Historias de Bolivia, Archivos Históricos.- Sitio dedicado a la recolección de notas periodísticas, revistas, libros, fotografías, postales, litografías, investigaciones, curiosidades, etc., etc. Todo lo relacionado con la historia de nuestra patria Bolivia. (Historia de Bolivia).

(Parte XII) LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

 

Plaza 24 de Septiembre, Santa Cruz, Bolivia (aprox. década de los 80s)

En esta oportunidad les traemos la doceava entrega.

--------------

Entradas publicadas: 

Parte I - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I) 

Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)

Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)

Parte IV - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS LIMITES NATURALES ENTRE PERÚ Y PARAGUAY)

Parte V - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la fundación de Santa Cruz de la Sierra)

Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el obispado de Santa Cruz)

Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)

Parte XI - LA DEMOLEDORA RESPUESTA DEL CRUCEÑO PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA SUPUESTA  ANEXIÓN DE SANTA CRUZA LA REPUBLICA DE BOLIVIA

---------- 

 

LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

(AL CAP. III, 2A. PARTE)

Por lo general casi todo lo que en este capítulo se refiere a las industrias, productos y exportaciones, escasez de vías de comunicación y porvenir del país, está bien orientado, o no es del caso hacer reparos.

Del tiempo al que se refieren las fuentes de información, al presente, el automóvil y el aereoplano han modificado el enclaustramiento de Santa Cruz. Los mulos han sido sustituidos: se viene a Cocha[1]bamba y Sucre en automóviles y aviones.

Sólo para los artículos de gran peso, volumen y poco precio, queda la exigencia del F. C. como única solución reclamada a voz en cuello.

En cuanto se refiere a la industria gomera, que como dice bien el señor Gandía «ya pertenece a la historia», cabe hacer algún distingo; hubo casos en que el acarreo de braceros para esa industria se prestó a prácticas o tolerancias censurables y hasta criminosas (puesto que dió mérito a una campaña de prensa y acción social) y sin duda las memorias marcaron a más de uno de esos acarreadores de la temporada, con la tizna de «negreros o vende gente»; pero en la gran mayoría de los casos, las transacciones aquellas no revistieron la indignidad o inhumanidad que se han inculpado, generalizando, por los que las combatieron. Lo común era que un «barraquero» (industrial gomero en el Beni o Noroeste), «habilitaba» a un «enganchador» con cierta suma de dinero para que viniese a contratar peones al principio y también mujeres después, para “picar’’ o explotar los árboles de la goma elástica y el caucho.

Gentes acostumbradas a salarios ínfimos por lo casi irreproductivo de las industrias decadentes de Santa Cruz, a causa de la competencia extranjera en los mercados del interior, se contrataban más o menos alucinados con ganancias que casi siempre eran para los explotadores, y esa emigración que llevó algo más de 80.000 personas a aquellos territorios, suscitó fuerte resistencia de los industriales crúcenos, que obtuvieron para neutralizarla la ley de enganches y otras medidas que muchas veces abrieron las puertas de los «enganches» y echando a la calle a los contratados, arruinaron al “ enganchador”.

El contrato, salvo las excepciones a que nos hemos referido antes, era éste: el «enganchador» llevaba el personal a la “barraca” del “habilitador’’, y cobraba a más de la cuenta reconocida por el peón, una “prima” convenida de antemano por grupo o por peón. Por lo tanto, desde la licitud más completa— cuando los peones iban conscientes y estaban conformes con su contrato y con el “traspaso de su cuenta” sin que se les cargase la prima—> hasta las injusticias más irritantes, cuando aquellos cargaban la prima a la deuda— hay muchos grados cuya maldad no siempre supieron reprimir las autoridades que intervenían en los «ajustes» y «traspasos».

He ahí en toda su verdad, compulsada con conocimiento del asunto, sin prejuicio ni ánimo de exagerar, lo que ocurrió en aquel tiempo, que por supuesto estuvo lejos de llegar a lo que fué California, el Klondyke o el Putumayo. Muchos industriales traían a Santa Cruz a sus trabajadores periódicamente, y éstos se quedaban o regresaban con ese u otro patrón, convencidos de que la vida de las Barracas no era, por lo común, tan mala corno la pintaban de lejos. Rara vez hubo insubordinaciones de los unos o tiranías de los otros; pues la necesidad de los brazos, hacía que el patrón viese en cada obrero un capital, cuya conservación le interesaba grandemente.

La mortalidad en un principio grande, era causada por las terribles endemias, propias de lugar es palúdicos, recién descuajados, o con climas cálidos y agotantes. Los obreros de buenos hábitos, que pronto pagaban sus cuentas, se volvían pequeños patrones o “fregueses’’.

El que esto escribe, ha estado diez años en la región gomera y ha sido abogado, lo mismo de patrones, como de “ fregueses” y “ peones’’, «lo modo que habla de estas cosas no por “ boca de ganso’’, ni con apasionamientos ni benevolencias inméritas: Fué antes en Santa Cruz miembro de la “ Defensa Social”, ha trabajado en la región gomera después, y tiene la satisfacción de haber ganado honradamente regulares honorarios, y más que eso, de haber merecido el afecto de los de abajo, y el respeto de los de arriba, como es notorio.

Murieron también en las cachuelas cientos de patrones y millares de remeros, como en todas esas industrias peligrosas con que el hombre ha tenido que enfrentarse a una naturaleza salvaje y terrible, como es la de las selvas de la Amazonia.

Es luchando así, a brazo partido con la muerte, día a día, que el cruceño y el beniano retemplaron el carácter, y se aferró esa presunción de bastarse a sí mismos, que en los buenos tiempos los hizo ir tras de industrias arriesgadas, alejándolos de la empleo-manía y del estacionarismo. Así poblaron y sanea[1]ron esa inmensa región de los cientos de subafluentes del Rey de los Ríos.

Caída esa industria han regresado a Santa Cruz 8 o 10 mil individuos, muchos de ellos hijos o nietos de los que fueron, para volverse en buen número, añorando esa vida de agitación y peligro; pero más retributiva que la tranquila o pasiva del terruño.

Los cruceños no emplearon negros en aquellos trabajos. Negros sólo hubo en las regiones gomeras del Brasil.

Siendo estos industriales hombres de buen criterio — los hubo sobresalientes en cultura, como el doctor Antonio Vaca Diez (médico de cabecera que había sido del Presidente Adolfo Ballivián), o notables por su afecto a los indígenas, como D. Nicanor Gonzalo Salvatierra, (que tuvo de maestro de escuela en su barraca al célebre escritor español D. Ciro Bayo),—y en su mayoría como buenos cruceños, católicos y lastimosos de sus paisanos pobres y de los indígenas, fué muy común el buen trato recíproco. Siendo el cruceño tradicionalmente respetuoso de la vida de sus semejantes, honrado, llano y franco, no ha sabido de “capangas”, ni “cuatreros”, plaga de las regiones platenses y amazónicas. Es muy común en Santa Cruz que las familias críen como sus hijos a los de sus fieles servidores y les dén su apellido, hasta en la clase más humilde de los pobladores.

La estadística criminal en el Oriente es escasísima. Las Visitas de Cárceles de Santa. Cruz y Trinidad anotan escasísimo número de encausados, y son muy pocos los crímenes graves. El que esto escribe ha sido Abogado Defensor de Reos en Riberalta, 10 años, Abogado y Vocal de Corte,11 años en Sta. Cruz, y habla de estas cosas con personal conocimiento. En la región gomera, los célebres crímenes llamados “los Misterios del Madidi” tuvieron por protagonistas a empleados extranjeros (Menditte y Mouton), y el autor de la macabra azotaina que tan patéticamente describe el Dr. Jaime Mendoza, en “Páginas Bárbaras”, no fué el Admor. cruceño Landívar, de Puerto Rico— cual lo da a entender con un anagrama— sino un tal Rodríguez, Admor., brasileño, interino de la Barraca, mientras Landívar viajó por Europa. (Véase “Por la Verdad y el Honor de un compatriota”, Riberalta. 1920, por P. Molina M.).

No se entienda que quiero sostener la universal bondad de aquellos industriales, o la sumisión, rara vez servil, de los trabajadores orientales. Aquello fue una región agreste y una industria de aven­tura en que, seguramente, la ambición despertó muchas veces en unos y otros la intemperancia; pero estuvo lejos de merecer las pinturas que hacen los dramaturgos y los «paraguayófilos».

La condición siempre independiente de partidos, bandos y clases, de que el autor de estas anotaciones gozó, le permite hacer serenamente la relación de estas cosas, y cree — modestia aparte — que pocos habrán estado en el terreno en condiciones de decir la verdad monda y lironda. Muchas de sus campañas de prensa o de profesional, se dirigieron, principalmente, contra abusos de autoridades in[1]comprensivas. Como Edil y Pdte. Municipal varios años, Secretario «ad honorem» y fundador de la Cámara de Comercio de Riberalta, Inspector y fundador de escuelas, periódicos y revistas, folletos etc., cree estar en condiciones de comprobar con abundante documentación, todas y cada una de sus afirmaciones.

---------------  o  -----------------

Es muy cierto lo que asienta el Sr. Gandía sobre el enorme porvenir económico, que por sus productos naturales se promete a Sta. Cruz, el día que la vialidad dé válvulas económicas para su comercio, sin que de allí se deduzca la necesidad de su independencia; pues a más de las razones más pode rosas que después apuntaremos, sus mejores mercados no lo serían ninguno de los países vecinos, y menos el Paraguay, pueblo pobre y atrasado, cuyas producciones son similares a las de Santa Cruz.

El cruceño, que es uno de los pueblos más libres de Sur América y el más alfabetizado de Bolivia — como el señor Gandía lo anota en el siguiente capítulo — no necesita sino de caminos e inmigración, capitales y ciencias prácticas, para hacer de su tierra el granero y el productor de artículos de gran consumo en la mitad de la América del Sur. Regiones mucho menos favorecidas por la naturaleza, han obtenido por ventajas análogas, o por ser costeñas, su progreso industrial con poco esfuerzo o sólo con el esfuerzo de extraños, por supuesto con un mérito del que no pueden hacer alarde.

El Oriente Boliviano es hasta ahora una región de reservas para gentes mejor preparadas económica y científicamente, que las que viven en ella o administran sus recursos con incomprensión de su valor y potencia productora. Esto es verdad, aunque nos pese; pero el Paraguay no es, ni con mucho, el llamado a remediarlo.

Esa pretensión risible, nos haría gritarle: Médice, cura te ipsum: porque no obstante alguna industrialización de nuestro Chaco — al que por eso se lo ha hecho cuestión de vida o muerte— y el incentivo del petróleo, no lo han sacado de la situación que denuncia el bajísimo precio de su moneda, y la dependencia absoluta de capitalistas extranjeros, que hace de ese país un espectro de República. ¿Y así va a ser el redentor de Santa Cruz.?

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Historias de Bolivia. Con la tecnología de Blogger.