Por: Jorge Abastoflor Frey / 25 de abril de 2019.
Es 25 de abril de 1825, los representantes de las provincias
de Charcas debaten acaloradamente acerca de su futuro. Los partidarios de la
independencia total del país están dominando el debate y la decisión parece ya
al alcance de las manos.
Pero en el oriente se levanta desde las sombras un enemigo
que había estado oculto hasta entonces y que amenaza con destruir al no nato
país, antes de que vea la luz.
Un agotado mensajero llega a caballo desde las tierras de
Chiquitos a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra trayendo graves noticias. El
Gobernador de Santa Cruz, Coronel Videla, recibe al desfalleciente portador de
novedades, quien extiende una carta enviada por un tal Sargento Baca con
carácter de urgencia.
El Coronel Videla, desconfiado, abre la carta que le envía
el Sargento Baca. El papel, ajado y sucio por el viaje, relata que el
Gobernador de Chiquitos, el Coronel Sebastián Ramos, a pesar de sus protestas
de lealtad a la causa de la Patria, había reunido a las tropas bajo su mando el
18 de abril pasado para decirles “que no vivía la independencia, sino el Rey”.
La carta explica que Ramos continúa siendo realista y absolutista y, aún peor,
ha estado complotando con autoridades del Matto Grosso del Imperio del Brasil
con propósitos obscuros.
El Sargento Baca sostiene que la mayor parte de las tropas
le dieron la espalda al Coronel Ramos, y siguieron al Sargento con dirección a
la localidad de San Miguel. En San Miguel, Baca decidió retirarse hacia Santa
Ana, capital de la Provincia de Chiquitos, para preparase a defenderla.
¿Defenderla? ¿Defenderla de quién? Pregunta el Coronel
Videla al mensajero, que todavía lucha por recuperar el aliento.
…De los brasileros mi Coronel, contesta con aprensión el
soldado, mientras es escrutado por el sorprendido e impresionado Gobernador de
Santa Cruz.
¿Cómo es posible? ¿Qué está sucediendo en Chiquitos? Piensa
Videla. Dime soldado -habla Videla- ¿Cuál es tu nombre? Y ¿Cuál es la
situación?
El soldado contesta: mi nombre es Graciano y la situación es
desesperada mi Coronel.
El soldado Graciano cuenta que en el punto de Perubi,
distante de Santa Ana veinticinco leguas, se hallan acantonados 200 brasileños,
listos para invadir la Provincia de Chiquitos. Además, agrega Graciano, en el
Puerto de Pato, ya en territorio chiquitano, el Gobernador Sebastián Ramos
había construido varios cuarteles en espera de esta fuerza invasora y de otros
contingentes más que seguramente estaban previstos. También, continúa
informando Graciano, desde el lado del Brasil se han abierto en las últimas
semanas varios caminos con dirección a Chiquitos, hecho que hace anticipar una
invasión a gran escala. (Ovando Sanz)
El Coronel Videla da la espalda al Soldado Graciano. El
Gobernador de Santa Cruz no quiere que se pueda apreciar la angustia que le
invade al recibir tan delicada información. Pero Videla se recompone y llama a
su ayudante, tiene órdenes que impartir.
Videla ordena que el capitán Juan Bautista Antelo, al mando
de un Escuadrón de 40 Dragones a caballo, partan inmediatamente hacia la
población de San Javier, distante 30 leguas de Santa Cruz de la Sierra. Este
contingente, del todo insuficiente dadas las circunstancias, debe ser la
primera línea de defensa ante la inminente invasión brasileña.
Acto seguido, Videla redacta una carta dirigida a Antonio
José de Sucre, General que se encuentra en control de Charcas desde que un
Ejército bajo su mando cruzara el río Desaguadero hacia este territorio, en el
mes de febrero de ese mismo año. En la carta a Sucre, Videla solicita
refuerzos, aunque ve improbable que su pedido sea aceptado. La situación de
Charcas es catastrófica, luego de que el país experimentara los horrores de 16
años de lucha por la independencia.
Además, Videla informa a Sucre que está preparando 100
hombres con el armamento de que dispone y otro que ha ordenado refaccionar.
En total, el Gobernador de Santa Cruz cuenta con algo más de
150 hombres y el balance es claro: Las fuerzas de Videla están en inferioridad
numérica y de armamento.
¿Y el Ejército que acompaña al General Sucre? Videla sabe
que ese Ejército de 2.000 hombres está compuesto por colombianos y peruanos en
igual cantidad. Los peruanos son soldados asimilados del Ejército Realista que
fue vencido por Sucre en los campos de Ayacucho; de modo que entre colombianos
y peruanos sólo había desconfianza y no dejaban de vigilarse mutuamente.
La carta de Videla a Sucre sale a la media noche del mismo
25 de abril de 1825. El pedido de ayuda parte con urgencia, con la esperanza
depositada en que aquel joven General, a quien han comenzado a llamar
“Libertador”, pueda enviar ayuda.
Pero esa ayuda, si es que hubiese alguna, deberá provenir de
Charcas y de su gente.
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