Por Marco Antonio Flores Nogales / Periodista y fundador de
la Sociedad de Historia de la Guerra del Chaco. / Publicado en el
periódico La Patria el 4 de octubre de 2009.
No tuve la suerte de conocer a Manuel Marzana, el gran
comandante del Fortín Boquerón, pero he leído muchos libros de historia donde
se menciona a este teniente coronel como el gran caudillo de la estoica y por
demás sacrificada defensa de ese fortín por 20 días, desde el 9 de septiembre
hasta el 29.
Sin duda el gesto de valor de más de 600 bolivianos contra
14.000 soldados paraguayos jamás podrá ser igualado en ninguna otra guerra. Los
bravos defensores se quedaron sin munición, alimentos y medicinas, para poder
seguir combatiendo y escribiendo las páginas más heroicas que se hayan escrito
en el continente.
El pasado 29 de septiembre, se recordó la caída de Boquerón
en manos paraguayas aunque, se debe aclarar, que jamás hubo rendición de los
soldados bolivianos, quienes al mando de Marzana estaban dispuestos a morir.
Esta aseveración es corroborada por ex combatientes de Boquerón bolivianos como
Alberto Saavedra, Enrique García y también por paraguayos.
Pero, los bolivianos si tenemos que enorgullecernos sobre la
actuación del Ejército en la Guerra del Chaco, deberíamos hinchar el pecho y
hablar de Boquerón, porque un puñado de hombres, entre los cuales habían muchos
orureños del regimiento 6 de Caballería guiados por el teniente Germán Busch
Becerra y el 14 de Infantería a la cabeza del capitán Tomás Manchego.
La historia y entorno de Boquerón siempre estuvo lleno de
gloria, porque miles de soldados paraguayos en septiembre de 1932 rodearon el
fortín con la misión de matar a los bolivianos y recuperar el lugar, pero jamás
se imaginaron que tendrían que pasar 20 días para lograr ese objetivo, debido a
la falta de munición, alimento, medicinas y refuerzos bolivianos que jamás
llegaron.
El 9 de septiembre, a las 5 de la mañana los paraguayos del
Regimiento Curupaity, desalojado de Boquerón el 31 de julio, tratan de asaltar
el fortín, pero son detenidos y mueren muchos soldados enemigos.
Ese día un destacamento de jóvenes orureños del Regimiento
14 de Infantería, al mando de Manchego, logra ingresar a Boquerón en camiones
llevando dos ametralladoras Vickers, que fueron ubicadas en la denominada
"Punta Brava".
Continúan los ataques paraguayos, mientras en las ciudades
de Bolivia se sigue de cerca lo que ocurre en Boquerón. Los paraguayos no
podían romper la defensa boliviana.
Entonces la Escuela Militar de Cadetes del Paraguay, llega
para reforzar las unidades que atacan Boquerón. La Escuela Militar, era
comandada por el Mayor Bray, al mando de 1.600 hombres.
Los cadetes se lanzan al asalto del fortín pero las ráfagas
bolivianas tiñen de sangre guaraní el suelo y matan a cientos de jóvenes
cadetes. Era otro duro revés para el Paraguay.
TENIENTE VILLA
Los refuerzos no llegaban para Bolivia, una fracción del 14
de Infantería intenta romper el cerco enemigo, pero los camiones son
descubiertos y los paraguayos causan muchas bajas.
En una acción heroica el teniente Rosendo Villa a bayoneta
calada se lanza contra un nido de ametralladoras paraguayas y salva la vida de
los pocos bolivianos sobrevivientes al ataque. Lo misterioso hasta el día de
hoy es que jamás se encontró el cuerpo de Villa, ni siquiera por los
paraguayos.
Desde entonces se conoce a Rosendo Villa como el
"teniente fantasma" y a su destacamento como "la brigada
fantasma" integrada por los tenientes Teleche, Rosendo Villa, Hugo Rada y
los subtenientes Hernán Salazar y Melquiades Cossío.
Los días pasan, no hay refuerzos la moral boliviana se agota
como las gotas de agua que bebían esporádicamente los defensores.
Hay muertos por todo el campo de batalla, muchos cadáveres
están flotando en una laguna, la única que abastecía de agua a los
combatientes. Por las noches y cuando había un silencio sepulcral se podía
escuchar lo que hablaba el enemigo.
Los heridos bolivianos por la falta de medicamentos se
arrastran por los suelos como si fueran fantasmas.
Según el relato del sobreviviente César Novoa, uno de esos
tantos días en la ración de comida le dieron carne, muy asombrado por aquel
inimaginable "regalo" empezó a comer y luego razonó que era imposible
aquello. Entonces la preguntó al cocinero la procedencia de la carne y éste no
le contestó, finalmente optó por volver a preguntar si la carne era boliviana o
paraguaya, respuesta que tampoco recibió.
El 29 de septiembre, Marzana decide hablar con el coronel
paraguayo Felix Estigarribia, para acordar una retirada honrosa de los
bolivianos, debido a la falta de agua, alimentos, municiones y medicinas.
Marzana ordenó al subteniente Clemente Inofuentes que bajara
del mástil la bandera boliviana y la escondiera, para que no cayera en manos
enemigas.
Entonces ocurre lo inesperado, un soldado boliviano levanta
un trapo blanco para iniciar el diálogo, pero los paraguayos confunden la señal
con una rendición y en una desbandada corren hacia el fortín, no se escucha ni
un solo disparo.
Grande fue la sorpresa del enemigo al ver a un puñado de
hombres casi como fantasmas que defendían el fortín y desesperados buscaban a
los demás, incluso llegaron a pensar que se ocultaban en túneles subterráneos.
Pero la realidad era otra, medio centenar de valientes
bolivianos habían resistido el ataque voraz de miles de paraguayos.
Ese día brilla en lo más alto el nombre de Manuel Marzana y
sus muchachos, quienes fueron tomados prisioneros y al ingresar al Paraguay los
recibieron con aplausos y admiración de un pueblo que no podía creer la hazaña
que habían logrado por 20 días.
MANUEL MARZANA
Manuel Marzana Oroza, nació un 7 de junio de 1889, en la
población de Tarabuco en el departamento de Chuquisaca. Sus padres fueron Simón
Marzana y Marcelina Oroza, fue criado con mucho amor como en toda familia de la
época.
Estudió en el Liceo Córdova, luego en 1907 asume la
determinación que le marcaría toda su vida y le permitiría pasar a la historia
de su país y de Latinoamérica como un héroe y su nombre sería escuchado y
replicado como el gran comandante del Fortín Boquerón, ingresar a la carrera
militar.
En 1911, Manuel Marzana egresó del Colegio Militar y empezó
una excelente carrera militar destacándose en los puestos que la superioridad
le encomendó hasta que se inició la guerra con el paraguay en 1932.
En 1936, por orden del presidente de entonces fue nombrado
como Prefecto de Chuquisaca. Luego fue a vivir a La Paz, donde falleció.
Después de su muerte poco se dijo o escribió sobre el gran
Marzana, hasta ahora que el destino nos puso en frente de un señor de ojos
verdes, bigote blanco, que de tener el cabello y unos bigotes negros luciendo
un informe militar de la época, fácilmente lo confundiríamos con Manuel
Marzana.
También apellida Marzana, pero se llama Julio, es su nieto y
hasta hace algunos años el único que podía preservar el apellido, ahora tiene
un hijo Juan Pablo y dos nietos, es decir, el apellido Marzana no desaparecerá.
Julio Marzana siente emoción y orgullo al hablar de su
abuelo, sus ojos brillan y su voz se hace amable.
JULIO MARZANA
¿Qué se siente llevar el apellido Marzana?
Cuando me preguntan qué te llamas y les digo Julio Marzana,
me dicen eres algo de nuestro héroe? Y les digo que soy su nieto.
Tengo muchos amigos que son muy admiradores de mi abuelo,
gente historiadora que siempre ha tratado de estar conmigo por el hecho que
tengo el apellido Marzana.
¿Recuerdas a tu abuelo cuando eras niño?
Si, cuando era muy chico mi padre (Julio Marzana) me llevaba
a visitar a mi abuelo que vivía a lado del cine Universo en la calle Pando.
Ibamos una vez cada dos semanas.
¿Cómo era físicamente Manuel Marzana?
Mi abuelo era bastante bajo (pequeño de estatura), de
carácter bastante fuerte, cuando iba a su casa y mientras estábamos almorzando
nadie podía hablar en la mesa, ni siquiera un comentario, porque a esa hora él
escuchaba las noticias y luego se iba a su dormitorio donde se encerraba.
Era poco cariñoso, a él le gustaba cuando le hablaba de mi
colegio y que había sacado buenas notas se sentía orgulloso, pero después era
riguroso.
¿Sabías en ese tiempo quién era Manuel Marzana?
En esa época era niño y no me daba cuenta del por qué de su
carácter, no sabía que cosa había hecho mi abuelo, sólo sabia que era militar y
pensaba que era de carácter fuerte, serio y no le gustaba que se haga bulla por
ser un uniformado.
¿Hablaste con tu abuelo sobre Boquerón?
Nunca me comentó sobre Boquerón, porque de joven me fui a
estudiar a los Estados Unidos y cuando regresé tuvimos muy poca relación.
El venía a mi casa, almorzaba con nosotros, era muy callado
y nunca me contó de Boquerón, pero él hablaba mucho con mi padre y le contaba
todos los detalles, pero con los nietos no tuvo ese tipo de relación.
También tenía mucha relación con un mayor Taborga que luchó
junto con él en Boquerón y era su gran confidente.
¿Algo que recuerdes de tu abuelo?
Con el paso de los años su carácter siguió siendo serio,
pero le gustaba tomarse sus "chuflaycitos" (singani). Llegaba a mi
casa y antes del almuerzo se tomaba su "chuflaycito".
Recuerdo que cuando iba a visitarlo en su casa él tenía dos
latas de leche Klim llenas de medallas y cada que íbamos junto con mi hermana
mi abuelo nos regalaba una medallita.
A mi abuelo no le importaba tanto sus medallas, sino lo que
había hecho por Bolivia.
En otra de las facetas de Manuel Marzana llegó a ser
profesor de inglés en el Colegio Militar, porque cuando estuvo prisionero en el
Paraguay aprendió ese idioma.
Una vez me contó el ex vicepresidente Luís Ossio Sanjines
que cuando fue al Colegio Militar cuando era un alto dirigente universitario se
encontró con un señor mayor y empezaron a dialogar. Ossio Sanjines se presentó
como un gran dirigente universitario y el anciano le respondió "Soy Manuel
Marzana profesor de inglés del Colegio Militar".
¿Cómo fueron los últimos años de Manuel Marzana?
Los últimos años de vida de Manuel Marzana los pasó muy
enfermo y murió el 4 de enero de 1980, a los 90 años el día que nació su único
hijo, mi padre Julio y se puede decir que Marzana murió en la soledad y
olvidado.
¿La familia Marzana tiene algunas reliquias del abuelo?
Tenemos el revolver de campaña de mi abuelo y esa reliquia
pasa de hijo a hijo.
También hace años el sable de Marzana volvió al país durante
la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada, cuando hubo el intercambio de
reliquias de guerra con el Paraguay.
Yo estuve en el Palacio de Gobierno para ver el sable de mi
abuelo que es un tesoro, el momento que lo tomaron prisionero.
¿Tu abuelo al epílogo de su vida dijo algo que te marcó,
cuéntanos?
Hay una cosa que le escuché decir a mi abuelo y se me quedó
grabado muy fuerte. No se que problema hubo en el país y mi abuelo comentó en
una visita a mi casa "Me duele Bolivia, Me duele Bolivia" y sentí lo
que quería decir, veo como pasan los años y seguimos igual.
¿Ya nadie se acuerda de Boquerón?
Ahora están olvidados los Héroes de Boquerón, está olvidado
Manuel Marzana e irónicamente no hay una estatua de mi abuelo en la Avenida de
los Héroes en el Colegio Militar.
En la población de Cabezas existe un batallón que se llama
Manuel Marzana y nos sentimos orgullos.
La familia Marzana también tiene otro tesoro que son los
manuscritos del militar cuando estaba en la guerra. Esos detalles de una
verdadera historia de valor fueron plasmados en un libro titulado La Gran
Batalla, que fue una realidad por la inquietud de sus hijos, pero que
lastimosamente ya no hay más ejemplares.
GRATITUD AL SOLDADO
Le pregunté al nieto de Marzana que si tuviera la
oportunidad de decirle algo a su abuelo qué le diría y él respondió "Ahora
a mi me duele Bolivia", de esa forma y un apretón de manos en medio de una
intensa granizada en el barrio paceño de Irpavi, concluimos la entrevista.
Pero, si yo tuviera la oportunidad de decirle algo a Manuel
Marzana le diría "gracias por todo su sacrificio y por la dignidad del
soldado boliviano y que aún existen bolivianos que no olvidan a sus
héroes…"
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me gustaria saber sobre la familia Marzana, especificamente cuantos hermanos y hermanas tenia el General Marzana, siento interes por hacer genealogia
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