Por: WALTER ZAVALA AYLLON. Este artículo fue publicado en el
Potosí, el 10 de noviembre de 2015. // Disponible en: https://elpotosi.net/banderasenalto/20151110_sucesos-de-1810-en-potosi.html?fbclid=IwAR3FuFGInMPJE12T6K7E5-BZiOhKVA // Foto: Potosí 1970. Fotografía tomada de: http://www.havilio.com/potosi/images/1970/04.jpg
La gesta libertaria potosina, tiene íntima relación con los
grandes acontecimientos ocurridos en Europa y América, particularmente con los
sucesos que tuvieron lugar en lo que fue el Alto Perú.
Es cierto que la situación política y social de comienzos del siglo XIX en
Europa, influyó poderosamente en la independencia de los pueblos de América, en
razón de que la revolución francesa y el surgimiento de Napoleón Bonaparte,
provocaron una transformación social, política y económica en las milenarias
culturas del Viejo Mundo. Luego, el bloque continental impuesto por Napoleón
Bonaparte contra Inglaterra, provocó el desacato de la monarquía portuguesa y
la invasión de tropas francesas a la península ibérica, hecho que motivó la
huida del Infante Dn. Juan de Portugal y de su esposa Dña. Joaquina Carlota de
Borbón hacia el Brasil, en instantes en que España confrontaba una situación
política muy difícil con la lucha interna de liberales y absolutistas o la
pugna por el trono entre el Rey Carlos IV y su hijo Fernando VII.
Entonces la Villa Imperial de Potosí al igual que Lima, Buenos Aires,
Chuquisaca y La Paz, estaba al tanto de cuanto ocurría en España y las otras
naciones de Europa. En esa crisis que vivía la monarquía española, fue cuando
los patriotas se lanzaron a la lucha, dispuestos a responder a las
circunstancias que ofrecía la situación política en las colonias españolas de
América.
Es de conocimiento que la revolución del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, tuvo
su inmediato efecto en Potosí y las otras ciudades del Virreinato de Buenos
Aires. En atención a ello, es que el Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros,
dispuso el alejamiento o retiro de los oficiales de la Guardia Realista de
Potosí que se encontraban al mando del Cnl. español Gonzáles de Socasa, por
entender que varios de ellos abrazaban la causa de los patriotas.
Con esta medida asumida por la autoridad del Virreinato de Buenos Aires, se
pensaba impedir cualquier brote de rebelión, sin imaginarse que varios
patriotas potosinos realizaban reuniones secretas en casas reservadas y aún
fuera de la ciudad para evadir el control español.
PRIMER EJÉRCITO AUXILIAR ARGENTINO
Luego de haber triunfado la revolución del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires,
la Junta de Gobierno de aquella ciudad, envió la primera expedición argentina
hacia el Alto Perú, con 1.200 soldados bien armados al mando del militar Marco
Antonio Gonzáles Balcarce, más el jefe de tropa Eustaquio Díaz Vélez y el
abogado militar Juan José Castelli.
Esta expedición fue igualmente integrada por Bernardo Monteagudo que
inteligentemente se adelantó al ejército auxiliar argentino, para llegar a
Potosí y, secretamente tomar contactos con varios patriotas, a fin de
planificar la revolución contra la Corona de España.
Mientras tanto, el primer ejército auxiliar argentino seguía avanzando desde
Córdova hacia el Norte, pasando por Salta, Jujuy, Tarija y tener un primer
enfrentamiento de armas en la localidad de Cotagaita el 27 de octubre de 1810,
cuyo resultado fue del todo adverso a las tropas argentinas apoyadas por
montoneros chicheños que, luego de perder varias vidas, se vieron obligados a
retroceder hasta Nazareno y atrincherarse en Suipacha.
Separadamente el ejército realista, después de la batalla de Cotagaita,
aseguraba su triunfo ante las fuerzas combinadas del Alto Perú y Buenos Aires,
disponiéndose a la persecución de estos, hasta que el 7 de noviembre de 1810,
midiéronse en una batalla sangrienta de igual a igual, donde los vencedores fueron
los aguerridos patriotas. Pero antes de que ocurriera este desenlace fatal; el
Presidente de la Audiencia de Charcas, José Vicente Nieto, más el Gobernador de
Potosí, Dn. Francisco de Paula Sanz, fijaron a Cotagaita como punto estratégico
para contener el avance de la soldadesca argentina, movilizando a una parte de
las tropas de la Guardia Cívica de Potosí hacia tierras chicheñas el 21 de
agosto de 1810, dejando en la Villa Imperial a la otra mitad de la Guardia
Cívica, más otras dos columnas realistas con asiento en Puna y Chaquí.
Separadamente el Presidente Nieto se dirigió hacia Cotagaita, llevando
refuerzos de soldados que tenían su trabajo en Chuquisaca. Por su parte el
General José de Córdova y Rojas, sumábase a la defensa de la Corona de España,
con efectivos bien armados en el Cuzco y La Paz. Lo propio ocurrió con el Conde
la Casa Real de Moneda, Dn. Felipe Lizarazu, el mismo que fue portador de buena
cantidad de dinero para solventar los gastos de la guerra.
Por esta situación y, considerando que las autoridades realistas concentraban
su mayor atención a Potosí; las otras ciudades del Alto Perú quedaron un tanto
descuidadas, lo que fue aprovechado por los patriotas que irrumpieron con las
revoluciones del 14 de septiembre en Cochabamba, el 24 de septiembre en Santa
Cruz y el 6 de octubre en Oruro; todas ellas el año de 1810.
Mientras tanto y ajenos a esos movimientos de lucha ocurridos en las ciudades
antes nombradas, fuerzas realistas y patriotas se preparaban para el combate en
Cotagaita de territorio potosino; hecho ocurrido el 27 de octubre de 1810,
ocasión en que las fuerzas argentinas apoyadas por montoneros chicheños,
sufrieron su primera derrota en suelo alto peruano.
Luego de este triunfo del ejército realista en Cotagaita, una parte de las
tropas españolas comandadas por el Gral. José de Córdova, avanzó hacia Tupiza,
quedando en Cotagaita el Presidente Vicente Nieto con el fin de cuidar dicha
retaguardia. Por su parte el comandante argentino Balcarce junto a Vélez y
Castelli, en aparente retirada a Nazareno, provocó una apreciación equivocada
del jefe español, cuando la mañana del 7 de noviembre de 1810, las tropas
argentinas con apoyo de las huestes chicheñas encabezadas por Pedro Arraya,
irrumpieron violentamente contra las fuerzas realistas en la famosa batalla de
Suipacha que culminó con el triunfo de los patriotas.
El primer español en huir de aquella derrota, fue el Conde de la Casa Real de
Moneda, Dn. Felipe Lizarazu, el cual, llegando a Cotagaita, en carrera
desesperada sobre su caballo brioso, informó al Presidente Nieto, de la derrota
sufrida por la soldadesca española, motivando para que Vicente Nieto huyera con
destino hacia las costas del Pacífico y, el Conde Lizarazu prosiguiera su viaje
hacia Potosí, para comunicar del desastre militar realista al Gobernador
Francisco de Paula Sanz, siendo el mencionado Conde la Casa Real de Moneda, el
primer portador de aquella mala noticia que entristeció al Gobernador y alegró
a los patriotas de Potosí. Noticia que se la conoció en horas de la tarde del 9
de Noviembre de 1810, lo que dio lugar para que horas más tarde, estallara el
grito revolucionario en esta ciudad.
Fue en la mañana del 10 de Noviembre, cuando los revolucionarios irrumpieron en
calles y plazas de la ciudad, para luego ocupar la Casa de Gobierno, el
edificio de las Cajas Reales, el Cuartel de los Oficiales Reales, así como el
edifico de la Casa Real de Moneda, tomándose preso al Gobernador Francisco de
Paula Sanz y, separados de sus cargos los señores Regidores y Alcaldes que
formaban el Cabildo de la ciudad.
Mientras esto ocurría en la Villa Imperial, el ejército argentino, avanzaba
hacia Potosí, recibiendo en el trayecto muestras de reconocimiento, hasta que
en fecha 23 de noviembre del mismo año, el Gral. Juan José Castelli,
condicionaba su ingreso a la ciudad de Potosí, mediante la misión encomendada
al patriota potosino Mariano Subieta.
La condición era de que el Gral. Castelli y sus tropas no entraban a la ciudad,
si el pueblo de Potosí no juraba en acto solemne el reconocimiento a la Junta
de Buenos Aires y declaraba la guerra a las tropas del Rey de España.
Dicha actitud altanera y soberbia del militar argentino, sorprendió a la
población potosina que, al final se reunió en Cabildo por segunda vez en la
plaza mayor, redactando y dando paso a la firma del acta de reconocimiento y
adhesión a la Junta de Buenos Aires.
Castelli, satisfecho por la obediencia de los patriotas potosinos, llegó a
nuestra ciudad el 25 de noviembre en medio de algarabía y demostraciones de
afecto. Lamentablemente los argentinos no comprendieron esta manifestación
sincera de los potosinos, dándose a la tarea de cometer serie de abusos,
convirtiendo la simpatía en odio; mucho más con los fusilamientos de los altos
jefes españoles: Vicente Nieto, Presidente de la Real Audiencia de Charcas;
José de Córdova y Rojas, Comandante de las fuerzas españolas y, Francisco de
Paula Sanz, Gobernador de la Villa Imperial, declarados “reos de alta traición”
con sentencia de pena de muerte violenta para los tres, habiendo sido el
ayudante de Castelli, Tte. Máximo Zamudio, el encargado de leer la sentencia en
presencia de los tres reos en la prisión de la Casa Real de Moneda, documento
firmado por Juan José Castelli y por Nicolás Rodríguez Peña, en calidad de
Secretario.
El día sábado 15 de diciembre de 1810, al promediar las diez de la mañana, fue
ejecutada la sentencia de muerte en el lugar donde empezaba a construirse la
iglesia mayor que, un año antes, 15 de diciembre de 1809, Francisco de Paula
Sanz, daba por iniciada la obra de referencia.
Pasado aquel acto de sangre, el ejército auxiliar argentino, desfiló frente al
patíbulo, retirándose de la plaza mayor y dejando los cadáveres en público.
Por este infeliz suceso, el pueblo potosino se vistió de luto, porque su Gobernador
Dn. Francisco de Paula Sanz fue uno de los más progresistas y pacíficos,
habiendo estado a lado de los indígenas, de los mestizos y criollos, habiéndose
matrimoniado con la ñusta María Sauraura, descendiente de la nobleza incaica y,
de cuya unión conyugal tuvo a su hijo Juan Huallparrimachi.
El 22 de diciembre de aquel año, Castelli junto a sus tropas salió de Potosí
con rumbo a Chuquisaca, después de haber cometido serie de abusos con asalto de
mansiones coloniales y templos religiosos donde se apoderó de incontable
riqueza en oro y plata que encontraba a su paso. Al mismo tiempo dio paso a la
violación de muchas mujeres por parte de su soldadesca porteña y haber
dispuesto el asesinato de aquellas damas que se negaban a ser utilizadas por
los porteños.
Castelli, una vez estando en Chuquisaca, nombró al Gral. Pueyrredón como
Presidente de la Audiencia, dejando ingratos recuerdos en Potosí.
Tiempo después, el sanguinario de Castelli se trasladó a la ciudad de La Paz,
pasando a la localidad de Guaqui, lugar donde el 20 de julio de 1811 se
enfrentó con fuerzas realistas comandadas por José Manuel Goyoneche. En esta
batalla, el ejército patriota fue derrotado con numerosas bajas en sus filas,
lo que dio lugar a que los sobrevivientes del ejército argentino, tomaran la
retirada hacia el Sur, llegando nuevamente a Potosí, acompañado del depuesto
Presidente de la Audiencia de Charcas Pueyrredón, cometiendo las mayores
atrocidades contra el pueblo indefenso de la Villa Imperial.
Lo inaudito de todo ello es que el general argentino Juan Martín de Pueyrredón,
después de tener a su disposición, 400 mulas traídas de Samasa Alta, en cada
una de esas mulas se cargó petacas repletas con infinidad de monedas, lingotes
y barras de plata junto a otros objetos del metal precioso, sacados de la Casa
Real de Moneda. Llevándose de Potosí toda esa riqueza la noche del 27 de agosto
de 1811.
La población potosina, percatada de este robo en grande la mañana del 28 de
agosto, se dio a la tarea de alistarse tan pronto para la persecución del
ejército auxiliar argentino y tratar de rescatar los hurtado por Pueyrredón y
su soldadesca, sin haber obtenido resultado alguno.
Es así como el primer ejército auxiliar argentino, estando en Potosí en 1810,
dejó ingratos recuerdos, al igual que los otros ejércitos venidos de Buenos
Aires.
Potosí, noviembre 2 de 2015
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LA INSURRECCIÓN POTOSINA DE 1810
Por: Roger L. Mamani Siñani / Publicado
originalmente en La Razón de La Paz el 10 de noviembre de 2015. //
Disponible en: http://www.la-razon.com/suplementos/especiales/insurreccion-potosina_0_2378162254.html // Foto: Potosí 1970. Fotografía tomada de: http://www.havilio.com/potosi/images/1970/02.jpg
La conformación de la Junta Gubernativa de Buenos Aires y la
entrada del primer ejército auxiliar al territorio de la Audiencia de Charcas
en 1810, trajo como consecuencia el pronunciamiento a favor de la causa de las
Provincias Unidas del Río de La Plata, de entre todas las ciudades de
importancia del Alto Perú. La Villa Imperial de Carlos V no fue la excepción.
Su pronunciamiento, llevado a cabo el 10 de noviembre del
citado año, fue una consecuencia directa del triunfo insurgente alcanzado en la
batalla de Suipacha, que se dio apenas tres días antes de la revolución
potosina. La noticia de la derrota de los realistas llegó gracias a los
primeros dispersos del ejército del general Córdova, quienes entraron en la
Villa el día 9 por la tarde. Esto aceleró el movimiento que tiempo atrás ya se
venía gestando en Potosí, cuya primera acción fue liberar a los presos de la
cárcel local.
El 10 de noviembre de 1810, la clase acomodada, así como los
pertenecientes a los estratos más bajos, participaron del alzamiento general en
contra de las autoridades realistas y del sistema de gobierno imperante hasta
ese momento. Una de las acciones más importantes llevadas a cabo fue el arresto
del Gobernador Intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, quien en primera
instancia fue remitido a su casa, pero una vez que quiso fugar, se lo trasladó
a la Casa de la Moneda.
La insurrección se nutrió de todo tipo de gente. El
historiador Modesto Omiste realiza un recuento de los cabecillas del
movimiento; en él estaban: Salvador José de Matos, Pedro Ascárate, Alejo y
Mariano Aurelio Nogales, Joaquín de la Quintana (quien tenía el grado de
Alférez Real), Eustaquio Eguivar, los hermanos Millares, Manuel Molina, Mariano
Subieta, Melchor Daza, el teniente coronel Diego Barrenechea y Pedro Costas,
natural de Francia.
Édgar Valda, en su libro Potosí durante la Independencia de
Charcas 1810-1817, resalta a dos de estos personajes: Salvador José de Matos y
Mariano Aurelio Nogales. El primero fue Ensayador del Banco, es decir que se
ocupaba de “ensayar” o verificar la calidad de la plata que se traía al Banco
de San Carlos. Este oficio era muy importante, pues permitía que toda la plata
que circulaba en Potosí, en Charcas y más allá de sus fronteras, tuviera una
ley uniforme, lo que daba valor y peso a las monedas acuñadas en Potosí. Matos
fue uno de los cabecillas más importantes del movimiento. Un año atrás, con
motivo del pronunciamiento de Chuquisaca, el 25 de mayo de 1809, Francisco de
Paula Sanz lo mandó a arrestar, temiendo que su contacto con Bernardo
Monteagudo repercutiese en una revolución semejante en suelo potosino. Ya en
los sucesos de 1810, fue a Matos a quien se le avisó del intento de fuga del
Gobernador Intendente.
Durante el tiempo que duró la estadía del primer ejército
auxiliar en Charcas, Matos fue designado Síndico Procurador de Potosí, lo que
equivaldría a un abogado que defiende las causas del Estado. Esto nos indica
que nuestro personaje debió de haber tenido estudios universitarios y quizá se
haya graduado. Una vez fuera los ejércitos auxiliares del territorio de
Charcas, Matos continuó con su andanza insurgente, haciéndose un caudillo
notorio. Sin embargo, fue arrestado en 1812 por las fuerzas realistas cuando se
dirigía a las provincias del sur, de esta forma, el 30 de julio de 1812 fue
ajusticiado en Potosí en la horca terminando así sus correrías.
Mariano Aurelio Nogales, perteneció a una familia numerosa y
todos se unieron al bando insurgente; en total fueron 13, entre hermanos primos
y sobrinos, los que participaron en la Guerra de la Independencia. Mariano
Aurelio fue nombrado Sargento Mayor gracias a la captura de los
contrarrevolucionarios en Potosí en abril de 1811. Luego de la salida del ejército
auxiliar se dedicó a acaudillar gente, en especial a la “indiada” con quienes
combatió al enemigo. Lastimosamente, al igual que Matos, fue capturado, puesto
en prisión y posteriormente ejecutado en la horca el 15 de julio de 1812, es
decir, apenas unos días antes que su compañero insurgente.
La participación popular se puede evidenciar en el
testimonio de Francisco, un mulato esclavo de Benito Antonio Goyena,
subdelegado de Chichas, muerto días antes de la revolución. Miguel de Goñi, uno
de los albaceas de la finada autoridad, le siguió un proceso ante las
autoridades impuestas por los porteños, en el cual lo inculpó de haberle
amenazado con quitarle la vida en su casa “a punta de pistola” el 10 de
noviembre de 1811. En su defensa, Francisco alegó que respondió como “fiel
patriota” y que fue uno de los que actuó para liberar a los presos de la cárcel
y fue uno de los primeros en tomar la plaza principal y atacar a los realistas
que manejaban los cañones con los cuales hacían daño a los “patriotas” en el
día de la revolución, añadiendo que Goñi era contrario a este partido por lo
cual le seguía el juicio.
No cabe duda que esclavos como Francisco además de
indígenas, mestizos y criollos protagonizaron la insurrección en Potosí aquel
10 de noviembre de 1810. La acción conjunta llevó al éxito al movimiento.
Después vendría Castelli con el ejército auxiliar, el que exigirá la jura a la
Junta Gubernativa antes de entrar en la urbe, lo cual se realizó el 24 de
noviembre. La Villa Imperial fue testigo de la entrada y salida de dos
ejércitos auxiliares más, así como de los ejércitos realistas, fue su destino
al estar entre Lima y Buenos Aires.
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10 DE NOVIEMBRE DE 1810, LA REVOLUCIÓN DE POTOSÍ
Este artículo fue originalmente publicado el 10 de noviembre
de 2015, en la Revista Nuevos Horizontes de El Diario de La Paz. // Disponible
en: http://www.eldiario.net/noticias/2015/2015_11/nt151110/nuevoshorizontes.php // Foto: Calle Ayacucho, Potosí, Bolivia.
El pueblo potosino también contribuyó con una acción
decidida a la independencia de las tierras del Alto Perú del dominio español.
La acciones se dieron cuando el primer ejército “auxiliar”
enviado por la Junta de Buenos Aires, ingresó a tierras de Potosí bajo las
órdenes de los generales argentinos Eustaquio Días Vélez, Antonio Balcarce y el
responsable de la expedición el Dr. Juan José Castelli, representante de la
Junta.
A la noticia del avance del ejército argentino hacia Potosí,
los jefes españoles Vicente Nieto y José Córdova, reunieron fuerzas y se
dirigieron hacia Cotagaita donde esperaban resistir la incursión del ejército
auxiliar. Las fuerzas de Castelli lanzadas al ataque concluyeron por ser
rechazadas, entonces simularon retirada general hacia Suipacha, estratagema con
la cual consiguieron que los realistas salieran de sus reductos y el 7 de
noviembre de 1810 se libró esta histórica batalla, Suipacha, donde los realista
llevaron la peor parte, derrotados empren-dieron la retirada, Córdova hizo
conocer a Castelli las condiciones para una capi-tulación honrosa, pero la
proposición fue rechazada y sustituida por otras exigencias, que los realistas
consideraron inaceptables.
Castelli y las tropas argentinas marcharon hacia Potosí,
mientras que Nieto y Córdova eran tomados presos en Ata-cama y conducidos
también a la Villa Imperial.
En la ciudad el triunfo de Suipacha tuvo repercusión
inmediata, los patriotas Salvador Matos, Pedro Azcarate, Eusta-quio Eguivar,
Alejo Nogales, Mariano No-gales, Joaquín Quintana, los hermanos Millares,
Manuel Molina, Mariano Zubieta, Melchor Daza, Cnl. Diego Barrenechea, Pedro
Costas, Mariano Toro, Manuel Orozco, convocan al pueblo a un Cabildo Abierto y
resuelven tomar preso al intendente gobernador Francisco de Paula Sanz y se
organiza una Junta de Gobierno bajo la dirección de los personajes nombrados y
se resuelve también reconocer a la Junta de Buenos Aires como autoridad
suprema.
Cuando las victoriosas tropas argentinas entraron en Potosí
el pueblo las recibió con delirante entusiasmo lanzando vivas a la libertad y
al triunfo de Suipacha.
Una de las primeras medidas de Castelli, fue ordenar luego
de un proceso el fusilamiento del gobernador Paula Sanz y de sus compañeros de
infortunio, los generales Nieto y Córdova. Los tres personajes, dando prueba de
su lealtad a los mandatos de la Corona española se habían negado a reconocer a
la Junta de Buenos Aires, condición exigida por el inconmovible Castelli para
revocarles la sentencia. Recordemos que este general argentino ya había dado
muestras de su carácter inflexible al mandar a ejecutar al exvirrey Santiago
Liniers abnegado de-fensor de Buenos Aires durante los ase-dios ingléses.
Esta desafortunada determinación del jefe argentino causó
profunda consterna-ción en el pueblo potosino, el intendente gobernador
Francisco Paula Sanz era muy apreciado por la población gracias a su excelente
labor administrativa.
Casi dos años después los españoles retomaron la ciudad y la
represión realis-ta no se hizo esperar, el 30 de julio de 1812, fueron llevados
a la horca en la plaza principal de Potosí, Alejo y Mariano Nogales, Salvador
Matos, Mariano Milla-res y otros patriotas; otro contingente de presos fue
llevado a las celdas del Callao y sentenciados a prisión perpetua, otros se
unieron a los montoneros para continuar la lucha por la libertad.
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