En esta oportunidad les traemos la quinceava parte.
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Entradas publicadas:
Parte I - PLACIDO
MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I)
Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y
SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)
Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y
DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)
Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la
fundación de Santa Cruz de la Sierra)
Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA
GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)
Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el
obispado de Santa Cruz)
Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA
DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)
Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE
INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)
Parte XIV - LA RESPUESTA DE PLÁCIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE EL AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ
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LAS LUCHAS POLITICAS EN SANTA CRUZ
(Al Capitulo VII)
«Es de recordar, dice el Sr. Gandía, que fue en ese tiempo
(acaba de hablar del gobierno del General Pando) cuando se votó la «Ley de
Enganches» que trajo como resultado la venta de hombres y mujeres crúcenos en
las regiones del Acre».
La ley citada se dictó en 1896 (gobierno del Dr. Alonso) y
lejos de traer como resultado la llamada venta de gente, tuvo por objeto
contener la emigración; puesto que obligaba a los extractores de peones, a
depositar 200 $ por cada hombre o mujer que se llevase más al Norte del grado
14°, suma que perdía, en favor de la familia, el que no los devolviese a su
domicilio dentro de dos años. La ley esa establecía otras ventajas a los
trabajadores.
Y si no produjo todo su efecto, fué porque la suma no era
suficiente para hacer prohibitiva la extracción, como porque hubo muchas
maneras de esquivarla contratando para ir más acá del grado 14, y pasarse
después más alla— cuanto porque siendo la ley contraria a la Constitución del
Estado— que garantiza el libre tránsito, fué demandada ante la Corte Suprema y
ésta la declaró «inconstitucional», quedando relajada en su aplicación.
Todo esto lo sabemos como abogados y como contemporáneos de
tales cosas Allí están los Anuarios y la Gaceta Judicial para comprobar lo
dicho.
Tratándose de «política», excuso hasta opinar; pero vaya una
anécdota personal, realísima, para demostrar que esas luchas no estaban exentas
de transacciones y de gestos de corrección:
Se trataba de proclamar en 1910 a uno de los diputados por
la Ciudad y Cercado de Santa Cruz, y habiendo resultado que «empataron» los
candidatos Dres. Saúl Serrato y Gregorio Moreno, convinieron los dirigentes de
los dos grupos con ti incautes (liberal y opositor) en que se decida mediante
un sorteo.
Se echaron dos cédulas al efecto, y en ese momento llega el
que esto anota, persona que considerada imparcial, (los dos candidatos habían
sido alumnos suyos y eran jóvenes sobresalientes), hubo de extraer, en señal de
garantía recíproca, la cédula que dio el triunfo a Serrare.
En el concepto general la solución, o sea el sorteo, fué
correcto; pero los perdidosos salieron diciendo «que hubo fraude»
De esta opinión se hace eco el Sr. Gandía que afirma ahora
que «la presión política del altiplano consiguió el triunfo para los candidatos
oficiales». Lo cual por otra parte nada tendría de raro; pues así ocurre en
todo el Mundo con los candidatos del Gobierno.
El Dr. Cástulo Chaves, Rector de Santa Cruz hasta el año
anterior, ha hecho públicas protestas de que su regionalismo, como el de la
mayoría de sus compañeros, no es separatista; sino de labor por el terruño, sin
perjuicio de la unión nacional. Lo creemos sincero.
De la revolución de 1924 tratamos ya en un capítulo anterior
y no merece repetirse lo que dijimos de ella. Sin plata, sin estrategas, ni
caudillos capaces, y hasta sin soldados, no se hace una revolución.
No hubo tales «grandes manifestaciones de alegría por el
triunfo del movimiento y la creencia de que pronto se declararía la
Independencia». Apenas pasó la noche de la ilusión, toda persona consciente
supo que se había dado un golpe en falso y que estaba por fracasado, porque nadie
le secundaba, y por lo mismo nadie pensó en la Independencia, ni a nadie se le
ocurrió que había que contar con la ayuda de una nación hermana o vecina y
mucho menos que esta fuese el Paraguay.
Quien atribuyó separatismo al movimiento fue el Gobierno,
que temiendo secundaciones en el interior, lanzó el mote de traición a la
Patria, y quizá creyendo posible alguna complicación por afuera, dice que hizo
creer en Buenos Aires que el movimiento propiciaba la unión al Brasil y en Río
Janeiro que se inclinaba a la Argentina. Para el interior de Bolivia se dijo
que los crúcenos habían echado al suelo en la plaza el pendón boliviano y
bailado sobre él.
Era una triple paparrucha. No hubo nada de todo eso. La
ciudad se mantuvo tranquila, con la seguridad que todo pasaría.
Lamento que estas claridades pueden lastimar a algunos
amigos; pero no tendré más que repetirles lo dicho al Sr. Gandía: «Amigo de
Platón; pero más de la verdad».
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