Fuente: Charcas y Murillo - Tomo I, del escritor Enrique
Rocha Monroy. // Foto: Hilarion Daza - Guerra Del Pacifico Daza No Oculto La
Noticia De La Invasion - Luis Antezana.
Roberto Querejazu Calvo, historiador ecuánime y documentado,
nos da el siguiente retrato del General Hilarión Daza: “Daza era alto, fornido,
de aspecto imponente. Frente amplia, ojos claros, pequeños y vivaces, llenos de
malicia. Nariz romana. Pómulos salientes. Boca grande, con labios abultados,
rodeada de grueso bigote y barba. Aire marcial. Carácter desconfiado e
irascible”. Subraya su afecto por el Batallón “Colorados”: “Los visitaba todos
los días y departía con ellos en franca camaradería, jugando a la pelota de
mano, compartiendo de sus comidas y bebidas, bromeando con las rabonas,
asistiendo a sus fiestas, dejando que aquéllos, cuyos hijos apadrinaba en su
bautizo, lo tuteasen y llamasen compadre. Le puso su nombre al batallón.
Consiguió que los sargentos primeros, los sargentos segundos
y los cabos, recibiesen paga de comandantes, capitanes y tenientes,
respectivamente. Cuando moría alguno lo hacía enterrar con honores de coronel.
Desconfiaba de todos, menos de ellos. Sólo entre los 'Colorados', se sentía
tranquilo y feliz.”
Desde su temprana incorporación al ejército, hasta cumplir
los 39 años de edad, Daza tuvo una carrera fulgurante. Por entonces había en el
ejército tres batallones uniformados con los colores del pabellón nacional. El
joven Hilarión se incorporó al Batallón 3º “Verdes”, en 1857, a la edad de 17
años; recibió el grado de sargento durante la presidencia de José María
Linares, consiguió nuevos ascensos a subteniente, teniente y capitán, y,
entonces, se le presentó un momento fundamental en su carrera, definido con un
golpe de audacia que lo distinguió entre sus camaradas, cuando llevó la noticia
del levantamiento de la ciudad de Sucre a Melgarejo, galopando 150 leguas en
sólo tres días, hazaña, a tal punto increíble, que el tirano lo envió al
calabozo, receloso de una burla a su persona; pero, una vez que admitió la
veracidad de los hechos, lo incorporó a su cuerpo de edecanes.