16 de Agosto de 2013 / Extracto del periódico Página Siete.
Reposando sobre piedras, descalzo y rodeado por sus
gallinas, Carmelo Flores Laura, de 123 años de edad, en un diálogo en aymara
con Página Siete, reveló ayer que fue reclutado y participó junto a otros
campesinos de la región del altiplano en la Guerra del Chaco, entre Paraguay y
Bolivia, que se libró entre el 9 de septiembre de 1932 y el 12 de junio de
1935.
“A la Guerra (del Chaco) sabemos ir agarrados con palos y
otros con hondas, eso nomás hemos llevado”, relató Carmelo. Recordó que junto a
otros campesinos caminaron desde la comunidad de Frasquía, donde vive
actualmente, hasta Achacachi, de allí fueron llevados hasta inmediaciones del
estadio Hernando Siles, que antes sólo era una cancha de fútbol.
“De aquí (Frasquía) entre varios hemos ido a la Guerra (del
Chaco) hasta La Paz; por la noche sabemos salir de Achacachi en carros, sin
comer sabemos estar. Hasta la cancha sabemos ir, después en mulas saben hacer
llegar haba tostada y pito de cebada”, relató. Precisó que lo único que
recuerda del lugar al que fueron llevados es el intenso calor que sufrían
porque vestían pantalones confeccionados con lana de oveja (bayeta).
“Hasta nuestros calzones eran de lana de oveja”, cuenta
entre risas el longevo hombre que será declarado por la Gobernación de La Paz
como Patrimonio Viviente de la Humanidad.
En una de esas jornadas -cuenta Carmelo- presuntamente el
enemigo lanzó una especie de bola de fuego y “todos hemos caído como muertos”.
“Todos estábamos en el piso. De repente un hombre bien había sabido cómo salir
de esto; nos dijo: ‘orinen, orinen’, y rápidamente orinamos y nos mojamos la
cara y eso nos alivió”.
Casi sordo y con poca visión, Carmelo dejó el arado y el pastoreo
hace varios años. “Me duele el estómago y los huesos, a veces empeoro, pero
después me recupero friccionando mi cuerpo con alcohol”.
Con nostalgia y entre lágrimas, Carmelo afirma que parte de
su vida fue triste porque no conoció a sus padres y no tiene hermanos. Sin
precisar su edad, contó que llegó a la población de Frasquía, del municipio de
Achacachi, provincia Omasuyos, donde trabajó con su patrón Isaac Mollinedo, que
según recuerda tenía el siglo pasado una casa detrás del estadio Hernando Siles.
Después de la revolución de 1952, relata que su patrón le
entregó tierras a él y su esposa, Micaela Condori, quien le llevaba por unos
años y murió en un accidente cuando tenía alrededor de 100 años de edad.
Cuenta que para saciar su hambre, con una flecha capturó
lagartos, víboras, zorrillos, y con su fusil que había adquirido en Achacachi
cazaba algunos zorros. “Ahora ya no tengo mi fusil, lo he vendido para comprar
algunos víveres porque en ese tiempo hubo una tremenda sequía y no teníamos
para comer”.
“Antes no había nada, por eso hasta lagarto había que comer;
agarraba víboras, les abría la barriga, hacía chicharrón y algunas veces lo
metía al caldo de quinua”, dijo. Destacó que el agua de su pueblo es lo mejor,
dulce, rica y pura porque proviene del nevado Illampu, “por donde pasé
caminando para ir hasta Sorata por maíz”.
También relata que junto a su esposa participó de bailes que
se organizaban en el atrio de la iglesia de Frasquía. “Tomaba alcohol, tocaba
tarqueadas, fumaba mi cigarrito, con todos de la comunidad compartía”.
“Cada año bailaba con mi suegra”, complementa Juana Castro,
viuda de Fabián Flores, hijo mayor de don Carmelo. Contó que su suegra falleció
tras caer y ser arrastrado por un burro.
Las lágrimas nuevamente se asoman a sus ojos, cuando cuenta
sobre sus tres hijos. Con pena dice que perdió a su hija Antonia y a Fabián.
Recuerda que este último se quitó la vida y dejó a su esposa Juana con ocho
hijos.
“Ahora solo vivo; cocino, preparo mi té para mí solo en mi
fogón. Mi nieto (Edwin Flores, hijo de Cecilio) está aquí, pero él tiene su
familia y yo no les molesto”, dice con voz entrecortada y agrega que extraña a
su hijo Cecilio Flores, que reside en la ciudad de El Alto.
Algunos datos
*Certificación El Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó
que Carmelo Flores nació el 16 de julio de 1890.
*Residencia Vive en la comunidad de Frasquía, cerca de
Achacachi. Es agricultor.
*Registro Fue empadronado el 3 de septiembre de 2009 y está
habilitado para las elecciones de 2014.
Tramitan registro en el Guinness
Carmelo Flores Laura, de 123 años de edad, puede ingresar en
el libro de los récords Guinness. Con esa edad dejó atrás a otros longevos
registrados en la publicación internacional.
Si los datos de nacimiento de Flores son verificados con las
autoridades bolivianas, es altamente probable que el hombre sea el más longevo
del mundo e ingrese su nombre en el libro Guinness de los récords, se anticipa.
En la actualidad, el español Salustiano Sánchez Blázquez,
quien reside en Nueva York, es -según Guinness- el hombre de mayor edad en el
mundo, con 112 años.
La Gobernación de La Paz informó que hará las gestiones para
que Flores sea registrado en el libro Guinness y anunció que realizará otras
acciones para ayudar económicamente al anciano, quien vive con su nieto Edwin,
hijo de Cecilio, uno de sus tres hijos que todavía vive en El Alto.
Carmelo expresó que uno de sus deseos es permanecer en su
comunidad porque está acostumbrado a respirar el aire puro del campo y cocinar
en fogón.
“Puedo ir a la ciudad de La Paz por un momento, pero allá no
tengo casa, hay mucha gente, autos. Estoy acostumbrado aquí, en mi comunidad”,
dijo Flores.
Beatriz Layme / Comunidad Frasquía, Achacachi, La Paz /
Página Siete.
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