Por: Ramiro Prudencio Lizón / Diplomático e historiador /
Publicado en El País de Tarija el 14 de Abril de 2013.
Don Aniceto Arce fue uno de los principales luchadores por
romper el enclaustramiento geográfico nacional.
La semana pasada hubo muchos comentarios en Tv sobre la
Guerra del Pacífico y sobre el papel que le cupo realizar a los diferentes
personajes nacionales que intervinieron en esa trágica contienda. Pero,
lamentablemente, algunos de esos que podríamos denominar seudohistoriadores se
atrevieron a criticar acerbamente la obra de ciertas personalidades, como don
Aniceto Arce, quien posteriormente fuera presidente de la República.
Evidentemente los historiadores nacionales, salvo algunos
muy meritorios, no se han preocupado mucho en resaltar el tenaz esfuerzo que
efectuó el doctor Arce para obtener un puerto propio y soberano después de la
desgraciada pérdida de nuestro litoral a causa de la guerra. Además, no era un
puerto cualquiera el que pretendía sino el de Arica, el mismo que fue anhelado
por casi todos los gobernantes anteriores a ese conflicto, es decir, Sucre,
Santa Cruz, Ballivián, Belzu, Linares y Melgarejo, y ello, por ser el puerto
natural de Bolivia.
Durante el conflicto y luego del desastre de la batalla del
Alto de la Alianza, donde casi todo el ejército boliviano fue destruido, don
Aniceto insistió en negociar un acuerdo de paz por separado, en base a la
cesión a Bolivia de Tacna y Arica. Pero el presidente Narciso Campero, ofuscado
por las presiones de los llamados guerristas, prefirió desterrar a Arce, a
pesar de estar de Primer Vicepresidente, y continuar manteniendo la alianza con
Perú, aunque ella sólo nos podía conducir al enclaustramiento geográfico. Así,
durante cuatro largos años, no se hizo la paz pero tampoco la guerra,
quedándonos en una indecisión que provocó el resentimiento tanto de Chile como
del Perú.
Pocos años después, y estando al mando de la nación, don
Aniceto continuó su política portuaria. Pero la situación en Chile había
cambiado. Los propugnadores de una paz amistosa con Bolivia, como el ex
presidente Santa María, fallecieron o dejaron de tener influencia política en
su país. Les sucedieron hombres nuevos como Balmaceda, quienes, impactados por
el potenciamiento de su país a causa de la gran riqueza del salitre, ya no
tenían miramientos con los vencidos. Pero sorpresivamente estalló una tremenda
guerra civil en Chile, en enero de 1891, contra el gobierno autoritario de
Balmaceda Los rebeldes se levantaron en el norte chileno, en el puerto de
Iquique principalmente, y buscaron el reconocimiento y apoyo de los demás
estados limítrofes.
Como con el gobierno de Balmaceda fue imposible llegar a un
entendimiento sobre una salida al mar a Bolivia, el presidente Arce decidió
arriesgarse y reconoció a la Junta Revolucionaria de Iquique. Evidentemente, el
riesgo de romper con el gobierno de Balmaceda era peligroso, pero don Aniceto
conocía bien nuestra historia y sabía que la parte que domina el mar termina
siempre por vencer. Así había ocurrido en la guerra de la Confederación
Perú-Boliviana con Chile y, posteriormente, en la Guerra del Pacífico. Y
efectivamente, eso sucedió. Las fuerzas de la Junta de Iquique desembarcaron en
la zona central de ese país y vencieron a las tropas leales a Balmaceda En
Chile se constituyó un nuevo gobierno al mando del almirante Jorge Montt Y poco
después se iniciaron las conversaciones con Bolivia para llegar a un tratado de
paz lo más amistoso posible.
Fruto de esos entendimientos fueron los Tratados de Mayo de
1895, durante el gobierno del brazo derecho de Arce, don Mariano Baptista,
mediante los cuales Bolivia recibiría a cambio del litoral perdido las
provincias de Tacna y Arica Pero como ha sucedido continuamente en nuestro
país, los patrioteros de siempre se opusieron tenazmente a dichos tratados
hasta hacerlos fracasar. Y cuando ellos subieron al poder, durante el régimen
liberal, fueron obligados a suscribir el desgraciado Tratado de Paz de 1904.
En consecuencia, a don Aniceto Arce no sólo se lo debe
recordar por su extraordinaria labor industrial y ferrocarrilera, sino también
por haber sido uno de los principales luchadores por romper el enclaustramiento
geográfico nacional y lograr nuestra ansiada y muy necesaria salida al mar.
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