Por: José Antonio Loayza Portocarrero,
nota publicada en SIGLO Y CUARTO, Documentos Históricos el 14 de marzo de
2018.
El Abrazo de Charaña el 8 de febrero de 1975, fue quizás una de las mejores
posibilidades de acceso al mar para Bolivia a lo largo de su historia
diplomática…, o quizás fue simplemente, el ardid que Chile planeó para
descongelar y afianzar las relaciones bilaterales entre Chile y Bolivia, por su
delicada situación frente al Perú y la Argentina. Sin embargo esta reapertura
de espacios de dialogo, permitió a los insoportables de entonces, negociar y
acordar un mejor trato diplomático, pero además agilizar el “Plan Cóndor”,
librar a Chile del aislamiento internacional, y sincerar las afinidades ideológicas
entre las dictaduras de Chile y Bolivia para distender la tensión geopolítica.
Los aprietos que aquejaron a la dictadura chilena en los años setenta,
demostraron las complejas relaciones bilaterales que Chile tenía con el Perú y
la Argentina, esto provocó que el régimen de Pinochet apresurara el encuentro
diplomático con Bolivia para tranquilizar su frontera y mostrar un cuadro
regional favorable y distante de la guerra. Pero qué tenía Chile contra el Perú
y qué contra Argentina.
Perú estaba decidido a declararle la guerra a Chile, para obligarlo a cumplir
con el Tratado de 1929 y establecer la frontera marítima que demandaba. Cuando
Velasco tomó el poder derrocando al presidente Belaúnde, compró armamento a la
Unión Soviética con el fin de ganar una eventual guerra. Entre 1973 y 1975, el
gobernante peruano movilizó todo el personal y armamento a Tacna, frontera con
Chile. Sin embargo la llegada al poder del general Francisco Morales Bermúdez
en 1975, disipó este estado de tensión, aunque en las Fuerzas Armadas nunca se
renunció a la posibilidad de iniciar un conflicto, pues se contaba con el
armamento y la superioridad militar necesaria. Pinochet evaluó en 1976, la
posibilidad de lanzar una guerra preventiva contra el Perú, según revela el
diálogo que sostuvo ese año con el entonces secretario de Estado
norteamericano, Henry Kissinger, que fue desclasificado en 1998. Según la
transcripción, Pinochet le preguntó a Kissinger cómo reaccionaría Estados
Unidos ante una eventual guerra entre su país y el Perú. Arguyendo que el Perú
trataba de comprar un portaaviones británico por $us. 160 millones, y mandó a
construir 4 torpederas en Europa. En sí, el Perú quebró el equilibrio de armas
en el Pacífico Sur, tenía 600 tanques de la Unión Soviética, y Chile tenía menos
que el Perú para sostenerse en caso de una emergencia. Kissinger le respondió
que a su gobierno no le gustaría ver un conflicto entre los dos países
latinoamericanos, pero que todo dependía "de quién empiece". Incluso
dijo que si Chile tomaba Lima, "tendría poco apoyo norteamericano".
En cuanto a la Argentina, el 22 de diciembre de 1978, el Presidente Rafael
Videla, dio luz verde a la “Operación Soberanía”, para ocupar las tres islas:
Nueva, Picton y Lennox en el Canal de Beagle que fueron el punto de inicio del
conflicto limítrofe con Chile, cuya disputa por su soberanía estuvo sometida al
Laudo Arbitral de 1977, que ambas partes acordaron obedecer. Sin embargo en
1977, se dictó la sentencia que entregaba las tres islas a Chile, pero la junta
en Argentina no la reconoció, y fue la intervención papal de último minuto la
que hizo desistir a la junta militar argentina de iniciar la guerra. El 21 de
diciembre de 1978, un día antes al ataque, el comando argentino recibió el
cablegrama informando que Juan Pablo II enviaba a un emisario, esto fue cuando
Argentina ya estaba en marcha porque la flota de mar navegaba hacia el
Pacífico, y los aviones cambiaron sus bases y patrullas para operar en
territorio chileno. La invasión estaba planeada para el 23 de diciembre, pero
no sucedió, precisamente por la participación decisiva del cardenal Antonio
Samoré, enviado por Juan Pablo II, que no hace mucho había asumido su
pontificado. De esta forma el conflicto se solucionó con el Tratado de Paz y
Amistad de 1984, que resolvió la soberanía chilena sobre las islas.
Al margen del conflicto chileno y sus vecinos, estaba el tema pendiente con
Bolivia. El Abrazo de Charaña, fue un compromiso que ofrecía a cambio de la
reanudación de las relaciones diplomáticas, Chile debía presentar una propuesta
para dar a Bolivia un acceso soberano al mar. Pero como dijimos, parece que la
situación estratégica y geopolítica de la zona cambió de manera drástica. Si
bien las cosas no eran tan fáciles, aun así las tratativas dieron como resultado
un primer listado de proposiciones entregadas por el Canciller boliviano a su
homólogo chileno, que determinaba lo siguiente:
a) Cesión a Bolivia de una costa marítima soberana entre la Línea de la
Concordia y el límite del radio urbano de la ciudad de Arica. Esta costa deberá
prolongarse con una faja territorial soberana desde dicha costa hasta la
frontera boliviano-chilena, incluyendo la transferencia del ferrocarril Arica-
La Paz.
b) Cesión a Bolivia de un territorio soberano de 5 kilómetros de extensión a lo
largo de la costa y 15 kilómetros de profundidad, en zonas apropiadas a
determinarse, alternativamente, próximas a Iquique, Antofagasta o Pisagua.
c) Elementos complementarios que deberían caracterizar tanto la cesión que se
pedía al norte de la ciudad de Arica como la extensión territorial considerada
en las zonas próximas a Iquique, Antofagasta o Pisagua.
Chile contestó a través de la nota Nº 686, el 19 de diciembre de 1975,
manifestando una contrapropuesta, que fue discutida al interior de círculo más
cercano a Pinochet. El resultado de la consulta replicó que:
a) Chile tenía interés en un entendimiento de mutua conveniencia que contemple
los intereses de ambos países y que no contenga innovación alguna a las
estipulaciones del Tratado de Paz, Amistad y Comercio, suscrito entre Chile y
Bolivia el 20 de octubre de 1904.
b) Chile expresaba su voluntad de ceder a Bolivia una costa marítima soberana
unida al territorio boliviano por una franja territorial de la misma
naturaleza.
c) La cesión comprende la zona marítima ubicada entre los paralelos de los
puntos extremos del área que se trasferiría (mar territorial, zona económica y
plataforma submarina).
d) Chile recibiría en cambio una superficie compensatoria equivalente al menos
al área de tierra y mar cedida a Bolivia.
e) El gobierno de Bolivia autorizaría a Chile a utilizar la totalidad de las
aguas del río Lauca.
f) El territorio cedido por Chile sería zona desmilitarizada y el gobierno
boliviano se obligaría a obtener garantía expresa de la OEA respecto de la
inviolabilidad de la franja territorial cedida.
Esta propuesta esgrimida por Chile, no fue de la total complacencia de Banzer,
aunque tuvo un avance significativo en relación a como estaban las discusiones
antes del encuentro de Charaña. Sin embargo las reacciones de disconformidad no
tardaron en aparecer, y rápidamente entorpecieron la conducción de la
negociación. La prensa local, los militares activos y algunos políticos, se
transformaron en los principales opositores a las negociaciones efectuadas por
las partes involucradas, influyendo poderosamente en la percepción de la
ciudadanía civil sobre el proceso.
Algunas de las revelaciones dan cuenta que el Perú tomó las armas el mismo 11
de septiembre, aprovechando el golpe militar en Chile, pero que esta se
postergó por el cambio de gobierno. En tanto el conflicto con la Argentina no
estalló por la mediación del papa. Desde entonces Chile usó la estrategia,
utilizó a Bolivia para mostrar un cuadro de paz que no existía, y que fue pintada
sólo para la ocasión. Sin duda fue siempre así, la diplomacia chilena nos ganó
otra guerra, esta vez en Charaña.
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