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GRAN MARISCAL DE MONTENEGRO OTTO PHILIPP BRAUN (FELIPE BRAUN) Y BOLIVIA


Robin KIERA / Universidad de Hamburgo / home@r-kiera.de / Artiulo originalmente titulado: El Gran Mariscal Otto Philipp Braun: una carrera transatlántica. / 2015.

Una vez que el Gran Mariscal de Montenegro Otto Philipp Braun (Felipe Braun) pisó suelo europeo, en Londres, en marzo de 1840, después de 22 años de ausencia, demoró solo unos pocos días hasta que recibió una invitación para entrevistarse personalmente con uno de los políticos más importantes de su tiempo, el ministro de relaciones exteriores británico Lord Henry John Temple Palmerston.
El motivo para el encuentro no fue solo el tiempo agitado que vivió Braun en Sudamérica, ni únicamente su participación en las guerras por la Independencia bajo el mando de Simón Bolívar en la Gran Colombia, Perú y Bolivia (1820-1825), ni solo su participación en las batallas de Junín y Ayacucho o su tiempo al lado de Antonio José de Sucre en Bolivia (1825-1828) y más tarde al Sur de la Gran Colombia junto a Juan José Flores (1828-1829). El objetivo principal tampoco fue solamente el ascenso de Braun al círculo de poder de Andrés de Santa Cruz (1830-1839), su papel protagónico en la organización de la Confederación Perú-Boliviana y la concesión del bastón mariscal o luego la caída de la administración de Santa Cruz.
Palmerston y Braun hablaron seguramente poco sobre los acontecimientos políticos sudamericanos y las experiencias personales, más bien sobre temas políticos actuales. Braun no fue invitado como un repatriado sin influencias, sino como el representante oficial del partido político de Andrés de Santa Cruz para diálogos políticos con la corona británica.
Pero no se quedó solo en eso. Braun jugó un papel político importante en el espacio político del mundo atlántico hasta finales de la década de 1850. Para esta labor se comunicó no solo a través de cartas, también emprendió numerosos viajes transatlánticos. Su ejemplo es una muestra de actores concretos que impulsaron proyectos políticos específicos en el mundo atlántico con acciones que contribuyeron a constituir, con ellas, el Atlántico como espacio político.
Un pequeño compendio de diferentes estaciones en la vida de Felipe Braun nos muestra, por una parte, lo extraordinario que fue su carrera militar - como hasta ahora el único gran mariscal sudamericano no nacido en el continente. Por otra parte, se ubica dentro de una serie de políticos y militares sudamericanos-europeos que actuaron en la política en el espacio atlántico del siglo XIX.
Entre estos se cuentan, solo de la red de Braun, a: Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Juan José Flores, Andrés de Santa Cruz, Manuel Isidoro Belzu, José María Linares, Casimiro Olañeta, José Joaquín de Mora, Juan García del Río, Daniel Florencio O’Leary, Ramón Herrera y Pedro José de Guerra. Sobre alguno de ellos trataremos más adelante. Lo descrito nos plantea la pregunta de: ¿cómo pudo convertirse el hijo de una familia burguesa de una provincia alemana y un insignificante voluntario del ejército de Simón Bolívar en un político apreciado de la región andina sudamericana y del mundo atlántico? Este desarrollo, entre los años de 1840 hasta 1860, se puede explicar a través del ascenso socio-político y militar de Braun, durante las décadas de 1820 y 1830 en la América del Sur.

Juventud transatlántica

Braun nació el 13 de diciembre de 1798 en Kassel, Alemania, durante un agitado tiempo entre Revolución, Reforma y Restauración. Acontecimientos como la Ilustración europea, la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos, dejaban claro a los contemporáneos, cómo la sociedad y la historia era transformable a través de revoluciones, coaliciones de guerra, así como también a través de la ascensión de Napoleón, los cambios en las fronteras y el derrumbamiento de antiguos Estados.
La juventud de Felipe Braun finalizó abruptamente en la primavera de 1814. En este tiempo y con 16 años de edad, transitó del banco escolar a presentarse como voluntario de los cazadores a caballo de Hesse. Esta unidad pertenecía al recién reclutado ejército de Hesse como parte del ejército de coalición formado por los principados alemanes que luchaban contra de Napoleón. Braun hizo parte de la campaña solo por medio año. A pesar de que el ejército de Hesse no participó de las principales luchas de esta guerra europea, sino que se encargaba de sitiar algunos fuertes, Braun pudo tener la experiencia del reclutamiento, la organización y el manejo de ejércitos de masa modernos.4 De igual manera, experimentó el asedio, los bombardeos de fuertes y el conocimiento de técnicas de luchas y de guerras modernas. Más adelante, Braun recurriría a todas estas experiencias prácticas. Luego de su regreso a Kassel, estudió veterinaria entre los años de 1815 a 1818 en Hannover y Gotinga.
Paralelamente absolvía entrenamientos prácticos en equitación militar y cortesana. Debido a la fuerte crisis económica que afrontó Europa se le dificultó el inicio en su vida profesional, por esta razón decidió emigrar a los Estados Unidos. Allí proyectaba empezar una nueva vida como veterinario. Dotado de un capital considerable emprendió su primer viaje transatlántico en la primavera de 1818. Sin embargo, las expectativas de Braun en los Estados Unidos se vieron frustradas ya que no consiguió establecer un consultorio como veterinario con suficientes ingresos. Al fracasar su plan decidió viajar a Haití en el cambio de año de 1818 a 1819, con la meta de conseguir establecerse como caballerizo del rey Henri I., que reclutaba en ese tiempo, expertos europeos para la edificación de su reino.6 Braun consiguió ganar del rey la construcción de un criadero de caballos según el modelo europeo, pero Henri I. no le retribuyó por sus actividades. Las negociaciones con los representantes del rey fracasaron y Braun no pudo imponerse en el entorno de la corte. Después de advertir su perjuicio, decidió dejar atrás Haití. Los reiterados fracasos entre 1818 y 1820 fueron una experiencia amarga para Braun, pero le posibilitaron ganar experiencia intercultural, aprender nuevos idiomas, saber manejarse como forastero en otras culturas y países extranjeros y reunir sus primeras experiencias con el poder político alrededor de un jefe de Estado. El éxito de Braun en el
Ejército Patriota de Simón Bolívar se puede explicar a través de estas experiencias y aclimatación en el continente – al contrario de los muchos voluntarios que de Europa viajaron directamente a Sudamérica.

Braun en la guerra de Independencia Sudamericana

En mayo de 1820 dejaba Haití un Felipe Braun, visiblemente más maduro, que dejaba atrás sus “travesuras juveniles” en Sudamérica y que a pesar de todas las “dificultades y molestias iré por el mundo de forma honesta.”
Pero Braun no se unió enseguida al ejército de Simón Bolívar luego de dejar Haití, primero trabajó unos meses en Barranquilla, como comerciante de caballos. En esta ciudad colombiana estableció amistad, por ejemplo, con el Oficial del Estado Mayor del Ejército Patriótico Francisco Burdett O’Connor. En agosto de 1820 se vinculó al ejército de Bolívar.
En los siguientes cuatro años, entre 1820 a 1824, se perdió en la masa del Ejército Libertador, ya que no tuvo ningún papel relevante militar o políticamente. Esto cambió a causa de la
Batalla de Junín, en agosto de 1824. “Conforme al relevo regular, el Mayor Felipe Braun dirigió en ese día la vanguardia de las columnas y esto fue – sin duda- una gran suerte par nosotros“1; así informó Francisco Burdett O’Connor, oficial del Estado Mayor del ejército de Bolívar y testigo presencial de la batalla, en sus memorias. La buena suerte hace referencia sobre todo, a que Felipe Braun consiguió impedir en la Batalla de Junín la destrucción de la caballería republicana, que seguramente habría sido derrotada en número, gracias a u valiente ataque frontal, así como a través de “trucos tácticos” que contravenían la doctrina militar de entonces. Más todavía: a través de su valentía personal y de su liderazgo por largo tiempo en la unidad conformada, Braun hizo posible la victoria de Bolívar. La Batalla de Junín catapultaba al oficial, hasta aquel momento insignificante, en el entorno directo de Bolívar. Braun fue elogiado en el informe oficial de la Batalla y posicionado en el orden del día en un lugar prominente. También le fue reconocido su merito personalmente por Bolívar durante un banquete; más tarde fue ascendido y recompensado económicamente. Era considerado por sus contemporáneos como una de los personajes decisivos en la Batalla de Junín.12 Unos meses después, el 8 de diciembre de 1824, se produjo la última gran batalla de las guerras por la Independencia – la Batalla de Ayacucho. En ella se destacó Felipe Braun, de igual manera, junto con su unidad, pero no de forma tan decisiva como en Junín. Para la época, Braun ya era parte del entorno de los oficiales influyentes de Bolívar. Un mes antes, los 18 oficiales más importantes del Ejército Patriótico realizaron un llamamiento al Congreso de la Gran Colombia, el cual fue firmado, entre otros, por Braun.13 Desde la Batalla de Junín gozaban de gran estimación sobre todo como experto militar. Un tiempo atrás ya algunos habían observado la gran disciplina de sus unidades y la habilidad táctica del alemán. No obstante la Batalla de Junín explicitó a todos los participantes las capacidades militares y estructurales del rendimiento de Braun como oficial. De igual manera les llamó la atención sus capacidades a los oficiales del bando contrario. 15 Braun no sólo recurrió a sus experiencias prácticas en las guerras de Liberación contra Napoleón y su estudio en equitación, sino también por ejemplo, tradujo las instrucciones de caballería de Federico II el Grande y las adaptó a las condiciones locales; de igual manera capacitó a su unidad de acuerdo a los conocimientos modernos.16 Esto fue enormemente apreciado en un tiempo en que escaseaban oficiales capacitados. Después de las Batallas de Junín y Ayacucho se derrumbó definitivamente la dominación realista en el Perú – aunque no en todo el país. En el Alto Perú (Bolivia actualmente) se mantenían aún algunas fuerzas realistas a pesar de su difícil situación estratégica.

Lealtad política: con Sucre en el Alto Perú y con Flores en la Gran Colombia

Simón Bolívar encargó a Antonio José de Sucre terminar con la última resistencia militar realista en el Alto Perú. Cuando Sucre entró a La Paz en febrero de 1825 con divisiones peruanas y colombianas, Felipe Braun se encontraba también en sus filas. La presencia del Ejército internacional Libertador consiguió también finalizar el dominio colonial en el Alto Perú. Para los protagonistas, los desafíos no terminaban con la imposición militar de la independencia política de España de los países andinos sudamericanos – por el contrario, se iniciaban unos nuevos. Inmediatamente después de la victoria, Sucre debió reorganizar las estructuras estatales destruidas. Para las funciones políticas más importantes, Sucre recurrió a menudo a sus compañeros combatientes – la mayoría de ellos militares extranjeros como él mismo. Luego de la creación de la República de Bolívar en Agosto de 1825 y de la asunción del mando oficial de Antonio José de Sucre como presidente, en mayo de 1826, éste implementó reformas ambiciosas en la economía, el Estado y la sociedad del país. Al mismo tiempo reinaba en Bolivia una profunda crisis socio-económica producto de las guerras por la Independencia. Además, la transformación del ejército activo patriota en un ejército de guarnición pacífico no se configuró de forma muy fácil. Junto a estos problemas internos iba en aumento la presión de la política exterior al gobierno –hasta que Sucre, después de un atentado, debió entregar su cargo para luego desplomarse su gobierno totalmente. Él y sus compañeros de armas debieron abandonar Bolivia en 1828.17 A pesar de las crisis políticas y personales, Felipe Braun salió fortalecido durante este tiempo. Junto a nuevas muestras de su rendimiento militar, también demostró a Sucre y a la facción de Bolívar, su lealtad política incondicional. Esta lealtad lo consolidaba en una posición firme frente al entorno inmediato de Bolívar, Sucre y Flores.
Felipe Braun estuvo establecido con su unidad en La Paz desde febrero hasta octubre de 1825. Luego fue desplazado a Cochabamba.18 Una de las tareas más importante que tenía era la de mantener la disciplina de los soldados. Antonio José de Sucre acentuaba en una carta privada, que de otra manera las consecuencias serían “incalculables”.19 Al respecto tenía razón. El 14 de noviembre de 1826 desertaron 173 Granaderos, es decir, aproximadamente la mitad del regimiento. En su huida a la Argentina saquearon pueblos y ciudades bolivianas.
Esta rebelión mostró a todos los opositores políticos del gobierno (internos y externos), que el mismo Sucre no podía confiar más en su cuerpo de élite. Periódicos críticos de Bolívar en la Gran Colombia y Argentina celebraron a los desertores. 20 Para Sucre fue muy clara la relevancia política del suceso y reaccionó de acuerdo a la circunstancias. Por ello levantó graves recriminaciones contra Braun e incoó un sumario contra él.
Braun garantizó su lealtad. 29 El 1° de mayo de 1828, 5.000 soldados peruanos traspasaron el río fronterizo peruano-boliviano Desaguadero. 30 La invasión fue liderada por el antiguo camarada de Ayacucho Agustín Gamarra. Braun debió esperar en Arica después del atentado y luego le fue ordenado trasladarse con todas las fuerzas disponibles al cuartel general del ejército boliviano en el centro de Bolivia. Pero sobre todo los problemas políticos internos del país hacían difícil la defensa militar. El ejército boliviano se encontraba en retirada. Su liderazgo era irresoluto y desunido. En esta situación se distinguió la personalidad de Braun por su valor y su eficiencia militar, cuando emprendió un ataque de sorpresa nocturno contra el superior ejército peruano. Seguidamente, se dio a la marcha hacia La Paz, donde siguió organizando la defensa como Prefecto y Comandante militar. Dentro de un corto tiempo ordenó un completo batallón de infantería con 1.500 voluntarios y amenazó las líneas de abastecimiento de Gamarra. Cuando se enteró de la capitulación de Piquiza el 6 de julio 1828, suspendió todas las hostilidades. Pero no lo hizo sin condiciones. Braun exigió de Gamarra una declaración de seguridad para la retirada de sus soldados de Bolivia. El camino a Guayaquil debía estar “libre de sorpresas de cualquier tipo.”31 Junto a la protección a sus soldados, para Braun – como último representante de la tropa colombiana auxiliar en Bolivia – era también importante la seguridad del presidente Sucre en arresto domiciliario. Hasta ahora se desconocía que Braun exigió como condición para su retirada sin problemas, la entrega de garantías de seguridad para el indefenso Antonio José de Sucre. Durante las vehementes negociaciones secretas, Braun dejó saber entre líneas, que podía emplear de lo contrario, todo el potencial militar de las unidades que todavía estaban bajo su orden. 32 Junto a las negociaciones, Braun ayudaba concretamente en la organización del viaje del presidente derrocado – se encargó de coordinar una fragata francesa para la travesía hacia la Gran Colombia. Juan José Flores celebró públicamente la arribada de su camarada e intercedió ante Bolívar a favor de emplear al alemán en el ejército del Sur colombiano.36 De igual manera Sucre no olvidó la misión que Braun realizó por él. 37 Desde luego, en el siguiente enfrentamiento la Guerra grancolombo-peruana de 1828 a 1829, Braun participó como líder político y militar en el Sur de la Gran Colombia. En la Batalla de Tarquí el 26 de febrero de 1829 se destacó nuevamente su personalidad y ayudó en asegurar la independencia de esta región del Ecuador.38 En especial el posterior presidente ecuatoriano Juan José Flores no olvidaría nunca esta acción militar. Luego de la victoria, Sucre encargó a Braun el controlar el cumplimiento del Convenio de Girón como representante diplomático superior en el cuartel general del adversario caído.39 Lo anterior indica que Braun estuvo en las condiciones de transferir al Perú y Bolivia su adquirida influencia y prestigio a través de las fronteras de los países y de las rupturas personales. En su última estancia en la región, a mediados de la década de 1820, Braun se había ocupado de la reparación de las sillas de montar y del herrado de los caballos; para la época era parte integral del liderazgo político-militar de la región.
Contactos a través de su carrera: junto a Andrés de Santa Cruz 1830-1839 Al finalizar su misión diplomática Braun pasó algunos meses en Valparaíso, Chile, antes de viajar a Arequipa, Perú. Se encontraba aún como oficial al servicio de la Gran Colombia. Bolívar había sugerido a Flores solicitar a Braun a la Gran Colombia. En efecto, Flores le propuso a Braun el mando de la caballería del Departamento del Sur.40 Pero el alemán contaba también con una oferta del presidente boliviano Andrés de Santa Cruz. Braun le pidió permiso a Bolívar para poder ponerse al servicio de Santa Cruz. Al mismo tiempo, podría mediar entre ambos, cuya buena relación se había enturbiado en los años anteriores.
A pesar de que Santa Cruz había señalado una y otra vez, la segura desintegración de la GranColombia y el hecho de que el Estado, al que había jurado fidelidad no existía más de facto, Braun solo inició su servicio en Bolivia después que un Simón Bolívar gravemente enfermo, le otorgara permiso para ello en septiembre de 1830.42 Paralelamente, había dejado asegurada su estancia en el Perú con el presidente Gamarra. 43 Varios políticos importantes de la Sudamérica andina tomaron parte del proceso de reclutamiento de Braun: Bolívar, Sucre, Flores, Gamarra y Santa Cruz.
Una vez que las dificultades en su comienzo ya no estaban, Braun pudo entrar al servicio como General de la Caballería. De 1830 hasta 1832 estuvo activo en La Paz y Cochabamba. De 1832 hasta 1835 fue Prefecto y Comandante militar del departamento La Paz. Santa Cruz nombró a Felipe Braun como Ministro de Guerra en junio de 1835. Con este nombramiento Braun tomó parte del Consejo de Ministros del gobierno – el mayor órgano ejecutivo del país. En este cargo trabajó poco debido a que fue destituido por Santa Cruz como General al mando. Éste había intervenido en la guerra civil peruana con un ejército imponente. Santa Cruz podía confiar en la eficiencia militar de Braun. Éste comandó la caballería bolivariana, luego todo el ejército del Sur. También administró como Comandante del ejército los departamentos de Puno y Arequipa y llevó la responsabilidad como Jefe General de las Fuerzas Armadas. Al término de la expedición militar Braun fue nombrado nuevamente como Ministro de Guerra, Prefecto y Comandante del ejército del departamento de La Paz. Desde mediados de la década de 1830, Braun pertenecía al círculo más importante de las personas de confianza de Santa Cruz y fue también un apoyo seguro para el nuevo
Estado conformado por éste: la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839). Cuando Argentina y Chile atacaron militarmente al nuevo Estado, Braun se encargó, como General al mando, del contraataque a la invasión argentina al Sur de Bolivia de 1837 a 1838. Después del victorioso combate en Montenegro, Santa Cruz ascendió a, su general más exitoso, a Gran Mariscal – el mayor honor militar.44 Braun había pasado en un corto tiempo de ser un experto militar a un importante sostén político del gobierno de Santa Cruz y un íntimo colaborador del presidente. Gracias a sus diferentes funciones oficiales pudo tener, al mismo tiempo, diversos contactos con importantes políticos y militares en Bolivia – así como también en Perú y Argentina.

La red de Braun en Sudamérica

Felipe Braun cuidó durante toda su vida su red de personas influyentes de la región. Ésta estaba conformada, en su mayoría, por compañeros de armas de Santa Cruz, como también, de expertos administrativos y militares reclutados para el aparato gubernamental en los países vecinos y en Europa. Entre ellos se pueden enumerar al británico William Miller, el irlandés Francisco Burdett O’Connor, el español José Passamán, el chileno Ramón Herrera, el colombiano Juan García del Río así como el español José Joaquín de Mora. Junto a estos extranjeros, Felipe Braun mantuvo intensivas relaciones con militares bolivianos y políticos, así como también con protagonistas políticos del Perú, Chile, Argentina, Ecuador y Colombia.
Entre los que se pueden mencionar: el presidente boliviano Andrés de Santa Cruz, José Miguel de Velasco, José Ballivián, Sebastián Ágreda y Manuel Isidoro Belzu, el vicepresidente boliviano Mariano Enrique Calvo, el presidente ecuatoriano Juan José Flores, el presidente colombiano Tomás Cipriano Mosquera y José del Carmen Triunfo, el presidente peruano Luis José de Orbegoso y Agustín Gamarra, los políticos bolivianos Manuel Buitrago y Francisco de Paula Belzu, el político argentino Elías Bedoya y el político chileno Benjamín Viel. Braun conoció algunos de ellos como superiores – es el caso del posterior presidente boliviano Manuel Isidoro Belzu.45 Cuando la Confederación Perú-boliviana se desintegró, Braun pudo apoyarse en su red personal. Es decir, como partidario reconocido de Santa Cruz fue destituido de todos sus cargos oficiales y expulsado del país. A pesar de ello, pudo contar con el apoyo de sus amigos poderosos. Una muestra fue la oferta de asilo que recibió desde Argentina, a pesar de que unos meses atrás había humillado al país militarmente.46 La razón para su apoyo fue el papel que jugó Braun y su rendimiento durante el “brillante y memorable día de Junín”.47 De igual manera el presidente ecuatoriano Juan José Flores le ofreció también su ayuda. Éste escribió a su homólogo Gamarra para pedirle que dejara salir a Braun de forma segura del Perú y le ofreció su apoyo amplio invitándole a ir al Ecuador.48 Braun aceptó la invitación.

Braun como agente transatlántico 1839-1841

Felipe Braun abandonó Bolivia en julio de 1839 para viajar del Perú al Ecuador. Allí se quedó cuatro meses, gracias al apoyo de su amigo Juan José Flores. Santa Cruz y varios de sus aliados exiliados se encontraban allí en ese momento. Mientras Felipe Braun continuó viaje a Europa, los partidarios del presidente derrocado, preparaban el regreso de Santa Cruz al palacio presidencial boliviano. Igualmente, dentro de Bolivia trabajaban aliados de éste en la restauración de su gobierno. El 10 de junio de 1841 el presidente Velasco fue derrocado por
Sebastián Ágreda. Mariano Enrique Calvo tomó por un corto tiempo la presidencia. Al final, con la invasión de Gamarra se precipitó una tregua entre seguidores de Santa Cruz, Ballivián y Velasco. José Ballivián contraatacó la invasión peruana y como vencedor se mudó al palacio presidencial.
Santa Cruz y sus partidarios no se rindieron en sus intentos de sustituir a Ballivián en los siguientes años. Felipe Braun tomaba parte de estos esfuerzos.49 Viajó a Europa en 1840.
Lo hizo, no sólo por razones personales, también porque había recibido un encargo por parte Santa Cruz: debía motivar al imperio británico en intervenir a su favor en Sudamérica. Para ello, trabajaba de forma muy cercana con José Joaquín de Mora, el antiguo representante diplomático de la Confederación Perú-boliviana en Londres.50 Braun le hizo llegar una carta de Santa Cruz al Ministro de Asuntos Exteriores Lord Palmerston a través de Mora. Por su parte Palmerston invitó a Braun a una entrevista oficial en la Foreign Office y lo recibió el 11 de abril de 1840. Éste no consiguió que la corona británica se movilizara en concretizar alguna ayuda para Santa Cruz. En los meses siguientes, cuando Braun había vuelto de su tierra natal Kassel, acordó con Mora la manera de proceder con la corona británica para influenciarla en participar en la política de los países sudamericanos andinos a favor de Santa Cruz. Durante su estadía en Europa, Braun cuidó continuamente su red de contactos con actores políticos europeos y en especial, con aquellos del otro lado del Atlántico. Aquí se cuentan el seguidor de Santa Cruz Mariano Enrique Calvo y José Manuel Loza – y el mismo Santa Cruz.52 Estuvo en contacto con representantes de las dos facciones más importantes de Bolivia, es decir, aquella partidaria de José Miguel Velasco y la otra de José Ballivián – a pesar de que también lo pudieran contar, y lo contaran, como parte del partido de Santa Cruz. Braun atendía, más allá del Atlántico, sus contactos con todos los partidos políticos más importantes de Bolivia. Por ejemplo, con el grupo de Velasco – a través de su antiguo secretario Manuel Buitrago. Éste le había prometido su fidelidad y lealtad luego de la caída del gobierno y mantuvo su promesa.53 Paralelamente Braun tuvo comunicación con políticos influyentes como Casimiro Olañeta y José Agustín de la Tapia.54 Con ellos, se intercambiaba impresiones sobre la situación política del momento. Braun también se contactó con aliados de José Ballivián – como Pedro José Guerra, el antiguo representante diplomático de la Confederación en París y para la época el patrocinador de José Ballivián. Luego de su regreso a Bolivia, Braun consiguió acceso a Ballivián a través de Guerra.
Continua influencia en el mundo atlántico 1841-1855 Felipe Braun no permaneció largo tiempo en Europa. A comienzos de 1842 llegó nuevamente a Sudamérica. Velasco había sido derrocado durante ese intervalo de tiempo y Ballivián ocupaba el palacio presidencial. Poco después de su llegada a Chile en abril de 1842 Braun comenzó a movilizar sus contactos con la administración de Ballivián. Retomó contacto con Manuel Buitrago, Pedro José de Guerra y Casimiro Olañeta. Buitrago había servido primero a Velasco y había tratado a Ballivián de „traidor“.56 Estos cambios de lealtad no eran extraños para este periodo. Buitrago parecía alegrarse en recibir noticias de Braun e intentó ganar a Braun para el nuevo gobierno. Le escribió al alemán afirmando que hablaría con el presidente Ballivián para sondear las posibilidades de su forma de regreso a Bolivia. En efecto, Ballivián instruyó más tarde a los agentes fronterizos, que “recibir a Braun en Bolivia, General que prestó grandes servicio al país, es para mí de gran alegría”.
Pedro José de Guerra no sólo intentó posibilitar el regreso de Braun a Bolivia, también mediaba entre los dos antiguos amigos Braun y Ballivián. De alguna manera Guerra armonizó la relación de Braun y Ballivián: éste ilustraba la relación de ambos: “ustedes son como una pareja de enamorados, en la cual cada uno espera, que el otro hable con el otro”.58 No se presentó una conciliación o una discusión entre Ballivián y Braun. Algunos partidarios del presidente Ballivián no estuvieron de acuerdo con el regreso de Braun a Bolivia, por esta razón el presidente era prevenido por sus amigos privados como José Passamán y Ramón Herrera; pues “mientras Don Andrés viva, el actual jefe de gobierno lo seguirá contemplando con desconfianza”.
Esto podría significar la muerte, por lo que Braun no asumió el riesgo y renunció a su intención de regresar a Bolivia. Aunque Braun siempre acentuó que se había retirado de la política y únicamente deseaba volver a Bolivia como persona privada para mantener sus negocios de bienes y como propietario de minas. El presidente Ballivián tuvo toda la razón de tener desconfianza de Braun – como reconocido partidario de Santa Cruz – ya que el alemán estaba al corriente de los planes de Andrés de Santa Cruz.60 Cuando en el año 1843 se difundió el rumor sobre un golpe de Estado de partidarios de Santa Cruz, Braun le comunicó a sus contactos en la administración de Ballivián que pronto partiría a Europa , quienes celebraron esta decisión.
En febrero de 1843 fracasó un intento de golpe de Estado liderado por partidarios de Santa Cruz. Braun negó su participación frente a terceros. No obstante Manuel Buitrago indicó, de forma rotunda en su escrito de finales de mayo de 1842, que Braun se reunió con Gregorio Gómez de Goytia y Sebastián Ágreda y otros exiliados seguidores Andrés de Santa Cruz, en Tacna a comienzos de 1843; es decir en vísperas del intento de golpe de Estado. Braun había sido visto varias veces con otros actores.62 La participación de Braun puede confirmarse de igual manera en una carta escrita en Chile por Juan García del Río, político y diplomático y antiguo ministro de Santa Cruz, en la que éste felicitaba eufórico a Braun a pesar del fracaso de la expedición. García del Río se disculpó ante Braun por no haber mantenido en privado algo que no estaba al corriente de todos – lo que subrayaba una vez más las circunstancias conspirativas del intento de golpe de Estado.
Braun permaneció al Sur del Perú y en Chile luego del fracasado intento de golpe a comienzo del año de 1843. Santa Cruz aceleró sus preparativos de viaje al Perú luego de la ejecución de sus compañeros de armas en Bolivia por el presidente Ballivián y planeaba una expedición contundente. Cuando Santa Cruz llegó al Sur del Perú en 1843, sus aliados ya habían adelantado los preparativos. Por ejemplo, habían reunido una serie de seguidores – sobre todo militares – en Arica y Tacna para invadir a Bolivia y derrocar el gobierno de Ballivián. En este grupo se encontraba Sebastián Ágreda, Gregorio Gómez de Goytia y Felipe Braun. Este último había dejado Valparaíso a principio de octubre de 1843.64 Mientras Andrés de Santa Cruz desembarcaba fue descubierto y detenido a principio de noviembre de 1843.
Con esto acaba el proyecto de revolución llevado a cabo por sus partidarios reunidos en Arica y Tacna.65 Felipe Braun abandonó rápidamente el país con destino a Europa. Para inicios de marzo de 1844 se encontraba de nuevo en Kassel – sin haber vuelto a entrar a Bolivia, como deseaba. 66 El contacto con los representantes del presidente Ballivián: Manuel Buitrago, Pedro José de Guerra y Casimiro Olañeta se interrumpió luego del intento de golpe fallido de finales de 1843. Esta conexión no se volvió a retomar hasta el de Casimiro Olañeta – esto es lo que sugieren las fuentes disponibles.
Felipe Braun volvió a La Paz en noviembre de 1845. Luego de pasar casi dos años en Europa. Su entrada se organizó por la parte peruana de Tacna hasta Bolivia después que fuera solicitado por Manuel Buitrago, de igual manera como en el año de 1843.67 A pesar del completado tiempo de carencia, el presidente José Ballivián desconfiaba profundamente de Felipe Braun. Un año después, a finales de noviembre de 1846, una carta directa de José Ballivián a Braun puso fin a los largos años de silencio entre ambos. Tanto el presidente como el derrocado Ministro de Guerra se habían negado obstinadamente a comunicarse directamente entre ellos luego del difícil año de 1839. Pero a finales de noviembre de 1846 llegó una carta del presidente boliviano a la casa de Braun en La Paz68 a pesar de que el presidente seguía tenido desconfianza a Braun. El restablecimiento de la comunicación tuvo otra razón: a comienzo de mes llegaron a un nuevo punto álgido las largas tensiones entre Perú y Bolivia. Parecía desatarse una nueva guerra.69 En esa situación se dirigía Ballivián a Braun, pidiéndole el apoyo – en caso de guerra – a su antiguo amigo. Braun le aseguró a Ballivián que no estaría disponible como aliado para disputas internas en Bolivia y en el caso de que Perú atacara a Bolivia, él lucharía al lado de Ballivián “con la espada en la mano y el fusil al hombro.”70 Pero esta guerra no se produjo. A finales de 1847 Ballivián debió abdicar.
Poco después, en enero de 1848, José Miguel Velasco se convirtió, por cuarta vez, en presidente. Un importante partidario fue José María Linares, que intentó conseguir desde mayo hasta septiembre de 1848, el regreso de Braun para realizar un constructivo trabajo conjunto. Braun se había refugiado en el Perú por los enfrentamientos políticos.71 De hecho viajó a Bolivia en noviembre de 1848, sin embargo, no participó de ninguna forma en el nuevo gobierno. Para esto tendría poca ocasión, ya que el 6 de diciembre de 1848 se imponía Manuel Isidoro Belzu como presidente luego de varios levantamientos contra José Miguel Velasco.72 Manuel Isidoro Belzu estaba volcado en estabilizar el gobierno y el orden estatal.
Para ello, intentó conseguir la creación de una coalición con todos los partidos más relevantes, es decir, con los seguidores de Santa Cruz, Velasco y de Ballivián. Belzu promulgó una serie de edictos de tolerancia, ordenó el regreso de los oponentes exiliados e integró a personas de otros partidos en su administración. Sin embargo, su éxito fue parcial. Belzu intentó afiliar a Felipe Braun en su administración, dentro de su concepto de integración, a pesar de ser este un aliado reconocido e influyente de Santa Cruz.73 Días después de haber alcanzado el poder Belzu se contactó con Braun como representante central del partido de Santa Cruz, para pedirle que tomara parte de la nueva administración.74 Braun le aseguró a Belzu que: “usted siempre va a tener un lugar especial entre mis buenos amigos”, haciendo énfasis, al mismo tiempo, que deseaba una situación política tranquila y el descanso del país, pero que no deseaba, ni volver a la vida pública ni inmiscuirse en asuntos secretos. A pesar de la negación recibida, Belzu no se intimidó y mantuvo sus esfuerzos de convencimiento. El 22 de febrero de 1849, diez años después de la abdicación de Santa Cruz, Belzu suspendió todos los decretos depuradores del año de 1839. Belzu confirmó en todo espacio público, el honor, la consideración y el prestigio de los antiguos protagonistas y nombró entre otros, a Braun como
General de División en la clasificación del ejército boliviano.76 Un día después, el Comando
General de La Paz anunció a Felipe Braun la rehabilitación dispuesta por el presidente y se le expidió la convocatoria oficial.77 Luego de diez años, Braun estaba nuevamente al servicio oficial de la República. No se trató únicamente de la adjudicación de un cargo público, sino sobre todo del restablecimiento público del honor de la persona de Braun, como también la confirmación pública de la alianza entre Belzu y los aún numerosos partidarios de Santa Cruz.
El 15 de marzo de 1849 Felipe Braun recibió del palacio presidencial el nombramiento como “Comandante General del Departamento de La Paz“, es decir, como el Comandante en Jefe militar del departamento La Paz. Al respecto el Ministro General y representante del presidente, Luis de la Tapia, apelaba al patriotismo de Braun y enfatizaba que Belzu no aceptaría ninguna excusa.78 Braun, ahora nuevamente activo como General de División al servicio de la república boliviana, llevó a cabo la orden del presidente, a pesar de sus insistentes negaciones de servir al poder de un presidente que diera un golpe de Estado, ni de querer participar en las luchas de poderes internas. Pero exactamente esto fue lo que hizo. En los anteriores días fueron sofocadas varias revoluciones de seguidores de José Ballivián – también en La Paz. Belzu había salido de la ciudad hacia poco junto con unidades militares en dirección a otra región agitada y necesitó dejar en La Paz un comandante versado y con imposición de mando. Felipe Braun obedeció la orden del representante suplente del presidente, Luis de la Tapia y junto con él y otros partidarios de Belzu, combatió la revolución en La Paz. Ésta no se trataba de una clásica confrontación entre soldados leales y amotinados, sino que tomó dimensiones más grandes cuando una gran parte de la población se levantó contra la rebelión de las unidades militares estacionadas en la ciudad.79 Enfrente a esta situación, Braun deseó una desvinculación del servicio activo lo más rápido posible.
Junto con las razones políticas y morales alegaba problemas de salud.80 El 3 de abril de 1849, mientras la Revolución de Marzo fue extinguida, recibió su desvinculación oficial y fue liberado de su cargo militar.81 Esto sucedió con todos los honores formales – muy diferente a lo sucedido diez años atrás en su última retirada y expulsión de Bolivia.
Otros partidarios de Santa Cruz fueron importantes soportes del gobierno de Belzu durante la alianza política de las dos facciones, estos ocuparon varios cargos influyentes en el Estado y el ejército. Al exterior los tres años de la administración de Belzu tenía la apariencia de la restauración de la administración de Santa Cruz.82 Braun conservó – a pesar de la negativa a Belzu – el contacto continuo con el presidente y con su apreciado concejal, su antiguo jefe. Esta comunicación no permaneció oculta a otros actores políticos. Un agente secreto del gobierno argentino bajo Rosas consideraba a Braun, por su posición central dentro de la red política del presidente y los partidarios de Santa Cruz, como el jefe de la “logia crucista.”83 El historiador Andrey Schelchkov considera a Felipe Braun – junto Pedro Sáenz – el principal actor decisivo del partido de Santa Cruz durante la presidencia de Belzu. Braun fue, sobre todo, quien coordinó una gran parte del trabajo político de la facción al interior y exterior de Bolivia desde 1849.
Pero desde comienzo de 1851 fue creciendo la desconfianza del presidente Belzu con respecto a los partidarios de Santa Cruz. Braun dejó – oficialmente por razones personales- Sudamérica en abril de 1851. Otros simpatizantes de Santa Cruz fueron desplazados sucesivamente de sus cargos. Braun mantuvo correspondencia, no solo con leales partidarios del presidente como Francisco de Paula Belzu o José Agustín de la Tapia, sino también con voces críticas como el comerciante Pedro Sáenz.85 En especial, Braun no insistía en la idea de conseguir que Andrés de Santa Cruz, que vivía en el exilio en Paris, remplazara a Belzu como presidente, no compartía la opinión de Sáenz – no todavía.86 Luego, en la primera mitad del año de 1852 se produjo el rompimiento definitivo entre el partido de Santa Cruz y del presidente Belzu. En su ausencia, Braun fue suprimido de la clasificación oficial de los rangos militares y despedido del ejército de forma deshonrosa. A pesar de que Francisco de Paula intervino entre Braun y Belzu, la ruptura no se pudo impedir. La dimensión personal de esta disputa política tuvo la consecuencia que Braun cedió en su visión escéptica y su postura negativa frente al proyecto de retorno de Andrés de Santa Cruz e inició su apoyo rápido y consecuente. En esta parte hay que acentuar, que fueron las acusaciones de participación en una conspiración de los opositores y las medidas represivas tomadas por la administración de Belzu, lo que llevo a Braun a los brazos de los enemigos del presidente. Casi en la misma medida en que la administración de Belzu desconfiaba de Braun y lo apartaba de discusiones internas, ganaba en intensidad la comunicación de Braun con la oposición como Pedro Sáenz en Sudamérica, así como también con Andrés de Santa Cruz en Paris.87 Braun viajó varias veces en los años de 1853 y 1855 de Kassel a Paris para encontrarse personalmente con Santa Cruz. Desde mediados de 1853 intercambiaron ideas sobre las nuevas políticas de desarrollo en Sudamérica, así como también discutían sobre un concepto de intervención en la política boliviana. Con estas conversaciones se cristalizó la idea de Santa Cruz desde enero de 1854, que la oposición actual contra Belzu a causa de sus desacuerdos crónicos, no podría ganar sin un candidato adecuado que consiguiera unir en una sola facción, los diferentes partidos.89 Esta argumentación fue tomada por Santa Cruz de algunos opositores bolivianos que vivían en Perú, quienes solicitaban de forma vehemente su regreso – entre ellos también el mencionado comerciante de quina Pedro Sáenz. Mientras tanto, el escepticismo mencionado por Braun en 1852 se había acabado y ahora seguía, en gran medida, las consideraciones de Santa Cruz.
El papel de Braun durante 1854, año lleno de discusiones, no estuvo limitado al de un interlocutor experto. También fungía sobre todo, como el hombre de enlace transatlántico de Andrés de Santa Cruz con los políticos sudamericanos más importantes. Por ejemplo, se dirigió a él con esta intención muchos años después de su último contacto el antiguo Ministro de Relaciones Exteriores y presidente juez en el Tribunal Superior de Argentina, Facundo de Zuviría, que ya en 1839 tomó parte de la organización del posible exilio de Braun en Argentina.91 Pues Zuviría “sin conocer el paradero actual del General, me dirijo a Usted como uno de sus amigos.”92 La razón del comunicado era que Zuviría escuchó por un amigo en común en Chile, que Santa Cruz planeaba regresar a Sudamérica. El político argentino proponía, a través de la mediación de Braun con su antiguo protector, organizar un pasaje seguro para Braun a través del territorio argentino hacia la frontera Sur de Bolivia. Braun reenvió la carta a Santa Cruz de inmediato. Éste hacia énfasis en que la oferta del influyente Zuviría era muy seria y por lo tanto debía recibir una respuesta correspondientemente formal. Al final se pudo comprobar que una llegada por el Perú era más complicada de lo pensado. En octubre de 1854 Andrés de Santa Cruz tomó la decisión de regresar a Sudamérica a inicios del siguiente año, en 1855 y participar en marzo o abril en las elecciones presidenciales de Bolivia.94 Braun se encargó de organizar junto a los preparativos del viaje, el apoyo político para la campaña electoral de Santa Cruz. Debía reclutar y hacer propaganda, especialmente en el Perú y Argentina a los exiliados opositores bolivianos que habían prometido su apoyo a Santa Cruz, de igual manera también en Bolivia.95 Entretanto, Santa Cruz viajaba por Argentina a la frontera sureña de Bolivia. En marzo de 1855 Braun llegó a Panamá; a finales de abril se encontraba, luego de diversas paradas en Lima en la Tacna peruana. Allí Braun correspondió rápidamente al pedido de Andrés de Santa Cruz y se puso en contacto con bolivianos de la oposición exiliados. Se reunió, por ejemplo, con José María Linares, para que éste movilizara su apoyo a la candidatura de Andrés de Santa Cruz, entre otros actores políticos importantes, como el objetivo de conseguir formar una oposición unificada.98 Pero todos los esfuerzos de Braun fracasaron muy rápido por la situación política.
Pues ésta se diferenciaba enormemente de la realidad que habían señalado y aseveraban los
actores políticos, en los años anteriores, al otro lado del Atlántico.
Por lo tanto Braun debió informarle a su compañero Santa Cruz, a mediados de mayo de
1855, sus tristes consideraciones sobre la situación: “aquí nadie tiene la voluntad verdadera de trabajar a su favor o por algún otro. Y en el caso también de que alguno ofreciera su gran ayuda (lo que yo dudo), le faltan a estos actores los medios necesarios para conseguir un resultado adecuado”. Braun juzgó la situación de forma muy clara: „Debo confesarle algo mi querido amigo, usted fue engañado.”100 Braun enfatizaba que Santa Cruz fue atraído bajo el juego de falsas creencias para sacarlo de su situación confortable y segura en Europa y llevarlo a Sudamérica; para que luego las ayudas prometidas a través del Atlántico fueran negadas. Braun intentó dejarle claro a Santa Cruz con palabras insistentes, que no podría esperar nada positivo de su estancia en Sudamérica o de su participación en la campaña electoral por la presidencia en Bolivia. Mucho más, su reputación se vería seriamente afectada. Braun movilizó sus contactos con reconocidos opositores bolivianos y también su red personal. Esta red confirmaba sus consideraciones. De Bolivia recibió cartas que dejaban claro, que Santa Cruz no tendría ninguna opción de ganar en las elecciones.101 Sus contactos que vivían en Perú y Bolivia pronosticaban éxito en las elecciones, únicamente a Córdova y Linares. Braun debió tener razón con sus estimaciones y asumió que podría tener también consecuencias personales para él este desarrollo decepcionante. Se abstuvo, por lo tanto, de seguir realizando otras actividades políticas para Santa Cruz. Esta decisión tuvo también una razón económica, ya que todos los agentes que apoyaron abiertamente a Santa Cruz, como Pedro Sáenz, fueron castigados por la administración de Belzu con restricciones de sus actividades económicas. Para evitar una situación parecida contra él, Braun escribió al presidente boliviano Belzu, antes de la carta enviada a Santa Cruz, a finales de abril de 1855.
En su escrito le comunicó a Belzu que durante la campaña electoral y la elección presidencial no viajaría a Bolivia, sino que permanecería con su familia en Arequipa en sus actividades privadas, con ello evitaría cualquier sospecha falsa. Después de las elecciones, Braun felicitó por su victoria al General Jorge Córdova. Éste aceptó el gesto sumiso y le autorizó la entrada al país. Al contrario de los gobiernos anteriores, Córdova renunció a la posibilidad de integrar a Braun en la política del momento. Lo que fue una clara muestra de que había finalizado el tiempo de la generación de Junín y Ayacucho en posiciones políticas prestantes. En los siguientes años Felipe Braun no participó más en la vida política. A principios de 1857 se encontraba de nuevo en Alemania y a mediados de 1859 regresó a Bolivia. El presidente Linares se refirió a él en su bienvenida a Bolivia como: “un apreciado General y un viejo amigo.”  Pero Braun no estaba aliado políticamente con nadie, aunque en conflictos interiores estatales en Bolivia seguía apareciendo como mediador – así llegó de nuevo a Bolivia a mediados de 1859. Por ejemplo, cuidó su contacto personal con el presidente José María Linares. No es improbable que Braun acompañara al presidente personalmente en su salida del palacio presidencial luego de su derrocamiento en enero de 1861, con unos pocos acompañantes más.103 Posteriormente, Braun medió entre el Coronel Balsa y el presidente Ácha por la Masacre de Yañez, donde muchos de sus conocidos fueron víctimas, como el antiguo presidente Jorge Córdova, Francisco de Paula Belzu y José Agustín Tapia. 104 A finales de 1861 Braun dejó Bolivia para siempre y pasó su vejez en Europa.

Liderazgo político europeo

Los líderes políticos europeos reconocieron la reputación de Braun en Sudamérica y lo aceptaron como un interlocutor de su mismo nivel. Lord Palmerston inició esta consideración en 1840. Más de 11 años después Braun consiguió tener la oportunidad de una audiencia con el Presidente del Estado francés Louis Napoleón.105 30 años después de la Batalla de Junín y más de 16 de la disolución de la Confederación Perú-Boliviana consiguió también, a través de su viejo amigo Santa Cruz, una audiencia privada con el Ministro de Relaciones Exteriores francés Édouard Drouyn de Lhuys.106 Sin bien se desconoce el contenido de la entrevista, la invitación en sí es una muestra de la larga duración del acceso que tuvo Braun a líderes políticos. El alemán tuvo las condiciones de transferir su influencia política y su autoridad social a través de las fronteras de los países, entre diferentes facciones políticas, de rupturas personales y también pudo transferir éstas a través de las fronteras intercontinentales.

Conclusiones

Uno de los objetivos de la reconstrucción de la biografía de Felipe Braun fue poder responder a la pregunta de ¿cómo un emigrante insignificante de una provincia alemana pudo llegar a convertirse en un actor central en la vida política y militar de los países andinos sudamericanos y su espacio político atlántico? El otro objetivo fue poder reconstruir las visiones del espacio histórico de Braun para con ello ganar conocimiento de su entorno.
El ascenso de Felipe Braun en la élite política andina sudamericana durante las guerras de Independencia sudamericanas liderada por Simón Bolívar y en los gobiernos de Antonio José de Sucre y Andrés de Santa Cruz en Bolivia entre las décadas de 1820 y 1830, le posibilitó impulsar proyectos políticos en este y al otro lado del Atlántico, entre los años de 1840 y 1850. A esto se cuenta el intento de movilizar a la corona británica para su intervención a favor de Santa Cruz en Bolivia, así como también la elaboración detallada de planes revolucionarios o la planeación de la participación proyectada a elecciones al otro lado del Atlántico. En todos estos proyectos no parece haber desempeñado ningún papel relevante el lugar donde se encontraba. Felipe Braun – como mucho de los actores transatlánticos – dejó el continente sudamericano, pero al mismo tiempo permaneció como parte de ese espacio político.
En este trasfondo se plantea sobre todo la pregunta: ¿si no es válida la limitación implícita o explícita de la Atlantic History de inicios del siglo XIX para Braun y su red? Después de todo, Braun y sus contactos estuvieron activos en la política del mundo atlántico hasta bien entrada la década de 1850. Por lo que se presenta la hipótesis que esta limitación – la cual puede ser muy razonable seguramente para otros objetos históricos- puede ser reflexionada para actores después de las guerras por la Independencia. Es por esto, que podría ser ventajoso si otros estudios pudieran investigar y por ende aclarar, hasta qué punto puede ser mantenida en principio, la limitación de la Atlantic History.
La reconstrucción de la biografía de Braun, por otra parte, señala que no solamente el espacio atlántico estuvo unido por las relaciones demográficas, económicas y las ideas socio- históricas – como muchos estudios de historia Atlántica lo sugieren. También estuvieron marcadas por conexiones políticas. El ejemplo de Braun indica, que protagonistas concretos llenaban este espacio en una escala individual biográfica, con acciones totalmente concretas, de encuentros, viajes y cartas. El Atlántico como espacio político no fue para estos actores una noción abstracta, sino la realidad de la acción social donde ellos se movían.
Por último, la reconstrucción de la biografía de Braun dirige la atención a la pregunta: ¿cómo en el “siglo de los Estados nacionales” personajes políticos pudieron impulsar, al parecer sin dificultad, proyectos políticos más allá de las fronteras nacionales y continentales – sin ninguna limitación de estas fronteras?110 ¿Estaban en realidad pocamente limitadas a un espacio nacional las bases previas políticas de los protagonistas activos desde inicios de siglo XIX hasta mediados del mismo? ¿Mucho menos de lo que se tenía pensado?

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