Por: Isabelle Combès.
Las pocas noticias existentes evidencian relaciones contradictorias entre los chiriguanos y sus vecinos del Chaco, aunque la ‘contradicción’ tal vez sólo sea reflejo de la falta crónica de información. Otro elemento a tomar en cuenta es que, ni de parte de los chiriguanos ni de parte de los tobas puede hablarse de relaciones entre ‘naciones’ o grupos étnicos enteros. Los que comercian, se alían o por el contrario se enfrentan son grupos locales, ‘parcialidades’ en términos coloniales, ‘bandas’ para los antropólogos chaqueños, ‘capitanías’ en términos chiriguanos: de ahí también las ‘contradicciones’ de las fuentes, que no siempre hablan de los mismos grupos –eso sin contar con la célebre ‘inconstancia’ de los salvajes, y el arraigado odio que suelen tenerse. En 1860, el padre Corrado describe en estos términos las antiguas relaciones entre tobas y chiriguanos de Tarairí:
Entre ambas naciones existía desde tiempos antiguos una relación de mutua amistad, nacida de la precisión en que se vieran de satisfacer recíprocamente sus necesidades, fomentada por el pequeño comercio o cambio de pescado y maíz, así como también demasiado inestable a causa del genio volubilísimo y veleidoso de los tobas, de la antipatía natural de los chiriguanos hacia cualquiera que no perteneciese a su nación propia y favorita; y de la pequeñez de los artículos que eran el objeto del comercio. Por manera que tan pronto estaban en armonía, sosiego y paz, como en ruptura, desorden y lucha (Corrado 2006: 406).
Ruptura, desorden y lucha son las que parecen prevalecer en los tiempos coloniales, aunque probablemente no excluyan trueques, comercio, y algunas alianzas guerreras esporádicas. A finales del siglo xvii por ejemplo, en la rivalidad que opone a los dos jefes chiriguanos Cambaripa e Yatebiri del Pilcomayo, este último tiene el apoyo de los tobas (Lozano 1733: 278). En la misma época corren rumores de una conspiración indígena en contra del jesuita Arce, y se dice que “un ejército de tobas” viene marchando en contra de los españoles, a pedido de dos jefes chiriguanos “apóstatas” (Charlevoix 1756,II: 227).
Es un hecho que, según notan los franciscanos, los chiriguanos sólo suelen aliarse con los “beduinos del Chaco” que son los tobas cuando se trata de luchar contra los españoles (Corrado 1884: 371). El avance colonial es, pues, la clave de las alianzas entre ambos grupos. La primera resistencia chiriguana a los españoles fue el hecho de grupos aislados, o de alianzas circunstanciales y siempre efímeras entre ‘capitanías’, utilizando incluso al español en ocasiones. Es lo que pasó por ejemplo –el ejemplo es canónico– en la campaña del adelantado Ruy Díaz de Guzmán a inicios del siglo xvii. Tres regiones de la Cordillera chiriguana estaban enemistadas en estos años: el Guapay, Charagua y Macharetí. Tomando partido por Charagua, Díaz de Guzmán venció con su ayuda a Macharetí. Pero el conquistador pretendió seguir adelante después de la victoria. Los de Charagua se negaron, e incluso buscaron la alianza de sus enemigos del Guapay para deshacerse del español, que se vio forzado a pedir apoyo a Macharetí. La historia acabó cuando, habiendo Díaz de Guzmán fundado un fuerte en la Cordillera, se unieron las capitanías del Guapay, de Charagua y de Macharetí para expulsarlo y retomar luego su infinito ciclo de venganzas internas.10 Exasperado y exhausto, Rui Díaz salió derrotado, maldiciendo a los ‘ingratísimos’ chiriguanos y su ‘inconstancia’.
Este episodio lo demuestra: en cuanto pasa el peligro común, se desvanece la alianza guerrera entre capitanías chiriguanas. Ésta es la situación que paulatinamente irá cambiando en el transcurso de los siglos, a medida que avanza, aun con tropezones y problemas, la colonización blanca –hasta lograr resquebrajar, en el siglo xix, el escudo chiriguano del Chaco.
En el siglo xviii, la mayor parte de los chiriguanos todavía está viviendo fuera del sistema colonial. Pero la situación es más apremiante que antes, y los españoles (soldados, misioneros, colonos) avanzan poco a poco hacia su territorio. De esta manera se hacen más frecuentes coaliciones o ‘sublevaciones generales’ que reúnen a varias capitanías contra un enemigo común: la de 1727 al sur del Pilcomayo, al mando de Aruma; la de 1750 encabezada por Chindica, o la poderosa coalición de los años 1793 a 1799 que acaba destruyendo a muchas misiones franciscanas. En la misma época surgen los ‘hombres-tumpa ’ de Caiza y Mazavi, líderes mesiánicos de las rebeliones contra los españoles. Y en la misma época aparecen, también, tímidos brotes de alianzas con los tobas.
Ya mencioné el ‘ejército de tobas’ que acudió al llamado chiriguano para expulsar a los españoles del Pilcomayo en 1691. Más tarde, durante la rebelión de Aruma, los chiriguanos están coligados con “Thobas”; los rebeldes se organizan de manera que los chiriguanos peleen de día, y los tobas de noche (abnb ec 1727/67: 22r). Un episodio importante tiene lugar después de la represión española: muchos chiriguanos huyen hacia el Chaco, “hacia la parte de los Tobas inmediatos” (Lozano 1733: 333). A imitación de sus esclavos de antaño, los chiriguanos se vuelcan hacia el único asilo seguro, el Chaco. Son nuevos aportes que van engrosando así, poco a poco, el conjunto tapiete.
Son fugas que muestran, también, y mostrarán cada vez con mayor nitidez en el siglo siguiente, que la Cordillera chiriguana ya no representa el seguro refugio que era antaño para aquellos que escapaban del sistema colonial.
En la segunda mitad del siglo aparecen otras noticias de alianzas entre chiriguanos y tobas. En 1766, tobas del Pilcomayo dan el aviso a Tarairí de “que los Portugueses salían el Río arriba de Pilcomayo”; cuatro o cinco pueblos de tobas se juntan en esta ocasión con los chiriguanos, para hacer frente a la posible llegada de los bandeirantes (abnb ec 1766/12: 2). A inicios del siglo xix, durante la ‘sublevación general’ de los chiriguanos liderada por Cumbay,
[...] han concurrido indios bárbaros de las fronteras del Tucumán y Tarija como son los Mataguayos, Bejoses,11 Tobas, Chaneses y Chiriguanos, que esto lo saben porque algunos inteligentes y prácticos de la Cordillera han observado estas naciones extranjeras por el idioma y por los semblantes en que se distinguen (Eusebio Padilla, 1805, citado por Saignes 2007: 107).
Los mismos retiran después su apoyo al líder chiriguano, quejándose de no conseguir su parte del botín y del ganado robado: pero estuvieron presentes, y en masa, en esta ocasión.
Sea en la guerra de fin de siglo que arrasa con la mayoría de las misiones franciscanas, sea en la rebelión de Cumbay, la resistencia chiriguana al avance colonizador es de gran magnitud y gran violencia. Pero esta magnitud y esta violencia mismas muestran que los peligros son más apremiantes que antes, más cercanos en todo caso. La Cordillera se derrumba. Los chiriguanos necesitan apoyo externo, el apoyo de los chaqueños, así como los mismos chaqueños necesitan, en ocasiones, ayuda chiriguana, por ejemplo en 1766 en Tarairí para escapar de los bandeirantes.
Estos endebles brotes de alianza son todavía, en esta época, temporales e inestables, cambiantes, recelosos y nunca firmes. Como agua y aceite, tobas y chiriguanos no pueden juntarse realmente, ni durablemente –una sola discusión sobre el reparto del botín hace fracasar la coalición multiétnica de Cumbay. Al estilo de las antiguas alianzas esporádicas entre capitanías chiriguanas, una vez que el peligro desaparece, se esfuma la alianza.
Es por esta razón que, al mismo tiempo que aparecen ejemplos de entendimiento entre tobas y chiriguanos en contra de los españoles, siguen también las cruentas guerras y hostilidades entre ambos grupos. Se dice de los chiriguanos de Tarairí, en 1765, que
“acostumbraban salir a pesquisa de Tobas por las riberas [del Pilcomayo]”, y aseguraban ellos mismos que “acabarían con cuantos [tobas] encontrasen en los caminos” (abnb ec 1767/46: 5v, 6r). Poco después, el profeta chiriguano de Caiza dirige un asalto contra los tobas, consiguiendo cautivos que quiere vender a los españoles de Salinas: “está sumamente soberbio y orgulloso con la presa que acaba de hacer en los tobas, sin pelear, porque los cogió descuidados y desprevenidos de arma” (abnb Rück 53, 1778: 2v).
Los tobas siguen siendo “una nación opuestísima a la Chiriguana” (abnb Rück 106, 1791: 1v), y se alían incluso a fin de siglo con los chanés de Sanandita y los mataguayos vecinos, logrando expulsar a los chiriguanos de Caiza y Caraparí, al sur del Pilcomayo (Combès 2007).
Foto-postal donde se puede apreciar a hombres y mujeres tobas.
ALIANZAS ENTRE CHIRIGUANOS Y TOBAS EN LA COLONIA Por: Isabelle Combès. Las pocas noticias existentes evidencian...
Publicada por Historias de Bolivia en Viernes, 5 de febrero de 2021
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