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LA INTENCIÓN DEL GOBIERNO CHILENO, EN REALIDAD FUE HACERLE LA GUERRA AL PERÚ

Fotografías: De izquierda a derecha: Domingo Santa María, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile; Gabriel René Moreno, escritor boliviano residente en Santiago.


Por: Hubert Wieland Conroy / Febrero de 2021.

Al intentar apartar a Bolivia del Perú, Chile hizo evidente que la intención de su declaración de guerra a ambos había sido, en realidad, hacerle la guerra al Perú.
No bien le declaró la guerra al Perú, mediante aquella Nota diplomática que Joaquín Godoy, representante diplomático chileno en Lima, le dirigió el 3 de abril de 1879 a Manuel Yrigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, el gobierno de Chile diseñó y puso en práctica un estratagema para romper la alianza defensiva entre el Perú y Bolivia, concertada mediante la suscripción del tratado secreto del 6 de febrero de 1873. Y como se verá a continuación, lo que el gobierno chileno buscaba era apartar a Bolivia del Perú, ofreciéndole su apoyo «más eficaz» para hacerse por la fuerza de una parte del litoral peruano a cambio de considerarse como aliado de Chile «en la guerra contra el Perú».
Esta idea, naturalmente, era compartida en las más altas esferas políticas de Chile. En una reunión celebrada en Santiago el 24 de marzo de 1879, el Presidente Aníbal Pinto le habría dicho a José Antonio de Lavalle, quien intentaba mediar en el conflicto chileno-boliviano, que «si la guerra estallaba entre Chile y el Perú aliado a Bolivia, no sería extraño que acabase en una guerra entre el Perú y Bolivia, aliada a Chile; pues hoy mismo Chile podría hacer la paz con Bolivia con detrimento del Perú». Y en una carta de fecha 11 de abril, ya declarada la guerra, el mismo Presidente Pinto le escribía a un allegado suyo que «la solución más satisfactoria de la cuestión en que nos hallamos comprometidos sería una alianza con Bolivia, tomando ésta los departamentos del sur del Perú y dejándonos hasta el Loa. Separada Bolivia del Perú, la guerra no durará mucho tiempo».
Según autores chilenos, el gran promotor de semejante estratagema, llamada también «política boliviana», el «alma de esta intriga» como diría el propio historiador Gonzalo Bulnes, habría sido Domingo Santa María, un influyente político chileno que llegó a ser no solo Ministro de Relaciones Exteriores de su país al inicio de la guerra sino también Presidente al terminar ésta con la negociación y suscripción del Tratado de Ancón, a fines de 1883. Veamos a continuación qué hizo Santa María para poner práctica su estratagema.
Santa María pone en marcha su «política boliviana»
Lo primero que había que hacer era averiguar si el general Hilarión Daza, presidente de Bolivia, estaría dispuesto a llegar a un acuerdo con Chile, para lo cual resultaba indispensable recurrir a un emisario de nacionalidad boliviana que tuviese vínculos adecuados con la clase política boliviana. Según el historiador Ignacio Santa María, hijo de Domingo Santa María, su padre habría pensado para dicho encargo a Luis Salinas Vega, residente en Santiago y vinculado a numerosas personalidades de su país, incluyendo al general Daza. Santa María buscó a Salinas Vega para proponerle realizar ese viaje y éste aceptó, aunque precisando en qué condición creía que debía viajar. En una carta de fecha 3 de abril de 1879, Salinas Vega le dijo a Santa María: «a mi juicio, yo no debo ni puedo llevar carácter alguno oficial. Creo que sólo debo ir como propagandista».
Dos semanas después de esa carta, el 17 de abril de 1879, Santa María sucedía a Alejandro Fierro como Ministro de Relaciones Exteriores y en la primera sesión del Consejo de Ministros que tuvo lugar después de su nombramiento, el 19 de abril, el flamante ministro «consultó si podría poner en juego ciertos medios y resortes privados para averiguar si será posible llegar a obtener que Bolivia se segregue de la alianza peruana. La idea fue aceptada sin contradicción, y sólo en general, pero en la inteligencia expresa de que cuando llegase el caso de que esa segregación parezca probable, llegará también el momento de discutir y fijar las condiciones en que sería conveniente para Chile admitirla». Este Consejo de Ministros, así como los demás que se menciona a continuación, estuvieron presididos por el Presidente Pinto.
El viaje exploratorio de Luis Salinas Vega
Así las cosas, Salinas Vega salió de Chile a fines de abril y llegó a Tacna donde ya se hallaba el ejército boliviano. Pocas horas después de su llegada, según su propio testimonio, el general Daza, quien había sido alertado de su misión, lo mandó llamar. Durante la conversación, que giró naturalmente en torno a la guerra y a lo que Salinas Vega podía saber el poderío chileno, Daza no tardó mucho de preguntar cómo se podría hacer para entenderse con Chile. Salinas Vega le explicó cuáles eran las ideas de Santa María, es decir, romper la alianza con el Perú y aliarse con Chile a cambio de su apoyo para conseguir Tacna y Arica. Y le explicó asimismo que, a su juicio, el pueblo chileno sentía más simpatía que odio hacia Bolivia, y que en Chile «generalmente se decía que la guerra era al Perú, y no a Bolivia».
Al haber escuchado a Salinas Vega, Daza se manifestó convencido de que podría ser conveniente para Bolivia escuchar las propuestas chilenas y le preguntó quién podría hacérselas llegar formalmente. Salinas Vega le insinuó primero el nombre de Eusebio Lillo, un escritor chileno muy cercano al gobierno de su país, pero Daza lo descartó manifestando no conocerlo. Acto seguido le mencionó a Gabriel René Moreno, un conocido escritor boliviano residente en Santiago, y Daza habría aceptado. Salinas Vega accedió a regresar de inmediato a Chile para hablar con Moreno y con Santa María.
El Gobierno de Chile aprueba la misión de Gabriel René Moreno
De regreso en Santiago a mediados de mayo de 1879, Salinas Vega puso a Santa María al tanto de lo conversado con Daza en Tacna. Y en la sesión del Consejo de Ministros del 21 de dicho mes, según consta en el Acta correspondiente, Santa María «dio cuenta verbal y detallada del éxito de la misión privada y confidencial que se había dado a cierta persona cerca el General Daza. Como esa persona, ya de regreso, hubiera conferenciado directamente con el referido General, y como éste hubiera manifestado que no distaría de negociar con Chile si le mandaba como enviado a don N.N. (Gabriel René Moreno), a fin de conocer en qué sentido se podría llegar aun acuerdo. El Consejo discutió largamente, habiéndose retirado de la sala el General Urrutia, cuales podrían ser las bases o condiciones de dicho arreglo, acordando reunirse mañana 22 del actual, a pesar de ser un día festivo para seguir tratando del asunto».
Al día siguiente, el Consejo de Ministros volvió a sesionar para continuar tratando del asunto pendiente «relativo a la segregación de Bolivia en la alianza con el Perú» y, según consta en el Acta correspondiente, «después de un detenido y extenso debate, se acordó enviar cerca del General Daza, la persona por él indicada, con instrucciones para manifestarle: que el Gobierno de Bolivia está dispuesto a separarse del Perú y a unirse a Chile en la guerra actual, el Gobierno de Chile, siempre que aquel le reconozca como dueño absoluto del territorio comprendido entre los paralelos 23 y 24 de latitud Sur, no sólo no se opondrá a que el de Bolivia ocupe las provincias peruanas de Tacna y Moquegua sino que mientras dura la guerra actual, le proporcionará los auxilios y recursos necesarios para que dicha ocupación se verifique y mantenga, obligándose además, si llegare el caso de negociarse la paz con el Gobierno del Perú a exigir de éste seguridades eficaces de que en todo caso Bolivia tendrá libre acceso al Pacífico en aquellos puertos de la costa en que lo requieran las necesidades de su comercio y sus intereses como nación».
Premunido con estas ideas, Santa María redactó un proyecto de instrucciones para Moreno, que presentó al Consejo de Ministros en su sesión del día 28 de mayo de 1879, quedando prestamente «aprobado en el fondo». Y en su sesión siguiente, el día 29 de mayo, el Consejo «acordó mandar desde luego a don Eusebio Lillo, que actualmente se encuentra en Antofagasta, las credenciales y plenos poderes nacionales, y necesarios para que tan luego como reciba aviso de la persona indicada, pueda presentarse en forma ante el Gobierno del General Daza, como Ministro Plenipotenciario de Chile, y ajustar con él, el arreglo que se procura celebrar».
Santa María redactó también las instrucciones para Eusebio Lillo, en calidad de negociador formal del Gobierno de Chile y las sometió al Consejo de Ministros en su sesión del 30 de mayo de 1879. Dichas instrucciones «fueron aprobadas en la inteligencia de que en ellas no se hará declaración alguna referente adquisición o no adquisición de territorio por parte de Chile, debiendo este punto reservarse para mejor oportunidad». Chile no pensaba incluir en el eventual acuerdo con Bolivia todo lo que figuraba en las bases que el mismo Consejo de Ministros había aprobado.
Las instrucciones para Gabriel René Moreno así como las bases de una eventual alianza entre Chile y Bolivia, que aquel debía entregarle a Daza, son textualmente como siguen:
Las instrucciones de Gabriel René Moreno
República de Chile, Ministerio de Relaciones Exteriores. – Santiago, mayo 29 de 1879. – Interesado el Gobierno de Chile en poner término a la guerra que sostiene contra Bolivia, mira con placer la buena disposición de Ud. para coadyuvar a la consecución de ese deseo.
En consecuencia, el Gobierno de Chile vería con satisfacción que Ud. se acercase al Excmo. Presidente de Bolivia y le signifique nuestros sentimientos a este respecto.
El Gobierno espera que el de Bolivia escuchará con benevolencia cuanto Ud. le exponga en este sentido, y en conformidad a lo que Ud. ha representado en nuestras conferencias verbales. La palabra de Ud. contará en su abono sus antecedentes personales y la presente nota.
Dando a Ud. desde luego mis agradecimientos por el noble espíritu que lo anima, me ofrezco de Ud. atento y servidor. – Domingo Santa María. – Al Sr. Don Gabriel René Moreno. – República de Chile, Ministerio de Relaciones Exteriores. –
Las bases de una eventual alianza entre Bolivia y Chile
1o. – Se reanudan las amistosas relaciones que siempre han existido entre Chile y Bolivia y que sólo se han interrumpido desde febrero del presente año. En consecuencia, cesa la guerra entre las dos Repúblicas y los Ejércitos de ambos se considerarán, en adelante, como aliados en la guerra contra el Perú.
2o. – En testimonio de que desaparecen, desde luego, todos los motivos de desavenencia entre Chile y Bolivia, se declara por esta última que reconoce como de la exclusiva propiedad de Chile todos el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 24, que ha sido el que mutuamente se han disputado.
3o. – Como la República de Bolivia ha menester de una parte del territorio peruano para regularizar el suyo y proporcionarse una comunicación fácil con el Pacífico, de que carece al presente, sin quedar sometida a las trabas que le ha impuesto siempre el Gobierno peruano, Chile no embarazará la adquisición de esa parte de territorio, ni se opondrá a su ocupación definitiva por parte de Bolivia, sino que, por el contrario le prestará la más eficaz ayuda.
4o. – La ayuda de Chile a Bolivia consistirá, mientras dure la guerra actual con el Perú, en proporcionarle armas, dinero y demás elementos necesarios para la mejor organización y servicio de su Ejército.
5o. – Vencido el Perú y llegado el momento de estipular la paz, no podrá ella efectuarse por parte de Chile mientras el Perú no la celebre igualmente con Bolivia, en cuyo caso Chile respetará todas las concesiones territoriales que el Perú haga a Bolivia o que ésta imponga a aquel. Tampoco podrá Bolivia celebrar la paz sin la anuencia e intervención de Chile.
6o. – Celebrada la paz, Chile dejará a Bolivia todo el armamento que estime necesario para el servicio de su Ejército y para mantener en seguridad el territorio que se le haya cedido por el Perú o que haya obtenido de éste por ocupación, sin que le haga cargo alguno por las cantidades de dinero que haya podido facilitarle durante la guerra, las que jamás se excederán de seiscientos mil pesos.
7o. – Queda desde ahora establecido que la indemnización de guerra que el Perú haya de pagar a Chile habrá de garantirse precisamente, atendida la situación financiera del Perú y su informalidad en los compromisos, con la explotación de los salitres del departamento de Tarapacá y los guanos y demás sustancias que en el mismo pueden encontrarse.
Una Convención especial arreglará este asunto.
Iguales convenciones se celebrarán sobre los demás puntos que sea necesario precisar, esclarecer y completar. – Domingo Santa María.
Gabriel René Moreno y su encuentro con Daza
Gabriel René Moreno, según refiere el historiador Santa María, «era un estimable caballero boliviano residente en Chile. Era profesor y bibliotecario en el Instituto Nacional y dedicaba su actividad a estudios literarios y a indagaciones históricas y bibliográficas». Su visión de las circunstancias por las que pasaban los países en guerra difería considerablemente de la que tenía Salinas Vega, quien creía más beneficiosa para su país una alianza con Chile que con el Perú. En efecto, Moreno sentía «cierta repugnancia para entenderse con Chile, porque juzgaba sorpresiva la ocupación del Litoral boliviano; creía en la fuerza y riqueza del Perú, convicción adquirida en reciente viaje a Lima; y era idólatra de la alianza peruano-boliviana firmada por Ballivián».
Por otro lado, y precisamente a causa de sus excelentes relaciones tanto en Bolivia como en Chile, Moreno ya había sido convocado por Alejandro Fierro, el 11 de abril de 1879, para conversar sobre la posibilidad de actuar como emisario chileno ante Daza y su reacción no fue positiva. Bulnes relata en su Guerra del Pacífico que Moreno había salido de esa conferencia «profundamente preocupado llegando hasta pensar que la ocupación del litoral podía ser una comedia representada de acuerdo por los Gobiernos de La Paz y Santiago para dirigir unidos sus esfuerzos después en contra del Perú».
Finalmente, Moreno se dejó convencer por Santa María y por Salinas Vega para emprender dicha misión únicamente por amor a su patria y porque así obedecía nada menos que al llamado del propio Presidente de Bolivia, y no por una convicción propia de las bondades de una alianza entre su país y Chile. Por otro lado, su papel no era convencer a Daza de nada, puesto que eso había sido tarea de Salinas Vega en su viaje a Tacna entre abril y mayo de 1879. Su misión consistía simplemente en hacerle llegar las bases del eventual acuerdo a Daza, la única persona quien podía tomar una decisión sobre un asunto tan delicado e importante para Bolivia.
Gabriel René Moreno llegó a Tacna a mediados de junio de 1879 y se entrevistó de inmediato con Daza, haciéndole entrega de las bases que Santa María le había entregado. Y si bien no se sabe a ciencia cierta lo que pasó entre Daza y Moreno, Bulnes se aventura a señalar que «Daza guardó los papeles que le presentó Moreno y le contestó que el momento de sellar la negociación era inoportuno por ahora, dejándose con esa palabra intencionada abierta la puerta de nuevas negociaciones. En este momento, le dijo, no puedo hacerlo: me arrastrarían por las calles de Tacna». Concluido su encuentro con Moreno, Daza buscó de inmediato al general Mariano Ignacio Prado, presidente del Perú, quien se encontraba en Tacna en ese entonces, y le entregó las bases chilenas como una muestra de lealtad al Perú.
Consideraciones finales
Es comprensible que en toda guerra en que uno de los bandos es una alianza, el bando adversario intente dividirla por medio de toda suerte de ardides y estratagemas. Pero lo que resulta menos comprensible es que Chile haya tratado de apartar a Bolivia del Perú ofreciéndole su ayuda para hacerse de una porción de territorio ajeno – territorio peruano – a cambio de cederle parte de la costa boliviana.
Y menos comprensible aún es que, al reanudarse las relaciones amistosas entre Chile y Bolivia, y al cesar la guerra entre ellos por efecto de la alianza propuesta por Chile en las bases transcritas, ambos decidan considerarse, en adelante, como aliados en la guerra contra el Perú.
No olvidemos que la causa de la guerra fue un conflicto entre Chile y Bolivia, y que el Perú se vio envuelto en ella debido únicamente al tratado de alianza defensiva que tenía con Bolivia, es decir por motivos esencialmente accesorios. Por tal motivo, si desaparecía la causa de la guerra entre Chile y Bolivia, lo lógico era que desapareciese también la causa de la guerra entre Chile y el Perú.
Pero no, las bases propuestas por Chile a Bolivia son demasiado claras: hacer las paces entre ellos y, juntos, hacerle la guerra al Perú, país con el cual ni Chile ni Bolivia tenían disputa alguna. Por consiguiente, resulta inevitable concluir que, al declararle la guerra al Perú y a Bolivia, la intención del gobierno de Chile había sido, en realidad, hacerle la guerra al Perú.

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