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LA RESPUESTA DE PLÁCIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE EL AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ

Guardia Nacional homenajeando al día de independencia nacional, 6 de agosto. (Santa Cruz, 1915)
 


En esta oportunidad les traemos la catorceava entrega. 

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Entradas publicadas: 

Parte I - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I) 

Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)

Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)

Parte IV - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS LIMITES NATURALES ENTRE PERÚ Y PARAGUAY)

Parte V - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la fundación de Santa Cruz de la Sierra)

Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el obispado de Santa Cruz)

Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)

Parte XI - LA DEMOLEDORA RESPUESTA DEL CRUCEÑO PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA SUPUESTA  ANEXIÓN DE SANTA CRUZA LA REPUBLICA DE BOLIVIA

Parte XII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINOENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

Parte XIII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINOENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INSTRUCCIÓN Y LA ADMINISTRACION PÚBLICA EN SANTACRUZ

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AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ

(Al Capítulo VI, 2a. parte)

Este es un tema sugestivo y vidrioso, porque sin desconocer que en ese aislamiento tiene su grueso porcentaje «el gobierno central de Bolivia» como dice el Sr. Gandía, y esto por incomprensión de las verdaderas necesidades de la nación, o más claro por ignorancia y prejuicios regionales de la mayoría de los gobernantes, se debe considerar que en gran parte la distancia de Santa Cruz a los principales centros bolivianos y la densidad y aspereza de las sierras intermedias, han sido un factor geo[1]gráfico que en algo explica la falta de buenos caminos entre Santa Cruz y el interior de Bolivia.

Ya probamos que eso de la «anexión forzada» es una fábula, y que Santa Cruz es uno de los pueblos más conscientes y libres de Hispanoamérica— circunstancia que la debe a la unidad racial que hay en sus habitantes y a 20 leguas a la redonda, como en muy pocas ciudades de Iberoamérica—de modo, pues, que la pretensión «de mantener este departamento en un estado de sujeción absoluta e impedir en el presente y en el futuro sus proyectos de In[1]dependencia», no pasa de ser una exageración y un falseamiento de los hechos.

Un caso viene a cuento: Como el departamento de Santa Cruz dió en las elecciones presidenciales de 1896, más de 5.000 votos a favor de la candidatura Alonso, Peña y Sanjinés— popularidad acarreada por el candidato cruceño Dr. Rafael Peña— y con esto fué derrotada la contraria de Pando, el Dr. Severo F. Alonso, agradecido, se creyó en el caso de atender a las necesidades de Santa Cruz y propició la obra de un buen camino y del telégrafo, y como este Gobierno cayó por .la revolución del 99, el nuevo régimen, que era el derrotado de antes, se creyó en el caso de cobrar agravios, y si esto no se explica «oficialmente», como dice el señor Gandía, pero sí son hechos que el pueblo anotó en su tiempo: el Dr. Alonso fué titulado por sus opositores «el Presidente cruceño», ya por su alianza con el Dr. Peña, o ya poique debió a Santa Cruz un triunfo ruidoso, porque la candidatura contraria llevaba una ventaja de más de 2.000 votos en el resto de la República.

Con el nuevo régimen subieron al poder algunos hombres— que por razones obvias no queremos nombrar — que tenían prevención o egoísmo contra los que entonces figuraban como dirigentes en Santa Cruz, y estas ruindades de situacionistas incomprensivos, que en Sur América se suelen llamar «políticos», se dejaron sentir en perjuicio del país. Hay más de un folleto que en su tiempo vapuleó terriblemente a esos malévolos o miopes, a cuya influencia nefasta, debe la nación entera — no sólo Santa Cruz — muchos males y fracasos. Algunos pensaban afectivamente que «si se daba ferrocarril a Santa Cruz, ésta se haría independiente», cuando la verdad es, que el día que el ferrocarril llegue a Santa Cruz, quedará afirmada para siempre la unidad nacional; pero seguramente aquellos propiciaban la especie, porque no habiendo, si se daba preferencia al F.C. al Oriente, suficiente dinero para favorecer a otros que les interesaba de inmediato, por localismos o por conveniencias personales, recurrían a tan falsa argumentación.

Toda la historia de Santa Cruz, como ratificaremos enseguida, es la comprobación de esto: Santa Cruz exige el F. C., como una condición de su progreso, y para actuar como merece en la asociación boliviana. A ese fin han ido las protestas de las que quien esto escribe fué agente convencido y propagandista, para que haya igualdad reciprocó dad y unión verdadera, no para independizarse, y mucho menos, eso no entró jamás en el caletre de ningún cruceño consciente, para secundar a los detentadores despojantes de territorios que fueron y en parte aún son crúcenos, a los acostumbrados a soportar tiranos como Francia y los López, personajes fatídicos, de los que el último fue el martirizador de ilustres crúcenos en las postrimerías de la guerra loca que terminó el año 70.

No. Eso de que «Santa Cruz sea racialmente, históricamente y geográficamente una provincia paraguaya», es-una solemne inexactitud racial, histórica y geográfica, que creemos haberla demostrado lo bastante para no repetirla. Nuevos aspectos de esta demostración vendrán en los últimos capítulos de este trabajo con una forzada oportunidad.

Tampoco es cierto que esa supuesta «doble tradición paraguaya y argentina mantuvo siempre despiertos los deseos de Independencia del pueblo cruceño»; pues cuando alguna vez hablamos fuerte y -claro (el que esto escribe, Pdte. del Club de Gimnasia, fue alguna vez muy explícito en acto solemne y ante las autoridades del país, como puede verse en «La Ley» de fines de junio de 1905) invocamos -el ejemplo reciente de Panamá; fue como una amenaza muy de futuro, que podrían seguir nuestros nietos, si la política miope y obstruccionista de los que se oponían al F. C. al Oriente, no se modificaba, y si es verdad que ese F.C. aún no se hace, es en gran parte por razones de falta de los recursos suficientes o por efecto de factores múltiples que necesitarían un estudio documentado y sereno para explicarlos.

Hubo un momento en que unos pocos cruceños que se creían los intérpretes de la opinión y que gritaban con entusiasmo ferviente «ferrocarril o nada», hicieron fracasar la construcción de un buen camino carretero, desconociendo, más por propósitos políticos que por incomprensión, que en el supuesto que el Gobierno de entones haya deseado «contentar a Santa Cruz» con una más amplia comunicación, muy luego impulsado el intercambio y pasado el corto período de ese gobernante, se impondría el F. C., por obra y gracia de la necesidad demostrada por el tráfico y las exigencias del comercio que tienen que enderezar a quieras o no los pensares retrógrados o incomprensivos. Los pueblos deben tener fe en sus destinos, que impondrán su luz tarde o temprano y arrinconarán a los mochuelos del atraso, prefiriendo las campañas de prensa y -de acción cívica a las violencias que suscitan otras y dan el triunfo a la fuerza bruta con desmedro dé los ideales.

Así sucedió en Santa Cruz: los bullangueros se dejaron arrastrar a una revuelta que esperaron fuera general en la República— la que una vez más reprodujo su abstención como en 1876 y otras ocasiones—y dió al Gobierno un triunfo fácil, porque la masa del pueblo era adversa y la gente serena no vió ni principio de elementos de resistencia— no para una revolución separatista, que éste carácter sólo le dió el Gobierno para desconceptuarla, pero ni siquiera para un cambio interno del régimen unitario.

La prueba más clara de su impopularidad y aislamiento en la misma ciudad desde el primer momento, fué ésta: cuando los dirigentes del partido de oposición, el liberal, fueron invitados a tomar parte, ya se habían dado cuenta de la orfandad del movimiento y se abstuvieron. Las autoridades no políticas, como las judiciales, continuaron en sus puestos, porque los de la nueva situación se dieron cuenta de que habrían dado un golpe en falso desconociéndolas. La revuelta estaba vencida antes de que el Gobienio enviase fuerzas a combatirla, y sólo sirvió para que a pretexto de la pacificación, se gastasen los recursos del F. C. en eso y en otras cosas.. Son los efectos de la pasión política de ceguera y de atrasos y prejuicios. Los que jamás nos abanderamos en esos partidos y por eso nonos hemos calado jamás los lentes colorados de sus conveniencias, apenas podemos comprender las ofuscaciones[1]de que son capaces y que tan grandes males causan a los pueblos.

La mayor relación que tienen los sucesos del Acre con la historia de Santa Cruz, sería la de comprobar que por espíritu de solidaridad boliviana, el cruceño, así acudió a la guerra del Pacífico como qué al Acre a sacrificarse por la integridad nacional. Tanto el litoral marítimo como el de las regiones del Abuná y el Acre, estaban a centenares de leguas del hogar cruceño.

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Se trae aquí a colación «los sucesos de Cuevo e Ibo de 1912», que no fueron sino el último episodio del litigio que se había iniciado durante el período colonial, y que entre los Deptos. de Santa •Cruz, Chuquisaca y Tarija se había transado ya por la ley de 10 de Nbre. de 1898, y que a motivo de alguna pretendida falta de claridad y de los sucesos aludidos de febrero, se ratificó mediante la ley de 21 de octubre de ese año, que liquidó en definitiva la contienda interna.

Cualquiera, pues, que haya sido la falta de conocimiento de los antecedentes históricos y de equidad con que ella se solucionó, los representan[1]tes de Santa Cruz aceptaron esa transacción y el país la confirmó con el acatamiento que ha presta[1]do al arreglo de esa cuestión territorial, de modo que nada hay que remover sobre eso.

Una prueba elocuente del alto concepto nacional que siempre tuvieron los crúcenos, la anota el Sr. Gandía en las pág. 226, 227, cuando dice: «La venta del Litoral boliviano a Chile fué aprobada por el Congreso boliviano, exceptuando a los señores Pedro Ignacio Cortés y Pablo Roca, crúcenos, que votaron en contra del tratado».

No fueron los únicos; pues en los anteriores Congresos en que se comenzaron esos arreglos cesionarios, fueron opuestos— aun siendo del partido del Gobierno—el Senador Carlos M. Barbery, y lo» diputados Bailón Mercado, y otros, que hicieron causa común con los opositores.

Y lo más notable en esto es, que si los crúcenos hubieran procedido con egoísmo regional, habrían propiciado esas cesiones, que privando a Bolivia de puertos en el Pacífico, la obligaban a tender la vista al Oriente y a buscar salidas por las hoyas del Plata y del Amazonas, lo cual beneficiaría a Santa Cruz y el Beni.

Si por entonces hubieran encontrado los defensores de Santa Cruz la Real Cédula de 1743, que fijó con claridad los límites meridionales de Chiquitos, se habría demostrado el derecho incontrovertible de Santa Cruz sobre la faja ribereña del río Paraguay, sin que, confundida con lo discutido sobre la Cordillera de los Chiriguanos, se hubiese comprometido esa parte; mas, como sólo se trataba de una cuestión internaba solución «salomónica» se aceptó ya y nada hay que hacer sobre ella.

Sin duda que esa cuestión agrió los ánimos de crúcenos y sucrenses y hubieron actos lamentables que distanciaron gravemente a los dos departamentos; pero esas cosas pasaron ya a la historia y aún se ha producido el arrepentimiento sobre ellas, como se verá por estas palabras de uno de los más capacitados intelectuales sucrenses, el Dr. Agustín Iturrieha, Pdte. honorario dé la Sociedad Geográfica «Sucre», que en ocasión muy solemne, presentando al cruceño que esto escribe al público de Sucre en el Teatro Ninón, dijo en 1925:..... «Por lo solidaridad que debió un ir.......hace un centenario, a esas dos fracciones del territorio nacional llamadas Santa Cruz y Chuquisaca, fundiéndolas en un solo todo para ayudarse y buscar la plenitud de la vida en un trabajo fecundo y reparador, haciendo más puros sus goces de progreso y más sólidos sus perfeccionamientos espirituales.

«Si ayer estuvieron Chuquisaca y Santa Cruz expuestas a reñir por motivos que un mejor concepto de la armonía social habría evitado; hoy se vinculan por intereses intelectuales que no es posible que acontecimiento alguno pueda rasgar las fibras de sus robustos organismos, templados en medio del dolor causado por accidentes de nuestra historia y vivificados en lecciones que desgraciadas experiencias de un centenar de años nos han dejado. Tienen ya formado un ideal que las eleva por encima de sí mismas; están dotados de la fuerza moral que inspira su fe en un mañana más nítido y transparente, calentado con el sol de la esperanza. El materialismo que forjaron credos pesimistas, a base de riquezas descubiertas en zonas vecinas y que asignaron límites al parecer infranqueables, a punto de sugerir la conveniencia de armar los brazos de sus hijos para desgarrarse en guerra fratricida y derribar al supuesto enemigo detentador de tesoros efímeros, ha caído como caen las preocupaciones de las vidas obscuras combatidas por las acechanzas de la envidia, de la codicia y todas las pasiones embrutecedoras. En lugar de ese materialismo ciego y torpe, se erige una espiritualidad de resplandecien­tes reflejos, con un concepto robusto de las energías morales guardadas en el alma con ansias de justicia, con hambre y sed de ideales más justos. Así caminarán juntas con vista de un fin muy alto, discerniendo todos sus pasos, amando todas sus obras; y serán más venturosas porque sólo la elevación del entendimiento sobre los bajos placeres, «los espejismos de la fortuna», independizando la voluntad, concede hábitos de bien obrar, ideas de bien decir y acciones de bien querer».

«Chuquisaca y Santa Cruz no debieron distanciarse nunca. La naturaleza las ha dotado pródiga de iguales riquezas y de similares productos; el suelo en que se extienden parece formado geológicamente para cimentar civilizaciones de idéntica estatura. Pero serán adelante más hermanas, dejando caer los muros que las impidieron acercarse, borrando los límites convencionales quo las separaron y fundir dos pueblos en uno solo de aspiraciones e ideales comunes, en haz de fraternidad y amor»......

(Boletín de la Sociedad Geográfica. Tomo XXV . Homenaje al primer Centenario de la Independencia de Solivia. Director Ricardo Mujía).

Si cuestiones más graves entre naciones enemigas se arreglan por tratados y se olvidan con el tiempo, ¿puede ser dable renovar las que ocurrieron entre miembros de una misma nación?

¿Y puede ser tolerable que estas ingratas reminiscencias— cizaña entre hermanos— las traigan en cuestiones ajenas, personas enteramente extrañas?

Nos parece que el papel de quien fuese a una familia a recordar añejos agravios perdonados ya entre hermanos, para resucitar animosidades, haría algo que los antiguos catecismos decían «que era lo más detestable delante del Señor»!.......

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Nos toca anotar que «geográficamente la región de Santa Cruz limitaba por el Sud con la Argentina» que Bolivia «consideraba peligrosa», y que si bien colindaba también «por el Oriente con el Chaco paraguayo» (ya se sabe que así llama el Sr. Gandía al Sur de Chiquitos), pero que esta vecindad del Paraguay la conceptuaba poco peligrosa, porque «en cierto modo, con su distancia era una barrera entre Santa Cruz y el Paraguay». Si Santa Cruz colindaba con la Argentina (en otra parte dijo que Chiquitos llegaba al Pilcomayo), es claro que las pretensiones paraguayas sobre el Chaco Boreal tambalean en una gran parte de la zona disputada. No sería lícito rehuir esta forzosa confesión.

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Se asegura que los 100.000 $ dados a Santa Cruz para celebrar el primer centenario de la inde[1]pendencia, y cuya aplicación con buenos datos se indica en la pág. 220, fueron un porcentaje o cuota de la Empresa Witon (proponente do la construcción del P. C. a Santa Cruz) que se dió al pueblo cruceño para acallar sus protestas por el fracaso do esa obra.

El que esto observa ha creído (y seguirá creyéndolo mientras no se le pruebe lo contrario), que esos 100.000 $ fueron dados a la par que a Cochabamba y Potosí, en 19.10, para la celebración, con obras públicas, de los Centenarios respectivos, como el año anterior se dieron iguales sumas a Chuquisaca y a La Paz para los suyos, y esto puede decir que le consta, porque fué el iniciador de la comprobación de que ese centenario correspondía a ese año 10, y no al 11, como creían algunos sin comprobante valedero. Hay constancia de esto en periódicos y folletos de la temporada.

Es mucha verdad que «el pueblo cruceño protestó en numerosas oportunidades contra el aislamiento que lo condenó el gobierno boliviano»; pero, como ya lo hemos probado extensamente, no espera su independencia «para ocupar en América el lugar que históricamente le corresponde»; pues para esto le basta su resurgimiento industrial, y ello lo espera con la ayuda eficaz de toda Bolivia, sin querer convertirse en una republiqueta que acoplada al Paraguay— más pobre y atrasado que ella, y que no sería un «protector» por no tener para eso—sino un tirano, tanto más exigente mientras más urgido y necesitado.

Siendo Santa Cruz un pueblo consciente y capaz de conocer sus conveniencias, sabe «dónde la aprieta el zapato» y no piensa supeditarse a nadie, menos a un pueblo extraño y tan poco feliz como el Paraguay.

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