Por: Benjamín Torres / Norberto Benjamín Torres es miembro
de la Sociedad Geográfica y de Historia “Sucre” y de la Academia Boliviana de
Historia Eclesiástica. Investigador de Ciencia Editores, con la que publicó
recientemente “Cartas interceptadas. La revolución del 25 de mayo de 1809 en
Chuquisaca” y “El Gral. Arenales y la batalla de La Florida. 25 de mayo de
1814”. / Publicado en el periódico La Razón, el 25 de mayo de 2014.
Contexto después del 25 de mayo. Los revolucionarios más
radicales no están tranquilos. Hay un desacuerdo con la marcha de la
revolución, para Bernardo Monteagudo resulta demasiada conservadora. En el
fondo estaban descontentos con todo lo verificado, ya que no se había llegado a
una total independencia, que es lo que ellos querían.
Esta disconformidad con el gobierno de la Audiencia se
manifestó a través de una nueva aparición de pasquines que “empapeló” la
ciudad. En ellos se decía, al igual que en conversaciones privadas, que
habiendo muerto el rey Fernando VII “era tiempo de defender a la Patria a
sangre y fuego...”, al mismo tiempo que en otros se incitaba a la independencia
y a la “restauración de la primera libertad”.
El abogado Manuel Antonio Báez, defensor de Ramón García
Pizarro, sostenía que:
“Se decía también, apuntando casi con el dedo, dentro del
Colegio de San Juan es escritor del diabólico Diálogo entre el Señor Fernando
7º y Atahualpa Inca del Perú, suponiendo muerto al primero, y ya perdida la
España, con exhortaciones las más inicuas copiadas del Abate Reynalt para
censurar la injusta adquisición de la América y persuadir la restauración de la
primera libertad”.
Gran parte de la labor antirrevolucionaria fue del
intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz. Basada en los testimonios que
recibió en la sumaria abierta en Potosí, y en las cartas y emigrados que
llegaban constantemente de La Plata, dando cuenta de la obra revolucionaria y
sus inmediatas consecuencias.
Las cartas interceptadas. 26 de septiembre de 1809, Álvarez
de Arenales comunicó a la Audiencia Gobernadora que sus partidas, en Yamparáez
y el río Pilcomayo, interceptaron paquetes de cartas con susceptibilidad de
atentar contra el orden recientemente establecido.
También se decomisaron cartas a Martín Navarro, que desde la
Villa de Potosí enviaban a La Plata. Vicente Rodríguez Romano, era el
comisionado del Tribunal para decomisar la correspondencia que presentaba
alguna sospecha.
Esta interesante fuente primaria fue hallada en el Archivo
Histórico Nacional, en Madrid, ubicado en el fondo documental Consejos 21342,1
paquetes 60, 64 y 66. Las cartas interceptadas demuestran otro punto de vista
del contexto en el cual se desarrolló la revolución chuquisaqueña, que desde su
inicio has finales de 1809, mostró luces y sombras. Se infiere de su lectura:
estados de ánimo y actitud frente a los hechos, desmembramiento familiar,
temores, esperanzas e involucramiento con las noticias que se generaban continuamente.
En la mayoría de estas cartas se mezcló el sentimiento familiar con la adhesión
política, y la esperanza de que pronto llegue la solución a esa situación.
Consideraciones finales. En las proclamas, panfletos y
pasquines, pero también en los documentos oficiales, podemos ver que ya a fines
de 1809 el discurso liberal y moderno ha influido en la Audiencia de Charcas.
Principios como la soberanía del pueblo y los derechos individuales, así como
el concepto de nación, aparecen en los documentos de forma cada vez más
frecuente.
Esta comprobación sostiene que la Audiencia Gobernadora de
Chuquisaca no fue revolucionaria tanto por querer modificar la esencia de la
relación con la metrópoli y menos aun en el sentido de querer la independencia,
ya que se dio bajo el discurso de fidelidad al Rey Fernando VII, pero sí fue
revolucionaria en la perspectiva de generar un nuevo lenguaje político, basado
fundamentalmente en el concepto de la soberanía popular. De esta manera el
movimiento sí fue revolucionario al generar un paso hacia la modernidad
política.
No son sinónimos los conceptos de revolucionario
chuquisaqueño y doctor de Charcas. Entre los primeros tenemos algunos como
Fernández, Aníbarro, Amaya, Miranda, Sivilat, etc., que eran comerciantes o agricultores.
Ni tampoco el de revolucionario y criollo, pues entre los cinco recién citados,
dos son españoles, dos franceses y uno chuquisaqueño.
De los 42 nombres que se pueden inferir como protagonistas
directos de los sucesos de mayo, solamente hay 15 que presentan título
universitario: 13 abogados y 2 bachilleres.
De los 27 restantes, 15 son comerciantes o tienen
profesiones determinadas, 12 de profesión desconocida. De estos últimos hay 4,
que aunque aparezcan en la sumaria formada por la Audiencia antes de los
sucesos de mayo, en la que aparecen todos los testigos con sus respectivas
profesiones, solo aparecen como vecinos. De lo cual se concluye que no eran,
por lo menos abogados, pues de lo contrario hubieran aparecido como tales.
La reacción del intendente de Potosí, Francisco de Paula
Sanz, fue doble; abrir una sumaria para averiguar el verdadero alcance del
movimiento chuquisaqueño (contaba con las declaraciones de los emigrados de La
Plata), y dirigir a la Audiencia un oficio manifestando la desconfianza que le
producía su negligente conducta ante los sucesos de La Paz. Aunque no acusaba a
la Audiencia Gobernadora de sedición formal, sí que lo hacía en un sentido
material. De alguna manera le eximía de gran parte de culpa, porque “se supone que
(los insurrectos chuquisaqueños) tienen al propio Tribunal intimidado a
términos de no poder usar de su autoridad como corresponde a su notoria
justificación”, pero no le absolvía totalmente ya que los paceños habían tomado
el mismo pretexto que en Chuquisaca.
Sin embargo, la emancipación en Charcas recién comenzaba...
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