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LOS ZUDÁÑEZ, LOS HERMANOS REVOLUCIONARIOS QUE NO DEJARON DESCENDENCIA



Así como Pedro Domingo Murillo y Salazar es el héroe de la insurrección del 16 de julio de 1809 en La Paz, Jaime Zudáñez Ramírez es el símbolo de la revolución del 25 de mayo del mismo año en La Plata, hoy Chuquisaca. Más aún, los tres hermanos Zudáñez fueron y son sinónimo de rebeldía y de libertad, pero no se conoce descendencia de ellos en la actualidad. 
La historia relata que esa tarde noche del 25 de mayo, ante los aprestos para derrocar al presidente de la Real Audiencia de Charcas y gobernador intendente, Ramón García de León y Pizarro, éste ordenó la detención de sus enemigos, entre ellos los hermanos Manuel y Jaime Zudáñez. Todos tomaron sus recaudos, menos Jaime, que fue el único que cayó en manos de sus captores, lo que provocó la indignación de la ciudadanía.
La petición de auxilio que dio lugar a la protesta fue hecha por la hermana, Mariana Zudáñez. Fue así que cuando se liberó a Jaime, las autoridades ya no pudieron frenar la revuelta, que terminó en enfrentamientos. El abogado fue llevado en hombros y se convirtió en héroe accidental. Y sucedió algo que había sido planificado, tras la renuncia y apresamiento de García de León, se instaló una especie de junta de gobierno que tomó el mando político y militar. Ello duró hasta el 25 de diciembre.
Esa fecha llegó el nuevo presidente, Vicente Nieto, y así la revolución tuvo su episodio final. Y apenas iniciado 1810, vino el encarcelamiento de los insurrectos.

Los hermanos Zudáñez corrieron esa suerte en febrero. Seis meses después, el 24 de agosto, Manuel falleció en su casa, donde purgaba detención. Jaime fue remitido al penal del Callao (Perú), de donde salió en diciembre. Sin dinero, se fue a Chile, en agosto de 1811.
Allí, escribió una proclama democrática y moralista bajo el pseudónimo de José Amor de la Patria, llamada Catecismo Político Cristiano. Ello le valió influencia política y ser secretario de la asamblea que redactó el reglamento constitucional de 1812. Siete años más tarde, en Argentina, fue parte del diseño de la Constitución. Después, igualmente participó en la elaboración de la Carta Magna de Uruguay, donde murió en 1832.
No hay rastro conocido de algún Zudáñez en Chuquisaca, en Bolivia, ni en algún otro país. Así lo demuestra el historiador Fernando Suárez Saavedra, quien con sus investigaciones reveló hace años que entre los tres hermanos de padres españoles (Manuel Ignacio Zudáñez de la Quintana y Manuela Ramírez de la Torre), Jaime no era el segundo —como decían versiones de otros estudiosos— sino el benjamín, porque nació un 26 de julio de 1772, mientras Manuel lo hizo en 1765, y Mariana, en 1770.
Pesquisa. Según Suárez, Mariana se casó en 1785 con Manuel Merizalde, con quien tuvo a su única hija: Teresa, quien contrajo nupcias en 1801 con Mariano Vásquez, y así llegó a este mundo José María. Pero Teresa falleció en 1802. Desde entonces, el luto se ensañó con la familia Zudáñez porque José María, quien era criado por su abuela Mariana —que murió en 1830—, dio su último suspiro al año de nacido. 
En Argentina, en 1819, Jaime y Juana Crespillo tuvieron a Benjamín Ezequiel, que tras el fallecimiento de sus progenitores en 1832 y 1834, respectivamente, en su oficio de marinero, murió ahogado en 1839. Por su parte, Manuel tuvo un retoño junto a una india, Mercedes Miranda, un amor que no fue aceptado por sus padres. La niña se llamó Feliciana, quien tras el entierro de Benjamín, en 1839, pugnó por quedarse con la casa de su familia en la ciudad de Sucre.
No tuvo suerte. Y lo único que se sabe de ella, explica Suárez, es que se casó con un tal “doctor De la Rúa” y ambos erigieron su hogar en la calle Azurduy de Sucre. “Hace falta un estudio genealógico para hallar a su descendencia en la actualidad”, comenta el historiador, quien subraya que de Jaime Zudáñez, el héroe chuquisaqueño, no hay ni sus restos que pidió, en su testamento, que sean enterrados en un cementerio de Uruguay, en 1832.
Al final, Suárez concluye que la historia ha sido benigna con Jaime, a pesar de haber sido un revolucionario muy mesurado y cauto, a diferencia de Manuel, que era muy radical. Pero ni él ni Mariana, que levantó a las masas ese 25 de mayo, tienen siquiera una calle con su nombre en Sucre. Tal vez porque Manuel murió apenas acabó la rebelión, y Jaime —que nunca volvió a Chuquisaca desde 1811—, sembró los ideales de libertad también en Chile, Argentina y Uruguay.
El homenaje llegó medio siglo después
De acuerdo con las averiguaciones del historiador chuquisaqueño Fernando Suárez Saavedra, las primeras recordaciones de la revolución del 25 de mayo de 1809 y de sus héroes, recién llegaron medio siglo después de ese hecho histórico. Tras una revisión hemerográfica, el también periodista señala que desde los años 60 del siglo XIX, los chuquisaqueños desenterraron lo ocurrido en la fecha y la participación de próceres como los hermanos Jaime y Manuel Zudáñez, Bernardo Monteagudo y otros. “Es un fenómeno tardío y extraño. Parece que en esa época, los chuquisaqueños buscan su identidad a través de sus líderes, héroes, para sentirse identificados. Otro dato interesante es que la prensa empieza a hablar de la heroína Juana Azurduy de Padilla, recién desde los años 1900”, complementa.
Esta nota fue publicada en el periódico La Razón 25 de mayo de 2012.

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