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LADISLAO CABRERA PRIMER DIPLOMÁTICO BOLIVIANO EN LOS ESTADOS UNIDOS

Ladislao Cabrera, autoridad máxima en Calama durante la invasión chilena. Organizó la defensa del 23 de marzo de 1879 y fue enviado como principal diplomático de la primera misión permanente en los Estados Unidos de Norteamérica. Fuente: BAPTISTA GUMUCIO, Mariano: Historia (Gráfica) de la Guerra del Pacífico, La Paz, Biblioteca Popular Boliviana de Última Hora, 1978. / Por: José E. Pradel B. / Publicado el 2 de Septiembre de 2014 en el periódico El Diario.

La historiografía actual que estudia las relaciones internacionales de Bolivia, entre los años de 1839 a 1879, describe que la política exterior de esa época fue poco sostenida y coherente. Pero el inicio de la denominada Guerra del Pacífico, produjo que Bolivia rompiera el aislamiento en que se encontraba y envió misiones diplomáticas a Argentina, Paraguay, Brasil, Francia y los Estados Unidos.
Es en ese sentido, que narramos en esta nota la última misión citada. Para entender de mejor manera es necesario mencionar que Bolivia y los Estados Unidos, establecieron relaciones en 1848. Posteriormente, diversos diplomáticos estadunidenses residieron en el país. Sin embargo, Bolivia no acreditó a un diplomático permanente en el país del norte por muchos años.
Dicha primera misión fue encomendada a Ladislao Cabrera, que “nació en Totora (Cochabamba), en 1830. Abogado de profesión. Fue prefecto de Cobija en tiempos de Melgarejo. Ante el inminente ata- que enemigo, el Dr. Ladis-lao Cabrera, autoridad máxima de Calama, organizó la resistencia con los vecinos de esta ciudad, llegan-do a contar con 120 hom-bres frente a los 1.400 de los efectivos invasores. Conscientes de su superioridad, los oficiales chilenos enviaron a Ramón Espech para intimar la rendición del Ejército Boliviano a lo que don Ladislao Cabrera respondió: ‘No estoy dispuesto a someterme a la intimación que se me hace, y cualquiera cualquiera que sea la superioridad numérica de las fuerzas a cuyo nombre se me intima la rendición de la plaza y entrega de armas, defenderé hasta el último trance la integridad de Bolivia” 2.

También es necesario citar que tuvo como secretario de su misión a Apolinar Aramayo, el cual retornó, en enero de 1881. Esta misión partió con el objetivo de lograr una decisiva intervención norteamericana en el conflicto del Pacífico, que se basaba en otorgar una indemniza-ción de los gastos de guerra a la nación victoriosa. Dicha indemnización se fijaría por acuerdo de plenipotenciarios o arbitra-je y se pagaría con el producto de las riquezas minerales ubicadas en el litoral boliviano- peruano. El pago lo haría una empresa o sociedad a la cual se adjudicaría la explotación de las riquezas mineras del litoral. Tanto Perú como Bolivia entrarían inmediatamente en posesión del territorio ocupado por Chile y el acuerdo total entre beligerantes estaría garantizado por los Estados Unidos. En ese sentido, Cabrera fue nombrado E. E. y Ministro Plenipoten-ciario el 13 de julio de 1880, al mismo tiempo, también se le encargó una misión confidencial en el Perú, con el objetivo de pedir un anticipo a las autoridades de ese país, por los meses de agosto a noviembre de 1880, de los subsidios de 100.000 pesos mensuales que debía otorgar el Perú. Además, conseguir que el Perú autorizara el cobro de un impuesto total de 2 $ por galón de alcohol o ron peruano que ingre-sase a Bolivia y por último, el Perú tam-bién debía remitir armas y municiones a Bolivia.
A principios de agosto de 1880, Cabrera llegó a Lima y permaneció un mes y medio tratando de entrevistarse con el presidente Nicolás de Piérola, quien no pudo propor-cionar fondos a Bolivia y de acuerdo al ‘Pacto de Confederación’3 se suprimirían las aduanas y estudiaría la propuesta boli-viana sobre el impuesto a alcoholes y rones. Además, remitiría armas y municio-nes una vez que sea revisado el contrato con Guillermo Spidie.
Después de este resultado, Cabrera par-tió en octubre rumbo a los Estados Unidos. Allí se puso en contacto con políticos y periodistas, además publicó un folleto sobre las riquezas del Perú y Bolivia, fue ayudado por un boliviano residente para ello, Ignacio Calderón y por el cónsul de Bolivia en Nueva York, Melchor Olarrio. Pero los empresarios estadunidenses no mostraron un interés serio por el proyecto y Cabrera ideo un plan para lograr su objetivo que consistió en la formación de una compañía norteamericana, con sede en Nueva York, para la administración y ex-plotación del guano y salitre del Perú y Bolivia. La posesión de los yacimientos estaría garantizada por los Estados Uni-dos, Bolivia, Perú y Chile.
Luego de sondear algunos empresarios que querían una garantía del gobierno, Cabrera se entrevistó con el Secretario de Estado Mr. William M. Evarts, quien le contestó: “que si las tres partes beligeran-tes solicitaban la intervención de los Estados Unidos, el gobierno otorgaría su garantía” y le pidió el plan por escrito. Posteriormente, Cabrera buscó al ministro peruano en Washington, Lorenzo García, quien a un comienzo mostro interés y lue-go solicitó autorización a su gobierno para participar en la negociación. El diplo-mático boliviano, buscó obtener poderes directos pero cuando el presidente Piérola los envió, ya Estados Unidos reconoció al gobierno de Francisco García-Calderón quien nombró como su representante a Federico Elmer.
Entre tanto, en enero de 1881, el defen-sor de Calama asistió como delegado de Bolivia a la Confederación de Sanidad celebrada en Washington. Por otro lado, también trabajó por atraer capitales norte-americanos para el desarrollo boliviano. Pero el panorama mundial cambió y el Secretario de Estado Evarts, fue sustituido por James G. Blaine, desde el primer mo-mento que lo conoció el diplomático boli-viano simpatizó con él y creyó encontrar en él, el sostén para las desdichas de los aliados. Sobre esto escribió a la Cancille-ría de Bolivia: “su política respecto de la guerra no podía ser más franca y decidida. Era invariable en él, el principio de que se hiciera la paz con Chile sin sacrificio algu-no de territorio y han sido en ese sentido las instrucciones dadas a Tres-cott”. Pero quien era este personaje, es necesario mencionar que William H. Trescott, era el último de los ministros norteamericanos enviados a Lima por Blaine, como sucesor del ministro Hurl-but, con el transcurso del tiempo Trescott se convirtió en un chilenófilo entusiasta.
Lamentablemente, en septiembre de 1881, el presidente Garfield muere asesi-nado y es relevado por Mr. Chester Alan Arthur, quien nombró como Secretario de Estado a Mr. Frederick Frelinghuysen, del cual Cabrera escribió: “muchos creen que el nuevo Secretario de Estado, -que el día 19 de este mes se hizo cargo de su des-pacho- cambiara también la política inter-nacional en sentido de no intervención; y esta creencia la fundan en el carácter mo-derado del nuevo secretario: yo creo que no habrá cambio sustancial en el estado a que han llegado las cosas”. De allí que el nuevo Secretario revocó las instrucciones enviadas por el anterior Secretario e ins-truyó que el diplomático Trescott se man-tuviera al margen del conflicto.
En julio de 1882 Cabrera, en conformi-dad con instrucciones de la Cancillería Boliviana, en compañía del representante de García Calderón, realizó un último esfuerzo para que los Estados Unidos intervengan en el Pacífico. Sin embargo, el Secretario de Estado evadió responder inmediatamente al declarar: “que debía-mos creer que no era indiferente para el gobierno de Estados Unidos la suerte de las Repúblicas del Pacífico que se halla-ban en Guerra”.
Posteriormente, Ladislao Cabrera, des-pués de unas largas vacaciones del Gobier-no norteamericano, el 30 de noviembre de 1882, realizó una visita de despedida al Secretario de Estado, pues cumpliendo instrucciones de la Cancillería Boliviana, retornó al país vía Buenos Aires. De esta manera, su misión en Estados Unidos concluyó.

A modo de conclusión, podemos decir que la misión de Ladislao Cabrera en los Estados Unidos fue limitada por los esca-sos recursos con los que contaba. Este gran defensor del litoral boliviano solo pudo publicar un folleto sobre Bolivia y Perú, además de algunos catálogos, mientras los diplomáticos chilenos mantenían una campaña publicitaria enérgica, en Nueva York, Boston y Chicago.

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