Coronel Francisco Manchego Figueroa (1897- 20 de junio 1934)
Era Jefe de Estado Mayor, de la 4a. División, cuando el Presidente de la República había llegado al Chaco, en los últimos días de abril de 1934, en momentos en que el Capitán General le tendía la mano para despedirse, Manchego le había expresado: —"Señor Presidente: Tenga usted la más plena confianza de que la 4a. División cumplirá con su deber; y de que sus jefes, oficiales y tropa no levantarán las manos en esta campaña”.
Caído en una emboscada juntamente con dos soldados chiquitanos, en poder de fuerzas paraguayas, preguntaron sus soldados a Manchego: qué hacemos mi jefe, disparamos? Manchego, impertérrito, contestó: disparen. Y los pilas, que creían que se refería a que los soldados se pondrían en precipitada fuga, dejando a su jefe, cayeron atravesados por las balas chiquitanas, pues aquellos ante la contestación del jefe, dispararon sus armas contra los paraguayos y salvaron a su jefe, que desde entonces no perdió ocasión para celebrar a los chiquitanos y declarar que "son de los mejores entre los mejores soldados de Bolivia”.
El 20 de junio de 1934, en la batalla de Condado su alma de guerrero y de patriota volaba al cielo de la inmortalidad. Murió en pleno combate, comandando sus tropas.
Manchego rendía tributo a la gloria poniéndose a la cabeza de sus “queridos soldados”, como simple granadero, asaltando las posiciones enemigas.
Por eso, cuando se inhumaban sus despojos, uno de sus soldados que se había formado en el bizarro regimiento Florida, decía despidiendo al invicto Jefe:
“Todos tus hijos del Regimiento Florida, al saber tu heroica muerte, con el corazón henchido de dolor, pensamos que Bolivia ha perdido uno de sus más aguerridos y pundonorosos Jefes, y nosotros tus fieles soldados del Florida, que fuimos testigos presenciales de tu valor, sentimos perderte para siempre; pero vivirás eternamente en nuestros corazones”.
En La Paz a las 17 horas del 29 de junio de 1934, eran conducidos los restos de Manchego en medio de una enorme muchedumbre que quiso testimoniar el homenaje postrero al "Gran Defensor del Chaco", encabezada por el Presidente de la República y sus Secretarios de Estado. Poco después, la urna funeraria era depositada en el mausuleo de notables donde permanecerá para siempre y para que las generaciones venideras vayan a rendir allí su homenaje al gran soldado que se llamó Francisco Manchego.
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