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LA INDEPENDENCIA DEL VIRREINATO DE BUENOS AIRES, Y LOS EJÉRCITOS AUXILIARES ARGENTINOS EN CHARCAS

Chuquisaca (Charcas)

 

Por: Ricardo Ávila Castellanos. / Este artículo fue publicado originalmente en Cántaro, del matutino tarijeño El País, el 13 de enero de 2019.

La independencia del Virreinato de Buenos Aires alcanzó modalidades notables; los acontecimientos se desarrollaron de acuerdo con los órganos y medios propicios que actuaban. En primer lugar, las tierras del Plata, poco interesaban a la Corona de España porque no le producían las riquezas minerales que el Alto-Perú le prodigaba en cantidades fabulosas; El Gobernador y Virrey del Plata Don Francisco Liniers, a la intimación de su deposición, no hizo resistencia, fue substituido por el Virrey Cisneros; las tropas realistas eran soldados americanos. Con estos antecedentes el grito libertario del 25 de mayo de 1810 tuvo completo éxito, organizándose la Suprema Junta de Gobierno presidida por el Alto-Peruano Don Cornelio Saavedra, nacido en Otuyo, Cantón de la Provincia del mismo nombre del Departamento de Potosí. Los otros miembros de la Junta de Gobierno fueron Don Manuel Belgrano, José Castelli y Don Mariano Moreno como Secretario que fue enviado desde Chuquisaca en comisión en 1809 para tomar acuerdos a raíz del levantamiento habido aquél año en Chuquisaca; Moreno había hecho sus estudios en la Universidad de Charcas (Chuquisaca).

La Suprema Junta de Gobierno de Buenos Aires, tuvo como principal actividad la de organizar fuerzas militares para proteger las provincias del Alto-Perú formando un Ejército a órdenes del General José de San Martín para libertar a Chile y al Perú.

El primer Ejército Argentino, tuvo como única victoria la de Suipacha en el Alto-Perú el 7 de noviembre de 1810 bajo las órdenes del General Balcarce que continuó su marcha libre de enemigo llegando a Chuquisaca, Potosí, Oruro donde se le plegaron 2.000 jinetes cochabambinos a órdenes de Don Francisco del Rivero, también en Chuquisaca, Potosí y Oruro las fuerzas de Balcarce fueron reforzadas por voluntarios oriundos de estas provincias, alcanzando el efectivo a 6.000 hombres; éste Ejército llegó a La Paz y engrosó sus fuerzas con entusiastas patriotas.

Las felices circunstancias que rodeaban al Ejército Auxiliar Argentino, no fueron apreciadas por el General Balcarce ni por Castelli que acompañaba al Ejército como Delegado de la Suprema Junta de Gobierno de Buenos Aires. Contrariando el objetivo principal de la campaña en tierras del Alto-Perú y que era consolidar la libertad, se concretaron a buscar tratativas con el Virrey Abascal de Lima suscribiendo un armisticio de cuarenta días con Goyeneche, dándole de esta manera tiempo para que organice y concentre sus tropas en las proximidades del Desaguadero, frente a las tropas de Balcarce; parece que recién después de firmado el armisticio los Jefes Argentinos se dieron cuenta da la grave actitud tomada porque Goyeneche sin cumplir el tiempo estipulado del armisticio atacó sorpresivamente a las fuerzas patriotas sin dar tiempo a ninguna actitud defensiva y en la localidad de Guaqui fueron dispersadas las fuerzas argentinas y altoperuanas desastre que pudo haber alcanzado mayores consecuencias adversas a no haber sido la valiente y activa intervención de la caballería cochabambina que impidió que el Ejército realista iniciara una tenaz persecución a las fuerzas vencidas.

Balcarce y Castelli, con escasas fuerzas emprendieron marcha hasta Chuquisaca sin importarles reorganizar sus dispersos efectivos a excepción del Brigadier Díaz Vélez que mantenía bajo su mando a los 800 soldados que se organizaron en Chuquisaca; las fuerzas de caballería a órdenes de Don Francisco del Rivero luego de cumplir su cometido de proteger la retirada regresaron a Cochabamba.

Goyeneche, alentado con su triunfo en Guaqui, resolvió con el Virrey de Lima recuperar las provincias del río de La Plata e iniciar las acciones militares con la mayor energía, confiando además, que pronto desembarcaría un poderoso Ejército que se preparaba en la Península Ibérica, de manera que las operaciones sobre Salta, Tucumán y Córdoba eran necesarias. Antes de poner en ejecución esta resolución, con acierto pensaron que no era prudente dejar en las espaldas fuerzas enemigas y poblaciones tan rebeldes como Cochabamba, siendo preciso eliminar cualquier peligro. Para el efecto Goyeneche se dirigió con todo su Ejército sobre Oruro, elegido, como base de operaciones. Iniciada la marcha, la vanguardia realista ocupó el pueblo de Paria para seguir a Cochabamba por el camino a Tapacarí. El 13 de agosto de 1811 los realistas marchaban por la cuesta de Tres Cruces que a la presencia de fuerzas enemigas se posesionaron en la llanura de Sipesipe a las tres de la tarde, donde desde la una de la tarde esperaban y cerca del río Amiraya las fuerzas de Cochabamba cuyo efectivo era cerca de 9.000 hombres con armas casi iguales a las que emplearon en la batalla de Aroma; los realistas sumaban unos 6.000 soldados perfectamente armados y equipados.

Los realistas iniciaron la operación desprendiendo una fuerza de caballería que exploraba la llanura de Sipesipe; detrás de esta fuerza de exploración avanzaban los regimientos “Real de Lima” y “Pairuru”, una columna de cazadores y seis piezas de artillería, todo este escalón constituía la vanguardia a órdenes del General Ramírez.

El dispositivo patriota fue el siguiente: la infantería ocupó el pueblo de Sipesipe posicionándose en las alturas inmediatas protegida en los cercos de los huertos y canchones. Las unidades que disponían de armas de fuego, ocuparon las barrancas del río Amiraya protegiéndose en las escarpas y las fuerzas de caballería formaron en columnas de escuadrones en la misma llanura de Sipesipe.

La artillería inició el fuego al mismo tiempo que la vanguardia chocó con la infantería patriota; a su vez el Brigadier Goyeneche empleó todas sus fuerzas buscando el flanqueamiento, ante este peligro los patriotas se replegaron sobre la colina de Súticollo; nuevamente Goyeneche persiguió el flanco, empeñándose la caballería patriota al mando de Guzmán Quitón siendo rechazada originándose la derrota. Sin embargo se rehicieron las fuerzas patriotas, cargaron con su caballería por la derecha a órdenes de los Comandantes del Rivero y Díaz Vélez y por la izquierda Guzmán Quitón, momento en que intervino la caballería realista formada por los “Granaderos de Lima” definiéndose la acción en favor de Goyeneche. Los patriotas se dispersaron.

Las fuerzas de Balcarce y Castelli fueron destruidas en Suipacha, allí donde habían conseguido un éxito el 7 de noviembre de 1810. Al pasar por Potosí uno de los lugartenientes, de Castelli, Juan Martín de Pueyrredón, sustrajo en cien mulos cuantiosos caudales de la Casa Real de la Moneo llevándoselos a la Argentina; tal fue el resultado final del primer Ejército Auxiliar Argentino.

Los resultados desastrosos alcanzados por Castelli y Balcarce, desalentaron a la Suprema Junta de Gobierno de Buenos Aires que se vio obligada a defender su frontera para lo que guarneció Tucumán con una fuerza a órdenes del General Manuel Belgrano. En conocimiento de la existencia de estas fuerzas, Goyeneche dispuso que el General Pío Tristán con 3.000 hombres marche contra Belgrano el que en el río de Las Piedras, derrotó a Tristán, después en el combate de Tucumán y finalmente en la batalla de La Tablada de Salta. Tristán completamente derrotado firmó una capitulación. obligándose a abandonar las provincias del Alto-Perú y reunirse hasta el otro lado del Desaguadero. Estas calamidades originaron la renuncia de Goyeneche que fue substituido por el General Joaquín de la Pezuela, quien al saber la capitulación destituyó a Pío Tristán. Reanudó las hostilidades, produciéndose la acción de armas de Vilcapujio en la que Belgrano en el primer momento de la lucha aniquiló a Pezuela, estando victorioso el ejército argentino, sorpresivamente fue atacado por el Comandante Saturnino Castro el que al mando de una fuerza de caballería, cambió la derrota en victoria, ocasionando 900 muertos y mes de 2.000 prisioneros, Belgrano tuvo que retirarse sobre Potosí y formó sobre la base de su vencido ejército un otro con contingentes de Chuquisaca, Cochabamba, Potosí y Vallegrande. Pezuela continuo tenaz la persecución y nuevamente en Ayouma vuelve a derrotar a Belgrano que con una diminuta fuerza de 200 hombres emprende la retirada hacia el Sud.

Nuevamente la Argentina organizó otra fuerza a órdenes del General José Rondeau que llegó hasta Chayanta; trató de seguir a Cochabamba siendo encontrado por Pezuela Viloma derrotándolo completamente.

Tres años más tarde, el General Belgrano que guarnecía .a frontera, destacó una fuerza a órdenes del Coronel La Madrid la que vatio una pequeña fuerza realista cerca de la frontera con el Alto-Perú, operación en la que cayó prisionero el entonces Capitán Andrés de Santa Cruz. En esta situación se plegaron a las fuerzas argentinas los guerrilleros tarijeños: Uriondo, Avilés y Méndez con un efectivo de 1.000 jinetes. Con estas fuerzas se tomó Tarija capturando, al escuadrón “Laguna” que guarnecía Tarija. La Madrid considerándose suficiente, marchó y atacó Chuquisaca siendo derrotado y obligado a retirarse hasta su país. Esta fue la cuarta y última ayuda militar de la Argentina al Alto-Perú.

Los resultados desastrosos, robustecieron a las autoridades realistas en el Alto-Perú cuyo predominio despótico tuvo que soportar. Las razones que se imponía para que la Argentina colabore a la obra libertaria del Alto-Perú, era su interés de mantenernos sometidos a la autoridad de la Suprema Junta de Buenos Aires formando territorialmente parte de la Argentina. La conducta desaprensiva de los Jefes argentinos y el comportamiento abusivo de la tropa, originó un resentimiento y distanciamiento de los patriotas alto-peruanos con la Suprema Junta de Gobierno de Buenos Aires. Estos son los resultados a que llegamos con los cuatro Ejércitos Auxiliares Argentinos.

 

La guerra de guerrillas.— Su importancia y características en la lucha.— Los guerrilleros más importantes.

 

La guerra de guerrillas es la organización independiente de fuerzas que obran frecuente e indefinidamente en circunstancias casi siempre favorables; la sorpresa es su precisa manifestación. Los objetivos que busca la guerra de guerrillas, es desplazar en grandes espacios las fuerzas de conjunto del adversario, restándole de esta manera su unidad. Las guerrillas no buscan nunca la decisión, porque son núcleos pequeños de combatientes que se mantienen en asecho contra todo organismo adversario; puestos de Comando, centros de informaciones y transmisiones; la obstrucción de caminos, ferrocarriles, puentes, líneas de aprovisionamientos, almacenes, hospitales y todo cuanto puede servir al adversario es destruido o interrumpido.

En esta clase de fuerzas, la guerrilla, es la unidad más grande que puede ser conducida por un Jefe mediante su influencia directa sobre el combatiente individual. De la personalidad del Jefe, de su actitud en el peligro, de su ejemplo, decisión y sangre fría, depende esencialmente el rendimiento de la guerrilla.

La personalidad de los hombres que han de ser capaces de organizarse en guerrilleros, es uno de los objetos de instrucción más importante del tiempo de paz y la aplicación de esta forma de lucha, es de gran rendimiento cuando el enemigo ha invadido territorio propio, pues estas tropas (guerrilleros) cuentan por principio con la decidida colaboración de los habitantes en todo sentido. Completan la acción constantemente ofensiva, los francotiradores. Con todo, se debe contar con las enérgicas represalias que el adversario impone a la población contra la que obra frecuentemente tratando de imponer toda manifestación reaccionaria: esta conducta adversaria a su vez debe imponer de los guerrilleros, mayores acciones destructivas y ofensivas.

Durante la guerra de la independencia americana, la guerra de guerrillas tomó una característica sangrienta y fue en el Alto-Perú, donde se manifestó el carácter inquebrantable de los guerrilleros, que durante más de quince años se mantuvieron siempre con las armas en la mano sin que de los ciento dos guerrilleros reconocidos como Jefes, ninguno ni en ninguna situación llegó a rendirse cayendo pacíficamente como prisionero; prefirieron morir en la lucha, o evadirse estando prisionero o salvarse luego de los contrastes que sufrieron soportando con sin par carácter las alternativas de su destino; victoriosos mil veces o derrotados, volvían a reorganizar sus reducidos efectivos para continuar sin tregua ni descanso la guerra contra las fuerzas españolas. De los ciento dos guerrilleros, sólo nueve de ellos sobrevivieron hasta ver a su Patria organizada, libre y soberana.

Denominaron “republiquetas”, a los centros donde se organizaban y así tenemos en el Norte, las republiquetas de “Larecaja” “Ayopaya” e “Inquisivi”, siendo el guerrillero Jefe de Larecaja el Cura Don Ildefonso de las Muñecas y Don José Miguel Lanza, en Ayopaya e Inquisivi.

En el Oriente como a los principales guerrilleros podemos citar a los patriotas Juan Antonio Álvarez de Arenales, Ignacio Warnes y Juan Manuel Mercado.

En el centro del territorio, a Don Manuel Asencio Padilla, a su esposa Doña Juana Azurduy de Padilla.

En el Sud, a Don José Vicente Camargo y finalmente en las regiones de Tarija, a los Rojas, Ramón y Manuel, tío y sobrino respectivamente y el famoso Don Eustaquio Méndez.

El Cura Don Ildefonso de las Muñecas, nació en Tucumán en 1776; estudió teología, perfeccionó sus estudios en Europa, abrazando la causa de la independencia a su regreso. Con Mariano Pinelo y Mateo Pumakahua, organizó una fuerza en el Perú con la que vino y ocupó La Paz derrotando a los realistas y tomando preso al Gobernador Marqués de Valde Hoyos. Muñecas en Chacaltaya, fue derrotado por el General Ramírez; reuniéndose nuevamente con Pumakahua, para ofrecer resistencia en el río Humachiri donde el caudillo indio fue muerto; Muñecas se trasladó a Larecaja desde donde siguió su acción de lucha hasta que en un combate efectuado en las proximidades del Illampu en 1816, cayó prisionero, siendo trasladado a La Paz, luego al Cuzco y victimado en el trayecto, en el pueblo de Guaqui.

Don José Miguel Lanza ocupó Ayopaya e Inquisivi, desde donde su acción guerrera era constante, sus éxitos hacían crecer su personalidad, aumentando en consecuencia el peligro. A fin de eliminarlo, el General Pezuela encomendó en 1816 al Coronel Benavente la acción contra Lanza, éste, no le ofreció una resistencia tenaz, pero sí, una acción indefinida, hasta que logró diezmar los efectivos de Benavente, que se vio obligado a retirarse casi sin fuerzas, es decir que Lanza obró como el verdadero guerrillero.

En 1818 Lanza atacó las guarniciones realistas de Oruro y Sicasica, derrotado en Tapacarí, reorganizó sus tropas para seguir hostigando al enemigo; como tenemos dicho, la misión de estas fuerzas no es precisamente conseguir la victoria y menos la decisión, lo esencial es no dejar al enemigo tranquilo, hostigarle, causarle molestias, zozobras constantes. Se retiró a Irupana, tras de él marcharon 600 realistas a órdenes del Coronel Peredo, Lanza con 500 hombres enfrentó al adversario en el río Puri derrotando a los realistas. Continuó sus operaciones y en Capinota, derrotó a 800 hombres que se encontraban al mando del General Ramírez.

Posteriormente se incorporó al ejército del Coronel Andrés de Santa Cruz que combatía en el Bajo-Perú; molestado Lanza por la falta de decisión en las operaciones con éstas fuerzas, se desprendió retirándose a Cochabamba; continuaron los realistas buscándole siempre y el 16 de octubre de 1823 se comprometió en combate en Falsuri siendo derrotado. Otra vez como siempre, reorganizó sus fuerzas y en 1824 tomó La Paz; en ésta ciudad, se le reconoció como Presidente, por sus muchísimos servicios fue ascendido en 1818 al grado de Coronel Mayor equivalente al de General de Brigada de nuestros días; tuvo la suerte de sobrevivir a la independencia de América y ver su Patria organizada en República: dentro de éste período, continuó prestando sus servicios y le cupo la suerte de vencer a los amotinados el 18 de abril de 1828 en el combate de la Recoleta en Sucre, motín en el que fue herido en el brazo el Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre, y muerto el notable guerrillero Don José Miguel Lanza.

Don José Antonio Álvarez de Arenales, de origen español, tomó las armas en favor de la causa americana el 25 de mayo de 1809 en el levantamiento realizado en Chuquisaca; cayó prisionero y remitido a Lima, donde después, se incorporó a las fuerzas argentinas que se encontraban ,a órdenes del General Belgrano al que colaboró en su marcha al Alto-Perú; luego del desastre de Ayouma, se trasladó a Valle- grande donde en colaboración con el guerrillero Don Ignacio Wames, constantemente amenazaban a la guarnición de Santa Cruz de la Sierra comprometiendo al fin sus fuerzas en la batalla de la Florida el 25 de mayo de 1814, acción en que fueron derrotadas las fuerzas realistas. En esta acción de armas, Don José Antonio Álvarez de Arenales recibió catorce heridas; sanó de ellas, volvió a la lucha ocupando Cochabamba en cooperación con los guerrilleros Warnes, Mercado Padilla y otros. Después ocupó Chuquisaca organizando un fuerte efectivo de tropas reforzando con ellas a las del ejército auxiliar argentino. El Gobierno argentino lo ascendió por la acción de la Florida a la alta clase de General.

Don Ignacio Warnes de origen inglés, nació en Buenos Aires siguió la carrera militar y desde Cadete alcanzó a Coronel. Vino al Alto-Perú en el ejército de Belgrano radicándose en Santa Cruz de la Sierra desde donde incansablemente siguió luchando en contra de los realistas Tomó parte en la batalla de la Florida, atacó y tomó Santa Cruz deponiendo al Gobernador español Altol Aguirre, al que lo derrotó y mató en la batalla de Santa Bárbara el 27 de noviembre de 1815.

Ante el creciente poder de Warnes, los españoles decidieron terminar con él, para el efecto fue designado el Coronel Aguilera al mando de mil seiscientos soldados que encontraron a las fuerzas de Warnes cuyo efectivo era de mil cuatrocientos hombres produciéndose el combate del Pari el 22 de noviembre de 1816; la acción fue sostenida durante todo el día, sangrienta y decisiva, triunfó Aguilera entrando a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra con solo 200 de sus 1.600 soldados. El notable guerrillero Coronel Don Ignacio Warnes murió en el combate. El sanguinario Aguilera mandó fusilar en Santa Cruz a más de 900 patriotas.

Don Manuel Asencio Padilla, nació en Moromoro, cantón de la provincia Chayanta del Departamento de Potosí incorporándose activamente a la causa libertaria desde 1814 como Jefe de la Republiqueta de La Laguna. En enero de 1816 tomó por asalto el pueblo de Presto aniquilando a la guarnición realista, siguió su acción y temerariamente atacó Chuquisaca siendo rechazado y perseguido por el Brigadier Migual Tacón al mando 800 soldados, otra fracción de 600 soldados al mando de La Hera, también salió en persecución de Padilla, él que dominaba el terreno al que conocía palmo a palmo burlando la persecución de sus adversarios, presentóles combate en una y otra parte sorprendiéndoles frecuentemente; las fuerzas que comandaba La Hera, agotó sus municiones, para reamunicionarse empleó al batallón Verdes el que fue extinguido a excepción de un tambor cuando el batallón pasaba por Tarabuco- Después Padilla reforzó sus efectivos y nuevamente atacó Chuquisaca sitiándola por el espacio de un mes, ante fuerzas realistas muy superiores se retiró sobre la frontera de Chuquisaca. El enemigo se propuso perseguirlo y destacó dos fuerzas, una que partió de Chuquisaca y la otra de Vallegrande, reunidas estas fuerzas fueron puestas a órdenes del temerario Aguilera. El 14 de septiembre de 1816. se efectuó la batalla en el punto llamado de El Villar; la resistencia patriota exigió al enemigo un fuerte castigo de sangre, pero, superior en efectivos y armas, triunfó Aguilera, en esta batalla murió heroicamente el célebre guerrillero Don Manuel Asencio Padilla. Había nacido rico, su heredad la empleó en la causa libertaria, sus propiedades fueron confiscadas por las autoridades españolas, su familia perseguida por los realistas, tuvo que vivir oculto en la serranías y en los bosques, muchas veces bajo la protección de la Divina Providencia, sus tres hijos, murieron de necesidad, de hambre, su esposa Doña Juana Azurduy de Padilla, luego de perder a sus hijos, no se desprendió nunca más de su esposo al que seguía constante y solícita en todas las correrías guerreras de éste. La figura del guerrillero Don Manuel Asencio Padilla, se destaca con una personalidad propia de gloria y grandeza.

Doña Juana Azurduy de Padilla que asistió al combate de El Villar tomó el mando que por muerte dejaba su esposo, reorganizó las destrozadas fuerzas y continuó la lucha. Los hombres que la acompañaban obedecían sus órdenes como un mandato divino, su personalidad fue engrandecida por la misma disciplina que impuso entre sus guerrilleros; jamás mujer alguna habrá tenido mayor dominio sobre los suyos en base a sus virtudes militares de valor y carácter. El Gobierno argentino la ascendió al grado de Teniente Coronel en 1825. Establecida la República, regresó a Chuquisaca desde Buenos Aires. Murió en Sucre el 25 de mayo de 1862 en la más completa indigencia.

Don José Vicente Camargo, Jefe de la Republiqueta de Cinti inició sus operaciones militares desde 1814. Derrotó u las fuerzas realistas que comandaba Navarro; en el río de San Juan, batió victoriosamente a dos batallones enemigos. La traición de uno de sus correligionarios ocasionó la derrota de Tarapaya y la muerte del héroe.

En la región de Tarija, los que más se distinguieron y lucharon con tenacidad, fue Don Ramón Rojas que libró infinidad de escaramuzas siendo vencido y muerto finalmente por las fuerzas del General Olañeta. A su muerte tomó el mando de los guerrilleros tarijeños el sobrino de Don Ramón, el caudillo Don Manuel Rojas y Eustaquio Méndez apodado el “Moto” porque le faltaba una mano. Manuel Rojas murió en uno de los combates en una carga de caballería. Sobrevivió el famoso “Moto Méndez” capitaneando sus guerrilleros hasta los primeros años de la República.

 

El Congreso de Tucumán y la influencia de los Diputados Alto-Peruanos.

 

El 9 de julio de 1816, bajo la presidencia de Don Narciso Laprida, se reunió el Congreso de Tucumán y se declaró la independencia de las Provincias Unidas del Río de La Plata; el día 21 del mismo mes, se juró solemnemente la Independencia.

Mientras en el Alto-Perú la guerra continuaba sangrienta, los argentinos eran libres pero en un ambiente de disenciones que hacía peligrar la independencia, pues el caudillo uruguayo Jefe de la Banda Oriental, tomó las armas contra el Gobierno de Buenos Aires siendo vencido y obligado a huir al Paraguay. Artigas pretendía organizar un Estado Federal despojando a Buenos Aires de su preponderancia y convocó a un Congreso al que asistieron varias provincias argentinas como: La Banda Oriental, perteneciente al Virreynato de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe. La Provincia del Paraguay se mantuvo neutral. Al Congreso de Tucumán asistieron las Provincias de Cuyo, Tucumán, Córdoba y Salta; a esta debilitada representación, acudieron los Diputados del Alto-Perú, la influencia que ejercitaron en forma brillante dio lugar a que desempeñaran cargos directrices en el mismo Congreso; entre estos Diputados tenemos los siguientes: Doctor José Mariano Serrano, Doctor José Severo Malavia, Doctor Presbítero Mariano Sánchez de Loria, Diputado por la Provincia de Charcas, Doctor Presbítero Felipe Antonio de Iriarte, Coronel Márquez José Fernández Campero que no concurrió al Congreso, Doctor José B. Carrasco, Diputado por Cochabamba, Doctor Pedro Ignacio Rivera, Diputado por Mizque, Doctor Presbítero José Andrés Pacheco de Meló, Diputado por Chichas.

En el Congreso se debatió ampliamente la forma de Gobierno los criterios eran diferentes: Los Centralistas o Unitarios que trataban de conseguir la preponderancia de Buenos Aires; los representantes de Provincias que sostenían la forma Federal y finalmente los partidarios del sistema Monárquico que alentaba los Diputados Alto-Peruanos. Este sistema Monárquico, trataba de restaurar la organización del Imperio de los Incas; sobre el particular la exposición fue tan brillante y convincente, que gran parte de la Asamblea se declaró en su favor, pues de acuerdo también estaban el General José de San Martín y el General Belgrano, y tal vez hubiese llegado a su realidad, a no ser la intervención del Alto-Peruano Vicente Pazoskanqui, natural de La Paz, célebre escritor y periodista que en aquella época, dirigía el periódico “La Crónica Argentina”, atacó frenéticamente la idea monárquica destruyendo el criterio de la representación alto-peruana. Posteriormente se trasladó el Congreso a Buenos Aires para continuar sus deliberaciones.

Los representantes alto-peruanos, ocuparon los siguientes cargos en el Congreso y Gobierno argentino: Doctor José Mariano Serrano, Secretario del Congreso de Tucumán y Diputado en el Congreso argentino durante cinco años, después renunció; el Doctor Presbítero José Severo Malavia, Miembro de la Mesa Directiva del Congreso al que lo presidió varias veces, Doctor Presbítero José Andrés Pacheco de Melo, Ministro en el Gobierno de la Provincia de Mendoza, Doctor Pedro B. Carrasco, médico, se doctoró en Lima, en el Congreso de Buenos Aires, formó parte de la comisión asesora del Presidente Pueyrredón en el asunto internacional con el Brasil, después, fue designado Vicepresidente del Congreso, Doctor Presbítero Felipe Antonio de Iriarte, descolló por su talento y elocuencia en el Congreso de Tucumán siendo más tarde elegido representante de la Provincia de Jujuy en el Congreso de Córdoba. Los argentinos discuten la nacionalidad de este célebre patriota, a su regreso de la Argentina en una proclama dice: —a los alto-peruanos— “paisanos míos, ya estoy entre vosotros”, esta es una declaración de que era alto-peruano.

Nuestra colaboración a la independencia argentina, ha sido obra del decidido espíritu alto-peruano de conquistar la Independencia de América y de ésta manera, ha continuado Bolivia como República con generoso empeño, a establecer definitivamente la solidaridad americana, muchas veces con detrimento de sus propios intereses; como sabemos, ha sido desposeída de su territorio mediante guerras injustas o intervenciones traidoras e interesadas. La magnitud de nuestras intervenciones y los hechos realizados, dan la medida de lo que puede realizar nuestra raza en el futuro; nos falta materializar la grandeza de Bolivia mediante el orden, el trabajo, la disciplina, ya que espiritualmente estamos sobrecapacitados.

El General José de San Martín.— El Ejército libertador argentino en el Bajo-Perú.— Disensiones entre los realistas.— Los Generales españoles, sus diferencias .— Acontecimientos en el Bajo-Perú.

 

El General José de San Martín, nació en el año de 1778 en Yapeyú, uno de los pueblos de misiones del Paraguay de las cuales era Gobernador su padre. Se educó en España y abrazó la carrera de las armas, ascendiendo en España hasta el grado de Teniente Coronel; participó en la guerra de la Península, fue edecán del General Solano, asistió a la batalla de Bailón contra fuerzas del General francés Dupont. Al tener conocimiento de la guerra de la Independencia, regresó a su Patria para ofrecerle el concurso de sus valiosos conocimientos militares y sus servicios.

El General José de San Martín organizó el llamado Ejército de los Andes, con él pasó la cordillera en 1817 con la finalidad de independizar a Chile y el Bajo-Perú; para el efecto se puso de acuerdo con el General chileno O’Higgins para acelerar las operaciones militares antes de que las fuerzas realistas que ocupaban Chile se concentraran y el 12 de febrero de 1817 en la batalla de Chacabuco fue derrotado el primer ejército realista, proclamándose la independencia de Chile el 18 de septiembre de 1817 y consolidada al año siguiente la victoria de Maipú.

El General San Martín, después de haber libertado a Chile en 1820 se trasladó al Perú con un ejército chileno-argentino de 5.000 hombres a bordo de la escuadra libertadora al mando del Almirante Cochrane. El ejército desembarcó en Pisco el 8 de septiembre, continuando marcha sobre Lima donde el Virrey y las autoridades realistas habían huido y la independencia del Perú fue proclamada el 28 de julio de 1821. Mientras tanto, la escuadra libertadora bloqueó el Callao apresando a barcos españoles surtos en el puerto.

En el Perú aún quedaban fuertes efectivos de tropas realistas contra las cuales el General San Martín se alistaba para combatirlas; en esta situación, se tuvo conocimiento de que Bolívar después de haber asegurado la independencia de Venezuela, Colombia y el Ecuador, resolvió trasladarse al Perú al mando de su ejército; es entonces que el General San Martín se trasladó a Guayaquil donde estaba el General Bolívar entrevistándose los próceres resultando de esta conferencia el retiro del General San Martín.

En Lima, había sido nombrado Presidente el Coronel José de la Riva Agüero, a la vez que se invitaba al General Bolívar para que continuara la campaña libertadora.

Los Jefes y Oficiales españoles que se encontraban en el Alto-Perú comprendieron que ya era imposible luchar en favor de la corona de España, pues, Venezuela, Colombia, el Ecuador, Chile, la Argentina y el Paraguay habían decretado su independencia y ninguna acción reaccionaria existía en favor de España, esta convicción impuso que muchísimos Jefes y Oficiales, se declarasen partidarios de la Independencia Americana y Ofrecieron sus servicios a la causa libertaria así tenemos entre cientos: a Agustín Gamarra, José Miguel de Velasco, Andrés de Santa Cruz, José de La Mar, Pedro Blanco etc. etc. Esta actitud de los Oficiales fue imitada por unidades íntegras de las fuerzas realistas, el batallón “Numancia” pasó a las fuerzas patriotas con todo su personal de Oficiales y tropa, armamento e implementos: ésta unidad española en el ejército libertador tomó el nombre de “Voltigeros”.

Ante acontecimientos como los anotados, culparon al Virrey Abascal tales hechos por su falta de energía y fue depuesto, substituyéndole el General de La Serna.

En España la situación política comprometió la seguridad de las instituciones ya que el Rey Femando VII trataba de recuperar su poder absoluto contrariando la Constitución de 1812 aprobada en el Congreso de Cádiz mientras el estuvo preso por Napoleón en Bavona: finalmente estalló la lucha entre monarquistas y liberales: los encuentros fueron sangrientos y tal situación repercutió en el espíritu de los Generales españoles que se encontraban en el Alto y Bajo-Perú- Unos se declararon en favor del absolutismo y otros en liberales. El General Olañeta que era el Comandante de las fuerzas realistas en el Alto-Perú, se declaró absolutista: el General La Sema Virrey del Perú, como liberal, en consecuencia Olañeta desconoció la autoridad del Virrey y tomó el mando directo de las guarniciones militares de Chuquisaca y Potosí pretendiendo proclamarse independientemente Virrey del Alto-Perú: a fin de procurarse el General La Sema, las fuerzas necesarias y darse tiempo para concentrarlas, comisionó el General Gerónimo Valdez para que tratase apoyándolo a Olañeta prometiéndole su adhesión.

El General La Serna, pudo organizar un ejército de 18.000 realistas; una parte de éste, envió al General Valdez para que batiese a Olañeta, el que comprendiendo que sus fuerzas eran inferiores, evadió todo encuentro decisivo procurando cansar a su enemigo con marchas y contra marchas sorprendiéndole en toda oportunidad: en este tiempo el General Valdez supo que el ejército del General Bolívar marchaba sobre el Perú, poniéndose en marcha con 4.000 soldados sobre Lima con objeto de cooperar al General La Serna que ya había sido derrotado en la batalla de Junín. De esta manera el General Olañeta quedó como Supremo Jefe realista en el Alto-Perú.

El Congreso de Lima acordó mandar fuerzas hacia el Sud, con objeto de terminar con las fuerzas realistas existentes allí, dos fueron las expediciones que tomaron el nombre de “intermediarios”. La primera fuerza de 3.000 hombres fue derrotada por los realistas; la segunda intervención de “intermediarios” con un efectivo de 5.000 hombres al mando de los Generales Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra, derrotaron en Zepita a las fuerzas del General Valdez.

Ante la posibilidad de que los efectivos de Valdez se concentraran nuevamente y más el apoyo del derrotado ejército de La Sema, Santa Cruz y Gamarra emprendieron una larga retirada o desprendimiento alcanzando Moquegua donde llegaron en forma desastrosa con sólo 800 soldados de los 5 000 que anteriormente comandaban.

El General Canterac al mando de 9.000 soldados, decidió atacar Lima, ante esta amenaza el Presidente del Perú Coronel José de la Riva Agüero que fue ascendido a Mariscal, abandonó Lima refugiándose en las fortalezas del Callao, siguiendo marcha después hasta Trujillo. El Presidente y el Congreso se pusieron en desacuerdo regresando a Lima los Diputados nombrando a Torre Tagle Presidente del Perú desconociendo la autoridad de Riva Agüero, pidiéndole a la vez el General Bolívar que interviniese con su Ejército y terminase con la anarquía surgida y pusiese fin a la Guerra de la Independencia. Riva Agüero, entró en tratos con el Virrey pretendiendo organizar Una monarquía en el Perú, esto fue considerado como una traición por lo que Riva Agüero fue tomado preso y desterrado a Europa.

El Regimiento “Río de la Plata” que quedó de las fuerzas del General San Martin, arguyendo estar impago se amotinó entregando a los realistas los castillos y las fortalezas, del Callao. Estos hechos dieron lugar a que el Congreso del Perú entregase al General Bolívar la Dictadura política y el Mando Supremo de las fuerzas militares en febrero de 1824.

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