Mapa dibujado por Benjamín Antequera a base de los trabajos
de Mujía y Pissis, cartógrafos boliviano y chileno respectivamente. Muestra la
división acordada por el Tratado de 1866, al N. del grado 24: Bolivia, al S.:
Chile. En este mapa se pueden observar también las zonas de condominio que
establecía el antedicho Tratado, con las salitreras del sector boliviano. Se
encuentra en la Biblioteca Nacional de Sucre.
Por: Henry Ríos Alborta / Este articulo apareció publicado
en el periodico La Patria de Oruro el 11 de diciembre de 2011.
"No se ha conformado Bolivia ni se conformará nunca con
esta inicua clausura. Como es claro su derecho, así también es su protesta,
firme, tenaz e invariable; y a medida que el tiempo transcurre y que las
necesidades de su vida se acrecientan, es más fuerte y desesperada. No ha de
cejar. No reclama las riquezas de que se le ha despojado y que han labrado la
prosperidad de Chile. Puede el detentador quedarse con ellas. Lo que reclama es
la salida propia al mar para su libre comunicación con el mundo; porque ya es
demasiado que, después de que se le quite la hacienda, todavía se le
encarcele".
José María Camacho – 1921
La historia del universo es la historia de las culturas.
Individuos de vida orgánica, como quería Spengler. Éstas forjan a las naciones,
y no al revés; cada cultura, verbigracia la india, la antigua, la árabe o la
occidental han fisonomizado, respectivamente, a la nación de la India, a la
nación griega, a la árabe y a la nación alemana; las cuales no son sino
símbolos de sus culturas. En la América del Sur ha existido, pues, una grande
cultura: la cultura Kolla, el Kollasuyo: organismo espiritual y político
compacto que se expande desde el Ande por el territorio que hoy es Bolivia,
llegando, empero, como carácter propio de su constitución, a la costa del
Pacífico, al desierto de Atacama, habitado por aymaras, quechuas, chipayas,
urus, changos o atacamas; todos parte de ese núcleo, antiguo de los más, que se
ha llamado Kollasuyo y Kollasuyo es el origen de la nación boliviana. Desde ahí
consta nuestra legitimidad histórica en la costa del Pacífico.
Un testimonio hay, que da cuenta de lo arriba expresado, he
aquí:
"Pues como el Inca Yupanqui se viese amado y obedecido,
y tan poderoso de gente y hacienda, acordó emprender una gran empresa que fue
la conquista del reino de Chile. Para lo cual, habiendo consultado a los de su
Consejo mandó prevenir las cosas necesarias, y dejando en su Corte los
Ministros acostumbrados para el gobierno y la Administración de Justicia fue
hasta Atacama, que hacia Chile es la última provincia que había poblada y
sujeta a su Imperio, para dar calor de más cerca a la conquista porque de allí
adelante hay un gran despoblado que atravesar hasta llegar a Chilli",
según manifiesta el cronista de la época, Garcilaso de la Vega, en su Historia
del Perú, Cap. VII, Pág. 246. Citada por el importante escritor y diplomático,
Manuel Frontaura Argandoña en "El Litoral de Bolivia", La Paz, 1968.
La Audiencia de Charcas, −que se interponía entre las
Audiencias de Lima y de Santiago−, hoy Bolivia, contaba con amplia costa en el
Pacífico; esta Audiencia es creada por Real Cédula de 12 de junio de 1559, por
Real Cédula de 29 de agosto de 1559, expedida en Guadalajara por Felipe II, se
le declaran los límites. Esa Cédula dice: "En la ciudad de La Plata de la
Nueva Toledo resida otra nuestra Audiencia y Chancillería Real, con un
Presidente, cuatro Oidores, que sean también Alcaldes del Crimen, un Fiscal, un
Alguacil Mayor, un teniente de Gran Chanciller y los demás Ministros y
oficiales que sean necesarios, la cual tenga por distrito la Provincia de los
Charcas y todo el Collao… partiendo términos: por el septentrión con la Real Audiencia
de Lima y provincias no descubiertas; por el Mediodía con la Real Audiencia de
Chile, y por Levante y Poniente con los dos mares del norte y del sur".
(1) El mar del Sur es el océano Pacífico, y menciona al mar del Norte, porque a
la sazón el Paraguay y parte de la Argentina estaban bajo la jurisdicción de la
Audiencia de Charcas.
Sigamos. Según consta en diversos testimonios, documentos de
la época, el límite norte de Chile se constituía incluso en el grado 27 (3
grados al sur del 24 que es el que el Tratado de Límites de 1874, el último
vigente hasta que el Litoral boliviano fuera asaltado en fecha 14 de febrero de
1879, establecía como límite entre la República de Bolivia y la República de
Chile). En efecto, es el paralelo del grado 27 el señalado por la Provisión
relativa a los límites de la Gobernación de Chile, otorgada el año de 1548 por
el Licenciado La Gasca (en representación de la Corona española) a Pedro de
Valdivia, conquistador de Chile y titular de esa Gobernación. Consta, pues, que
la Gobernación de Chile comenzaba, por el norte, en Copiapó. Así lo muestra una
carta dirigida por el mismo Pedro de Valdivia a Carlos V, en fecha 15 de
diciembre de 1550, cuyo tenor es el que sigue:
"Tomando mi despacho el Marquez partí del Cuzo por el
mes de enero de 1.540 caminé hasta el valle de Cupiapó, que es el principio de
esta tierra pasando el gran despoblado de Atacama". (2)
Corrían los años, así, el Kollasuyo, la Nueva Toledo, la
Audiencia de Charcas, hoy Bolivia, poseían y en efecto ejercían actos de
jurisdicción sobre su costa en el Pacífico, sobre los puertos de Atacama. El
Uti Possidetis de 1810, institución jurídica que confería plenos derechos al
señor del suelo en que vegetaba de hecho, lo cual sucedió también con las
riberas ya mencionadas, contribuyó a consolidar aun más, pues ni lo era
necesario debido al derecho natural y a las costumbres que ejercían los
pobladores –después bolivianos− del Litoral, sobre su suelo.
En 1826, el Cónsul General de Inglaterra en Lima, Charles M.
Rickets, encomendó a su secretario privado, Joseph Barclay Pentland,
investigador científico, un informe detallado sobre los aspectos geográficos,
naturales, políticos y sociales de Bolivia; para lo cual el señor Pentland
emprendió largas travesías por estas tierras. Expedición que culminó con un
Informe remitido después, a través del Cónsul General inglés, al Ministro de
Negocios Extranjeros de Londres, en fecha 15 de diciembre de 1827. Este
informe, en lo relativo a la geografía de Bolivia, establece:
"El territorio del Alto Perú, que ahora forma la
República de Bolivia, ocupa una ancha extensión de suelo, situado entre el
Brasil y las Repúblicas Argentina y Peruana, extendiéndose entre los 9 y los 25
grados de Latitud Sud y desde las playas del Océano Pacífico hasta las
fronteras occidentales del Imperio del Brasil", y luego agrega:
"Puede verse por este detalle que Bolivia forma un gran Estado en el
interior del Continente Sudamericano, cuya única parte que toca al mar es la
provincia de Atacama, en una extensión de 220 millas desde Punta de Duende
hasta el Río Loa en el Límite Norte de Chile en la Latitud de 25° 40’
Sud". (3)
La referencia de límites que hace Pentland coincide con el
Mapa Oficial de la República de Bolivia, levantado en los años de 1842 a 1859,
mandado publicar en el gobierno de José María Linares, mapa que, igualmente
sitúa el límite entre las dos repúblicas un poco más al Sur del grado 25 de
latitud meridional.
Al transcurrir de los años y sus circunstancias, entre
asonadas y motines que han caracterizado los primeros años de la República,
llegóse al año de 1866, gobernaba el país el tirano del sexenio, Melgarejo.
Quien, investido del título de "Benemérito de la Patria en grado heroico y
eminente, Presidente provisorio de la República de Bolivia, Capitán General de
sus ejércitos y General de División de Chile", etc., suscribía el Tratado
de Límites de ese año, que señalaba como línea fronteriza entre las repúblicas
de Bolivia y de Chile, el paralelo 24 de latitud meridional, claro está,
siempre conservando Bolivia su costa del Litoral. ¿Dónde estaba, pues, el grave
error? En el hecho de que Bolivia, a través de su gobierno, declaraba en el
antedicho Tratado, el condominio para la explotación, administración y
exportación de las riquezas naturales, minerales existentes entre el paralelo
23 y el 24, o sea, en pleno territorio boliviano reconocido por el mismo pacto.
El salitre, abundante, ingente en ese territorio, debía dividirse por la mitad,
entre ambas repúblicas, así como las demás riquezas naturales que se
encontrasen en tal terreno. De esta suerte es que la región fue poblándose con
emigrantes chilenos que iban en pos de los recursos tangibles en la próspera
región de condominio. Cierto que dicho Tratado, establecía las mismas
condiciones para los bolivianos en el territorio comprendido entre los grados
24 y 25 –territorio chileno−, empero las vastas riquezas no estaban ahí.
Chile y sus gentes aprovecharon con algo –o con mucho− de
codicia el Tratado inicuo de 1866, producto de la vesania que una turbulenta y
desorganizada vida nacional suele producir. Estableciéronse miles y miles de
ciudadanos chilenos en el territorio de condominio, entabláronse capitales de
aquel país, en tal momento, la población chilena llegó a ser bastante
prolífica, como para facilitar, a la hora de la invasión de 1879, la conquista
del Litoral.
El ilustre escritor, historiador chileno B. Vicuña Mackenna,
en su monumental "Historia de la Campaña de Tarapacá", declara:
"Un poco antes de ésa época i en plena dictadura de
aquel singular Tirano, (refiérese a Melgarejo) que el sueño hacia manso i la
cerveza trocaba en asesina fiera, un esplorador que merece el título de
ilustre, i que espiró en esforzada empresa de nuevos hallazgos en el mar,
descubrió en aquellas soledades los vestigios de vastas riquezas fósiles,
similares a la de Tarapacá, i echó allí con su industria, su fé robusta i su
sudor de aguerrido minero las bases del ingente negocio que hoi lucran otros
mas felices con el nombre de Sociedad salitrera y del ferrocarril de
Antofagasta. La eterna estrella i la eterna desdicha de los descubridores!
Fué aquel distinguido chileno el ciudadano atacameño don José
Santos Ossa, natural del valle del Huasco, residente a la sazon en Cobija donde
vivía entregado al comercio i al laboreo de las minas en 1865.
Llevado allí por las exigencias patrióticas de la guerra de
España el jóven don Francisco Puelma, antiguo e impetuoso obrero en la
esplotacion del salitre de Tarapacá, asociáronse ambos en una compañía de
descubrimientos en aquel año, i el resultado de sus esfuerzos fué la posesion
de los vastos calichales del Salar del Carmen. De ese descubrimiento de codicia,
sobre cuyas peregrinas aventuras habremos de volver mas adelante, tomaria
arranque mas tarde la guerra continental de mas vastas proporciones conocida
entre los pueblos del Pacífico". (4)
La dejadez de los gobiernos bolivianos, de algunos más que
de otros, la falta de proyectos en el Litoral, de inversiones, de presencia
institucional del Estado en sus diversas manifestaciones, el débil espíritu de
cultura nacional; llevaron, pues, a que la República de Chile asalte
Antofagasta el 14 de febrero de 1879 y a que un rechazo oportuno y radical no
se consume. Sumado, huelga explicarlo, al desorden soldadesco y civil que hacía
proliferar las revueltas.
UNA AMBIGÜEDAD EN EL TRATADO DE 1904
Como se ha dicho antes, el Tratado de Límites suscrito entre
la República de Bolivia y la República de Chile en fecha 6 de agosto de 1874,
firmado y sellado representando a la República de Bolivia el Ministro
Plenipotenciario Mariano Baptista y a la República de Chile el Ministro
Plenipotenciario Carlos Walker Martínez; establecía en su artículo I:
"El paralelo del grado 24 desde el mar hasta la
cordillera de los Andes en el Divortia Aquarum es el límite entre las
Repúblicas de Bolivia y Chile".
Lo que equivale a decir que el puerto de Cobija, de
Mejillones, en fin, el Litoral boliviano propiamente dicho estaba, pues,
plenamente bajo jurisdicción de la República de Bolivia.
Este solemne Tratado fue consagrado, sus ratificaciones
canjeadas en La Paz, con fecha 22 de septiembre de 1875; lo cual consta en acta
redactada, firmada y sellada por el Ministro de Relaciones Exteriores de
Bolivia, don Mariano Baptista y por el Ministro Plenipotenciario de Chile, don
Carlos Walker Martínez.
Ahora bien, poco menos de cinco años después, el blindado
"Almirante Cochrane" y el "O’Higgins" desembarcaban en
Antofagasta para apoderarse por las armas de territorio legítima y legalmente
boliviano, y la consiguiente guerra desatada entre Chile, Bolivia y el Perú
(este último dando cumplimiento al Tratado de Alianza defensiva que suscribiera
con Bolivia en febrero de 1873).
Pues bien, el año de 1884 celébrase el Pacto de Tregua, en
fecha 4 de abril. Al respecto de las postrimerías del conflicto bélico, es
menester transcribir las declaraciones de don Luis Barros Borgoño, político
chileno de la época, actor principal de las negociaciones posteriores al cese
de hostilidades y anteriores al Tratado de 1904, cuando se decidía, pues, la
definitiva solución al conflicto. Dice el ex Ministro de Relaciones Exteriores
de Chile:
"Esa aspiración fué netamente formulada desde los
primeros días de las negociaciones de 1884, y en aquellos momentos en que las
tropas chilenas habían recorrido el interior del Perú y acercándose a la
frontera del Titicaca y en que el ruido de las armas podía ya percibirse desde
la capital de Bolivia, no vacilaban, sin embargo, sus negociadores en colocar
esa condición de un puerto en el Pacífico, como base indeclinable de la
celebración de la paz.
Y al hacerlo estaban seguros de que sus esfuerzos
patrióticos eran justamente apreciados por los gobernantes de Chile, y que, a
haber estado esos momentos en sus manos, no habrían trepidado en satisfacer esa
exigencia de la vida nacional de Bolivia y de la propia tranquilidad.
Todos estos antecedentes que sería fácil explayar, concurren
con perfecta uniformidad a establecer que la concesión de un puerto a Bolivia
ha sido considerada en toda ocasión como la base fundamental de todo ajuste
definitivo de paz entre las dos naciones". (5)
Así llegamos a 1904, al 20 de octubre en que se suscribe, en
la ciudad de Santiago, el Tratado de Paz y Amistad entre Bolivia y Chile.
Tratado que, en su artículo segundo, expresa:
"Por el presente Tratado quedan reconocidos de dominio
absoluto y perpétuo de Chile los territorios ocupados por éste en virtud del
artículo 2° del Pacto de Tregua, de 4 de abril de 1884".
¿Y qué dice el referido artículo 2° del Pacto de Tregua? En
lo referente a los límites que nos ocupa:
"La República de Chile durante la vigencia de esta
tregua, continuará gobernando con sujeción al régimen político y administrativo
que establece la ley chilena, los territorios comprendidos desde el paralelo
veintitrés hasta la desembocadura del río Loa en el Pacífico…"
Nótese, pues, que menciona "desde el paralelo
veintitrés hasta la desembocadura del río Loa en el Pacífico". O sea,
desde el paralelo del grado 23 hacia el norte, hasta la desembocadura del río
Loa en el Pacífico, lugar que antes era la frontera entre el Perú y Bolivia.
Sin embargo, el Tratado de 1874 señala como límite entre Bolivia y Chile al
paralelo del grado 24, así, el territorio que está entre éste grado y el 23,
quedaría proscrito, fuera de lo estipulado por el Pacto de Tregua de 1884 y, en
consecuencia, por lo estipulado en el Tratado de Paz y Amistad de 1904.
Quede patentizada esa ambigüedad, la cual de por sí, y
máxime sumada a los antecedentes diplomáticos que, tendían en notas oficiales
como el Protocolo de 1895, a respetar la condición de Bolivia como Estado con
soberanía en el Pacífico; constituyen argumentos sólidos y fundamentados para
entablar un real debate diplomático y político, y a proceder a la revisión del
Tratado de 1904.
Una reivindicación marítima, que no es y no debe ser sino
una reivindicación de la ética, de la moral y de los más altos principios por
los que deben guiarse las naciones; como la consecuencia de lo preconizado,
principio que la República de Chile ha faltado, pues pregonando el respeto a
los Tratados internacionales, la Historia, sentido de los pueblos, ha mostrado
que al asaltar la única salida al Pacífico, por donde Bolivia debía forjar su
destino y su grandeza; no ha respetado el solemne de 1874 que, a más de ser un
pacto, confería a Chile privilegios como la explotación, administración y
exportación de las riquezas bolivianas en condominio.
De tal jaez es nuestra demanda.
(1) Manuel Frontaura Argandoña, "El Litoral de
Bolivia". La Paz – Bolivia, 1968. Pág. 65.
(2) Ídem. Pág. 49.
(3) J. B. Pentland, "Informe sobre Bolivia 1826".
Traducción de Jack Aitken Soux. Potosí, 1975.
(4) B. Vicuña Mackenna, "Historia de la Campaña de
Tarapacá". Rafael Jover, Editor, Santiago de Chile, 1880. Págs. 32-33. (Se
conserva la escritura original del libro).
(5) Eduardo Diez de Medina, "La cuestión del Pacífico y
la política internacional de Bolivia". La Paz, 1923.
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