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EL FÚTBOL EN LA GUERRA. LOS CLUBES DE FÚTBOL TAMBIÉN CONTRIBUYERON EN LA DEFENSA NACIONAL.

 


Página Siete, 21 de junio de 2022.

El 15 de junio de 1932 se inició una de las páginas más sangrientas que haya protagonizado el pueblo boliviano, los clarines de guerra llamaban a la juventud nacional para la defensa del territorio nacional. Fue entonces notorio el civismo demostrado por los deportistas, que casi sin excepción marcharon al frente de batalla.

Las instituciones deportivas de Bolivia estuvieron presentes en el fatídico acontecimiento. La contribución de los clubes deportivos a la defensa nacional constituye una de las notas sobresalientes; ninguna de las sociedades excusó el concurso de sus componentes. El 21 de julio de esa gestión, el directorio stronguista hacía conocer la siguiente resolución: “The Strongest ofrece sus contingentes para la defensa del Estado. El directorio que presido ha resuelto ofrecer a ese alto mando del Ejército nacional todo el contingente de reservistas que militan en The Strongest”. Firmaban Víctor Zalles G., presidente; Juan Aparicio R., secretario general.

“La Guerra del Chaco fue el escenario donde se debatió la lucha por un territorio que enfrentó a dos nacionalidades, la boliviana y la paraguaya. Esta guerra fue alentada por intereses extranjeros como la Standard Oil de Nueva Jersey y la anglo-holandesa Royal Dutch Shell que peleaban por apoderarse por áreas geográficas ricas en hidrocarburos”.

Antes de marchar al frente de batalla, las instituciones deportivas en solemne acto realizaron emotivos homenajes a sus representantes. Así, por ejemplo, el club Bolívar mediante su presidente Jorge del Castillo manifestó las siguientes palabras: “Señores socios y deportistas del club Bolívar, al recibir tan sencillo homenaje a los primeros reservistas de la institución que en cumplimiento del sagrado deber de la Patria están listos para partir llevando en sus corazones el más grande anhelo que tiene todo boliviano, luchar por la Patria cuando ella lo demande”.

En la horrenda guerra, los soldados aprovechaban mediante una fugaz tregua un momento para divertirse. Uno de los entrenamientos preferidos por los compatriotas fue el fútbol, se lo practicó en los puestos de retaguardia y en los puntos estratégicos. Fueron los soldados quienes promovieron encuentros futbolísticos entre las diferentes baterías. Los representantes se comunicaban por telégrafo, acordaban las condiciones del juego, el árbitro principal era un oficial, que daba seriedad al encuentro. No importaba que el campo de juego estuviera en mal estado, los arcos o postes se los realizó con arbustos y ramas. Las medallas las fabricaban anticipadamente, el ingenio y la creatividad de los combatientes se hacían realidad; se desechaba por entonces el oro y la plata que eran innecesarios en esos momentos.

Las medallas para el equipo ganador se obtenían de los platos de aluminio, las flores se recogían de las cercanías de la cancha como un gesto de caballerosidad deportiva. Al silbato del pito, que generalmente era un cartucho descargado, se iniciaba el partido, pero en varias ocasiones no llegaba a su conclusión porque los observadores veían la presencia de una patrulla enemiga; a esto se añadía el cañonazo del frente que suplantaba el pitazo final. La pelota de trapo se la fabricaba con las blusas, pantalones y todo material que servía para su elaboración.

En el lapso de esos años se realizaron varios encuentros de fraternidad. El Fortín Saavedra realizó en julio de 1933 amenas demostraciones deportivas. El comando superior del Ejército obsequió llamativas pelotas de fútbol, para la distracción en momentos de descanso.

A las órdenes de Mario Alborta se jugó el interesante compromiso, ambas escuadras concluyeron con una honrosa división de honores a dos goles por lado. En el Fortín Ballivián, los componentes de la Maestranza y del Comando de Etapas realizaron otro programa deportivo con la inclusión de carreras atléticas, que fue del agrado de los componentes. Después de esta divertida actividad se desarrolló el encuentro de balompié; triunfó el equipo de Maestranza por tres goles a cero.

Fue en esos lugares donde nació la camaradería, compartiendo en un lazo de hermandad inspirada en la ayuda mutua en la que el consuelo era entre todos. En las ciudades y provincias de Bolivia se programaban varios eventos deportivos con el fin de colaborar a los heridos y prisioneros de guerra, y las convocatorias eran masivas.

En tanto acontecían estas particularidades en Bolivia, la Cruz Roja Paraguaya de igual forma preparaba un combinado deportivo para solventar los gastos del Ejército guaraní. Dicha representación viajó por algunos países de Sudamérica; entre los convocados se encontraba Arsenio Érico, que años más tarde fue conocido como una de las figuras deportivas sobresalientes de Independiente de la Argentina.

En la gestión gubernamental de José Luis Tejada Sorzano se calmaron las hostilidades, el 12 de junio de 1935. Se firmó en Buenos Aires el documento que estableció el cese de fuego y el comienzo de la paz entre Bolivia y Paraguay.

Posteriormente, en los primeros días de junio de 1957, representantes de ambas naciones acordaron llevar adelante la Copa “Paz del Chaco” en recuerdo de ese acontecimiento histórico.

Al cumplirse 90 años de este fatal acontecimiento, el fútbol nacional, que estaba en un camino progresivo, tropezó con este suceso que dejó muchas víctimas, el deporte se perjudicó igualmente. Pese a esta adversidad, siguieron adelante los proyectos deportivos institucionales.

Imagen del Sr. César Ciro Novoa Mendizabal, recopilada por Juan Alberto Quiroz. (publicada en 2018 en esta página)

 

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