José María Gamarra hasta antes de 1953 era conocido como "el rey de la coca". Fue a partir de 1910 cuando el poder de José María Gamarra empezó a dar muestras de implacable existencia, cuando se convirtió en propietario de Santa Rosa, una de las haciendas mas antiguas y productivas de los Yungas. A partir de entonces, y gracias a su militancia "liberal" y estrecha amistad con el caudillo de esa corriente política y connotado oligarca, Ismael Montes, logro expandir su dominio, hasta que en el año 1928 ya poseía siete haciendas cocaleras, cinco de las cuales eran las mas ricas de las 272 que en ese tiempo existían en toda la región de Nor y Sud Yungas.
Su estrecha relación con Montes le valió también ser legislador y diplomático. José María Gamarra impulso la Sociedad de Propietarios de Yungas, institución que si bien no presidió , siempre fue considerada como propiedad suya.
Otro de los factores decisivos en el incremento de poder de este latifundista, fue su relación directa con los principales magnates mineros. Debido a ese echo, Gamarra organizó de una manera eficaz el sistema de comercialización de la coca.
Hacia 1928, cuando ya era propietario de las haciendas "Santa Rosa", "Auquisamaña", "Tabacal", "Anacuri" y "Coscoma", ademas de dos de menor importancia, era indiscutiblemente el mayor productor de coca de Bolivia. Gamarra extendió su poder a todos los ámbitos de la producción cocalera, y aun siendo el terrateniente con mayor número de haciendas, no dejó de incrementar un solo instante sus bienes, de tal manera que para 1952, era ya propietario de 9 fincas, solo en la región de Coripata.
Un capítulo que ilustra de manera contundente el ppder y la influencia de este magnate cocalero en el estado es el siguiente:
Una gran cantidad de indígenas quechuas bolivianos emigraron hacia el territorio argentino desde la mitad del siglo XIX, para trabajar como braceros. Los empresarios de ese país descubrieron sin mucho ezfuerzo que el dotando de coca a esos trabajadores los mantenía en "mejores" condiciones y "mas contentos", por lo que paulatinamente se logró que la importacion de hojas de coca fuera considerable.Sin embargo a partir de 1930 hubo problemas, ya que aquel pais habia detectado que parte de las hojas de coca que ingresaban desde Bolivia servian para fabricar clorhidrato de cocaina. En 1938 las autoridades argentinas lograron establecer algunas normas jurídicas que consideraban a la coca como un estupefaciente. Esto significó un golpe a los productores yungueños, los cuales siempre bajo el asesoramiento de Gamarra lograron establecer una institución "semiestatal" denominada Corporación de productores de Coca de Bolivia (Cocalivia S.A.), la cual logró que el gobierno boliviano, valiéndose del "Tratado de Cooperación Económica, Financiera y Cultural Argentino-Boliviano", impusiera a las autoridades de Buenos Aires la obligatoriedad de comprar un cupo anual de 500 mil kilogramos de coca a la mencionada institución. El gestor de este convenio comercial, que logró burlar las propias leyes argentinas , fue Abel Soliz, representante de Cocalivia, en la década de 1940.
En realidad, Cocalivia no era otra que la mencionada Sociedad de Propietarios de Yungas, y Abel Soliz era uno de los propietarios coripateños que ademas había sido presidente de la institución de hacendados de 1922 a 1935.
Empero, quien había movido todos los hilos gubernamentales bolivianos para lograr asegurar un importante mercado para la coca boliviana, había sido presisamente José María Gamarrá.
Por otra parte, "el rey de la coca" era dueño, incluso, del mismo pueblo de coripata, el que se asentaba dentro del territorio de sus haciendas.
José María Gamarra era un hombre de aspecto duro, que no dudaba en castigar a sus servidores cuando afectaban aun mínimamente sus intereses. A algunos indígenas los envió a prisión política. Se estremecía de ira cuando escuchaba que los colonos de sus haciendas se expresaban en idioma español y los obligaba a utilizar siempre el aymara.
Extracto de: La veta blanca, coca y cocaina en Bolivia, de: René Bascopé Aspiazu.
// Historias de Bolivia.
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