Por: José E. Pradel B. / Publicado en el periódico El Diario
el 9 de Julio de 2013. / En la fotografía: Explorador Enrique Bolland, Capitán
y Jefe de la Exploración Boliviana al Alto Paraguay y la laguna la Gaiba. / Fuente: Enrique Bolland, Exploraciones Practicadas en el Alto Paraguay y en la
Laguna Gaiba. Fundación de un puerto, Buenos Aires, Compañía Sud Americana de
Billetes de Banco, 1901.
El británico Enrique Bolland, realizó exploraciones en las
regiones orientales de Bolivia, producto de ello fundó un puerto en la región
fronteriza boliviana-brasileña a inicios del siglo XX.
Probablemente la fundación de un puerto boliviano en las
riberas del río Paraguay, no será recordado por mucha gente este año, ni en las
tierras orientales bolivianas donde ocurrió la citada fundación y exploración.
Pero, para los historiadores que estudian las tierras bajas bolivianas y sus
pobladores, es una historia que merece ser contada.
El espacio que recorrió Enrique Bolland conjuntamente a un
grupo de individuos, se encuentra actualmente en la Provincia Ángel Sandóval en
el Departamento de Santa Cruz, entre la frontera internacional que comparten
los países de Bolivia-Brasil, conformando un límite lacustre de 10.8
kilómetros.
Durante la época colonial, en ese lugar el conquistador español
Domingo Martínez de Irala, campo maestre de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el 6 de
enero de 1543, penetró la la-guna la Gaiba, reconoció la costa occidental y
estableció un puerto que denominó “Puerto de los Reyes”, con el objetivo de
implantar una ruta de comunicación entre los territorios conquistados y la
población de Asunción.
Muchos años después, desde la fundación de Bolivia numerosos
fueron los intentos pa-ra integrar ese territorio a la vida central de la
nación. Sin embargo, en la última década del siglo XIX, el británico John B.
Menchin y el italiano Guido Boggiani, exploraron y plas-maron en informes, que
inspiraron al diplo-mático Dr. Antonio Quijarro, Ministro confi-dencial de
Bolivia en el Paraguay residente en la Argentina, la necesidad de organizar una
expedición para investigar las condicio-nes de navegación y la fundación de un
puer-to en la laguna la Gaiba.
Para ello el Dr. Quijarro, por intermedio de los hermanos
Leach de Salta, conoció y con-trató al Capitán Enrique Bolland, quien era marinero
de profesión y fue auspiciado por la compañía de los hermanos citados
anterior-mente, para estudiar las corrientes del norte argentino y el río
Bermejo. La primera inves-tigación comenzó el 4 de marzo de 1899, en la que
recorrió los ríos San Pedro, San Fran-cisco, Lavalyen, Alto Bermejo, Teuco,
Bajo Bermejo, Paraguay y Paraná. La segunda fue realizada desde el 27 de
octubre de 1899, en la cual alcanzó hasta la población de Curu-paiti y el río
Teuco. Estas exploraciones cau-saron buena impresión y fueron divulgadas por la
prensa de Buenos Aires, Londres y en especial por el Boletín de la Real
Sociedad Geográfica.
Sobre Enrique Bolland, recordamos que nació en Yorkshire
(Gran Bretaña), el 3 de marzo de 1857. Desde muy joven estudió cursos
preparatorios para ser marinero, luego fue educado en un buque escuela, durante
ese tiempo visitó y conoció muchos países a bor-dó de la fragata “Harwich”. En
1883, llegó a la República Argentina con el grado de Capitán, categoría
obtenida en Hong Kong. Una vez establecido en la nación Rioplaten-se, trabajó
en la empresa “La Platense”, línea de vapores del norte argentino. Luego de un
tiempo fue nombrado inspector de las líneas de vapores de los ríos Paraguay y
Paraná.
Concluida las preparaciones para el viaje, la gran
expedición estaba compuesta por: “Capitán Henry Bolland, jefe de expedición;
Amadeo Frier, comisionado ofi-cial; Henry Barberi, secretario; Dr. Antonio
Pérez, administrador de la aduana de Puerto Suarez; Gerar D’Avezac de Moran,
ayu-dante dibujante; Jorge W. Ray, encargado de los víve-res; Joao Papa,
práctico; Juan Giraud, Maquinista. Los foguistas: José Roberto do Santos,
Daniel Roso. Los marineros: Raymundo Denis, Maximiliano Agui-rre, Aniceto
Osorio, Cirilo Giménez, Juan Díaz, Ra-món Paredes, Manuel Fer-nández. El
cocinero, Eusta-quio Peralta y el camarero, Melchor Rojas”. Partieron el 9 de
noviembre de 1900, de Puerto Suárez rumbó a la población brasilera de Corumbá,
a bordo del va-por boliviano a ruedas “Ge-neral Pando” de: “21 metros 41
centímetros de eslora, 7 metros 30 centímetros de manga afuera de los tambores,
de 25 caballos de fuerza nominal y de tres pies ingleses de calado mínimun”.
En la población de Corumbá, se aprovisio-naron de alimentos
y víveres. El 14 de no-viembre zarparon de este puerto rumbó a la laguna la
Gaiba. En el recorrido la explo-ración, realizó estudios técnicos sobre la
pro-fundidad del río Paraguay, configuración de los márgenes, levantaron planos
y describie-ron observaciones astronómicas.
Para el 15 de noviembre, llegaron a la isla Tuyuyu, al día
siguiente pasaron por la po-blación Caranda Sinha. Tras dos días de na-vegación
llegaron al pueblito “Amolar”, que comprendía una docena de ranchos y dos
casitas. De este recorrido mencionó Bolland en el informe publicado posteriormente,
titu-lado “Exploraciones practicadas en el Alto Paraguay y en la Laguna la
Gaiba. Fundación de un puerto”: “en este trayecto no existen vueltas algunas
muy rápidas, ni corriente que exceda de tres millas por hora, ni tampoco
camalotes que tapen su canal… este río Paraguay es completamente y en todas
estacio-nes navegable por barcos á vapor calando hasta 5 pies y cuya eslora no
pase de 65 metros, siendo las ruedas de popa ó de costado”.
Luego de muchos días bordeando el río Para-guay, el 21 de
noviembre de 1900, a las 5 de la mañana el vapor “General Pando”, ingresó en
las aguas de la laguna la Gaiba. Después de circular la costa, describe en el
informe que a las: “A las 8.30 a. m. se soltó el ancla á 100 metros, mas ó
menos, de una playa de arena en una pequeña ensenada situada en el rincón S. O.
de la laguna: siendo este paraje, á la vista, el único que llenase las
condiciones requeridas. Inmediatamente se bajo á tierra por medio de los botes
y se empezó á abrir sendas en los matorrales que eran muy tupidos… el jefe de
la expedición llamó á los oficiales á consejo en un pequeño sitio ya
desmontado, y hallándose todos de acuerdo, declaró que este lugar era el único
realmente adecuado para la formación de un puerto y de un pueblo, con
comunicación directa al interior, opinando que dichos puerto y pueblo debían
llevar el nombre de Quijarro en homenaje al eminente patriota y progresista
doctor Antonio Quijarro…en seguida se mandó a redactar una acta, mientras que
se derribaba una palma para que sirviese de asta- bandera; era ésta de 12
metros de largo, la cual fue eri-gida y alista para izar el pabellón nacional,
elaborado y ofrecido por la señora y señoritas hijas del Dr. Antonio Quijarro”.
Al día siguiente el 22 de noviembre, en el lugar escogido se
dio lectura del ‘Acta de Fun-dación’, que después fue suscrito en cuatro
ejemplares por los 19 tripulantes que confor-maron la expedición. Dicho informe
describe que “al mismo tiempo se izó la bandera nacio-nal en medio de los
¡hurrahs! generales, los ¡vivas! á Bolivia y los tiros en el aire de las
escopetas y revólveres, enterrando después, co-mo había sido convenido, uno de
los ejempla-res del acta, puesto dentro de una botella de barro, lacrada y
sellada con una moneda nacio-nal, al pie del asta de la bandera”.
Después de esta ceremonia, los expediciona-rios realizaron
estudios de la bahía, recorrieron las costas y tomaron muestras de los ángulos
de las líneas meridionales. Sobre la alimentación, mencionamos que se
sustentaron de pavos y faisanes del monte.
Pero el 23 de noviembre los expedicionarios decidieron
explorar el río ‘Pedro II’ y la laguna Uberaba, al día siguiente partieron a
cumplir la tarea concertada. Al llegar a la embocadura de la laguna Uberaba,
notaron un río en el lado boliviano y lo denominaron como “río Pando”. En este
nuevo río, cuando se encontraban nave-gando se toparon con una población nativa
nombrada ‘Guatones’, con quienes intercam-biaron utensilios, vestimentas por
flechas y cueros de animales.
El 25 de noviembre ingresaron en la laguna Uberaba y luego
regresaron a la laguna la Gai-ba, encontrándose con otra población nativa de
‘Guatones’ a quienes les compraron dos ca-noas, con las cuales el Dr. Pérez y
el señor Frier tenían la intensión de regresar a Corumbá.
En este lugar, el vapor entre los días 25 y 26, sufrió un
encallamiento del cual fue liberado con ayuda de las poblaciones nativas. De
regre-so a la laguna, Bolland realizó estudios técni-cos de la costa del nuevo
puerto fundado. Por otro lado, los hombres de la expedición reali-zaron
diversas actividades: medición, explora-ción de los alrededores y tomas de
sondajes. Después de luchar contra el clima agobiante, es decir vientos fuertes
y bandas de insectos de muchas clases. El 15 de diciembre de 1900, terminaron
de hacer estudios hidrográficos y topográficos de la laguna la Gaiba, sobre
este territorio mencionó en el informe: “la laguna Gaiba se halla dividida en
dos partes casi igua-les por una imaginaria y convencional que pasa por los dos
mojones N. y S., colocados en el año de 1875, por la Comisión Internacional de
Límites entre la República de Bolivia y el en-tonces Imperio del Brasil…el agua
de la laguna es sumamente clara y limpia. Si en el menos gusto desagradable con
una profundidad máxi-ma que era de 12 pies ingleses cuando el nivel de la
superficie era de 3 metros 27 cm., abajo del cero, ó sea de la línea máxima del
agua, marcada sobre los mojones N. y S. esta pro-fundidad va disminuyendo á
medida que se acerca á la costa; sobre la de Bolivia, á 200 metros de distancia,
más ó menos, se encuen-tran cinco pies, cuando sobre la costa brasileña esta
profundidad se mide á 30 metros”.
Al día siguiente partieron todos en el vapor “General
Pando”, de regresó a Corumbá, lle-gando el 28 de diciembre a dicha localidad.
Luego fueron a Puerto Suarez donde los reci-bieron las autoridades bolivianas.
De esta manera, a modo de conclusión, a través de este
trabajo describimos una explo-ración y fundación de un puerto boliviano,
encabezado por el marinero británico Enrique Bolland, que recorrió por más de
un mes y medio; un río desconocido en la época y trató de establecer una ruta
comercial, que con el transcurrir el tiempo fue olvidada.
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