Por: Jorge Abastoflor Frey / 21 de mayo de 2019.
Es 21 de mayo de 1825 y el Gobierno de Matto Grosso del
Imperio del Brasil se encuentra en una severa crisis de decisión. En una oscura
sala discuten acaloradamente los jerarcas del Estado brasileño, tratando de
encontrar una solución al enorme problema en el que se han metido.
Desde el 25 de abril, el servicio de inteligencia brasileño
ha estado enviando reportes continuos acerca del intercambio epistolar que se
está produciendo en Charcas respecto de la presencia de tropas brasileñas en el
territorio de Chiquitos. Las noticias de la indignación de Charcas y del jefe
militar que la gobierna, el General Antonio José de Sucre, Gran Mariscal de
Ayacucho, han volado como el viento. Se sabe que un tal Coronel López ya ha
llegado a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra con 300 hombres para defender la
plaza. También se conoce que el Batallón Primero de Línea de Charcas está a
pocas horas de llegar a dicha ciudad, mientras que dos escuadrones de
caballería realizan reconocimientos de los caminos de ingreso a la Provincia de
Chiquitos.
Los informes también anotan la febril y entusiasta
movilización que se está produciendo en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra,
donde los veteranos de la Gran Guerra de Independencia, patriotas y realistas,
han sido llamados al servicio para tomar las armas en contra del Imperio del
Brasil. En total, sumando las tropas que ha enviado Sucre y las que se alistan
en Santa Cruz de la Sierra, los agentes brasileños estiman en 4.000 los hombres
que Charcas está poniendo en apresto.
Sin embargo, más allá de la movilización, la noticia más
grave que han obtenido los agentes secretos del Imperio es que el General
Antonio José de Sucre ha ordenado no solamente la expulsión de las tropas
brasileñas invasoras del territorio de Charcas, sino también… la invasión del
Brasil.
Las noticias que llegan de Charcas habían provocado una
crisis en el Imperio del Brasil. Los diputados y senadores de Matto Grosso ya
se habían reunido entre el 12 y 13 de mayo para volver a debatir sobre la
ocupación de la Provincia de Chiquitos.
La belicosa actitud de Antonio José de Sucre y de Charcas
provocó que los representantes brasileños retrocedan en sus anteriores
decisiones y opten por retirar las tropas brasileñas expedicionarias que
ocupaban el territorio chiquitano. (Vázquez-Machicado)
Entre forcejeos, los dirigentes políticos del Ejecutivo de
Matto Grosso se echan la culpa unos a otros de esta cuestión, que ha resultado
más peligrosa de lo que se pudo creer en principio. ¿Qué se debe hacer ahora?
La guerra ya se ha desatado y aquel joven General que gobierna Charcas está
ansioso por acabar con el último trono que se levanta sobre el continente
sudamericano.
Mientras tanto, en Charcas, Antonio José de Sucre no deja de
enviar cartas al Gobierno peruano y al propio Simón Bolívar para obtener
autorización para invadir el Imperio del Brasil. Bolívar actúa con cautela.
Atacar al Brasil significaría romper con Inglaterra y, tal vez, la guerra con
los británicos. ¿Qué hacer? Bolívar está en una encrucijada, entonces decide
desplazarse a Charcas para apreciar la situación por sí mismo.
En Matto Grosso, la presión sobre el Poder Ejecutivo es tan
intensa que, al final, los jerarcas brasileños no encuentran otra opción que
ordenar el retiro de las tropas brasileñas de la Provincia de Chiquitos. Por la
noche de aquel 21 de mayo, parte un mensajero con las órdenes de repliegue de
la tropa brasileña.
Las órdenes las recibió el Comandante de la fuerza
expedicionaria brasileña en Chiquitos, José de Araujo e Silva, el 30 de mayo de
1825. El Jefe brasileño, abatido y decepcionado, escribe el mismo día una carta
al Coronel José Videla, Comandante General de Santa Cruz de la Sierra,
comunicándole las deliberaciones de los parlamentarios de Matto Grosso y la
decisión de su Gobierno. Araujo e Silva termina la carta anunciando su retiro
de la provincia de Chiquitos.
Entonces, aquellas autoridades realistas que promovieron la
separación de Chiquitos y su incorporación al Imperio del Brasil, se vieron
abandonadas por las tropas brasileñas cuando el Ejército de Charcas marchaba
para combatirlos. Todos los que habían participado en esta oscura maniobra
escaparon y fueron perseguidos por las tropas bolivianas a través de las
Provincias de Chiquitos y Cordillera. Los involucrados fueron alcanzados y batidos
por las tropas del Coronel Pedro Blanco en el Combate de Arenalitos.
Los sobrevivientes huyeron y cruzaron la frontera hacia el
Imperio del Brasil, pero fueron perseguidos por la caballería boliviana dentro
de territorio brasileño y aniquilados allende las fronteras de Charcas.
El conflicto de Charcas amenazaba con continuar escalando,
de modo que el Gobierno del Imperio del Brasil decidió intervenir y el propio
Emperador Pedro I fue forzado a manifestarse públicamente. Los periódicos más
importantes del Brasil publicaron un documento, firmado por Pedro I, bajo el
título de “Reparticao dos Negocios Estrangeiros” (Oficina de Asuntos
Extranjeros):
“Manda Su Majestad el Emperador (del Brasil) a través de la
Secretaría del Estado de los Asuntos Extranjeros, REPUDIAR LA DECISIÓN QUE
TOMARA EL GOBIERNO, no sólo de aceptar la unión de la Provincia de Chiquitos,
como de hacer traspasar Tropa Brasileña los límites del Imperio para protegerla
(a la Provincia de Chiquitos)…” (Ovando)
Por un magnífico designio del destino, la retractación
imperial fue publicada el 06 de agosto de 1825, fecha en la cual se declaraba
la independencia de Bolivia.
Bolivia nacía a la independencia doblegando con sus propias
armas la voluntad no de un Imperio… sino de dos Imperios.
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