KÖNIG, SOBRE BOLIVIA: “MALDITO PAÍS DONDE LA GENTE TIENE QUE ESPERAR QUE LOS ANIMALES CAGUEN PARA COMER…”

 


Con el ingreso de Bolivia al siglo XX también llega un desagradable sujeto de nombre bíblico, apellido germánico y cara de pocos amigos. “es el judío errante”, dijeron las chifleras de Chocata. Se llamaba Abraham König, era un solterón empedernido y había presentado sus cartas credenciales al presidente Pando como embajador Plenipotenciario de la República de Chile, con la misión expresa de lograr una definición de los nuevos límites entre ambos países luego de la guerra del Pacifico y la ocupación militar chilena del Litoral boliviano.

Aunque la sociedad paceña procuró hacer sentir cómodo al embajador, que de diplomático tenía muy poco, Köning despreciaba a Bolivia, como lo trasunta una carta que envía entonces a un pariente: “Aquí se cocina con taquia de llama, … Maldito país donde la gente tiene que esperar que los animales caguen para comer…”

Fuente: Enfoques.

Imágenes: Caricatura de la nota del ministro Konig, publicada en el semanario argentino Caras y Caretas el 6 de octubre de 1900. Como descripción de la imagen se lee: "Al lanzar su desgraciado do de pecho.... de patriota dio una nota que denota un timbre muy engallado para cantante de nota". / Fotografía: Abraham König Velásquez.


(Parte XV) EL CRUCEÑO PLÁCIDO MOLINA RESPONDE A ENRIQUE DE GANDÍA SOBRE LAS LUCHAS POLITICAS EN SANTA CRUZ

 


En esta oportunidad les traemos la quinceava parte. 

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Entradas publicadas: 

Parte I - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I) 

Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)

Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)

Parte IV - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS LIMITES NATURALES ENTRE PERÚ Y PARAGUAY)

Parte V - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la fundación de Santa Cruz de la Sierra)

Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el obispado de Santa Cruz)

Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)

Parte XI - LA  DEMOLEDORA RESPUESTA DEL CRUCEÑO PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA SUPUESTA  ANEXIÓN DE SANTA CRUZA LA REPUBLICA DE BOLIVIA

Parte XII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

Parte XIII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINOENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INSTRUCCIÓN Y LA  ADMINISTRACION PÚBLICA EN SANTA CRUZ

Parte XIV - LA RESPUESTA DE PLÁCIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE EL AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ

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LAS LUCHAS POLITICAS EN SANTA CRUZ

(Al Capitulo VII)

«Es de recordar, dice el Sr. Gandía, que fue en ese tiempo (acaba de hablar del gobierno del General Pando) cuando se votó la «Ley de Enganches» que trajo como resultado la venta de hombres y mujeres crúcenos en las regiones del Acre».

La ley citada se dictó en 1896 (gobierno del Dr. Alonso) y lejos de traer como resultado la llamada venta de gente, tuvo por objeto contener la emigración; puesto que obligaba a los extractores de peones, a depositar 200 $ por cada hombre o mujer que se llevase más al Norte del grado 14°, suma que perdía, en favor de la familia, el que no los devolviese a su domicilio dentro de dos años. La ley esa establecía otras ventajas a los trabajadores.

Y si no produjo todo su efecto, fué porque la suma no era suficiente para hacer prohibitiva la extracción, como porque hubo muchas maneras de esquivarla contratando para ir más acá del grado 14, y pasarse después más alla— cuanto porque siendo la ley contraria a la Constitución del Estado— que garantiza el libre tránsito, fué demandada ante la Corte Suprema y ésta la declaró «inconstitucional», quedando relajada en su aplicación.

Todo esto lo sabemos como abogados y como contemporáneos de tales cosas Allí están los Anuarios y la Gaceta Judicial para comprobar lo dicho.

Tratándose de «política», excuso hasta opinar; pero vaya una anécdota personal, realísima, para demostrar que esas luchas no estaban exentas de transacciones y de gestos de corrección:

Se trataba de proclamar en 1910 a uno de los diputados por la Ciudad y Cercado de Santa Cruz, y habiendo resultado que «empataron» los candidatos Dres. Saúl Serrato y Gregorio Moreno, convinieron los dirigentes de los dos grupos con ti incautes (liberal y opositor) en que se decida mediante un sorteo.

Se echaron dos cédulas al efecto, y en ese momento llega el que esto anota, persona que considerada imparcial, (los dos candidatos habían sido alumnos suyos y eran jóvenes sobresalientes), hubo de extraer, en señal de garantía recíproca, la cédula que dio el triunfo a Serrare.

En el concepto general la solución, o sea el sorteo, fué correcto; pero los perdidosos salieron diciendo «que hubo fraude»

De esta opinión se hace eco el Sr. Gandía que afirma ahora que «la presión política del altiplano consiguió el triunfo para los candidatos oficiales». Lo cual por otra parte nada tendría de raro; pues así ocurre en todo el Mundo con los candidatos del Gobierno.

El Dr. Cástulo Chaves, Rector de Santa Cruz hasta el año anterior, ha hecho públicas protestas de que su regionalismo, como el de la mayoría de sus compañeros, no es separatista; sino de labor por el terruño, sin perjuicio de la unión nacional. Lo creemos sincero.

De la revolución de 1924 tratamos ya en un capítulo anterior y no merece repetirse lo que dijimos de ella. Sin plata, sin estrategas, ni caudillos capaces, y hasta sin soldados, no se hace una revolución.

No hubo tales «grandes manifestaciones de alegría por el triunfo del movimiento y la creencia de que pronto se declararía la Independencia». Apenas pasó la noche de la ilusión, toda persona consciente supo que se había dado un golpe en falso y que estaba por fracasado, porque nadie le secundaba, y por lo mismo nadie pensó en la Independencia, ni a nadie se le ocurrió que había que contar con la ayuda de una nación hermana o vecina y mucho menos que esta fuese el Paraguay.

Quien atribuyó separatismo al movimiento fue el Gobierno, que temiendo secundaciones en el interior, lanzó el mote de traición a la Patria, y quizá creyendo posible alguna complicación por afuera, dice que hizo creer en Buenos Aires que el movimiento propiciaba la unión al Brasil y en Río Janeiro que se inclinaba a la Argentina. Para el interior de Bolivia se dijo que los crúcenos habían echado al suelo en la plaza el pendón boliviano y bailado sobre él.

Era una triple paparrucha. No hubo nada de todo eso. La ciudad se mantuvo tranquila, con la seguridad que todo pasaría.

Lamento que estas claridades pueden lastimar a algunos amigos; pero no tendré más que repetirles lo dicho al Sr. Gandía: «Amigo de Platón; pero más de la verdad».

LA RESPUESTA DE PLÁCIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE EL AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ

Guardia Nacional homenajeando al día de independencia nacional, 6 de agosto. (Santa Cruz, 1915)
 


En esta oportunidad les traemos la catorceava entrega. 

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Entradas publicadas: 

Parte I - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I) 

Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)

Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)

Parte IV - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS LIMITES NATURALES ENTRE PERÚ Y PARAGUAY)

Parte V - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la fundación de Santa Cruz de la Sierra)

Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el obispado de Santa Cruz)

Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)

Parte XI - LA DEMOLEDORA RESPUESTA DEL CRUCEÑO PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA SUPUESTA  ANEXIÓN DE SANTA CRUZA LA REPUBLICA DE BOLIVIA

Parte XII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINOENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

Parte XIII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINOENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INSTRUCCIÓN Y LA ADMINISTRACION PÚBLICA EN SANTACRUZ

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AISLAMIENTO DE SANTA CRUZ

(Al Capítulo VI, 2a. parte)

Este es un tema sugestivo y vidrioso, porque sin desconocer que en ese aislamiento tiene su grueso porcentaje «el gobierno central de Bolivia» como dice el Sr. Gandía, y esto por incomprensión de las verdaderas necesidades de la nación, o más claro por ignorancia y prejuicios regionales de la mayoría de los gobernantes, se debe considerar que en gran parte la distancia de Santa Cruz a los principales centros bolivianos y la densidad y aspereza de las sierras intermedias, han sido un factor geo[1]gráfico que en algo explica la falta de buenos caminos entre Santa Cruz y el interior de Bolivia.

Ya probamos que eso de la «anexión forzada» es una fábula, y que Santa Cruz es uno de los pueblos más conscientes y libres de Hispanoamérica— circunstancia que la debe a la unidad racial que hay en sus habitantes y a 20 leguas a la redonda, como en muy pocas ciudades de Iberoamérica—de modo, pues, que la pretensión «de mantener este departamento en un estado de sujeción absoluta e impedir en el presente y en el futuro sus proyectos de In[1]dependencia», no pasa de ser una exageración y un falseamiento de los hechos.

Un caso viene a cuento: Como el departamento de Santa Cruz dió en las elecciones presidenciales de 1896, más de 5.000 votos a favor de la candidatura Alonso, Peña y Sanjinés— popularidad acarreada por el candidato cruceño Dr. Rafael Peña— y con esto fué derrotada la contraria de Pando, el Dr. Severo F. Alonso, agradecido, se creyó en el caso de atender a las necesidades de Santa Cruz y propició la obra de un buen camino y del telégrafo, y como este Gobierno cayó por .la revolución del 99, el nuevo régimen, que era el derrotado de antes, se creyó en el caso de cobrar agravios, y si esto no se explica «oficialmente», como dice el señor Gandía, pero sí son hechos que el pueblo anotó en su tiempo: el Dr. Alonso fué titulado por sus opositores «el Presidente cruceño», ya por su alianza con el Dr. Peña, o ya poique debió a Santa Cruz un triunfo ruidoso, porque la candidatura contraria llevaba una ventaja de más de 2.000 votos en el resto de la República.

Con el nuevo régimen subieron al poder algunos hombres— que por razones obvias no queremos nombrar — que tenían prevención o egoísmo contra los que entonces figuraban como dirigentes en Santa Cruz, y estas ruindades de situacionistas incomprensivos, que en Sur América se suelen llamar «políticos», se dejaron sentir en perjuicio del país. Hay más de un folleto que en su tiempo vapuleó terriblemente a esos malévolos o miopes, a cuya influencia nefasta, debe la nación entera — no sólo Santa Cruz — muchos males y fracasos. Algunos pensaban afectivamente que «si se daba ferrocarril a Santa Cruz, ésta se haría independiente», cuando la verdad es, que el día que el ferrocarril llegue a Santa Cruz, quedará afirmada para siempre la unidad nacional; pero seguramente aquellos propiciaban la especie, porque no habiendo, si se daba preferencia al F.C. al Oriente, suficiente dinero para favorecer a otros que les interesaba de inmediato, por localismos o por conveniencias personales, recurrían a tan falsa argumentación.

Toda la historia de Santa Cruz, como ratificaremos enseguida, es la comprobación de esto: Santa Cruz exige el F. C., como una condición de su progreso, y para actuar como merece en la asociación boliviana. A ese fin han ido las protestas de las que quien esto escribe fué agente convencido y propagandista, para que haya igualdad reciprocó dad y unión verdadera, no para independizarse, y mucho menos, eso no entró jamás en el caletre de ningún cruceño consciente, para secundar a los detentadores despojantes de territorios que fueron y en parte aún son crúcenos, a los acostumbrados a soportar tiranos como Francia y los López, personajes fatídicos, de los que el último fue el martirizador de ilustres crúcenos en las postrimerías de la guerra loca que terminó el año 70.

No. Eso de que «Santa Cruz sea racialmente, históricamente y geográficamente una provincia paraguaya», es-una solemne inexactitud racial, histórica y geográfica, que creemos haberla demostrado lo bastante para no repetirla. Nuevos aspectos de esta demostración vendrán en los últimos capítulos de este trabajo con una forzada oportunidad.

Tampoco es cierto que esa supuesta «doble tradición paraguaya y argentina mantuvo siempre despiertos los deseos de Independencia del pueblo cruceño»; pues cuando alguna vez hablamos fuerte y -claro (el que esto escribe, Pdte. del Club de Gimnasia, fue alguna vez muy explícito en acto solemne y ante las autoridades del país, como puede verse en «La Ley» de fines de junio de 1905) invocamos -el ejemplo reciente de Panamá; fue como una amenaza muy de futuro, que podrían seguir nuestros nietos, si la política miope y obstruccionista de los que se oponían al F. C. al Oriente, no se modificaba, y si es verdad que ese F.C. aún no se hace, es en gran parte por razones de falta de los recursos suficientes o por efecto de factores múltiples que necesitarían un estudio documentado y sereno para explicarlos.

Hubo un momento en que unos pocos cruceños que se creían los intérpretes de la opinión y que gritaban con entusiasmo ferviente «ferrocarril o nada», hicieron fracasar la construcción de un buen camino carretero, desconociendo, más por propósitos políticos que por incomprensión, que en el supuesto que el Gobierno de entones haya deseado «contentar a Santa Cruz» con una más amplia comunicación, muy luego impulsado el intercambio y pasado el corto período de ese gobernante, se impondría el F. C., por obra y gracia de la necesidad demostrada por el tráfico y las exigencias del comercio que tienen que enderezar a quieras o no los pensares retrógrados o incomprensivos. Los pueblos deben tener fe en sus destinos, que impondrán su luz tarde o temprano y arrinconarán a los mochuelos del atraso, prefiriendo las campañas de prensa y -de acción cívica a las violencias que suscitan otras y dan el triunfo a la fuerza bruta con desmedro dé los ideales.

Así sucedió en Santa Cruz: los bullangueros se dejaron arrastrar a una revuelta que esperaron fuera general en la República— la que una vez más reprodujo su abstención como en 1876 y otras ocasiones—y dió al Gobierno un triunfo fácil, porque la masa del pueblo era adversa y la gente serena no vió ni principio de elementos de resistencia— no para una revolución separatista, que éste carácter sólo le dió el Gobierno para desconceptuarla, pero ni siquiera para un cambio interno del régimen unitario.

La prueba más clara de su impopularidad y aislamiento en la misma ciudad desde el primer momento, fué ésta: cuando los dirigentes del partido de oposición, el liberal, fueron invitados a tomar parte, ya se habían dado cuenta de la orfandad del movimiento y se abstuvieron. Las autoridades no políticas, como las judiciales, continuaron en sus puestos, porque los de la nueva situación se dieron cuenta de que habrían dado un golpe en falso desconociéndolas. La revuelta estaba vencida antes de que el Gobienio enviase fuerzas a combatirla, y sólo sirvió para que a pretexto de la pacificación, se gastasen los recursos del F. C. en eso y en otras cosas.. Son los efectos de la pasión política de ceguera y de atrasos y prejuicios. Los que jamás nos abanderamos en esos partidos y por eso nonos hemos calado jamás los lentes colorados de sus conveniencias, apenas podemos comprender las ofuscaciones[1]de que son capaces y que tan grandes males causan a los pueblos.

La mayor relación que tienen los sucesos del Acre con la historia de Santa Cruz, sería la de comprobar que por espíritu de solidaridad boliviana, el cruceño, así acudió a la guerra del Pacífico como qué al Acre a sacrificarse por la integridad nacional. Tanto el litoral marítimo como el de las regiones del Abuná y el Acre, estaban a centenares de leguas del hogar cruceño.

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Se trae aquí a colación «los sucesos de Cuevo e Ibo de 1912», que no fueron sino el último episodio del litigio que se había iniciado durante el período colonial, y que entre los Deptos. de Santa •Cruz, Chuquisaca y Tarija se había transado ya por la ley de 10 de Nbre. de 1898, y que a motivo de alguna pretendida falta de claridad y de los sucesos aludidos de febrero, se ratificó mediante la ley de 21 de octubre de ese año, que liquidó en definitiva la contienda interna.

Cualquiera, pues, que haya sido la falta de conocimiento de los antecedentes históricos y de equidad con que ella se solucionó, los representan[1]tes de Santa Cruz aceptaron esa transacción y el país la confirmó con el acatamiento que ha presta[1]do al arreglo de esa cuestión territorial, de modo que nada hay que remover sobre eso.

Una prueba elocuente del alto concepto nacional que siempre tuvieron los crúcenos, la anota el Sr. Gandía en las pág. 226, 227, cuando dice: «La venta del Litoral boliviano a Chile fué aprobada por el Congreso boliviano, exceptuando a los señores Pedro Ignacio Cortés y Pablo Roca, crúcenos, que votaron en contra del tratado».

No fueron los únicos; pues en los anteriores Congresos en que se comenzaron esos arreglos cesionarios, fueron opuestos— aun siendo del partido del Gobierno—el Senador Carlos M. Barbery, y lo» diputados Bailón Mercado, y otros, que hicieron causa común con los opositores.

Y lo más notable en esto es, que si los crúcenos hubieran procedido con egoísmo regional, habrían propiciado esas cesiones, que privando a Bolivia de puertos en el Pacífico, la obligaban a tender la vista al Oriente y a buscar salidas por las hoyas del Plata y del Amazonas, lo cual beneficiaría a Santa Cruz y el Beni.

Si por entonces hubieran encontrado los defensores de Santa Cruz la Real Cédula de 1743, que fijó con claridad los límites meridionales de Chiquitos, se habría demostrado el derecho incontrovertible de Santa Cruz sobre la faja ribereña del río Paraguay, sin que, confundida con lo discutido sobre la Cordillera de los Chiriguanos, se hubiese comprometido esa parte; mas, como sólo se trataba de una cuestión internaba solución «salomónica» se aceptó ya y nada hay que hacer sobre ella.

Sin duda que esa cuestión agrió los ánimos de crúcenos y sucrenses y hubieron actos lamentables que distanciaron gravemente a los dos departamentos; pero esas cosas pasaron ya a la historia y aún se ha producido el arrepentimiento sobre ellas, como se verá por estas palabras de uno de los más capacitados intelectuales sucrenses, el Dr. Agustín Iturrieha, Pdte. honorario dé la Sociedad Geográfica «Sucre», que en ocasión muy solemne, presentando al cruceño que esto escribe al público de Sucre en el Teatro Ninón, dijo en 1925:..... «Por lo solidaridad que debió un ir.......hace un centenario, a esas dos fracciones del territorio nacional llamadas Santa Cruz y Chuquisaca, fundiéndolas en un solo todo para ayudarse y buscar la plenitud de la vida en un trabajo fecundo y reparador, haciendo más puros sus goces de progreso y más sólidos sus perfeccionamientos espirituales.

«Si ayer estuvieron Chuquisaca y Santa Cruz expuestas a reñir por motivos que un mejor concepto de la armonía social habría evitado; hoy se vinculan por intereses intelectuales que no es posible que acontecimiento alguno pueda rasgar las fibras de sus robustos organismos, templados en medio del dolor causado por accidentes de nuestra historia y vivificados en lecciones que desgraciadas experiencias de un centenar de años nos han dejado. Tienen ya formado un ideal que las eleva por encima de sí mismas; están dotados de la fuerza moral que inspira su fe en un mañana más nítido y transparente, calentado con el sol de la esperanza. El materialismo que forjaron credos pesimistas, a base de riquezas descubiertas en zonas vecinas y que asignaron límites al parecer infranqueables, a punto de sugerir la conveniencia de armar los brazos de sus hijos para desgarrarse en guerra fratricida y derribar al supuesto enemigo detentador de tesoros efímeros, ha caído como caen las preocupaciones de las vidas obscuras combatidas por las acechanzas de la envidia, de la codicia y todas las pasiones embrutecedoras. En lugar de ese materialismo ciego y torpe, se erige una espiritualidad de resplandecien­tes reflejos, con un concepto robusto de las energías morales guardadas en el alma con ansias de justicia, con hambre y sed de ideales más justos. Así caminarán juntas con vista de un fin muy alto, discerniendo todos sus pasos, amando todas sus obras; y serán más venturosas porque sólo la elevación del entendimiento sobre los bajos placeres, «los espejismos de la fortuna», independizando la voluntad, concede hábitos de bien obrar, ideas de bien decir y acciones de bien querer».

«Chuquisaca y Santa Cruz no debieron distanciarse nunca. La naturaleza las ha dotado pródiga de iguales riquezas y de similares productos; el suelo en que se extienden parece formado geológicamente para cimentar civilizaciones de idéntica estatura. Pero serán adelante más hermanas, dejando caer los muros que las impidieron acercarse, borrando los límites convencionales quo las separaron y fundir dos pueblos en uno solo de aspiraciones e ideales comunes, en haz de fraternidad y amor»......

(Boletín de la Sociedad Geográfica. Tomo XXV . Homenaje al primer Centenario de la Independencia de Solivia. Director Ricardo Mujía).

Si cuestiones más graves entre naciones enemigas se arreglan por tratados y se olvidan con el tiempo, ¿puede ser dable renovar las que ocurrieron entre miembros de una misma nación?

¿Y puede ser tolerable que estas ingratas reminiscencias— cizaña entre hermanos— las traigan en cuestiones ajenas, personas enteramente extrañas?

Nos parece que el papel de quien fuese a una familia a recordar añejos agravios perdonados ya entre hermanos, para resucitar animosidades, haría algo que los antiguos catecismos decían «que era lo más detestable delante del Señor»!.......

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Nos toca anotar que «geográficamente la región de Santa Cruz limitaba por el Sud con la Argentina» que Bolivia «consideraba peligrosa», y que si bien colindaba también «por el Oriente con el Chaco paraguayo» (ya se sabe que así llama el Sr. Gandía al Sur de Chiquitos), pero que esta vecindad del Paraguay la conceptuaba poco peligrosa, porque «en cierto modo, con su distancia era una barrera entre Santa Cruz y el Paraguay». Si Santa Cruz colindaba con la Argentina (en otra parte dijo que Chiquitos llegaba al Pilcomayo), es claro que las pretensiones paraguayas sobre el Chaco Boreal tambalean en una gran parte de la zona disputada. No sería lícito rehuir esta forzosa confesión.

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Se asegura que los 100.000 $ dados a Santa Cruz para celebrar el primer centenario de la inde[1]pendencia, y cuya aplicación con buenos datos se indica en la pág. 220, fueron un porcentaje o cuota de la Empresa Witon (proponente do la construcción del P. C. a Santa Cruz) que se dió al pueblo cruceño para acallar sus protestas por el fracaso do esa obra.

El que esto observa ha creído (y seguirá creyéndolo mientras no se le pruebe lo contrario), que esos 100.000 $ fueron dados a la par que a Cochabamba y Potosí, en 19.10, para la celebración, con obras públicas, de los Centenarios respectivos, como el año anterior se dieron iguales sumas a Chuquisaca y a La Paz para los suyos, y esto puede decir que le consta, porque fué el iniciador de la comprobación de que ese centenario correspondía a ese año 10, y no al 11, como creían algunos sin comprobante valedero. Hay constancia de esto en periódicos y folletos de la temporada.

Es mucha verdad que «el pueblo cruceño protestó en numerosas oportunidades contra el aislamiento que lo condenó el gobierno boliviano»; pero, como ya lo hemos probado extensamente, no espera su independencia «para ocupar en América el lugar que históricamente le corresponde»; pues para esto le basta su resurgimiento industrial, y ello lo espera con la ayuda eficaz de toda Bolivia, sin querer convertirse en una republiqueta que acoplada al Paraguay— más pobre y atrasado que ella, y que no sería un «protector» por no tener para eso—sino un tirano, tanto más exigente mientras más urgido y necesitado.

Siendo Santa Cruz un pueblo consciente y capaz de conocer sus conveniencias, sabe «dónde la aprieta el zapato» y no piensa supeditarse a nadie, menos a un pueblo extraño y tan poco feliz como el Paraguay.

PANORAMA GENERAL DE BOLIVIA ANTES DE LA ASUNCIÓN DE AGUSTÍN MORALES AL PODER Y LOS PROBLEMAS EXISTENTES EN EL PAIS

 

Agustín Morales.

Los círculos de poder y sus intereses

Bolivia, en la década de los 70’s del siglo XIX, era un país en el que las revoluciones, los cuartelazos y los continuos cambios de gobierno habían dejado su huella. Se tratará de mostrar cuáles eran los diferentes intereses que existían dentro y fuera del país al inicio del Gobierno de Morales y la interrelación que existía entre ellos y los diferentes grupos de poder. Entre estos intereses se pueden mencionar los siguientes: una sociedad fuertemente dividida entre clases sociales incompatibles entre sí; pugnas regionales entre el Norte y el Sur; diferencias entre unitarios y federalistas y librecambistas y proteccionistas; existencia de caudillos –civiles y militares– que sólo esperaban su oportunidad para lanzarse a la pelea fratricida; un erario en quiebra por la mala administración de los diferentes gobiernos que precedieron a Morales y como resultado final de la circulación de la moneda feble. Esta situación obligó a la contratación de empréstitos que buscaban abrir el país al mundo y esperaban la aprobación del Congreso.

Agravaban la situación, la existencia de feudos que no obedecían a las leyes del país; una fuerte penetración de los intereses de ciertos sectores económicos en la administración ejecutiva, legislativa y judicial; un Litoral dejado de lado hasta que se descubrieron sus ingentes riquezas minerales y movimientos revolucionarios apoyados por los gobiernos chileno y peruano que menoscababan los intereses del país en beneficio de los propios y que eran apoyados por facciones locales que, de una u otra manera, se beneficiaban de la concreción de aquellos, ya sea por lograr beneficios económicos o políticos o, en su caso, ambos.

Panorama de la situación en Bolivia.

Problemas internos y externos hacían difícil el desarrollo de Bolivia. La visión de ese momento del país, es demoledora: la independencia no garantiza la libertad (Guzman, 1874). Las instituciones creadas durante la República y las leyes aprobadas por los diferentes Gobiernos, Congresos y Asambleas Constituyentes, no habían conseguido destruir todo lo que aprisionaba al país: “faltábale a este pueblo en primer lugar la unidad nacional, contradicha por la diversidad de razas que se tocaban sin mezclarse, la diferencia de idiomas, de costumbres, de cultura etc” (Guzman, 1874, p. 36). Esta visión se reflejó, fuertemente, en las discusiones de la Asamblea Constituyente de 1871 donde aparecieron los “Hombres del Occidente” -unitarios y proteccionistas – y los “Hombres del Oriente”-federalistas y librecambistas-. Cada uno de ellos reclamaba por los derechos de su región, en desmedro de la unidad nacional. Se concebía al Oriente como poblado por pueblos desconocidos y belicosos que eran civilizados por misioneros católicos; empero, el Occidente también estaba dividido debido a la disputa entre el Norte y el Sur: La Paz vs Sucre. Faltaba una visión integradora.

Una primera mirada sobre el país, ponía el acento en factores geográficos y político[1]sociales: “Los problemas de Bolivia se ocasionan en su ubicación geográfica, la indolencia característica del americano, la pobreza de la gente, la falta de vías de comunicación. Al estar alejados del mar, nos sentimos aislados e infecundos” (Guzman, 1874, p. 46). Parece sonar contradictorio: Bolivia dispone de una costa de 400 km en el Pacífico, pero sus intelectuales la perciben lejos del mar. Parece ser que que nunca se supo aprovechar esa costa: nunca aparecieron los “Hombres del Litoral”. El Litoral era sólo un apéndice territorial del país y se seguía comerciando mediante Arica, el puerto natural de Bolivia.

Esta concepción de una nación, aislada del exterior, con una mentalidad y economía extractivistas, centrada en prerrogativas heredadas de la Colonia, hacía imprescindible la existencia de una clase “abogadil” que defendiera sus “derechos” ya que durante la época colonial, la vida de la Audiencia de Charcas estaba centrada alrededor de la minería de plata de Potosí. A partir de la década de los ‘60’s del siglo XIX, se plantean las posibilidades que ofrece el Oriente para relacionar a Bolivia con el mundo y aprovechar sus recursos naturales.

Una segunda mirada se centra en la inestabilidad política de los gobiernos “(…)que se suceden con pequeños intervalos, solo para contradecirse sistemáticamente, deshaciendo el uno lo que hizo su predecesor”(Guzman, 1874, p. 46). A veces se puede pensar que el continuo estado de inestabilidad en que se encontraba el país hacía que se ofusque la mente de los gobernantes nacionales. O quizás, estos gobernantes no estaban preparados para la tarea de ser estadistas y se limitaban a ser sólo unos (malos) administradores del país. La causa principal de estos problemas se debe a su estructura social. La disquisición es importante: todo Estado está conformado por el territorio, la población y las instituciones. Pero,

“dad las instituciones que queráis a un pueblo en cuyo seno fermentan en latente combinación elementos disolventes, i [sic] ese pueblo no escapará, por el empleo de agentes plásticos i esternos [sic], a las convulsiones que tienen su origen en el centro i [sic] no en la circunferencia” (Guzman, 1874, p. 45).

Lo que había que cambiar en el país era de mayor calado que lo que parecía a simple vista. Las reformas tenían que ser de mayor entidad. Entre las problemas más importantes causantes de los problemas del país estaban la inseguridad jurídica y la inestabilidad institucional ya que cada gobierno había tenido su propia constitución, su ejército y sus empleados. Para empeorar la situación, se puede decir que pese a ser llamados “gobiernos constitucionales”, en el fondo eran dictaduras encubiertas (Guzman, 1874).

Los problemas que estaban latentes en el país y que estallaron durante el tiempo del Gobierno de Agustín Morales, clasificados en varias categorías: problemas sociales, problemas políticos, problemas internacionales y problemas económicos y financiero.

Problemas sociales.

La mayor parte de los gobiernos que tuvo el país desde 1825, no entendieron que “la independencia, es (…) una obra de demolición; la libertad es una obra de organización. Es posible amontonar escombros; pero no es fácil saber edificar” (Guzman, 1874, p. 35): todo lo sucedido en las primeras tres cuartas partes del siglo XIX lo señala patéticamente. La Guerra de Independencia boliviana -una lucha de más de 15 años- fue la más larga y sangrienta de las diferentes naciones americanas. Al acabar ésta, se tenía un pueblo de civilización híbrida, desunido, mitad americano y mitad europeo, que estaba acostumbrado a la servidumbre y al despotismo (Guzmán, 1874). La Audiencia de Charcas, había ganado su independencia por su propio esfuerzo ya que los diferentes ejércitos que pelearon en la Guerra de la Independencia se habían dedicado al saqueo de sus recursos: tanto el Virreinato del Perú como el del Río de la Plata sólo miraban las riquezas que tenían las minas de Potosí que habían sido el sostén del Imperio español en la América del Sur. Esta actitud de los “libertadores” fue la que ocasionó un profundo desprecio –¿odio?– hacia lo extranjero.

Una de las principales características que modelaron el espíritu boliviano era que los habitantes del país, en sus diferentes estamentos sociales, habían puesto los muertos, pagado los gastos relacionados y sufrido los desastres de la guerra, pero debido al “decreto del Libertador Bolívar del 16 de mayo de 1825, [se] subordinaba su suerte a las decisiones de una asamblea peruana” (Guzmán, 1874, p. 35). Esta configuración inicial de la nación hizo que se pueda decir, con total propiedad que “sangre se vertió en los primeros albores de la República, i [sic] sangre ha continuado vertiéndose desde la época de aquellos aciagos sucesos” (Guzman, 1874, p. 3) ya que los valores que se manejaban tenían su origen en la fuerza: el ganador tenía derecho a todo y el perdedor debía acostumbrarse a obedecer y soportar.

Pese a que había trascurrido casi tres siglos -desde 1532 hasta 1809-desde la conquista española hasta el inicio de la Guerra por la Independencia-, la base de la sociedad era la raza indígena cuyo status quo poco difería de las condiciones primitivas que tuvieron en la Colonia (Guzman, 1874, p. 37). Sobre esta capa social de base -por decirlo de alguna manera- se encontraba “la de los mestizos o cholos, raza cruzada, de mejores condiciones intelectuales i [sic] morales que la anterior, i [sic] sobre esta última, como formando el coronamiento social, la de los criollos, mucho menos numerosa que las dos anteriores, pero relativamente más inteligente e ilustrada” (Guzman, 1851, p. 37).

El problema social más acuciante, por las profundas implicaciones que tenía, era el referido a la condición de los indígenas que eran los que llevaban casi todo el peso del mantenimiento del Estado, a través de la contribución indigenal, sin recibir casi ningún beneficio de parte del Gobierno (Orosco, 1871).

El Ejército.

Dentro de este tejido social, el Ejército se perfilaba como uno de los principales problemas ya que el predominio del espíritu militar en el país, hacía que éste fuera el cuerpo social más favorecido en el país. El monto de dinero invertido por el Gobierno en lo referido a costos de sueldos de oficiales y manutención del mismo era casi la mitad de sus rentas (Guzman, 1874). Este espíritu militarista, en opinión de un diplomático chileno, era lacerante ya que existía una multitud de militares vagos (Sotomayor, 1872)

La crítica contra la institución militar es tan dura que se atribuye al Ejército el origen de todos los males de la República. Guzman (1874) pone el acento de las revueltas que se dieron en el país en -lo que denomina- “esa caja de Pandora”. Arguye que durante gran parte del siglo XIX, los cuarteles había sido –de facto– el refugio de todos aquellos que no tenían ningún tipo de educación o que buscaban un camino rápido para ascender socialmente. Mucha gente que tenía problemas familiares de diferente tipo, encontraba en el Ejército su hogar; por lo tanto, el Ejército estaba siempre dispuesto a venderse al mejor postor. El hecho de que en casi 50 años de vida republicana sólo se hubieran tenido dos gobernantes civiles –Mariano Enrique Calvo (1841) y José María Linares (1857-1861)– hacía que los militares sintieran que el país les pertenecía y que podían “heredar” el poder del caudillo de turno, siempre que le manifestasen lealtad y apoyo total.

La política.

Sin embargo, peor que el estamento militar, se señalaba, era la política:

(…) la carcoma del país, es la política; es esa teoría estéril, que enciende los odios i [sic] rompe los lazos más queridos; que ve en todas partes las personas, i [sic] que solo tiene en cuenta el interés; que arguye sobre todo i [sic] contra todo, estableciendo una intolerancia odiosa que esteriliza las empresas industriales, siendo causa de frecuentes disturbios (Guzman, 1874, p. 66-68).

Luis Mariano Guzman, (1874), historiador contemporáneo a los hechos, hace una serie de apreciaciones respecto al rol que los partidos políticos deben jugar en el país incidiendo en sus obligaciones y responsabilidades.

Sus ideas principales son las siguientes:

-          En Bolivia no existen ni la voluntad ni los mecanismos constitucionales que permitan un diálogo claro, transparente y al mismo nivel, entre el Gobierno y la oposición, cualesquiera que sean quienes ocupen estos roles.

-          Los partidos políticos se organizan en torno a personas y no a ideas. Por lo tanto, el desarrollo de estos es meramente embrionario.

-          La división de opiniones en el país es muy grande: sólo deberían haber los conservadores –que quieren que se mantenga el status quo y representan a los grupos dirigenciales –y los liberales– que dicen representar al pueblo y buscan una transformación de las estructuras sociales.

La abogaditis y la empleomanía

El gran problema del país es la inexistencia de industrias. No hay trabajo.

Al ser un país sin industria y sin más fuentes de trabajo seguras que la administración pública, la lucha por prebendas y puestos de trabajo es muy dura. El militarismo es una manifestación de la empleomanía. Esta se da por dos razones: una arraigada herencia colonial y una profunda abogaditis: “el número de abogados es cada día mayor, entre tanto que no hai [sic] un químico, un físico, un naturalista, un agrónomo, un ingeniero. Los abogados exceden en mucho a la necesidad que hai [sic] de sus servicios” (Guzman, 1874, p. 66-68). El número de estos excedentes “no será menor quizás de las tres cuartas partes; no hallando ocupación en el foro, es una fuerza perdida que va a ofrecerse a la lista oficial [Administración Pública], que tiene una remuneración en el presupuesto nacional”(Guzmán, 1874, p. 49).

He aquí la razón de la gran cantidad de golpes de estado y revoluciones que ha habido en el país: siempre ha habido gente dispuesta a enrolarse en todo tipo de actividades subversivas tratando de favorecerse de la mejor manera posible. La legión de abogados desempleados que constituían el sostén de los caudillos militares era, en el fondo, el resultado de un problema de desempleo y de holganza ya que eran la base de las conspiraciones: al no tener un trabajo estable, siempre estaban dispuestos a unirse a cualquier trastorno político, con la esperanza de encontrar -posteriormente- trabajo (Guzmán, 1874). De hecho, detrás de cada caudillo militar, había una falange de abogados que lo sustentaban y se encargaban de “legalizar” todos sus actos.

Esta abogaditis se hace sentir en Bolivia en el hecho de que la mayor parte de los puestos de la administración pública están ocupados por abogados: si no pueden ejercer su profesión, pues entonces ocupan cualquier otra posición disponible. Y lo peor, es que “(…) la juventud estudia solo para escoger entre el foro, el sacerdocio i [sic] la medicina”. No por una auténtica vocación. Una aguda crítica a esta propensión abogadil de la juventud boliviana y a los problemas que conlleva, se encuentra descrita en Chirveches (1965).

Empero, hay una tercera fuerza disociadora que es la que hace que los otros dos brazos se muevan: es la pobreza. Resulta curioso que se hable de pobreza en un país con ingente dotación de recursos naturales. Y es que la pobreza va acompañada de “otras causas concomitantes, que añaden su fuerza a la fuerza de la causa motriz. Esa causa concomitante es la ignorancia” (Guzmán, 1874, p. 56). Siempre se ha sostenido que “la instrucción es la única fuente de rejeneracion i [sic] de progreso. Mejórese la constitución intelectual i [sic] moral del hombre, i [sic] entonces será más libre, más religioso i [sic] mas honrado; brotará sin más esfuerzo el orden i [sic] la justicia” (Oyola, 1870). Por lo tanto, la solución pasa por que el Estado fomente la instrucción pública. Que no es el caso ya que no dispone de dinero.

Propiedad de la tierra.

Desde la época colonial se había establecido una especie de acuerdo tácito, mediante el cual los indígenas podían mantener la propiedad de sus tierras de origen a cambio de pagar un tributo a la Corona, el mismo que se manifestaba, luego de la proclamación de la República en 1825, en la contribución indigenal, el principal sostén de la economía nacional. Ya durante el gobierno de José Ballivian se había planteado la idea de la enfiteusis, es decir, que todas las tierras pertenecían al Estado y éste se encargaba de permitir a los indígenas la explotación de las mismas, a cambio de pagar un impuesto. Es en el gobierno de Melgarejo en el que se decreta la ley de ex vinculación por la cual se despoja a los indígenas de sus tierras y se las entrega a una subasta pública, so pretexto de que de esa forma se podrá aprovechar de mejor manera el potencial de terrenos no explotados o poco utilizados. Esta ley ocasionó la inmediata reacción de los indígenas y de grupos afines a ellos que reclamaban por esta arbitrariedad. Posteriormente, esta expropiación de tierras se convirtió en uno de los grandes problemas que tuvieron que enfrentar el Congreso de 1871 y el gobierno del Presidente Agustín Morales.

El Litoral, sus riquezas y el preludio de la Guerra del Pacífico.

Es cierto que las condiciones geográficas del Pacífico Sur latinoamericano no eran las mas ideales para el país:

Bolivia, (…) limitada al Occidente por el desierto de Atacama, ese mar de arena, que con su amenazante esterilidad se interpone en nuestro camino al Pacífico, solo posee un boquete de litoral, que, para colmo de desventura, se nos disputa i [sic] se nos cercena aun (Guzman, 1874, p. 52).

La geografía, que marcaba inexorablemente la distancia del Litoral boliviano a los centros poblados del Occidente del país, no era precisamente benigna para Bolivia y hacía pensar “(...) que carecemos de litoral, o que lo tenemos tan remoto i [sic] tan apartado de nuestros grandes centros de población” (Guzmán, 1874, p. 53) que es casi como no tenerlo. Desde la época colonial, el puerto de salida natural de Bolivia ha sido y es Arica; los puertos de Tocopilla y Cobija se encontraban demasiado alejados del núcleo poblacional, cultural y político del país. Por lo tanto, es lógico sugerir que en ese momento histórico ”nuestros primeros esfuerzos deberían estar encaminados a disminuir las distancias, i [sic] a abaratar los fletes i [sic] medios de transporte, mejorando nuestros caminos” (Guzmán, 1874, p. 53). Este es el mantra de todos los geopolíticos: si el territorio del Estado no está interconectado entre sí, difícilmente se podrá ejercer soberanía y, por lo tanto, se abrirán opciones a los vecinos más fuertes. Y los caminos bolivianos pocas veces han merecido esa denominación ya que el nombre más correcto que se les debería dar es el de “sendas” (Guzmán, 1874).

La pérdida del Litoral en la Guerra del Pacífico ha hecho que se cree una aureola idealizadora sobre la belleza del paisaje y las bondades de ese territorio costero. La verdad es que “el terreno en toda la costa es sumamente seco. Solo se halla agua en Cobija y en la bahía de Nuestra Señora [Mejillones] ; pero escasa y no de buena calidad” (Dalence, 1851, p. 10-11). No se debe olvidar que el desierto de Atacama es uno de los más inmisericordes del mundo: no crece ningún tipo de hierba y el sol cae a plomo. Con esas características del terreno, la distancia a los centros poblados y la falta de agua, es muy difícil pensar que el ser humano pudiera vivir de forma medianamente aceptable.

Este aserto se ve corroborado por el hecho de que, según Dalence (1851), el lugar ideal para tener un puerto no era Cobija, sino Mejillones, debido a que allí se encontraba una bahía abrigada, de gran extensión y con buenos fondeaderos. Lo que faltaba era agua. Otra vez un grave error cometido por el Gobierno de Bolivia -en este caso por el Gobierno de Bolivar- que seleccionó un lugar poco adecuado para crear allí un puerto desconectado del territorio nacional, en un lugar inhóspito y en medio del desierto. Quizás otros países hubieran aprovechado esta oportunidad para desarrollar esas zonas e integrarlas al resto del país. Bolivia no. Los comentarios de un marino norteamericano que visitó la zona entre 1831 y 1834 dan una idea cabal de la situación: el puerto de Cobija es difícil de ser encontrado por extranjeros. Cerca de 5 millas hacia el sur, hay dos rocas bajas blancas, que son la única señal de tierra en distintas épocas del año, cuando el perfil de las montañas desde la costa está casi constantemente tapado por niebla o nubes. Por lo tanto, apenas se divisa un barco desde el fuerte, se iza una bandera blanca en el punto, como una marca que puede ser vista desde 10 o 12 millas dentro del mar (Ruschenberger, 1835).

Con todos estos antecedentes, es lógica la posición de los gobiernos que consideraban al Litoral “(…) –antes de 1877– una región desheredada de los dones de la naturaleza. Se le daba poca importancia porque daba miedo arredrarse en la pavorosa soledad del desierto” (Gonzales, 1877, p. 1) . Empero, la ley de la compensación también se aplicaba en este territorio inhóspito y agreste ya que “si la naturaleza en estos parajes se ha mostrado avara de sus dones en el reino vejetal i [sic] animal, en trueque ha prodigado grandes riquezas en el reino mineral i [sic] por eso en sus arcanos ha colocado en la más estéril región de la exuberante América, el salitre i [sic] guano” (Gonzales, 1877, p. 5). Los riquezas minerales se encontraban en “[las covaderas de] Cerro de Angamos o Morro de Mejillones; salitre en el Salar del Carmen i [sic] en Salinas; en las ricas minas de plata en Caracoles i [sic] en las calicheras del Toco” (Gonzales, 1877, p. 5). Pero, no era sólo salitre y guano lo que había. Entre otras riquezas minerales existían sustancias inorgánicas que hacían apetecible a ese territorio:

(…) se hallan el urato (guano), nitrato de sosa (salitre), borato de cal o atincar, vitriolo de hierro, carbonato de …, azufre i [sic] en fin muchos otros minerales varios que utiliza la industria”. Se deben mencionar, también “(…) piedras preciosas como el ópalo traslúcido i [sic] la amatista (variedades del jénero [sic] sílice), la turmalina (silicato aluminado borifero) i [sic] la crisolita de la que se han encontrado algunos cristales, en el hierro meteórico que existe en varias partes del desierto, así como existen meteorolitos”. Por sí esto fuera poco, “entre los metales preciosos existen oro, plata, níquel, plomo arjentífero [sic], cobalto, cobre, hierro, estaño (Gonzales, 1877, p. 5-6).

Lo que se consideraba un desierto, un lugar inhóspito, de repente demostró contener en sus entrañas, importantes cantidades de minerales y de compuestos no metálicos. Ya que el descubrimiento de la riqueza mineral había sido muy reciente (década de los 60’s y 70’s), los pueblos del lugar, “(…) permanecen abandonados a sus propios esfuerzos i [sic] siendo en todos los ramos del servicio público la imagen del caos (…)” (Gonzales, 1877, p. 5-6). Fiel reflejo de lo que sucede cuando no se tiene interés en algo, “los gobiernos, (...) sólo se han dedicado a explotar las riquezas de la zona sin reparar en las consecuencias. No han hecho más que dictar medidas inconsultas que han redundado en mal de la República en general i [sic] del Litoral en particular” (Gonzales, 1877, p. 5– 6). No sorprende esta actitud tantas veces repetida en la historia nacional. Acerba crítica a los diferentes gobiernos que se sucedieron en esos 50 años en el país. Este es el resultado de la politiquería de la que se hablaba anteriormente. Y esta es la dicotomía entre los “buenos” y los “malos” a la que se hizo mención en la Introducción.

 

(Parte XIII) LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INSTRUCCIÓN Y LA ADMINISTRACION PÚBLICA EN SANTA CRUZ

Foto-postal coloreada, Mujeres y niños indígenas en la región de Cordillera de Santa Cruz, Bolivia. (principios de siglo XX)


En esta oportunidad les traemos la treceava entrega. 

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Entradas publicadas: 

Parte I - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I) 

Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)

Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)

Parte IV - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS LIMITES NATURALES ENTRE PERÚ Y PARAGUAY)

Parte V - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la fundación de Santa Cruz de la Sierra)

Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el obispado de Santa Cruz)

Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)

Parte XI - LA DEMOLEDORA RESPUESTA DEL CRUCEÑO PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA SUPUESTA  ANEXIÓN DE SANTA CRUZA LA REPUBLICA DE BOLIVIA

Parte XII - LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINOENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

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LA INSTRUCCIÓN PÚBLICA EN SANTA CRUZ

(AL CAP. IV, 2DA. PARTE)

Fundado este capítulo en publicaciones de intelectuales cruceños de tan buena cepa como el Dr. Julio Gutiérrez (Historia de la Universidad de Santa Cruz) y Emilio Finot, el malogrado poeta y escritor (Últimos días Coloniales de Santa Cruz de la Sierra), no habría observación que hacer; puesto que resulta bien informado de la vida de la instrucción en el país.

Hácese notar que Santa Cruz “se distinguió siempre en Bolivia por el elevado número de «alfabetos». La afición a la lectura, al estudio del latín, letras y ciencias, fué la característica de los cruceños’', lo cual condice con lo que asentáramos en capítulo anterior sobre el carácter de ese pueblo.

Alguna vez se hizo cuestión atribuida a regionalismo la pretensión de ciertos Ministros de suprimir la Universidad, y el contradecirla los representantes y la juventud crúcenos. El que esto anota fue un defensor entusiasta, como puede verse en el folleto «La Universidad de Santa Cruz — conferencia publicada por los alumnos de la Facultad de Derecho, 1905»— ; pero si ese proyecto ha de contemplar, ahora, una centralización de institutos, dando en cambio de ése, hoy deficiente para una vida intensa, otro de mayor utilidad para el resurgimiento de la inmensa región, hay quienes juzgan, ahora, que a Santa Cruz le convendría más una Escuela Superior de Agricultura y Ganadería con una Granja Experimental, u otro plantel industrial que prepare a los advenientes hacia actividades que son de urgencia, porque el país necesita más de aprendizajes prácticos que de estudios teóricos, puesto que aquellos vendrán como añadidura en el momento en que la región esté fuerte y rica. Nada se opone a que la Facultad de Derecho continúe libre, como fué antes, si fuese necesario.

Este modo de pensar, comprobará el equilibrio mental de ese pueblo, tan evolucionista y comprensivo como pocos de Hispanoamérica.

Con razón, pues, anota el señor Gandía «que la vida intelectual en Santa Cruz se desarrolla en grado igual o superior al de las demás provincias bolivianas»; y esto es aún más notorio si se comparan las clases proletarias, pues hasta los indígenas del Oriente, son adictos al aprendizaje y aptos para la cultura. Niñas de Guarayos, enviadas a Milán, han obtenido premios en escuelas de labores, por lo primoroso de las suyas, y entre los Mojos y Chiquitos hubo siempre músicos aventajados.

Mr. D’Orbigny anota que en esos pueblos estaban muy desarrolladas ciertas artes manuales, como la platería, carpintería y tejidos, y que en sus hermosos templos se escuchan misas tan bien cantadas por los indios, como en las mejores catedrales de Europa.

LA ADMINISTRACION PUBLICA EN SANTA CRUZ 

(Al Capitulo V, 2a. parte)

En este capítulo liemos de formular el menor número de observaciones, tanto porque se refiere a la cuestión de política interna, q‘ tiene muchos rozamientos personales, cuanto porque los actuantes, vivos aún en su mayor parte, tendrán el derecho y quizá el deber de documentar la parte que les atinge, ya que se les toca la trompeta del juicio de la posteridad; y los que aquí se formulan por medio tan calificado, tendrán derecho a quedarse como definitivos si no se discuten. Conociendo la procedencia de los datos y habiendo sido el que esto anota actor también, aunque en funciones no «políticas» (Vocal y Rector de la Universidad y Vocal y Presidente de la Corte Superior), su papel de «historiador» en ese período, tendría que referirlo extensamente a los archivos, lo que quitaría a esta exégesis su actualidad y necesaria brevedad.

Por eso apenas hemos de traer tal cual reminiscencia, o reflexión que se ocurra a primera vista.

Durante la Prefectura del Dr. Antonio Vicente Barba llegó a Santa Cruz el telégrafo que hacía tiempo se había estacionado a pocas leguas de la ciudad.

De 1900 a 1910 hubo los siguientes Prefectos crúcenos: Dr. José Félix Camacho (médico), del 2 de Agosto de 1899 al 12 de Enero de 1901, el Dr. Autonio Y. Barba (abogado), del 12 de Enero de 1901 al 18 de Diciembre de 1903 en que por enfermedad entregó la Prefectura al suplente legal que era el Intendente de la Policía D. Angel Ma. Justiniano, que ejerció hasta el 12 de Febrero de 1904 y segunda vez de Julio a Diciembre de 1906, y también fue Prefecto accidental D. José Cronenbold en los últimos meses de 1908.

Esto se anota sin desconocer la tendencia de ciertos gobernantes de Bolivia a enviar a los Departamentos Prefectos allegados suyos, con preterición de las personas meritorias que hay en cada localidad.

En el centro dé la plaza de Sta. Cruz, se levanta la estatua del Cnel. Ignacio Warnes, de los caudillos dé la Independencia, Gobernador de Sta. Cruz del 24 de Septiembre. de 1813 en que llegó a la ciudad, hasta el 21 de Nbre. de 1816 en que cayó heroicamente en la “batalla del Pari, y por lo tanto no hay en la mitad de la plaza ni en toda ella el pozo artesiano que se dice dejó como recuerdo el Prefecto Cronenbold.

Ahora que se intenta hacer la Historia de Santa Cruz, el autor de este trabajo que reúne desde hace varios años papeles comprobatorios, invita a todos sus conciudadanos que han actuado en alguna forma digna de cuenta, a enviarle o publicar— con documentos — su labor o sus descargos.

Es satisfactorio que se anote que todos los Prefectos, hijos del país, se empeñaron siempre en dejar obras de progreso, como la mejor prueba de su civismo y comprensión del amor al terruño.


(Parte XII) LA RESPUESTA DE PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

 

Plaza 24 de Septiembre, Santa Cruz, Bolivia (aprox. década de los 80s)

En esta oportunidad les traemos la doceava entrega.

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Entradas publicadas: 

Parte I - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (PARTE I) 

Parte II - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA Y SUSTENDENCIOSOS POSTULADOS (Parte II)

Parte III - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBREMIGRACIONES Y DISCUSIONES LINGÜÍSTICAS)

Parte IV - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS LIMITES NATURALES ENTRE PERÚ Y PARAGUAY)

Parte V - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LOS ANTECEDENTES DE LA FUNDACIÓN DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VI - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (Sobre la fundación de Santa Cruz de la Sierra)

Parte VII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (LIMITES DE LA GOBERNACION DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte VIII - PLÁCIDO MOLINA MOSTAJO REFUTA A ENRIQUE DEGANDÍA (Sobre el obispado de Santa Cruz)

Parte IX - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA INTENDENCIA DE SANTA CRUZ DE LA SIERRA)

Parte X - PLACIDO MOLINA REFUTA A ENRIQUE DE GANDÍA (SOBRE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN SANTA CRUZ)

Parte XI - LA DEMOLEDORA RESPUESTA DEL CRUCEÑO PLACIDO MOLINA AL ARGENTINO ENRIQUE DE GANDÍA, SOBRE LA SUPUESTA  ANEXIÓN DE SANTA CRUZA LA REPUBLICA DE BOLIVIA

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LA INDUSTRIA Y EL COMERCIO DE SANTA CRUZ

(AL CAP. III, 2A. PARTE)

Por lo general casi todo lo que en este capítulo se refiere a las industrias, productos y exportaciones, escasez de vías de comunicación y porvenir del país, está bien orientado, o no es del caso hacer reparos.

Del tiempo al que se refieren las fuentes de información, al presente, el automóvil y el aereoplano han modificado el enclaustramiento de Santa Cruz. Los mulos han sido sustituidos: se viene a Cocha[1]bamba y Sucre en automóviles y aviones.

Sólo para los artículos de gran peso, volumen y poco precio, queda la exigencia del F. C. como única solución reclamada a voz en cuello.

En cuanto se refiere a la industria gomera, que como dice bien el señor Gandía «ya pertenece a la historia», cabe hacer algún distingo; hubo casos en que el acarreo de braceros para esa industria se prestó a prácticas o tolerancias censurables y hasta criminosas (puesto que dió mérito a una campaña de prensa y acción social) y sin duda las memorias marcaron a más de uno de esos acarreadores de la temporada, con la tizna de «negreros o vende gente»; pero en la gran mayoría de los casos, las transacciones aquellas no revistieron la indignidad o inhumanidad que se han inculpado, generalizando, por los que las combatieron. Lo común era que un «barraquero» (industrial gomero en el Beni o Noroeste), «habilitaba» a un «enganchador» con cierta suma de dinero para que viniese a contratar peones al principio y también mujeres después, para “picar’’ o explotar los árboles de la goma elástica y el caucho.

Gentes acostumbradas a salarios ínfimos por lo casi irreproductivo de las industrias decadentes de Santa Cruz, a causa de la competencia extranjera en los mercados del interior, se contrataban más o menos alucinados con ganancias que casi siempre eran para los explotadores, y esa emigración que llevó algo más de 80.000 personas a aquellos territorios, suscitó fuerte resistencia de los industriales crúcenos, que obtuvieron para neutralizarla la ley de enganches y otras medidas que muchas veces abrieron las puertas de los «enganches» y echando a la calle a los contratados, arruinaron al “ enganchador”.

El contrato, salvo las excepciones a que nos hemos referido antes, era éste: el «enganchador» llevaba el personal a la “barraca” del “habilitador’’, y cobraba a más de la cuenta reconocida por el peón, una “prima” convenida de antemano por grupo o por peón. Por lo tanto, desde la licitud más completa— cuando los peones iban conscientes y estaban conformes con su contrato y con el “traspaso de su cuenta” sin que se les cargase la prima—> hasta las injusticias más irritantes, cuando aquellos cargaban la prima a la deuda— hay muchos grados cuya maldad no siempre supieron reprimir las autoridades que intervenían en los «ajustes» y «traspasos».

He ahí en toda su verdad, compulsada con conocimiento del asunto, sin prejuicio ni ánimo de exagerar, lo que ocurrió en aquel tiempo, que por supuesto estuvo lejos de llegar a lo que fué California, el Klondyke o el Putumayo. Muchos industriales traían a Santa Cruz a sus trabajadores periódicamente, y éstos se quedaban o regresaban con ese u otro patrón, convencidos de que la vida de las Barracas no era, por lo común, tan mala corno la pintaban de lejos. Rara vez hubo insubordinaciones de los unos o tiranías de los otros; pues la necesidad de los brazos, hacía que el patrón viese en cada obrero un capital, cuya conservación le interesaba grandemente.

La mortalidad en un principio grande, era causada por las terribles endemias, propias de lugar es palúdicos, recién descuajados, o con climas cálidos y agotantes. Los obreros de buenos hábitos, que pronto pagaban sus cuentas, se volvían pequeños patrones o “fregueses’’.

El que esto escribe, ha estado diez años en la región gomera y ha sido abogado, lo mismo de patrones, como de “ fregueses” y “ peones’’, «lo modo que habla de estas cosas no por “ boca de ganso’’, ni con apasionamientos ni benevolencias inméritas: Fué antes en Santa Cruz miembro de la “ Defensa Social”, ha trabajado en la región gomera después, y tiene la satisfacción de haber ganado honradamente regulares honorarios, y más que eso, de haber merecido el afecto de los de abajo, y el respeto de los de arriba, como es notorio.

Murieron también en las cachuelas cientos de patrones y millares de remeros, como en todas esas industrias peligrosas con que el hombre ha tenido que enfrentarse a una naturaleza salvaje y terrible, como es la de las selvas de la Amazonia.

Es luchando así, a brazo partido con la muerte, día a día, que el cruceño y el beniano retemplaron el carácter, y se aferró esa presunción de bastarse a sí mismos, que en los buenos tiempos los hizo ir tras de industrias arriesgadas, alejándolos de la empleo-manía y del estacionarismo. Así poblaron y sanea[1]ron esa inmensa región de los cientos de subafluentes del Rey de los Ríos.

Caída esa industria han regresado a Santa Cruz 8 o 10 mil individuos, muchos de ellos hijos o nietos de los que fueron, para volverse en buen número, añorando esa vida de agitación y peligro; pero más retributiva que la tranquila o pasiva del terruño.

Los cruceños no emplearon negros en aquellos trabajos. Negros sólo hubo en las regiones gomeras del Brasil.

Siendo estos industriales hombres de buen criterio — los hubo sobresalientes en cultura, como el doctor Antonio Vaca Diez (médico de cabecera que había sido del Presidente Adolfo Ballivián), o notables por su afecto a los indígenas, como D. Nicanor Gonzalo Salvatierra, (que tuvo de maestro de escuela en su barraca al célebre escritor español D. Ciro Bayo),—y en su mayoría como buenos cruceños, católicos y lastimosos de sus paisanos pobres y de los indígenas, fué muy común el buen trato recíproco. Siendo el cruceño tradicionalmente respetuoso de la vida de sus semejantes, honrado, llano y franco, no ha sabido de “capangas”, ni “cuatreros”, plaga de las regiones platenses y amazónicas. Es muy común en Santa Cruz que las familias críen como sus hijos a los de sus fieles servidores y les dén su apellido, hasta en la clase más humilde de los pobladores.

La estadística criminal en el Oriente es escasísima. Las Visitas de Cárceles de Santa. Cruz y Trinidad anotan escasísimo número de encausados, y son muy pocos los crímenes graves. El que esto escribe ha sido Abogado Defensor de Reos en Riberalta, 10 años, Abogado y Vocal de Corte,11 años en Sta. Cruz, y habla de estas cosas con personal conocimiento. En la región gomera, los célebres crímenes llamados “los Misterios del Madidi” tuvieron por protagonistas a empleados extranjeros (Menditte y Mouton), y el autor de la macabra azotaina que tan patéticamente describe el Dr. Jaime Mendoza, en “Páginas Bárbaras”, no fué el Admor. cruceño Landívar, de Puerto Rico— cual lo da a entender con un anagrama— sino un tal Rodríguez, Admor., brasileño, interino de la Barraca, mientras Landívar viajó por Europa. (Véase “Por la Verdad y el Honor de un compatriota”, Riberalta. 1920, por P. Molina M.).

No se entienda que quiero sostener la universal bondad de aquellos industriales, o la sumisión, rara vez servil, de los trabajadores orientales. Aquello fue una región agreste y una industria de aven­tura en que, seguramente, la ambición despertó muchas veces en unos y otros la intemperancia; pero estuvo lejos de merecer las pinturas que hacen los dramaturgos y los «paraguayófilos».

La condición siempre independiente de partidos, bandos y clases, de que el autor de estas anotaciones gozó, le permite hacer serenamente la relación de estas cosas, y cree — modestia aparte — que pocos habrán estado en el terreno en condiciones de decir la verdad monda y lironda. Muchas de sus campañas de prensa o de profesional, se dirigieron, principalmente, contra abusos de autoridades in[1]comprensivas. Como Edil y Pdte. Municipal varios años, Secretario «ad honorem» y fundador de la Cámara de Comercio de Riberalta, Inspector y fundador de escuelas, periódicos y revistas, folletos etc., cree estar en condiciones de comprobar con abundante documentación, todas y cada una de sus afirmaciones.

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Es muy cierto lo que asienta el Sr. Gandía sobre el enorme porvenir económico, que por sus productos naturales se promete a Sta. Cruz, el día que la vialidad dé válvulas económicas para su comercio, sin que de allí se deduzca la necesidad de su independencia; pues a más de las razones más pode rosas que después apuntaremos, sus mejores mercados no lo serían ninguno de los países vecinos, y menos el Paraguay, pueblo pobre y atrasado, cuyas producciones son similares a las de Santa Cruz.

El cruceño, que es uno de los pueblos más libres de Sur América y el más alfabetizado de Bolivia — como el señor Gandía lo anota en el siguiente capítulo — no necesita sino de caminos e inmigración, capitales y ciencias prácticas, para hacer de su tierra el granero y el productor de artículos de gran consumo en la mitad de la América del Sur. Regiones mucho menos favorecidas por la naturaleza, han obtenido por ventajas análogas, o por ser costeñas, su progreso industrial con poco esfuerzo o sólo con el esfuerzo de extraños, por supuesto con un mérito del que no pueden hacer alarde.

El Oriente Boliviano es hasta ahora una región de reservas para gentes mejor preparadas económica y científicamente, que las que viven en ella o administran sus recursos con incomprensión de su valor y potencia productora. Esto es verdad, aunque nos pese; pero el Paraguay no es, ni con mucho, el llamado a remediarlo.

Esa pretensión risible, nos haría gritarle: Médice, cura te ipsum: porque no obstante alguna industrialización de nuestro Chaco — al que por eso se lo ha hecho cuestión de vida o muerte— y el incentivo del petróleo, no lo han sacado de la situación que denuncia el bajísimo precio de su moneda, y la dependencia absoluta de capitalistas extranjeros, que hace de ese país un espectro de República. ¿Y así va a ser el redentor de Santa Cruz.?

 

 

1915 - SANTA CRUZ LE RINDE HOMENAJE AL 6 DE AGOSTO, DÍA DE INDEPENDENCIA NACIONAL

Desfile de la Guardia Nacional en Santa Cruz de la Sierra. 


Es interesante encontrarse con material como este. El Sr. Ángel Sandoval Rivera recientemente compartió por su cuenta de Facebook un álbum de fotografías antiguas, que perteneció a sus antepasados, en ellas se puede observar el homenaje que le rinde el pueblo y las instituciones cruceñas a nuestro día de independencia nacional, el 6 de agosto. 

Homenaje al 6 de agosto en Santa Cruz de la Sierra.

Actos conmemorativos al Día de la Patria e inauguración de calles con el nombre de Ayacucho y Junín en Santa Cruz de la Sierra el año 1915. (Fotos: colección de fotografías antiguas del siglo XIX y XX que perteneció al Dr. Ángel Sandoval Peña) ASR

 



Niñas de la Escuela fiscal "Modelo" y su homenaje al 6 de Agosto, día de nuestra independencia. 



6 de agosto de 1915, frontis del Colegio Nacional, día festivo y algarabía en homenaje al 6 de agosto.




Santa Cruz, Guardia Nacional homenajeando a la magna fecha del 6 de agosto.


Santa Cruz, calle "Junin" engalanada en homenaje al día de independencia nacional, 6 de agosto de 1915.


Calle "Ayacucho", hombres, mujeres y niños de fiesta y homenaje al 6 de agosto de 1915.


Desfile de la Guardia Nacional en la ciudad de Santa Cruz de La Sierra, en homenaje al 6 de agosto de 1915





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