La Universidad Amazónica de Pando (UAP) auspicia la edición
de una obra esencial para comprender el pasado, el presente y el futuro de la
ciudad de Cobija y su región. Se trata de La Columna Porvenir, de Carlos
Alberto Tiburcio Amuruz, consultor independiente, investigador y analista
político, constituyente por Pando en la Asamblea Constituyente de Bolivia
(2006-2008), autor de artículos sobre política e historia del Departamento
Pando, profesional perfectamente preparado para abordar esta singular historia
de la participación de la "Columna Porvenir" en la Campaña del Acre.
En su interés de reconstruir las acciones de la
"Columna Porvenir" en el conflicto del Acre, la obra de Carlos
Alberto Tiburcio Amuruz, exhuma el testimonio del industrial cruceño Nicolás
Suárez, Anotaciones y Documentos sobre la campaña del Alto Acre, 1902-1903,
impreso en Barcelona en la tipografía La Académica, en 1928, que tuvo una
edición 'facsimilar', mandada a imprimir por la Escuela de Comando y Estado
Mayor de las Fuerzas Armadas, en 1990.
Me han honrado para escribir unas notas que sirvan de
prólogo, en las que destaco el significado histórico de la participación de la
Columna Porvenir" en la defensa de los territorios del noroeste.
I
La riqueza del caucho, en el vasto territorio del Acre, gran
parte del cual era considerado como Res Nullus, motivó la ambición de nuestro
poderoso vecino, Brasil, que empleó la estrategia a largo plazo de la
penetración pacífica hasta alcanzar el Río Acre, para tomar control de ese
territorio. Con mucha dificultad Bolivia trató de alcanzar acuerdos
diplomáticos para definir esa frontera.
Basándose en los acuerdos Muñoz-López Neto, del 27 de marzo
1867, Bolivia intentó sentar soberanía en el territorio del Acre mediante el
establecimiento de la Delegación Nacional en los Territorios del Noroeste
-creada por Ley de 28 de octubre, conformado sobre los ríos Madre de Dios,
Purús, Beni y Aquiri por Decreto de 16 de mayo de 1893 con la misión de
movilizar "los grandes elementos de riqueza que allí se ofrecen para abrir
una época de labor industrial, al amparo de la administración protectora del
país", organizando una fuerza de línea de 120 plazas. El 17 de junio
ordenó al Delegado Nacional, Dr. Lisímaco Gutiérrez, desarrollar el Programa
Presidencial de 15 puntos, de los cuales los más importantes disponían:
"2° La autoridad de las delegaciones se ha de
concretar, principalmente, a planes de exploración, establecimiento de colonias
agrícolas, y apertura de caminos conforme a los fines de su creación. 3° La delegación
procederá a levantar inmediatamente una información administrativa, con el fin
de hacer constar el número de pobladores y de establecimientos de explotación
de goma que existen, así como los lugares adecuados para la fundación de
puertos mayores y menores con las correspondientes aduanas y tenencias de
aduana. 5° El padrón de pobladores y la matrícula de los establecimientos de
goma, la designación de los terrenos que se presten al establecimiento de
colonias agrícolas, las exportaciones fluviales y terrestres y los estudios
para la apertura de vías de comunicación, se practicarán con los detalles
establecidos por el supremo decreto de 2 de diciembre de 1890".
La Delegación Nacional levantó un censo de población en ocho
propiedades de industriales bolivianos, lo que permitió conocer que el Acre
estaba poblado por más de 66.000 habitantes, de los cuales 60.000 eran súbditos
brasileros, 172 extranjeros de otras nacionalidades; la población boliviana
alcanzaba a 6.529 habitantes, 48% mujeres y la mayor parte soltera; 4.244 (65%)
eran indios y 48 negros, esclavizados por los siringueros. Sólo 784 habitantes
tenían algún grado de instrucción.
En 1899 se funda la Aduana de Puerto Alonso, con el fin de
controlar el febril comercio desarrollado en esa región, hecho que suscita la
primera rebelión secesionista liderada por el súbdito español Luis Gálvez
Rodríguez, que toma Puerto Alonso. El gobierno boliviano envió las expediciones
de Andrés Muñoz (ruta del Río Beni), Lucio Pérez Velasco (ruta del Chapare) e Ismael
Montes (ruta de Larecaja), que sostuvieron acciones de armas en Cipueiro,
Riosinho (donde se inmoló el soldado Maximiliano Paredes), Bagé y Puerto Acre
(Puerto Alonso), aniquilando a los separatistas. El gobierno de Brasil mandó
apresar al secesionista español, pero respondió con una fuerte ofensiva
diplomática pretendiendo que la población del Acre decidiera por si misma una
situación que la Diplomacia había sido incapaz de resolver.
El siglo XX encontró al país restañando las heridas de una
cruenta guerra civil entre el norte (La Paz) y el sur (Chuquisaca), que dio fin
a la hegemonía política de los patriarcas de la plata. Sin embargo, la
oligarquía boliviana prosiguió la guerra hasta aniquilar al ejército indio del
Willka Zárate, cuya participación circunstancial fue determinante para el
triunfo de Pando en la guerra civil, pero enarbolando una lucha de
reivindicación levantó en armas a los indios del occidente y el sur del país.
El ejército ocupado en reprimir a los aymaras, descuidó su presencia en el
Noroeste.
Con el mismo objetivo de sentar soberanía, el Gobierno
aceptó el proyecto de Félix Avelino Aramayo, autorizando el contrato de
concesión con la compañía anglo-americana The Bolivian Syndicate of New York,
el 11 de julio de 1901. Para la oligarquía boliviana, la presencia de una
empresa norteamericana parecía ser el factor disuasivo para enfriar los
intentos separatistas y las ambiciones de nuestro vecino; no obstante, provoca
la reacción adversa del Perú y Brasil, que protestan formalmente por la entrega
de los gomales a una potencia extranjera. Era la ocasión que esperaba el Brasil
para fomentar una segunda revolución secesionista. La revolución separatista
comandada por el soldado brasilero José Plácido de Castro, al mando de un
ejército de siringueros, con apoyo de la Gobernación de Amazonas, proclamó la
independencia del Acre, el 7 de agosto de 1902, luego de tomar Xapurí,
avanzando a Puerto Bahía, Cobija.
Ante la ausencia del Ejército nacional, el industrial
Nicolás Suárez Callaú organizó la Columna "Porvenir", el 8 de octubre
de 1902, pequeño ejército privado con 83 plazas, la mayoría trabajadores y
empleados de sus barracas gomeras y un grupo de indígenas tumupaceños e iameños
entre ellos Belisario Marupa, Eusebio Tibubay, Bruno Racua y Juan de Dios Aguada,
hábiles en el manejo del arco y flecha, cuya participación en el conflicto
cobraría insospechado protagonismo. La Columna a la que Suárez dotó de armas,
vestimenta y víveres a un costo de 56.181.81 bolivianos, defendió la heredad
nacional contra la revolución separatista del filibustero José Plácido de
Castro, hasta el final de la campaña, el 27 de abril de 1903, cuando el Gral.
Pando ordenó su licenciamiento.
En la célebre batalla de Bahía, del 11 de octubre de 1902,
Suárez "ordenó arrojar flechas incendiarias, sirviéndose de uno de los
soldados ixiameños prácticos en el manejo de esa arma", quien "le
prendió fuego al sernambí colocado en la punta de la flecha", con la que
provocó "en la barraca un formidable incendio [..] y adquirió todos los
caracteres de una verdadera hecatombe por el incendio y el estallido de las
cajas de pólvora". El enemigo dejó 59 muertos y 6 prisioneros que fueron
fusilados. Los indígenas ixiameños eran hábiles también en el uso de armas de
fuego, como lo señalan en sus testimonios Simón Moreno, Donato Moreira, Medardo
Antelo y el soldado Constantino Tibubay. Los miembros de la Columna
"Porvenir", avezados guerrilleros, pusieron en jaque a las tropas
separatistas, quienes huyeron en más de una ocasión presas del terror que infundían
esos valerosos y temibles combatientes irregulares.
II
La Campaña del Acre puso dramáticamente al desnudo la
debilidad militar del gobierno boliviano, incapaz de detener la invasión de
tropas navales y militares brasileras en las ricas tierras del norte boliviano,
desconocidas para la oligarquía y divulgada entre científicos y expertos como
el Territorio Nacional de Colonias. Ante esa emergencia el gobierno de Pando
decretó empréstitos forzosos e impulsó una fuerte campaña para recaudar con
urgencia fondos de libre disponibilidad para armar un ejército de 1.100 plazas
que emprendió épicas y penosas marchas hasta los lejanos territorios. En cada
población del país, desde las principales ciudades hasta los lejanos pueblos
mineros, el fervor patriótico se expresó en mítines y actividades para
recolectar pequeñas sumas de dinero que fueron remitidas al Tesoro General de
la Nación, para hacer frente a las erogaciones de una guerra que sonaba lejana
y ajena a los oídos de la sociedad altiplánica. En esa emergencia nacional las
mujeres de clase alta, esposas de funcionarios públicos, dueñas de haciendas,
tuvieron una importante participación para recaudar fondos destinados a
solventar los gastos ocasionados por el conflicto bélico, como el caso de San
Pedro de Buena Vista, capital de la provincia Charcas, donde se recaudaron cien
bolivianos, aportes de 14 ciudadanos y 35 mujeres, que eran los que podían
disponer sumas de dinero, de un total de 6.211 habitantes.
El Gral. Pando, al mando de sus 400 soldados -de los 700 que
partieron de La Paz--derrotó al filibustero Plácido de Castro, más la suerte
estaba echada, pues Brasil impuso el modus vivendi, tregua formal, para
preparar la cesión del territorio en disputa a cambio de dos millones de libras
esterlinas. Como una señal clara de advertencia, tenía en frontera un poderoso
ejército de 8.000 plazas, dispuesto a terciar si el caso lo ameritara.
III
Luego del conflicto, el Cnl. Federico Román, antiguo
empleado de Suárez, quien actuó en la Campaña como Capitán, ofreció una serie
de conferencias que las publicó con el título de "La acción de la Columna
Porvenir en la campaña del Acre", en la Revista Militar (Nos. 5 al 8, de
1922), en la que "ponía en duda el patriotismo de Nicolás Suarez", a
la par de darse a sí mismo protagonismo desmedido.
Ante las acusaciones del Cnl. Román, Nicolás Suárez escribió
el "Memorial de los Sucesos de la campaña del Acre", sustentado con
documentos del Archivo oficial de la Delegación Madre de Dios, Archivo de la
Prefectura del Beni, Archivo del Comité Directivo de la "Columna
Porvenir", testimonios del primer jefe y oficiales de la Columna;
publicaciones de prensa contemporáneas y posteriores; cartas y atestaciones de
testigos de la campaña, de los empleados de sus barracas gomeras; de miembros
del Comité Directivo, que totalizan 138 documentos y "un plano comprensivo
del territorio a que se extendían las proyecciones del movimiento
revolucionario de 1902". "Mantuve -afirma Suárez los documentos en la
reserva que me aconsejaba mi carácter, ajeno como soy a ostentaciones y
satisfecho de haber cumplido mi deber como ciudadano boliviano y Jefe de una
casa industrial".
Posteriormente, el Memorial fue publicado por su hijo con el
título de Anotaciones y documentos sobre la Campaña del Alto Acre, 1902-1903,
dividido en tres partes: documentos relativos a la conferencia del Cnl. Román y
la respuesta de Nicolás Suárez; el Memorial de los Sucesos; y los documentos
que lo sustentan.
Ese impresionante bagaje documental es empleado por el autor
de La Columna Porvenir, para esclarecer el real significado de la actuación de
ese grupo de siringueros en la defensa de la heredad nacional. Capítulos
desconocidos de la historia de ese conflicto, son relatados por los comandantes
de la Columna "Porvenir", como el de Simón Moreno quien afirma que
los ixiameños formaban parte de la tercera compañía, y que el "siringuero
ixiameño Juan de Dios Aguada disparó la flecha que incendió el barracón",
aunque Atanasio Estremadoiro solo menciona que "llamóse a un indio
ixiameño, cuyo nombre no recuerdo, se le entregó un arco y una flecha provista
de una mecha impregnada en Kerosene; lanzada ésta sobre los techos de hojas de
palmera resecas por la acción del sol, dos minutos después edificios y
trincheras a merced de llamas hacían desalojar, poniendo en derrota,
despavoridos, a los que días antes habían ultrajado la soberanía
nacional".
Pero los testimonios van más allá de los hechos del 11 de
octubre, pues relatan sobre la situación penosa en la que vivieron los
prisioneros bolivianos, las pérdidas económicas de los industriales por las
estradas gomeras que quedaron en poder del Brasil, la participación de las
mujeres, las penurias de los combatientes y su alborozo en los triunfos
obtenidos ante un enemigo superior en número, pues de acuerdo a los
testimonios, una compañía tenía 390 plazas y otra superaba los 1.500 efectivos.
El autor señala que "históricamente se ha investigado
muy poco referente a la historia de la Columna Porvenir, compuesta en su inicio
por 80 hombres civiles que defendieron el territorio boliviano en el noroeste
del país. En la actualidad, no existe un documento que relate de forma ordenada
y cronológicamente las acciones de la Columna Porvenir, incluidos los sucesos
de la batalla de Bahía".
Por ello, el objetivo que busca es muy concreto: "el
trabajo realizado ha logrado dar respuesta al problema identificado, porque, a
través de una investigación histórica, se recopiló la historia de la Columna
Porvenir como aporte documental al Programa de Turismo Sostenible del Área de
Ciencias Económicas y Financieras".
Sin embargo, reclama otra investigación sobre el nombre del
indígena que lanzó la saeta incendiaria, afirmando que "continúa en la
incertidumbre, tomando en cuenta que las fuentes y documentos consultados en esta
investigación no permiten confirmar" que se trate de Bruno Racua Tibubay.
Nosotros diríamos que los informes tampoco lo niegan
categóricamente, y no es de extrañar que los nombres de personas comunes, como
es el caso de Bruno Racua, no aparezcan citados en los informes oficiales y los
testimonios pedidos expresamente por Suárez. Finalmente es oportuno señalar que
la historia oficial suele ser escrita por intelectuales a favor de los grupos
de poder, y para aquellos, indígenas y mujeres no son sino estadísticas.
IV
¿Qué sucedió en la época de postguerra?
Luego de la campaña, el Mayor Percy H. Fawcett, contratado
por el gobierno de Bolivia para demarcar la frontera septentrional con el Perú,
encontró al supuesto filibustero José Plácido de Castro con el grado de Coronel
y el título de Gobernador del Acre y más tarde informó que murió asesinado en
1906. Pero no podemos engañarnos, José Plácido de Castro no fue un filibustero
sino un héroe nacional para el Brasil. El 17 de noviembre de 2004, su nombre
fue inscrito en el Libro de Acero de los Héroes Nacionales, ubicado en el
Panteão da Pátria en Brasilia.
El artífice de la formación de la Columna
"Porvenir" Nicolás Suárez Callaú (Portachuelo, 10 de septiembre de
1851), fundó su establecimiento industrial "Cachuela Esperanza"
(1882), "habiéndola convertido en una pequeña ciudad,
en la que existía hasta una imprenta en que se editaban revistas e impulsaba la
actividad cultural", donde se encontraba la gerencia, oficinas, viviendas
de lujo para su familia y otras menores para técnicos y peones, maestranza,
carpintería, una locomotora y seis vapores de carga. Era el único que podía
armar un ejército privado y así lo hizo, en su propiedad del Porvenir, formando
la histórica y valerosa Columna "Porvenir". El presidente José Manuel
Pando, ratificó su nombramiento como Subdelegado del Gobierno en el Distrito
del Beni y Madre de Dios y le rinde un voto de congratulación por su patriótica
y decidida actitud en el conflicto. Patriota a carta cabal, Suárez decide
volver a Cachuela Esperanza, donde fallece a avanzada edad, el 9 de enero de
1940.
Las listas de la "Columna Porvenir" que publicó
Nicolás Suárez en su obra, fueron reconocidas oficialmente por el gobierno
nacional, "para establecer con precisión los derechos de los excombatientes".
A éstos el gobierno nacional les reconoció premios y distinciones. Los vales
que se les otorgó a los bravos de la Columna "Porvenir", los compró
el industrial Suárez, y ciertamente, nunca pudo resarcirse, ni de los vales ni
de los gastos efectuados en el sostenimiento de la Columna, menos aún la
indemnización de guerra por la pérdida de sus estradas y barracas. Algunos de
los comandantes de las cuatro compañías de la Columna "Porvenir",
fueron incorporados a la carrera militar con el reconocimiento de sus grados.
A los sobrevivientes de la tropa del Gral. Pando, se les
otorgó premios de guerra y se les declaró veteranos de la Campaña del Acre,
mediante leyes de 1909 y 1911. Por su parte, los 50 combatientes de la Batalla
de Riosinho fueron reconocidos como excombatientes en 1928. El caso de Flora
Salas -reconocida como "Benemérita del Acre, con el grado de Oficial, por
su concurrencia a dicha campaña", por ley de la Convención Nacional de 29
de diciembre de 1944-es paradigmático, pues representa a las aguerridas mujeres
que participaron en la campaña, unas veces de manera directa, otras
marginalmente, por ejemplo las Rabonas, todas ellas invisibilizadas por la
historiografía. Muchos nunca pudieron cobrar sus bonos, como el caso de Tito
Escóbar, ex Cabo 1° del Piquete Abaroa, acreedor a un premio de Bs. 696;
Salvador Gozálvez, ex Capitán Efectivo, acreedor al premio de Bs. 2.520; o
Tomás F. Tapia, del Batallón Independencia, con derecho a un premio de Bs.
1.860. Estos ex combatientes fueron enganchados como mineros en las minas de
Uncía de Simón I. Patiño, y deambulaban ofertándolos en venta o transferencia
por sumas menores.
Notas
* Prólogo publicado en la obra de Carlos A. Tiburcio Amuruz:
La Columna Porvenir. Cobija, Universidad Amazónica de Pando, 2014.
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