Desfile en honor a la independencia de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra en 1915. |
En esta oportunidad les traemos la décima séptima parte de
esta serie. La respuesta del cruceño Placido Molina al argentino Enrique
de Gandía, sobre sus falacias propagandísticas escritas en su libro “Historia de Santa
Cruz de la Sierra. Una nueva República en Sudamérica”.
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Entradas publicadas:
Parte I - PLACIDO
MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I)
Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y
SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)
Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y
DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)
Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la
fundación de Santa Cruz de la Sierra)
Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (LIMITES DE LA
GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)
Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el
obispado de Santa Cruz)
Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA
DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)
Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE
INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)
Parte XIV - LA RESPUESTA DE PLÁCIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA,
SOBRE EL AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ
Parte XV - PLÁCIDO MOLINA RESPONDE A ENRIQUE DE GANDÍA SOBRE LAS LUCHAS
POLITICAS EN SANTA CRUZ
Parte XVI - SOBRE LA GUERRA DEL CHACO Y LA INDEPENDENCIA DE SANTA CRUZ
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LA NUEVA REPUBLICA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA
(Al Capitulo IX, de la 2a. parte)
Si hubiera de rectificarse íntegramente este capítulo,
demandaría una larga exposición, pues hace resumen de las afirmaciones de
varias de las anteriores; pero como ya se han dilucidado casi todas, apenas
deberemos referirnos a las novedades.
En efecto, ya vimos documentalmente la falsedad de todas y
cada una de las afirmaciones contenidas en los formidables tercero y cuarto
acápites (pág. 251 y 252) de este capítulo. Lo de que «Santa Cruz nunca ha sido
boliviana», siéndolo aún, es ya algo que sale de lo que normalmente se puede
decir de un país que «no es el de Guticolonia, ni el de Trapalanda o
Trapisonda».
Si respecto de Bolivia en general, y de Santa Cruz en
particular se hubiese de cumplir la fórmula de Poincaré «devolver a cada lo
suyo y si esta es la oportunidad en que deba ser aplicada, habría que rehacer
el mapa de Sur América, y más de una nación vecina se arrepentiría de que medre
tan altruista fórmula. Entonces Santa Cruz que ni en tiempo de la colonia fue
«un pueblo esclavizado», y que ha sido y es uno de los más conscientes y libres
de Hispano - América, llevaría su departamento por el sur hasta frente de
Asunción. Ojalá llegue el día de que esas hermosas doctrinas de Wilson, Poincaré,
Lloyd George y Antocoletz, que se invocan, se pongan en práctica. «Otro gallo
nos contará», dicen en la tierruca.
Para que haya paz entre Bolivia y el Paraguay no es
condición indispensable que Santa Cruz sea independiente, mucho más en la forma
que los paraguayos piensan—pretendiendo despojarla de grandes zonas de las
antiguas provincias de Chiquitos y Cordillera— pues con ese despojo quedarían
limítrofes Bolivia y el Paraguay, a menos que nos devolviesen todo el triángulo
hasta el frente de Asunción. Con eso, ya podríamos tratar del plebiscito de que
habla el Sr. Gandía.
Estamos conformes con todo lo demás, de que la extensión de
Santa Cruz según la historia es como para un gran país, con millones de
habitantes y que sus riquezas naturales son mayores que las de varias de las
Repúblicas hermanas.
Lo que jamás podemos aceptar y que consideramos un insulto
mordaz y gratuito, es eso de que se nos considere «pueblo sometido, anexado,
esclavizado». No, señor Gandía, Santa Cruz es un pueblo altivo que jamás
soportó tiranías largas y vergonzosas como las de Rosas, Francia, López 1ro. y
López 2do. La de Melgarejo, el peor tiranuelo que soportó Bolivia y que en
comparación de aquellos fué un bienaventurado, sólo duró seis años y tan no
gravitó sobre Santa Cruz, que en su tiempo hubo vez que el Prefecto y un
militarejo subalterno, fueron los únicos que no firmaron actas revolucionarias,
de modo que vencida en el interior la oposición, no hubo un ciudadano a quien
dar los empleos de administración, para la que hubo que traer de otras
ciudades. En las elecciones para presidente verificadas en 1870, en el apogeo
de su desequilibrado «sexenio>, sólo tuvo en Santa Cruz tan ridícula
votación, que la tomó a injuria, puesto que obtuvieron altas cifras los
senadores y diputados opositores.
Todo esto demuestra que pocos pueblos en Sur América habrán
dado más pruebas de altivez e independencia, y que por lo mismo no necesita de
redentores exóticos; pues fiel a sus tradiciones, no se someterá jamás a
protectores irrisorios, que pretendieran, en cambio, subalternizarlo y
despojarlo. Santa Cruz aspira a ser en la comunidad boliviana, de la que forma
parte consciente, libre y decidida, no la capital— como dijo el diputado
Saucedo Sevilla en un arranque vivaz digno de su raza;— pero sí, el pueblo más
libre, y más capacitado intelectual y económicamente, pues para serlo tiene sus
brillantes antecedentes históricos, su unidad racial caucásica, la comunidad de
idioma, y la extensión, fertilidad y riqueza de sus productos minerales y
vegetales, que le prometen un magnífico porvenir. La sencillez bondadosa y
hospitalaria de sus gentes, arraiga al inmigrante europeo que encuentra en
Santa Cruz una segunda patria.
Suponiendo que en esto haya alguna fantasía, la creen
realidad los crúcenos, y tal creencia los hace esperar un futuro de
prosperidad, de modo que, si ahora son «pobres, pero libres y honrados»; mañana
serán ricos de añadidura y podrán brindar la amplitud y la exuberancia de sus
tierras a los millones de hombres que la llevarán ciencia, capitales y brazos,
que es lo único que se necesita para que el Oriente de Bolivia sea una de las
regiones más hermosas y acogedoras de la Tierra.
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