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—PILOTOS QUE FALLECIERON EN ACCIDENTES AÉREOS— Guerra del Chaco


EL ACCIDENTE DEL MY. ELIODORO NERY Y EL TTE. RENE DORADO CRONEMBOLD 

“EL MITO O INVENTO PARAGUAYO DEL DERRIBO AÉREO QUE SE DESVANECE EN EL AIRE”


Por #CORTEGOSKY©

A las 3 de la tarde del 7 de julio, el avión de Escuela Vespa Vickers 23, tripulado por el My. Eliodoro Neri, llevando como metrallista al Tte. René Dorado Cronembold, SUFRE UN ACCIDENTE FATAL EN SAN ANTONIO DE VILLA MONTES, EN QUE AMBOS COMBATIENTES PIERDEN LA VIDA. Salía el avión con dirección a Ballivian, pero a la distancia de 1 km. del aeropuerto, y habiendo alcanzado ya una altura de 200 m., el aparato se precipita a tierra, con desprendimiento del motor, a pocas cuadras del hospital. Los rumores, basados en algunos antecedentes, atribuyen el accidente a un posible acto de sabotaje, único recurso al que pueden apelar quienes son incapaces de sostener lides caballerescas en el terreno. 

—Esta es la verdadera historia del nefasto accidente de dos pilotos bolivianos, hecho que aconteció en julio de 1934. Lastimosamente por muchos años “seudo historiadores” paraguayos hicieron creer que pilotos bolivianos y su avión fueron derribados en combate aéreo, un 8 de julio de 1934. Seguramente el invento fue para levantar la moral de su país, teniendo como base histórica una mentira creada por los guaraníes.

—Pero veamos con mayor profundidad lo sucesos o hechos que sucedieron en esos días de julio de 1934.

“10 de Julio... Pobre Neri. Pobre Dorado. Un vuelo de recreo, esto es, un vago deseo de cielo, de emoción, de aquella emoción en que debe expandirse el espíritu de verse junto a las nubes, un poco más cerca de las estrellas... Un vuelo de recreo, el avión que se precipita en tierra sin que se sepa por qué y dos cuerpos que se deshacen juntamente con la máquina traidora... Habíase preparado en la “casa de los aviadores” la cámara mortuoria. Una habitación pequeña, limpia, pobre. Unas cuantas ramas de palmera, unas ramas de laurel y dos o tres coronas de flores de papel blanco sobre las cajas de tosca madera. Un foco eléctrico parecía tender sobre los infelices su desteñida sábana de piedad”. Parte del párrafo escrito por Jesús Lara en su libro Repete y recuperado por Amalia Villa en el tomo II de su libro referido a la aviación boliviana.

—Sin embargo, considero que es importante conocer el relato completo y la descripción gráfica que realiza Jesús Lara (libro Repete), de lo que sucedió con los dos pilotos y su trágico deceso. 

Villa Montes. - 10 de julio  

Los troncos siguen chisporroteando. Yo pienso en la suerte de los dos aviadores cuyos cadáveres se hallan bajo nuestra custodia. Hemos venido aquí como guardias de honor. Pobre Neri. Pobre Dorado. Un accidente vulgar, inesperado les arrancó la vida. Un vuelo de recreo, esto es, un vago deseo de cielo, de emoción, de aquella emoción en que debe expandirse el espíritu al verse junto a las nubes, un poco más cerca de las estrellas... Un vuelo de recreo, el avión que se precipita en tierra sin que se sepa por qué y dos cuerpos que se deshacen juntamente con la maquina traidora...Llegamos aquí a las veintidós. Habíase preparado en la «casa de los aviadores» la cámara mortuoria. Una habitación pequeña, limpia, pobre. Unas cuantas ramas de palmera, unas ramas de laurel y dos o tres coronas de flores de papel blanco sobre las cajas de tosca madera. Un foco eléctrico parecía tender sobre los infelices su desteñida sábana de piedad. Afuera, en un corredor, algunos aviadores y mecánicos tomaban en corro té con singani en sendos vasos de fierro enlozado. Hablaban fuerte, reían y parecía que no habían pensado aún en sus camaradas muertos. Héctor Jaldín, ecónomo del cuerpo de aviación de Villa Montes, me invita a tomar té con singani, Yo no me hallo en condiciones de rechazar una invitación semejante. Me conduce junto a un pawichi, frente al cual crepita el fuego, alimentado por los soldados. Sobre el fuego se ve un buen tarro de hojalata. Jaldín me sirve un vaso igual a aquellos en que bebían los aviadores. En el frío de la noche, el té me parece delicioso; lo saboreo con fruición. Conmigo fue invitado también un soldado mío: Ernesto Campuzano. Entusiasmado por lo confortable del té con singani, el muchacho me dice con emocionante elocuencia: 

—Mi sargento, yo tengo grandes deudas de gratitud con el mayor Neri. Fue muy amigo mío en La Paz. Hizo bautizar a varios de mis hijitos...  Le ruego me permita parar de centinela el mayor tiempo posible ... Quisiera pagar así estas deudas que tengo con mi compadre... Accedo a la petición del soldado. Pero en seguida él me pide permiso para visitar a un amigo que tiene en la pista y desaparece. Las horas son largas. No hay sueño. El frío húmedo, penetrante, se hace cada vez más intenso. Los troncos se deshacen lentamente en las llamas que hacen malabares con las sombras. Los soldados siguen en torno, sentados, acurrucados o semirrecostados en el suelo desnudo, bajo un cielo que parece un gran palio de tragedia. —Mi sargento —me dice el cabo de guardia. — El soldado Campuzano no parece; ya le toca parar de centinela. Ordeno que se le reemplace con el soldado que le sigue en el rol. Los soldados de la pista siguen con su teoría de lamentaciones. Su comandante de guardia, un cruceño evacuado, viene atraído por el calor de nuestra lumbre y nos cuenta toda su vida de campaña. Habla de Nanawa, de Aliwatá, de Conchitas. Ha pertenecido al Regimiento 41 de Infantería... Ahora ya es inútil para la guerra, porque los cirujanos le han dejado una pierna más corta que la otra. —¡Las cuatro! —refunfuña adormecido mi cabo de guardia. — ¡Chungara! ¡Florido! ¡A relevar!... En la lejanía hay una sucesión de disparos de fusil. Los disparos se hacen cada vez más nutridos. Es como si se tratara de un combate. Son dos baterías del «Pisagua» que parten a la línea. Ahora no quedan en el regimiento más que mi batería y la de morteros. Al amanecer se me presenta el soldado Campuzano. —Perdone, mi sargento —se cuadra delante, todavía medio borracho y soñoliento. — Mi amigo a quien fui a visitar me invitó unos tragos y me había dormido en su pawichi. Perdone, mi sargento... —¿Y su deuda de gratitud con el mayor Neri? — le pregunto. —Mi sargento... —sonríe con una naturalidad ejemplar. —Bien…

—Otro autor que menciona el trágico accidente, es el Gral. Alberto Paz Soldan Pol quien hace mención al suceso en su libro Conducción de la Fuerza Aérea Boliviana en la Guerra del Chaco.

“Las dispersas bombas lanzadas por los atacantes no causaron más que boquetes en terrenos baldíos Y TAMPOCO FUERON ABATIDOS EN EL COMBATE AÉREO LOS PILOTOS MAYOR NERY Y TENIENTE DORADO, como dice en Masamaclay el historiador Querejazu. FALLECIERON EN UN ACCIDENTE DE UN AVIÓN VICKERS VESPA EN LA LOCALIDAD DE SAN ANTONIO FRENTE A VILLAMONTES “.  

—Roberto Querejazu, en su libro Aclaraciones Históricas de la Guerra del Chaco, confirma lo que otros autores señalan sobre el accidente y escribe:

El 8 de julio de 1934, una escuadrilla paraguaya bombardeó el fortín Ballivián. Tres cazas bolivianos pudieron levantar vuelo a tiempo para interceptar la operación. En los 4 aviones paraguayos resultaron heridos el teniente Flavio Martínez, el capitán Isidro Jara, jefe de la escuadrilla, el piloto Arsenio Vaeski y el teniente César Corvalan. Del lado boliviano cayeron con su máquina el mayor Nery y el teniente Dorado. (ERROR, SE ESTRELLARON EN VILAMONTES). 

—Leamos que escribe el Cnel Julio Diaz A. en su libro La guerra con el Paraguay:

Pero no todos fueron triunfos y éxitos. También hubieron pérdidas dolorosas. Muchos pilotos rindieron a vida trágicamente en servicio de la Patria, y muchas máquinas fueron destruidas representando un valor enorme: Arzabe en Ballivián, Pascoe en San Lorenzo, NERY EN VILLA MONTES y así, muchos otros cayeron en cumplimiento de su deber.

—Una vez desmitificado el invento paraguayo del derribo del avión en combate y de ambos pilotos, veamos quienes fueron estos dos legendarios pilotos bolivianos.


MY. ELIODORO NERY—

—Uno de los valientes pilotos de la Fuerza Aérea boliviana, nacido en Cochabamba el 16 de octubre de 1898, fue oficial de Infantería que ascendió al grado de teniente en noviembre de 1924. Dos años después acudió al primer llamado de oficiales aspirantes a Pilotos Aviadores y su grado le valió para ser el encargado del efectivo de alumnos pilotos y los cursos militares ante el Instructor My. Haeberli. Efectuó el primer vuelo solo en el escuadrón “Chorolque” en noviembre de 1927, obteniendo su brevet de Piloto Militar en marzo del año siguiente. Pasó luego al Curso de Guerra en aviones Bréguet, del que era Instructor el My. Lemaitre. Su dominio en este arte hizo de él a su vez, en 1930, Jefe Instructor del Curso de Aviones Bréguet, preparando un numeroso grupo de pilotos, como profesor de la Escuela Militar de Aviación. En los primeros días de junio de 1932 ingresó a Villa Montes integrando una patrulla de aviones Bréguet, con la que llegó hasta fortín Camacho y Muñoz. Allí lo sorprende el estallido de las hostilidades chaqueñas y toma parte en las acciones de armas de Boquerón, Rojas Silva, Corrales, Toledo, Campo Vía, Saavedra y Ballivián. EN JULIO DE 1934, CUANDO SE ENCONTRABA EN LA BASE CENTRAL DE VILLA MONTES, COMO INSTRUCTOR DE PILOTOS, PIERDE LA VIDA EN UN ACCIDENTE FATAL DE NUESTRA AVIACIÓN, EN CIRCUNSTANCIAS DE INSTRUIR A UNO DE SUS DISCÍPULOS DE ACROBACIA. 


TENIENTE RENÉ DORADO CRONEMBOLD — 

—Nacido el 5 de marzo de 1914, inició sus estudios de aviación en el Aeródromo de “El Palomar’’ en la Argentina, recibiendo su brevet de aviador civil en noviembre de 1932. Inmediatamente ofrece sus servicios al país, comprometido ya en campaña y, un año más tarde, en enero de 1934, se alista como piloto de guerra. Toma parte en algunas acciones bélicas, HASTA QUE ENCUENTRA LA MUERTE A MEDIO KILÓMETRO DE VILLA MONTES, JUNTAMENTE CON EL MY. NERY. 

EL PARTE DEL I CUERPO DE EJÉRCITO, EXPEDIDO AL DÍA SIGUIENTE, (9 DE JULIO DE 1934) DABA CUENTA QUE LOS CUATRO AVIONES ENEMIGOS BOMBARDEARON BALLIVIÁN, SIN CAUSAR DAÑO, Y SE DESMENTÍA LA VERSIÓN PARAGUAYA DE HABER LOGRADO DERRIBAR A UNO DE LOS AVIONES BOLIVIANOS QUE LES SALIERON AL ENCUENTRO. 

—Grafiquemos resumidamente que sucedió el 8 de julio de 1934:

En efecto, llegadas las máquinas paraguayas a las 5 de la tarde sobre Ballivián, el Tte. ALARCON, acompañado del Observador POL, el My. COELLO, el Cap. RIVERA y el Sbtte. Carlos LAZO DE LA VEGA, salieron a defender los aires bolivianos. Este último aviador, llevando al Obs. LAVADENZ, se distinguió en la jornada, que puso nuevamente en fuga a la aviación enemiga, colocando su avión dentro de la formación de tres máquinas adversarias, intercambiando disparos con ellas, mientras cumplía arriesgadas acrobacias, hasta retirarse por falta de munición. Así el Sbtte. LAZO DE LA VEGA se expuso aún a la acción antiaérea de las fuerzas bolivianas de tierra. El jefe de las Fuerzas Aéreas, Tcnel. Jordán felicita a la “Escuadrilla Coello” por su actuación frente a los cuatro aviones enemigos que volaron sobre Ballivian.  “Se hace extensiva esta felicitación -dice la Orden del Día- al Sbtte. Alberto Alarcón, quién, no obstante, no pertenecer a la Escuadrilla, tomó parte con decisión en el Combate”.  Las dispersas bombas lanzadas por los atacantes no causaron más que boquetes en terrenos baldíos...

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