociendo al gobierno provisorio
de Arguedas, Melgarejo permanece en Potosí, en una situación aparentemente indecisa,
pero en realidad preparando su campaña sobre La Paz. Arguedas, que se siente
bastante fuerte para salir en busca del enemigo, y que ha destacado ya en un
radio de más de 50 leguas una vanguardia que ha realizado felices escaramuzas,
sale con el grueso del ejército el 6 de diciembre, y llega a Oruro. A pocos días
se sabe allí que Melgarejo ha salido de Potosí, ha pasado por Sucre y
viene por el camino de Oruro, sembrando
en su paso el terror y la desolación. A su espalda quedan humeando las ruinas
del pequeño pueblo de Pocoata, cuyo incendio ha comenzado Melgarejo por su
propia mano.
Hallábase este caudillo a dos jornadas de Oruro, y el
general Arguedas y los altos militares que le rodeaban, no habían tomado aún
una resolución decisiva. El general Acha, que a la sazón figuraba como
inspector general de ejército revolucionario, instaba por que se librase
combate en las posiciones de Huanuni (a
pocas leguas de Oruro), en vez de emprender una retirada a La Paz, que podía desalentar
la tropa y disminuirla por la deserción. Sin embargo, se optó por este último
partido, lo que dio margen a que el general Acha se despidiese pronosticando
una próxima derrota.
La retirada de ejercito de los constitucionales tuvo lugar a
fines de diciembre, y el 31 del mismo mes entro Melgarejo en Oruro, donde no se
detuvo sino tres días, continuando en seguida en persecución del enemigo, que
en su retirada se limitó a destruir en su paso los recursos de que pudiera
aprovecharse el ejército contrario. Con este motivo el ejército
perseguidor cambio de rumbo, desviando
su marcha hacia el pueblo de Corocoro, en donde se provisiono de víveres,
forrajes y además artículos que necesitaba, teniendo también la fortuna de
recibir allí dos contingentes pecuniarios de Potosí y del Perú (El contingente
del Perú era un dividendo de un empresito contratado por Melgarejo con la casa de La
Chambre y Ca.)
El 24 de diciembre al amanecer llegaba Melgarejo a los
campos de Viacha (a seis leguas de La Paz). Como no supiese a punto fijo el
paradero del enemigo, continuo marchando en buen orden para evitar cualquier sorpresa.
Poco más de una legua había avanzado, cuando por una partida de descubierta
supo que a una legua más adelante estaba formada la línea enemiga sobre un
campo onduloso, conocido con el nombre Letanías. Hizo alto, dio orden de que
tanto con un anteojo desde la cumbre de una colina, el plan y las evoluciones
del ejército contrario. Poniéndose enseguida a la cabeza del ejército, lo
dispuso en columnas cerradas, que tomaron distancias, en cada una de las
cuales se colocaron dos piezas de artillería.
La vanguardia quedo cubierta de un cuerpo de rifleros, En esta disposición marcharon
hasta afrontarse al enemigo, e inmediatamente rompiose el fuego de ambas
partes. El ejército de los constitucionales , que constaba de unos dos mil
hombres, abandono pronto la parapetada situación en que se encontraba , a consecuencia de algunos tiros acertados de la artillería enemiga,
que apenas podía, sin embargo, funcionar, por las desigualdades del terreno.
El ejército de Melgarejo continuaba avanzando en buen orden.
Después de media hora de combate habían abandonado el campo muchos de los
soldados y jefes del ejército constitucionalista, y en una hora más todo estaba
concluido, quedando el ejército de Melgarejo dueño del campo, y tendidos en el
mas de seiscientos muertos y una multitud de heridos. Los jefes principales del
ejército de La Paz habían desaparecido, dejando al vencedor más de quinientos prisioneros.
Melgarejo se situó después de la victoria en el pueblo de
Viacha, en cuya plaza y sobre un puñado de artillería firmo un decreto de
convocatoria de una asamblea nacional que debía reunirse el 6 de agosto de aquel
año, para dar al país una ley fundamental y para proclamar presidente de la república,
al que fuese elegido por los pueblos. En seguida movió su ejército hacia La Paz
(Se habían refigurado en ella varios jefes y mucho soldados bien armados, la ciudad, que de antemano había preparado
sus trincheras parecía dispuesta a resistir)”
Fuente: La legación de Chile en Bolivia desde setiembre de
1867 hasta principios de 1870. De: Ramón Sotomayor Valdés.
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