Por: José Antonio Loayza Portocarrero / Este artículo fue publicado originalmente
el 18 de marzo de 2022.
“Casi todo lo absurdo de nuestra
conducta es resultado de imitar a aquellos a los que no podemos parecernos.” ―
Samuel Johnson
Imitamos hasta los errores, hasta lo pérfido y las ambiciones. Imitamos todo,
como si convendría hacer lo que hacen otros, y no teniendo autenticidad ni
originalidad expresamos una falsa personalidad con complejos porque no podemos
mostrarnos como verdaderamente somos, y por fingir ser alguien, idealizamos lo
inútil, nos cubrimos con máscaras y somos corderos porque donde va uno van
todos ¿Qué logramos con la imitación? Lo feo y paradójico está en la política,
donde quienes hablan de descolonización, ¡son precisamente los descubiertos,
conquistados, convertidos y colonizados, que actúan como leales funcionarios de
los países imperiales!
Cuando se dio la Nacionalización de las minas el 52, lo importante era entrar
en lo oportuno. Un siglo vivimos encerrados en sentido figurado en la caverna
de Platón, ingenuos y convencidos de que todo lo que allá había era real, sin
descubrir que eran trucos chinescos mostrados en los muros por la Rosca, y
cuando salimos de allá para construir nuestro país soñado, alumbrándonos con el
mechero de la ocasión hacia un nuevo camino, ¡la luz desapareció en lo
inoperantemente oscuro! ¿Qué pasó? Porqué si se depuso el liberalismo se impuso
un comunismo chuto, y quien dijo que el futuro del país sería controlado por el
poder dual, tal como teorizó el alma bendita de Lenin hace 35 años atrás, un 9
de abril de 1917, en el diario Pravda…
“El doble poder se manifiesta en la existencia de dos gobiernos: uno es el
gobierno principal, el verdadero, el real gobierno de la burguesía […] el otro
es un gobierno suplementario y paralelo, de ´control´, encarnado por el Soviet
de diputados obreros y soldados de Petrogrado, que no tiene en sus manos ningún
resorte del poder, pero que descansa directamente en el apoyo de la mayoría
indiscutible y absoluta del pueblo, en los obreros y soldados armados.”
¿Obreros armados para defendernos?, ¡de quién, si la Rosca cayó! Los sindicatos
obreros podían catalizar ideas, fuerzas y sentimientos para cortar la soga que
los ataba a un pasado inculto y de ajenas ideologías, con cuya misma soga eran
arreados como rebaños solo para hacer masa y apoyar a la casta movimientista y
cobista, en eso se erró, en ese ¡corramos y haber que agarramos!, se falló. ¿No
era el fin sacar a la Rosca y dejar de ser “metetes” con la excusa de controlar
al Gobierno titular con uno suplementario, sólo porque Lenin dijo y Lechín
quiso?
Podíamos cambiar nuestro destino gobernando la realidad de entonces. Si Patiño
lo hizo porque no nosotros. Como anécdota, una emisora local entrevistó a un
dirigente del Histadrut, una institución de Israel similar a la COB. Le
preguntó qué criterio tenía sobre la huelga, el público oyente esperaba una
respuesta trotskista o castrista, pero el invitado dijo no haber entendido. Con
más pausa le explicaron que la huelga era un recurso social que paraba la
producción y coaccionaba al Gobierno. Para sorpresa de los oyentes, el invitado
dijo que ellos no hacían huelgas, porque el transporte, servicios, industrias,
banca, y todas las empresas ¡pertenecían al Histadrut!, ¡ellos eran accionistas
y dueños de sus propias empresas! El locutor incómodo con la respuesta, y
viendo que era una política diferente a la de la COB, apresuró la despedida,
pero el visitante en sus palabras finales habló de su membresía, dijo que el
Histadrut contaba con 280.000 trabajadores, por tanto era una fuerza poderosa
en la sociedad y en la economía. Luego vino lo espectacular: Dijo que ellos si
practicaban el poder dual, ellos eran sus propios capitalistas y sus propios
obreros, donde todos eran dirigentes de la herramienta que usaban, y todos eran
obreros y dueños de las empresas que abrían con sus ganancias. Su ideología no
era importada, gobernaban la realidad no la contingencia, y no iban tras el
dogma sino tras la verdad.
En ese entonces debíamos dejar a un lado la oleada trotskista, estalinista,
maoísta o castrista y gobernarnos en sintonía con las evidencias, reorientar
los recursos asignados al Plan Bohan y crear empresas productivas. No había
necesidad de desarrollar una política en favor del imperialismo ruso, ni
incorporar los Consejos Obreros (o soviets) al aparato oficial del Estado, pero
un año más tarde, el 16 de diciembre de 1953, la COB creó el Control Obrero con
derecho a veto en el seno mismo de la COMIBOL. El padre Gregorio Iriarte,
decía: “La minería nacionalizada no quiso asentarse sobre la injusticia pero lo
hizo sobre la irracionalidad. De la explotación del hombre por el hombre se
pasó al favoritismo y al compadrerío. Del desconocimiento total del Sindicato
como fuerza viva y necesaria, se pasó al “caciquismo” sindical.” En síntesis,
no se dejó al Gobierno gobernar y al trabajador trabajar. De haber sido
diferente, no hubiese tenido efecto el D. S. 21060, porque la minería como
industria madre de otras, hubiese absorbido el trabajo cesante que deambuló por
el país buscando su sustento, en tanto las ideologías visitantes se llenaban de
dinero los bolsillos.
La segunda quincena de mayo del 52, me refiero a lo sucedido después de la
Nacionalización, el análisis social fue más rojo que obrero, los dirigentes
miméticos actuaban como Lenin, Trotsky o Stalin, remedando otro mundo, el
sindicato pasó a llamarse Petrogrado, el Presídium era el poder dual, los
Soviet los poderes locales, todo como en la Rusia leninista, y no faltó el
grito parecido a la de los voceros del partido pro-ruso, Zinoviev, Bujarín y
Chicherín: “¡Todo el poder a los soviets, basta de apoyar a los capitalistas,
exigimos la plenitud para los Consejos obreros!”, y los miméticos se mostraron
aptos para la extravagancia, eso le dio razón a la clase popular y burguesa
para restarle al poder dual su poca fe. Por supuesto el pueblo ya era
consciente de las apariencias, ya nadie creía en el encanto de Rusia, o en la
zarabanda de verdades mentidas a la que se agregó Cuba, que con sus cantos de
rumba con algo de conga anunciaba a diario la liberación de los pueblos por
medio de la línea de los soviets autónomos en los sindicatos, o el éxito de las
guerrillas en cualquier serranía, y en la del Churo cayeron.
En la metamorfosis ideológica, nada es extraño en el tiempo. J.J. Torres que
fue Presidente de facto en 1970, quiso pasar de antiguerrillero a militar
progresista con el cuento de la Segunda República, y convocó a una Asamblea
Popular con sus buenos aliados, el PRIN, MLC, PCB, POR, PDCR, y Espartaco, que
se inició en el Palacio Legislativo el 19 de junio de 1971, como un soviet a lo
ruso entre tensiones y gritos, “Jota jota no se agota, Jota jota con la
revolución, los gorilas al paredón”. Pero los hechos se desbordaron. En la
inauguración de la Asamblea, 221 delegados pasearon con banderas rojas,
carteles y retratos mal pintados con las caras ariscas de Mao, Guevara y Lenin.
Se dispuso todo un arsenal publicitario y revolucionario con el fin de lograr
popularidad política. Al final de la tarde eligieron al estilo bolchevique el
Presídium, cuya magna autoridad fue encabezada por Lechín, que algunos
pronunciaban Lenin, y no faltaron los birlochos o bolcheviques nativos, y por
toda esa insensatez de no ser nosotros sino los otros, perdimos la oportunidad
de constituirnos en un país fuerte sólo por defender la dualidad. El 14 de
agosto, la llamada Vanguardia del Pueblo, planteó instaurar la justicia social
en favor de las mayorías humilladas, y ese documento fue el detonante vital
para preparar en una semana, el golpe final.
20 de agosto, la COB acusó a Torres de ser el causante de la situación por sus
titubeos. 21 de agosto, el Ejército lanzó a Torres un ultimátum para que se
rinda. Hora 20.45, Torres abandonó el Palacio con sus edecanes y se asiló en la
Embajada del Perú. A medianoche, Banzer ya era el nuevo Presidente de
Bolivia... Por ser otros, la fregamos, como dijo un dirigente minero. Hegel
hubiera dicho: “La verdad del oprimido reside en la conciencia del opresor”...
Eso es evidente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario